miércoles, 28 de febrero de 2018

NIEVE POR LA COSTA: BELLO ASUNTO, MAL ASUNTO

En mi ciudad, hoy todos cuando nos levantamos, nos hemos puesto a hacer fotografías porque el lugar donde vivimos amaneció cubierto de una atípica nieve, inusual en zonas de costa. Pero, sí. Por lo visto, la confluencia de una masa de aire polar con los restos de una tormenta tropical con gran cantidad de humedad, ha producido el fenómeno, poco habitual por estos pagos. Los coches, los parterres, los árboles, la hierba del parque, se veían esta madrugada desde mi ventana cubiertos de una capa blanca que los convertía en seres de otro mundo, que conocemos por otros lugares, pero a los que no estamos acostumbrados. Por ello, todo el mundo quiso dejar inmortalizado el momento, por si la memoria falla, y algún día tengamos que explicar que hasta a nivel del mar llegó a nevar, lo cual no quiere decir que no sucediera nunca, sino que ocurre cada bastantes años. 

Pero nos dicen que estos fenómenos van a hacerse frecuentes. Que el cambio climático va a enloquecer lo que es "normal" y lo que no, y que donde antes llovía mucho, dejará de hacerlo, que donde antes había mucho calor, sufrirá inundaciones, y que donde antes no nevaba, lo hará ahora con cierta regularidad. ¡Qué cosas! O sea, que lo bello y lo inusual también tiene su lado negativo, su perspectiva siniestra.

Aunque mientras llegan las malas noticias (que llegarán con la misma lentitud con que cayeron los copos esta noche), los niños se quedaban embobados con el blanco manto sobre los coches y en los arbustos de los parterres, y sus madres tiraban de móvil y dejaban constancia del hecho para mandarlo a sus amigos y familiares de interior, para que comprobaran que aquí, sí, aquí también nieva, no fuera a ser que creyeran que éramos ciudadanos de segunda por carecer de espectáculo tan hermoso y didáctico.

martes, 27 de febrero de 2018

LA ALEGRÍA HUMANISTA DE JEAN LOUIS TOUTAIN


La primera vez que contemplé una obra de Jean-Louis Toutain fue hace más de 20 años en el pueblo francés de Moissac, precisamente delante de la famosísima abadía románica de Saint Pierre. Allí en la pequeña placita que la antecede, hallé las dos primeras escenas de madres e hijos que este autor acostumbra a retratar en su obra. Inmediatamente me quedé prendado de sus originales formas redondeadas, orondas, exageradas. Me recordó a Botero. Pero, de entrada, me gustó mucho más que la obra del insigne colombiano, que siempre me pareció impostado y mucho más pagado de sí mismo. Luego, me enteré más de quién era este artista, nacido en Toulouse en 1948, se dedicó a muchas facetas artísticas e incluso artesanales, antes de decidir que sería la escultura su modo más pleno de expresión. Lo hizo de forma tardía, desde 1987, por lo que su carrera duró poco más de veinte años -muere en 2008-, es muy corta, y sin embargo, este artista fue muy prolífico. Un recorrido breve por la red nos lo demuestra con facilidad. Allí se pueden observar imágenes de sus múltiples obras, tanto las monumentales, encaminadas a ser exhibidas en espacios públicos, como las pequeñas, las que se pueden albergar en cualquier casa que pueda pagarlas.

Su obra, muy personal, expresa la alegría y la alegría de vivir, aunque el color que siempre ofrezca sea el negro. Se observa fácilmente, y atrae por igual a niños y adultos, a quienes seduce por igual. Es de fácil acceso y no resulta pretencioso. A pesar de ello, se nota una labor de investigación de las formas para adaptarlas a su personalísima manera de tratar los temas. Siente pasión por las relaciones humanas, por la música, por los gestos cotidianos, por la infancia, el juego, los diferentes oficios. Sus curvas son agradables a la vista, pero también al tacto. El movimiento, el gesto, la actitud es lo que llama la atención, las caras pequeñas no cuentan, como si en un momento en que la apariencia es primordial, Toutain quisiera borrar esta parte de nuestro cuerpo, esos ojos, esa boca con los que a menudo nos ocultamos e incluso mentimos. Eso nos hace notar que el arte de Toutain está fuera de sintonía con su tiempo, pero contemplarlo resulta siempre una felicidad, pues nos regala un trabajo relajante. Un trabajo con temas simples, universales, amables, en los que el brillo satinado de sus materiales (resinas y bronce) contribuye a resaltar sus bordes redondeados y unidos sin solución de continuidad. Ha exhibido mucho en las ciudades que han invertido en sus esculturas, para deleite de los transeúntes, que inevitablemente interactúan con esas obras que parecen incitar a ello. Es un arte callejero. Creo que Toutain dijo que prefería la calle al museo. Yo me sumo a su propuesta.

"Maternidad", en una exposición temporal en Rodez (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon D300

lunes, 26 de febrero de 2018

NO OLVIDAR EL BOLÍGRAFO (BENEDETTI)

Hay una frase de Mario Benedetti, no sé si apócrifa, que reza así: "Cuando me entierren, por favor, no se olviden de mi bolígrafo". Ha sido el guiño más hermoso que he leído en el día de hoy. Tampoco he podido resistirme a una sonrisa tierna. Lo comunico por acá, por eso de que ciertas anécdotas lindas no se pierdan, se conserven, y si puede ser hasta se perpetúen. Lo malo es que esa genialidad me deja huérfano de la que podría haber proferido yo, caso de que hubiera tenido su talento. También me deja algo revuelto y corrido, porque yo, que hace milenios que ya no uso mis habituales plumas de antaño, y todo lo he ido reduciendo a aparatos electrónicos e informáticos que consiguen más perfección tipográfica y ahorro de espacio, a cambio de malbaratar la magia que suponía el rasgueo del trazo manual; yo, que sólo escribo ya con el ordenador, me pregunto: ¿con qué carajo me enterrarán, para el "después"?

domingo, 25 de febrero de 2018

LA PALABRA VENCE AL MÁRMOL


La escena se sitúa en el Louvre. Es mi primer año de docente, el curso 1990-91, y estamos en la capital francesa, adonde fui con un autocar de alumnos y tres madres del AMPA, en un periplo (París-Bruselas-Amsterdam) que sólo se acepta cuando se es muy joven, ingenuo, idealista; e inexperto. Pero eso lo dejaremos para otra ocasión. Ahora, centrémonos en la imagen.

