
-Bueno, entonces, el finde ¿bien?
-¡Qué va! El Miguel es un parao, no se arranca ná.
-Y tú, ¿qué hiciste, entonces?
-Pues nada, coño, ¿qué iba a hacer, con lo frío que estaba el chiquillo?
-Hija, pues yo qué sé. Haberte metido algo y le hubieras arrinconao en algún sitio. Incluso meterle mano. Seguro que lo dejas flipao, y traga, que ya sabes cómo son los tíos.
-Pero ¿qué dices? Anda, anda, no alucines tanto, que tú, mucho, mucho, pero luego nada, nada. O si no, tú misma, con el Chus, ¿qué?
-Eso es otra cosa. Pero tú no me cambies de tema. Y el tema es que no me tienes nada de arranque con el titi este.
-Pero, tía, si no está por mí, yo ¿qué quieres que haga?, ¿que le haga un estriptís?
-Coño, pues, mira, sería una idea, seguro que indiferente no se quedaba, y que alguna reacción tendrías ¿no?
-Sí, para que encima pensara que soy puta, que ya es lo que me faltaba, vamos.
-¡Que nooooo! Que esas cosas les ponen mucho. Te lo digo yo.
-Que no, joder, que yo tengo mi ritmo y tú el tuyo, ya sabes qué te digo.
-Ay, dios, dios. Y tú, tía, ya podías ayudarme un poco con ésta, ¿no? Que no me atiende razones.
-Mira, a mí no me mezcléis en esa historia, que ya te dije que a mí el Miguel no me tira nada. Y además, déjame, que paso a la siguiente pantalla.
-Joder, qué dos, madre. No hago vida de vosotras. Está claro.
-Es natural, hija: te imitamos a ti. Como consigues tanto...
-Bueno, venga, se acabó. Coge las llaves de mi coche, te llegas a casa del tío, le llamas, le mandas bajar, le dices que vas a llevarle a dar una vuelta, y te lo ligas totalmente.
-Pero...
-Ni pero, ni nada. Y levanta, coño, que no tienes arranque ninguno.