La señora que aparece a la izquierda no es una cuidadora del museo: es una visitante, como lo éramos nosotros. Pero, acaso agotada por la inhumana abundancia de obras con que deleitarse, ha decidido tomar un asiento que sí pertenece a uno de los cuidadores de esta sala de escultura. Está relajada, y lee una carta. Al lado, una escultura neoclásica de mármol de François Rude, Pescador napolitano jugando con una tortuga, del primer tercio del XIX. Pero la mujer no parece tener demasiado interés en la obra de arte. Por el contrario, es lo que pone esa carta lo que la ha conducido a sentarse, abrir el sobre y leerla. Acaso no es la primera vez que lo hace. Igual la recibió hace unas horas, o incluso unos días, y no acaba de creerse lo que le han escrito, o tal vez son nuevas tan maravillosas que releerlas le proporciona el mismo placer que experimentó al recibirla. Pero igual la recogió según salió de casa, y no le había dado tiempo a leerla aún. Su rostro no permite saber si hay dolor, alegría, curiosidad, indiferencia; tampoco su apariencia nos habla de su nacionalidad: podría ser una turista, pero también una parisina, pues cuando se realizó esta toma los franceses podían entrar gratuitamente -cuantas veces quisiesen- en ese templo sagrado del Arte que es el Museo del Louvre.

Sus ojos pasan por sobre las líneas, y su universo se contrae, aislándola de todo cuanto la rodea. La comunicación escrita se erige como único contacto con el exterior. El arte se disuelve. Desaparece. Las palabras vencen. De nuevo.

Robado en el Museo del Louvre (París, Île-de-France, Francia)
Abril, 1991 ----- Nikon F-601 (película analógica)

sábado, 24 de febrero de 2018

MI PALABRERÍO CANALLA (31)

CONFUCIANISMO: Religión oriental que los más lerdos confunden con una de las más populares artes marciales asiáticas, gracias al abuso con que se ingirió una serie televisiva de hace años y donde se veían las andanzas de un ex-monje ducho en tales artes, pero ignorante por completo de confucianismo, pues era budista. No sé si me explico, vaya.
CONFUSIÓN: Tótum revolútum que se origina ante la mezcla no ordenada ni sucesiva de ideas, sentimientos, o planes. Suele ser síntoma de magra inteligencia o de inadecuado uso de la misma, lo cual viene a suponer lo mismo a la hora de la verdad.
CONJURA: Conjunto de conversaciones entre personas que no suelen conversar, con vistas a incrementar el poder propio, para lo cual requieren previamente de la ayuda de otros que piensan lo mismo y a los que convendrá ir eliminando a su debido tiempo de forma progresiva y más o menos velada, para tocar a menos a la hora del reparto.
CONOCIMIENTO: Acción y resultado de comprobar por uno mismo lo que existe, lo que se piensa o lo que sucede, con el fin de atesorarlo en cámara recóndita, de donde sólo saldrá para que pueda servir de utilidad en el momento en que sea preciso; porque todo conocimiento es útil, y si no lo fuere, al menos servirá para engrandecer el ego propio, o bien empujar al alza las posibilidades combinatorias de nuestras posibilidades de actuación y de elección, que, en última instancia, son otras de las múltiples formas de la utilidad.
CONSPIRACIÓN: Conjura (v.) de características más ocultas que no acata el poder superior, sino que se rebela contra él, con el fin de ser superior en lugar del superior, o sea, califa en lugar del califa, sabiendo, eso sí, que desde el momento en que los conspiradores se hallen en la cúspide, deben hacer todo para intentar desarticular a los conspiradores que empezarán a conspirar contra los antaño conspiradores... La cosa sigue muy en plan dialéctico o círculo vicioso.
CONSTANCIA: Rutina laboral o sentimental que tiene bastante buena aceptación general; quizá porque la rutina es lo que menos asusta a la gente, pues permite prever su comportamiento y relajar las defensas durante un lapso de tiempo; o quizá porque con ella logran las medianías aparentar un remedo aproximado de creación.
CONSTITUCIÓN: Librito de lectura infumable, con estilo literario deplorable, que atesora el mayor número posible de pretensiones políticas falaces en el menor espacio posible. Dicha falacia ampliamente demostrada no es obstáculo para que se haya convertido en nuestros días en la estrella absoluta de los regímenes más desarrollados
CONSUELO: Lenitivo que permite adquirir fuerzas para cometer el próximo error.
CONTINGENCIA: Todo aquello que no tiene necesariamente que ocurrir, que incluso no pasa nada si no sucede, pero que de forma invariable y, siguiendo la ley de Murphy, pasa, ocurre, sucede. Y para peor, comme il faut.
CONTEMPLAR: Observar, ver con templanza, con serenidad, paladeando, sintiendo placer con ello, deleitándose con morosidad en su propio discurrir, dejando libre la imaginación. Qué morboso, ¿no?

Del libro inédito Palabrerío canalla1999

viernes, 23 de febrero de 2018

NECESIDAD DE BUENAS RAÍCES


Sin unas raíces gruesas, sólidas, profundas, no es posible que nada grande crezca, se mantenga, viva...

Paraje arqueológico de Las Médulas (León, Castilla y León, España)
Diciembre, 2011 ----- Panasonic Lumix G6

miércoles, 21 de febrero de 2018

SIN ADMIRACIÓN, NO HAY EXCELENCIA, Y SIN ÉSTA...

Siempre pensé que, sin admiración, no cabía amor posible. Lo sigo pensando. Pero ahora me refiero a la admiración de la excelencia. Pero en este asunto creo que hoy admiramos poco, muy poco.
La senda de la excelencia es lo único que nos hace mejorar; si no transitamos por ella, seremos sólo una pálida aproximación de cuanto podríamos llegar a ser. Sin embargo, no admiramos mucho en la época actual. Hasta molesta hablar de los mejores, y si se les menciona es para desear tener sus riquezas o su modo de vida, no las cualidades que les han llevado a conseguir lo que tienen. No obstante, resulta obvio que sin admiración a los mejores, tampoco puede haber emulación. Y sin emulación, sólo disponemos de nuestros propios medios, y por lo general suelen ser escasos; o no tenemos la suficiente fuerza de voluntad para ponerlos en marcha.
Admirar a quienes nos superan en calidad, esfuerzo, abnegación, sacrificios, logros, inteligencia, etc. es desear ser como ellos. Y esto, que a priori podría parecer estúpido, porque cada individuo es único, no lo es en absoluto, porque quienes somos es la combinación entre lo que podemos ser, lo que tomamos de los demás y lo que la vida nos permite. Pero como la combinación, interpretación y asimilación de “lo que tomamos de los demás” es personal e intransferible, la individualidad y el carácter personal diferenciado de los otros no se ven mermados por ello.
Admirar es necesario siempre, y tener presentes a quienes saben, pueden y actúan mejor que nosotros es esencial para poder crecer. Ha de tenerse en cuenta que el objetivo no es ser como ellos, sino tender hacia ellos. Como ellos no podrá haber nadie. Pero emulando sus cualidades, intentándolo, el punto de partida se alejará cada vez más de nosotros, mientras construimos el yo que cada cual alcance.
Un mundo que carezca de admiración hacia los mejores, que no estimule la superación constante de las trabas, los problemas, que motive las ganas de ser más (lo que se desee) y de poder hacer más (lo que sea); un mundo así está abocado a una lenta decadencia que, con el tiempo, abocará hacia la pérdida de lo más intrínsecamente humano. Dejaremos nuestra esencia de seres humanos para volver a la esencia de simples homínidos.

martes, 20 de febrero de 2018

LA TORRE SUPERVIVIENTE (DE EIFFEL)


Hay pocos paisajes urbanos tan reconocibles como la vista de la Torre Eiffel desde Trocadero. Hasta los más ignorantes reconocen esa mole de hierro elevada a finales del XIX como principal acceso a la Esposición Universal de 1889, centenario de la Revolución Francesa. La reconocen, la identifican, y hasta elogian su altura, su estructura casi exclusivamente férrea, obra culminante de una nueva arquitectura que el XIX elevó al hierro desde su carácter práctico hasta la obra de arte. Todos conocemos la Torre Eiffel.

Pocos en cambio saben que ese monumento estuvo a punto de ser demolido al finalizar dicha exposición, y que generó un debate feroz entre partidarios y detractores. Una construcción -arquitectura es, al fin y al cabo- que fue considerada por muchos una inútil y antiestética masa de hierro sin ninguna función, que debía ser demolida. Los tiempos usaban el hierro de forma masiva, pero muchos no creían que de éste pudieran brotar obras comparables con los templos griegos o las catedrales góticas. La ignorancia siempre es muy atrevida, como bien se sabe, muestra una nula intuición por el futuro y es muy lenta de reflejos, por lo general.

Hoy se ha convertido en el monumento de pago más visitado del mundo, además de constituir el símbolo de una ciudad, que se identifica de inmediato con sus suaves curvas, su extraordinaria elegancia, su enorme envergadura, mientras admira la solidez de una época que continúa asombrándonos hoy día.

Torre Eiffel desde la Plaza de Trocadero (París, Francia)
Julio, 2012 ----- Nikon D300

lunes, 19 de febrero de 2018

HITOS DE MI ESCALERA (23)

Después de terminar el COU con brillantez y de haber superado la Selectividad por los pelos, tenía el camino expedito para poder estudiar la carrera que llevaba años queriendo cursar: Geografía e Historia, que no precisaba nota de corte. He de reconocer que mi caso fue bastante anormal, porque saber ya desde los 12 años que quieres estudiar algo concreto, no es lo más habitual. Por lo común, en la infancia uno cambia diez o quince veces de gustos, de vocaciones, de objetivos. Yo, no. Desde pequeño, cuando íbamos de vacaciones yo les pegaba mis brasas a mis padres (y hermano, aunque éste no se enteraba, por la edad) en el trayecto de ida o de vuelta. Ya entonces, era pesado e insistente, mucho, y mi padre alguna vez amenazó con dejarme en alguna gasolinera del camino, si no dejaba de cantarle las glorias del imperio de los Austrias mayores o las penurias de la Guerra de la Independencia; solía parar por un rato, pero al poco volvía con las hazañas de nuestra torturada historia, mezcladas con las del Jabato o el Capitán Trueno.

Pero no resultó fácil el plácet, no. Para empezar, mi padre, que jamás se preocupó de mi educación en la corta y media distancia, albergaba, como toda persona frustrada que se precie, grandes planes para mí. Imagino que para compensar lo que a él no le fue dado alcanzar. El caso es que él, como casi cualquier padre en aquella época, deseaba con fruición -valga la hipérbole- que yo cursara Derecho. Con mis cualidades, de sobra probadas, me sacaba la carrera en cinco años, y como iba un curso adelantado, con 22 ó 23 años (aún no sabíamos que me libraría de la mili) él no tendría problema en colocarme en algún bufete de entre los muchos abogados y personal de la administración que él conocía. Lo acojonante del asunto, no era sólo que se lo creyera a pies juntillas, sino que era un plan perfectamente factible: mi padre no tenía un solo amigo de verdad, pero desde su puesto en la Recaudación de Tributos de León 1ª Capital, conocía hasta al apuntador. Lamentablemente, el primogénito le salió rebelde. O, más que rebelde, individualista y con ideas propias.

Y lo que el pollo bachiller decidió fue que se matricularía en la facultad de Filosofía y Letras de León, recientemente desgajada de la Universidad de Oviedo, de la que había dependido. Mi madre no es que terciara en la disputa, pero concordaba más con lo que pensaba mi padre. Debió ser una de las pocas veces en que esto se dio, por alguna conjunción planetaria desconocida. Con todo, el pollo dijo que Historia, y fue Historia. Y con ello mis padres quedaron muy compungidos. No se opusieron de modo violento. A mi madre no le hizo ninguna gracia que me matriculara en una materia que le parecía una mandanga, pero mis argumentos tenían la capacidad de hacerla dudar unos minutos tras mis peroratas. Mi padre, visiblemente contrariado, optó por algo que se le dio muy bien: hacerme el vacío. Y estuvo sin hablarme varios meses. Lo cual yo agradecí en lo más profundo, porque ya de aquella sólo hablábamos para discutir.

Pero, sí, me matriculé en la infausta facultad leonesa, que los hados confundan, donde permanecí por espacio de tres cursos. Lo hice desde el amor más absoluto, desde la ilusión más indestructible, desde el convencimiento más fanático. Eso sí, con la intención de obtener el mejor expediente posible, por dos razones. La primera, porque en mi carrera, que no es de las más complicadas, el único modo de destacar es con las mejores notas, porque licenciados con suficientes o bienes en Geografía o Historia los hay a patadas. La segunda, con la secreta pero intensa idea de demostrarle a mi padre que podría ganarme los garbanzos sin su ayuda, y como consecuencia de mis propias decisiones. El resultado lo sabéis de sobra todos los que me conocéis.

domingo, 18 de febrero de 2018

MUERTE EN EL HAYEDO


Los compañeros lo miran, desde su desnudez, con cierta aprensión, pero sabedores de que ellos siguen vivos, mientras que él, enfermo desde hacía tiempo, acaba de morir. El grosor de su tronco y la anchura del tocón -mutilado, pero erguido-, dan idea del poderío de este ejemplar, cuando aún palpitaba dentro del mayor hayedo de España. Los compañeros lo miran, lo rodean, pero seguirán adelante con su reposada e inmóvil vida. Cuando la primavera los alcance, tupirán el techo boscoso con la mayor biomasa arbórea de la península Ibérica: las hojas oscurecerán el sotobosque, el verde sustituirá a los ocres, y el sol pasará por encima nutriendo sus vidas, pero sin dorar sus troncos. El tronco exánime del gigante caído es sólo una muestra de lo que fue y de lo que seguirá siendo unos años (acaso menos, si las autoridades del parque lo retiran antes). Nos sirve para valorar, si tenemos la suficiente conciencia, lo que de imponente puede dar la Naturaleza en estado  puro. También les servirá a muchos animales de guarida, de refugio, de alimento, de almacén. En la Selva de Irati todo seguirá igual. La existencia del hayedo continuará como hasta ahora, y la muerte constituirá el alimento primordial para la vida. Como siempre.

Selva de Irati (Comunidad Foral de Navarra, España)
Abril, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

sábado, 17 de febrero de 2018

EL GATITO EN EL ÁRBOL (MICRORRELATO)

Lloraba desconsolada, y me acerqué a ver qué le ocurría. No decía nada, pero ante mi insistencia, me dirigió la mirada con los ojos muy húmedos y me señaló el árbol que estaba justo enfrente. Miré, pero no vi nada. “Mi gato”, me dijo. “Arriba”. No entendí, al principio. “Se quedó arriba, y no baja”. Comprendí, al fin. Decidí ayudarla. Aunque nunca fui buen trepador, el árbol tenía fácil el acceso. No lo veía por ningún lado. Subí más, y arriba del todo, lo localicé en una zona con menos hojas. Pendía de una cuerda que rodeaba su cabeza, y una raja abierta le recorría todo el vientre, por el que se escapaban sus vísceras. El horror me sobrecogió. Cuando me repuse, estiré las manos para cogerlo. La delgada rama cedió. Mientras caía, antes de romperme el cuello, creí ver que la niña ya no lloraba. Sonreía. Me pareció una sonrisa tierna. Creo.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

viernes, 16 de febrero de 2018

LA MARAVILLOSA ARMONÍA DE LA DORDOÑA


De las regiones francesas que llevo conociendo a lo largo de los últimos años, la Dordoña es sin duda mi preferida. No tiene mar, es cierto, pero los ríos que la atraviesan, comenzando por el que le da nombre, llenan de frescor y verde los campos del interior de Francia. Sus pueblos, su historia, su pausado ritmo de vida (molestado y agitado desgraciadamente por nosotros, los turistas y viajeros), sus monumentos naturales, edificios, museos, comida, etcétera, hacen de esta región algo maravilloso. Es verdad que carece de mar, también de montaña, no hay paisajes espectaculares. Pero todo el conjunto es de una armonía tal que su calidad de vida corre pareja con el sosiego que se experimenta a las orillas de sus corrientes. A su lado, se puede contemplar cómo por el cauce del río se pasa la vida, cómo se viene la muerte -tan callando- (pero disfrutando de la espera del luctuoso momento con un exquisito colorido o con los muy abundantes restos de un pasado riquísimo en arte e historia).


Para muestra, entre tantas, un botoncito con el pueblo de Argentat, cuyas casas, vistas desde la margen izquierda del río Espérance parecen de cuento o de caramelo, en sus reflejos sobre el agua. Naturaleza, pasado, verdor, pausa, contemplación. Y, a mayores, una comida deliciosa. Si hasta el nombre del río es hermoso, ¿qué más se puede pedir cuando se viaja?

Vista de Argentat (Alta Dordoña, Nueva Aquitania, Francia)
Agosto, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

jueves, 15 de febrero de 2018

DE NUEVO, OTRA MATANZA

De nuevo, otra matanza. De nuevo, un caso similar. Parecidas circunstancias, más o menos iguales antecedentes, desarrollo narrativo poco original. El protagonista, otro adolescente. Expulsado previamente de ese mismo instituto, tiempo atrás. Rencores, venganzas, sinsabores, pánico, muertos, heridos. De nuevo, otra matanza. Gratuita. Pero explicable.

Cuando sucede algo de esto, acabo tratando el tema en la tutoría que me toca. El debate suele tomar tintes violentos, en los que mis tutorandos son más implacables en la represión de lo que más de un bienpensante pudiera imaginar. Pero suelo reconducir hacia lo que a mí más me interesa. Hacia lo único que explica sucesos como éste: la facilidad extrema con que cualquiera con un documento nacional de identidad que acredite una edad, y unos cuantos dólares con que adquirirla, puede  hacerse con un arma y la munición correspondiente. En este caso, semiautomática. Comprada legalmente hacía bien poco. A conciencia. Con facilidad. Sin trabas.

Cuando sucede algo de esto, Hablamos de la violencia, hacia la que, como humanos provistos de un arquicórtex reptiliano, tenemos muchas pulsiones tentadoras, sobre todo los varones de la especie. Les digo que esa violencia se da en todos lados. Que el rencor, los malentendidos, las venganzas suceden en cualquier lugar del globo. Pero que no en todos podemos -como ya evidenció con terrible comicidad agridulce Michael Moore en su impagable Bowling for Columbine- comprar un arma en el hipermercado, al lado de donde se venden grifos y televisores. En Estados Unidos, sí. Y de qué modo. Tiene que ver, dicen, con no sé qué enmienda que los colonos independentistas se apresuraron a añadir en no sé qué momento, porque tenían miedo de no sé qué, no fueran a perder la libertad que tanto les había costado conseguir (por cierto, con valiosa ayuda de España, todo sea dicho).

Cuando sucede algo de esto, siempre pongo el mismo ejemplo en clase. Les digo que en cualquier patio español, o alemán, o danés, o italiano, o etc., si dos personas se acaloran en una reyerta, a lo más que llegarán es a lograr unos ojos morados, unas costillas rotas y, en el peor de los casos, un navajazo clandestino infligido con un arma blanca, introducida ilegalmente en el centro. Pero las víctimas se contarían con uno o dos dedos de la mano. ¿Por qué? Porque para hacerse con un arma mortífera de amplio espectro hacen falta unos exigentes requisitos que en Estados Unidos no se dan. El problema no está en el ser humano, tan dado a la violencia. Está en cómo facilitamos el modo de ejercerla en los lugares menos apropiados para ella, los llamados templos del saber, eufemística aparte. La solución es fácil. Todo el mundo la sabe. Pero cambiar la mentalidad de ese pueblo multirracial parece que no lo es. Descansen en paz las víctimas pasadas, las de esta vez y las que en breve nos asaltarán de nuevo las conciencias y volverán a encender otra vez nuevos y apasionados debates viejos e inútiles.

miércoles, 14 de febrero de 2018

YO QUIERO TEMPORALES EN INVIERNO, NATURALMENTE (EN VERANO, NO)


Nos acostumbramos con rapidez a las cosas. Somos muy adaptables. Pero tenemos mala memoria. Sobre todo, para lo que no nos gusta. Los temporales de la mar, los frentes polares, la nieve, la galerna, el frío, la lluvia pertinaz, y todo lo que acompaña a una meteorología "movida" son propios del invierno. Justo la época en la que estamos. Esto es lo propio en las afortunadas latitudes donde existe estacionalidad, donde la naturaleza nos brinda una diversidad de épocas, cada una con su maravillosa carga emocional, cada una con sus ventajas y sus inconvenientes. Siempre he considerado que los climas tropicales o polares me parecerían un horror si tuviera que vivir en ellos. Lo que más me agrada del clima es comprobar cómo la altitud del sol, bien sea ascendiendo, bien sea bajando, varían las horas de luz, la temperatura, la frecuencia de frío o del calor: en definitiva, que nos ofrecen una múltiple y cambiante variedad de situaciones que paladear. Por eso, cuando oigo a algunos blasfemar contra esta sucesión de temporales que llevamos en el último mes, me pregunto: ¿sabrán en qué estación nos hallamos?, ¿sabrán en qué latitudes vivimos? La respuesta es que probablemente lo sepan, sí, pero que enseguida se cansan de lo que resulta distinto, aunque antes fuera lo común. Triste idea de la vida, a fe. Yo quiero que en invierno haga frío y que llueva y a veces nieve; que en primavera la mayor longitud de los días y una temperatura más bonancible inciten al paseo o a contemplar cómo la naturaleza retoña; que en verano haya calor, y la ropa moleste, y el cuerpo se muestre, y las bebidas frías sean el maná que nos justifica los rigores del termómetro alto; y que, por último, en otoño, se caiga la hoja, llueva más, y algunos momentos se cuele algún veranillo de contraste para abocarnos hacia los fríos invernales de la vuelta a empezar. Llamadme clásico. Lo soy.

Oleaje en Gijón (Asturias, España)
Febrero, 2008 ----- Nikon D100

martes, 13 de febrero de 2018

LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (16)

Pregunta 41

Su casa, en la cual está todo lo que posee, se incendia. Después de salvar a sus seres queridos
y a sus mascotas, usted tiene tiempo para entrar una vez más y salvar una sola cosa. ¿Cuál sería?


Mi ordenador, con todo lo que he escrito y lo que he fotografiado a lo largo de mi vida, bien guardadito en su interior. Así de simple. Así de prosaico, en apariencia. Así de importante.

Es ésta una pregunta que me hago a menudo, si bien no adopta la forma de una pregunta, sino de un futurible terrorífico: mi casa se incendia y lo pierdo todo. Sería una catástrofe completa, porque lo material se puede regenerar, pero lo inmaterial no. Por eso, asegurar mi vivienda contra todo tipo de siniestro no me serviría de nada, porque lo único que me sería reintegrado sería dinero, no mis escritos, no mis fotografías, no mis libros subrayados, anotados y personalizados con marginales jugosones. Es una espada de Damocles permanente que recidiva su angustia con recurrencia intermitente.

Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999

lunes, 12 de febrero de 2018

EL MENTIDERO DE LAS CINQUE TERRE



La imagen está tomada por la mañana, por eso lo que se ve está a la sombra. Este banco corrido y poligonal, dispuesto alrededor de un árbol de recorrido oblicuo, está orientado hacia el oeste, hacia el momento en que el sol se pone, al atardecer. Cuando lo vi, enseguida me imaginé a los lugareños (no tanto los turistas, que no son de detenerse lo suficiente en ningún lado), departiendo al finalizar el día, comentando lo que esa jornada ha deparado de bueno y de malo, comentando las inclemencias de la política sumadas a las que la propia meteorología pueda añadir, advirtiendo la progresiva afluencia de personas de otras latitudes que se ven atraídas por la belleza sorprendente de estas localidades costeras colgadas sobre el mar de Liguria. Serían conversaciones de todos los días, mientras el sol aún ciega los ojos, pero cayendo hacia su ahogamiento diario donde teñirá el agua del mar de reflejos amarillos, anaranjados, sangrientos. Son conversaciones que seguro que el árbol acumula en su memoria ancestral, en sus anillos internos. Pero como es algo duro de oído, se ha ido inclinando hacia el lado que mejor oye. Es el único participante que no falla nunca. De hecho, cuando en los duros días de invierno nadie acude a sentarse en la privilegiada atalaya, sólo puede conversar con el mar, cuyo diálogo le parece más monocorde y menos atractivo que los cotilleos humanos. Por la mañana, en cambio, en el momento menos bello del día, sólo los turistas y algunos viajeros llegamos hasta este lugar. Pero a nosotros no nos hace demasiado caso. Le resultamos demasiado planos, demasiado previsibles, demasiado superficiales. Pero el árbol es paciente. En unas horas podrá volver a escuchar las historias locales que tanto le gustan. Podrá bañarse de nuevo entre la bruma o el rojizo crepúsculo, y seguir siendo el notario de la vida de uno de los lugares más bellos del conjunto de las Cinque Terre.

En Riomaggiore, Cinque Terre (Liguria, Italia)
Julio, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 11 de febrero de 2018

MI PALABRERÍO CANALLA (30)

COMUNISMO: Sistema político cuya inicial e igualitaria buena intención no hace  olvidar su ingenuidad hacia la verdadera naturaleza humana, individualista, desigual, cruel y no cooperativa salvo en lo imprescindible. Dicha ingenuidad no impidió que sus defensores a ultranza lo impusieran a golpe de idealismo forzoso, a golpe de purga, a golpe de destierro, a golpe de fosa común, a golpe de muertes.
CONCESIONES: Inversiones realizadas en el ámbito de las relaciones sociales, amortizables a medio plazo, cuando no a corto.
CONCIENCIA: Eco de nuestra voz en el interior de nuestro interior, que nos dice si se halla de acuerdo con nuestras imposturas o con nuestras actuaciones. Su calidad se manifiesta sobre todo en la mayor o menor facilidad con que se puede conciliar el sueño al acabar la jornada, excepción hecha de los insomnes crónicos, es natural, que han de recurrir a otros usos probatorios.
CONDECORACIONES: Llamativos y anticuados objetos compuestos de metal y tela que se entregan a aquellos personajes que lograron uno de los lemas olímpicos aplicados al universo militar: matar el mayor número de enemigos posible en el menor tiempo computable.
CONDENA: castigo, padecimiento, matrimonio.
CONDÓN: O sin él, el caso es que se trata de una funda de un material extensible donde introducir el sexo masculino (o también agua, con propósitos gamberros) para, a su vez, introducir todo junto en el sexo femenino y así poder seguir haciéndolo sin el inconveniente que supondría una enfermedad de alto calibre y mala prensa social, o bien una preñez no deseada ni deseable. Bastante caros, en comparación con otros métodos, por lo que algunos de sus ignaros usuarios busquen mayor amortización, usándolos más de una vez. Criaturas...
CONDUCTISMO: Doctrina (es un decir) seguida por un conjunto de bodoques maximalistas estadounidenses, que propugna que al ser humano se le podrá conocer únicamente atendiendo a sus actos, a su comportamiento, dejando a un lado la conciencia y/o el mundo interior. Es como querer estudiar a las ballenas con la sola ayuda de una cinta métrica y de una báscula. Más o menos.
CONFEDERACIÓN: Forma de unión entre estados, caracterizada por la desconfianza entre sus miembros y la temporalidad funcional, concluida la cual, todo vuelve a estar como antes, o sea, mal y disgregado.
CONFERENCIA: Situación social muy curiosa en la que alguien perora a un auditorio asombrosamente voluntario acerca de un tema determinado con antelación, con el objeto de ganarse la vida, la fama, los saraos. El desparpajo y la ignorancia del conferenciante no sólo no son óbices, sino cualidades esenciales para medrar en tamaños menesteres.
CONFESIÓN: Reconocimiento público de sumisión y de dependencia.

Del libro inédito Palabrerío canalla1999

sábado, 10 de febrero de 2018

CARNAVALES DIFERENTES, DE RELAX, DESPLAZADO

 

Y, de nuevo, los carnavales, entroidos, antruejos, antroxus y otros etcéteras, se hallan en sazón, dispuestos a trocar lo real por lo fantástico, los deseos por realidades, las apariencias por deseos al alcance de la mano. Este año no tengo el cuerpo para tanto color, tanto dinamismo, tanta impostura, tanto divertimento, tanta falsedad, tanta verdad. No tiene que ver con mi salud física -estupenda-, ni con la anímica -divina-. Es simplemente descanso de la temática. Estos carnavales no recorreré el mundo a la caza de la mejor foto, del colorido más impactante, de las máscaras más bellas o sorprendentes. Estos carnavales leeré (jugosos libros), escribiré (uno o dos relatos, alguna entrada del blog), comeré (en algún sitio especial), caminaré (unos cuantos kilómetros, al lado del Atlántico), charlaré (hasta el exterminio), veré televisión (sólo una o dos series). Y ya. No es poco. No es demasiado. Mientras, dejaré que los demás disfruten como mejor sepan, quieran o puedan. Es lo mínimo.

Robado en el Sábado de Piñata en Astorga (León, Castilla y León, España)
Marzo, 2014 ----- Nikon D300

jueves, 8 de febrero de 2018

EXCUSAS (ANTE EL PROFESOR) POR VERGÜENZA (DEL ALUMNO)

Los alumnos educados o responsables -no los otros-, cuando terminan un examen y lo entregan antes que el resto, porque no saben más, se acercan con ciertos reparos a la mesa profesoral, y allí algo les mueve a explicar por qué han escrito tan poco, por qué razón no pudieron estudiar lo suficiente, por qué -con seguridad- no van a aprobar el ejercicio escrito. Las posibilidades que aducen para tal situación son innumerables, aunque sí catalogables, exponibles y reproducibles (sólo que aquí no tenemos tiempo ni gana de hacerlo). A mí se me antoja un gesto natural, humano, comprensible. Con todo, lo que más me interesa, sin embargo, es la razón última de por qué se disculpan, de por qué explican la escasa cantidad y calidad de su escrito, pudiendo no hacerlo, como la mayoría.

Tras muchos cursos observando esta reacción tan curiosa, he llegado a la conclusión de que no es porque intenten favorecerme la comprensión del hecho en sí o como muestra recurrente de su mal hacer académico. No. Lo hacen porque en el fondo sienten vergüenza, y la sienten del modo más enternecedor: por haber defraudado las expectativas que yo hubiera albergado en ese alumno, esa alumna, que, insisto, posee educación y un cierto grado de responsabilidad (al menos, desde el punto de vista ético). Porque los otros, que también van a entregar el examen con demasiados espacios en blanco -cuando no inmaculado por completo-, pero no tienen interés ni en el resultado, ni en el proceso, ni en la asistencia a unas clases que les producen acidez; ésos, los otros, ésos no se disculpan. Sólo arrojan el folio encima de la mesa y se vuelven a su mesa sin mayor preocupación.

Por el contrario, quienes se deshacen en explicaciones de por qué aquello es tan malo o insuficiente, vuelven a su sitio con un regusto amargo o de impotencia. No ya -como se dijo arriba- por el suspenso, que no les acarrea problemas a la mayoría, sino porque la persona que les imparte clase se va a quedar un poco -o un mucho- defraudado con ellos. Al fin y al cabo, personas son y en la dialéctica de una clase operan fuerzas, deseos, expectativas, que generan relaciones sociales de un tipo concreto, que acaso no se diferencien tanto de las de otros escenarios.

Por eso yo les escucho con toda la paciencia necesaria el sentido de explicaciones y excusas, quitándole hierro al asunto y aventurando que la próxima vez lo hará mejor, si se esfuerza lo suficiente, “porque tú puedes hacerlo”. Nunca ha de faltar una sonrisa sencilla mientras se dice esto, ni tampoco el suficiente énfasis en ese condicional “si te esfuerzas más”. Ellos se van con la sensación de que siguen contando con crédito a mis ojos, y yo me aseguro una deserción menos y acaso algún aprobado futuro más. Tal vez.

miércoles, 7 de febrero de 2018

PINTADAS QUE SON ARTE


Sí, es verdad. Algunos son sucios, malolientes, barriobajeros, desnortados. Algunos, incluso rozan la delincuencia, si no la han experimentado ya. Pero la mayoría son gente tan normal como cualquiera de los hijos de cualquiera, sólo que, durante un tiempo, unos años, acaso una temporada mientras comparten pareja de similares gustos o aficiones, les da por ahí, por emborronar paredes con pintadas diversas, de gusto dudoso y reivindicaciones groseras las más de las veces. Es cierto.

Pero del mismo modo, hemos de reconocer que algunos de estos pinta-paredes son artistas de una capacidad fuera de lo común, y que han optado por esa expresión artística, de igual modo a quienes optan por la danza y otros por el teatro o por un instrumento musical. Son gente que cree y que crea, y sus pintadas en las paredes son su medio de expresión, por el que hacen brotar sus pulsiones. Y a fe que algunos de ellos logran dejarnos con la boca abierta. No son muy conocidos, y es un arte callejero de efímera vida y a veces peligrosa supervivencia. Con todo, Keit Haring y Basquiat empezaron con menos. Nada más hay que fijarse en la tranquilidad de esa rana abstraída, y en la artera aproximación de la serpiente que la ha elegido como bocado de aperitivo, y darse cuenta de que ahí hay un relato, con un suspense bien preparado que cada uno puede resolver como guste. Pero el fulano que figura casi mimetizado con sus bastidores negros no es el autor de semejante maravilla. Eso, seguro.


Robado en Málaga (Andalucía, España)
Enero 2017 ----- Nikon D500

lunes, 5 de febrero de 2018

SAPIENS, EL IMPRESIONANTE LIBRO DE YUVAL NOAH HARARI

Como profesor de Historia, estoy acostumbrado a leer historiografía, biografías, novelas históricas, reportajes, memorias, artículos, y cualesquiera tipos de documento que trate sobre mi materia, la cual, a día de hoy, sigue siendo el amor que me ha durado más en la vida. Por eso estoy en disposición de poder decir que el libro que acabo de terminar, enfebrecido, es una obra diferente. Conste que sabía de él, de su temática, de su especial planteamiento, de su éxito editorial, etc. Conste que lo tenía en mente (aunque que yo diga eso no asegura nada, porque yo tengo “en mente” o “en cartel” muchas docenas de libros, unos comprados ya, y otros en vísperas de guarnecer o asaltar mi apretada biblioteca). Pero hace diez días, tras comer con una amiga querida y en nuestra rutinaria visita a la única librería grande de mi ciudad, ella me regaló Sapiens. De animales a dioses, del israelí Yuval Noah Harari. Pues bien, diez días después, hace un ratito, lo he terminado, tras devorarlo con mucha paciencia y con lentitud de vértigo, subyugado libremente, valga el triple oxímoron que acabo de largar.
Pues bien, la obra, que lleva como subtítulo “Breve historia de la humanidad”, intenta una interpretación diferente contando lo mismo de siempre, pero aplicando un modo de análisis sorprendente, fresquísimo, unas preguntas que no son las habituales, algunas de ellas muy perturbadoras. Y todo ello, con una capacidad narrativa que para mí quisiera yo en mis relatos más logrados. Los abundantes subrayados, comentarios y escolios con que he decorado el volumen lo hacen inservible para cualquiera que no sea yo mismo; pero ¿qué más da?
La historia del ser humano es fascinante, ya desde sus durísimos inicios, en los que, como apunta el autor, nuestros primitivos antepasados apenas destacaban de otros muchos animales que le superaban en casi todo. Pero a partir de hace 70.000 años se dio lo que él llama la “Revolución cognitiva”, o sea, la aparición un primate -nuestra especie actual- cuya conciencia y capacidades no tenían parangón con todo lo que había sucedido con nuestros ancestros, incluidos los neandertales, nuestros primos más próximos. El viaje que se inicia desde entonces hasta nuestros días se puede recorrer en cualquier manual al uso, y hay que decir que abundan. Sin embargo, lo maravilloso de este libro es cómo ordena los materiales, cómo los va exponiendo de un modo  enlazado, con una batería de explicaciones -algunas de ellas sabidas, otras sorprendentes- que te deja maravillosamente convencido a veces; e inesperadamente confuso o creativamente pensativo en otras. En eso radica su portentosa calidad, su muy valiosa aportación. En eso, y en el inquietante final, en el que pronostica la posibilidad de que la especie a la que pertenecemos dé paso a otra biónica o ciberorgánica de características, desarrollo y consecuencias difíciles de anticipar.
Desde que lo compré, no he dejado de recomendarlo a aquellas personas que pudiera interesarles el tema. De manera sorprendente, la totalidad de ellos me comunicaron que se lo habían comprado, y algunos no habían esperado más para sumergirse en sus densas, pero luminosas aguas. Desde que lo compré, he añadir también, no he dejado de explicar que nada tengo que ver con la editorial Debate, ni recibido estipendio alguno por esta modesta publicidad. No obstante, aventuro que, debido al persistente entusiasmo con que les he ido asaltando, no todos me habrán creído.

domingo, 4 de febrero de 2018

LA PERRA ESTÁ HARTA


Que la chica adora a su perra, parece claro. Resulta evidente que le encanta su cuerpo delgado y fibroso, sus orejas puntiagudas y alertas, la expresión natural que mantiene siempre (pues los animales no fingen nunca), el hocico alargado, la armonía de su cabeza, el color leonado de su pelo. Le gusta tanto, que le ha hecho cientos de fotos: con el móvil, también con su cámara compacta, como se aprecia en la imagen. Y, a tenor de lo que se observa en el visor trasero de la máquina, no encuadra mal, tiene gusto y probablemente tablas para ejecutar con pericia el retrato.


Pero la perra está harta. No lo muestra con violencia, ni se muestra impertinente (pues las mascotas bien educadas no reprochan a sus dueños sus muchas contradicciones). Pero está cansada de que se detenga cada poco, y le tire fotos de todas las maneras posibles, en cualquier circunstancia, postura o situación. Ella querría correr un buen rato por el parque, sentirse suelto al menos unos minutos en los que su cuerpo no le pareciera estar sujeto a una correa, y albergar la ilusión de una libertad siquiera puntual. De ahí su hartazgo, aunque aguanta con estoicismo la pasión de su dueña. Eso sí, no la mira, ni le hace caso. Y hasta le hace un feo inconsciente, mostrando más interés por aquella cámara más grande y más larga que le observa desde lejos, y, como nota diferente del día, dicha cámara es la que capta su expresión curiosa, expectante y diferenciada, la única que valdrá algo la pena de cuantas le hagan esa jornada. Desde aquí, el dueño de esa cámara, le agradece el gesto.

Robado en Condom (Gers, Midi-Pyrénées, Francia)
Agosto, 2017 ----- Nikon D500

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