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domingo, 11 de septiembre de 2011

MICRORRELATO

EL NIÑO YA NO ESTÁ

El niño se tapa la cara y los ojos con las manos. “Ya no estoy”, piensa. Pero nota que nadie le hace caso, que todos siguen a lo suyo, y que hay un silencio que lo remueve todo. Abre los dedos, y a través de ellos ve a su familia con unos cuantos amigos, pero casi nadie habla. Sólo gestos que no comprende. Es muy pequeño, y no comprende, pero él no lo sabe todavía. Sólo lo intenta de nuevo. Entonces se tapa con mucho aspaviento, colocándose en medio de la sala al lado de las flores. Con la cara tapada, ahora no sólo lo piensa: también lo dice en voz alta: “¡Ya no estoooy!”, pero nadie le presta la menor atención, y el niño se empieza a preocupar, porque él sabe que cuando se tapa la cara, desaparece, y los demás no pueden verle, pero sí oírle. Por eso no entiende nada, y menos que su madre esté en medio de un sofá tendida, como muerta, aunque su tía y su padre la están abanicando y diciéndole cosas, pese a que lo hagan llorosos y compungidos. Justo como empieza a estar él, porque se siente solo, desamparado, ya que nadie le hace caso. Al final, repara en que dos mujeres entran al salón y la más joven le dice al papá muy cerca de su cara: “Ya está dentro; ahora lo sacan”. Cuando éste se levanta, la madre también se incorpora, y al darse cuenta de la situación, estalla en un llanto desgarrado que al niño le parece inabarcable, excesivo. “Mi cielo, mi ángel querido. ¿Por qué, por qué? ¿Por qué ya no estás?”. El niño sonríe un poco y se tapa y se destapa alternativamente los ojos, como siguiendo el juego que parece retornar a las reglas de costumbre. Pero nada es ya como antes. Sin embargo, tardará todavía un tiempo hasta que se dé cuenta de ello, pues la madre no podrá verlo, ni lo encontrará a su lado, ni volverá nunca a acariciarlo, a mimarlo, porque el niño ya no está con ellos. Porque el niño desapareció ya para siempre.
Del libro Micrólogos

domingo, 14 de agosto de 2011

MICRORRELATO

COSA DE ARAÑAS

Aquel niño no dejaba de insistir con las arañas. Desde que las conociera en un libro de ciencias, en el colegio, a todo el mundo asediaba para que le contara cosas sobre ellas, le regalara libros con fotografías o le recomendara lugares en la red para visitar. Poseído de una fiebre sin control, comprobó que a los pocos meses lo sabía casi todo sobre ellas. Pero un día reparó en que desconocía la procedencia de ese nombre que tanto le había cambiado las apetencias. Se enteró por fin de que provenía de una experta tejedora griega, llamada Aracne, cuya delicadeza en el arte del bordado sobre tela y tapicería era sólo comparable a su soberbia; y tanta fue, en efecto, que pretendió que la hermosura de su labor y la pericia de su arte aventajarían incluso a Atenea. Siguió indagando, y comprobó que la diosa accedió al desafío y que éste tuvo lugar en la casa de la tejedora, donde la diosa de la inteligencia y de la guerra fue vencida por la calidad artesana de su oponente mortal. Al chico le molestó mucho, en cambio, que Atenea no pudiera soportar la derrota, y que, despechada, golpeara a su rival y destrozara su telar. La conclusión de la historia, con su trágico final y la reparadora metamorfosis lo dejaron estupefacto.

—Pero, ¿quién se creía esa diosa que era? Hoy, Spiderman la habría fulminado por completo —sentenció, muy resuelto.
Del libro Micrólogos

martes, 28 de diciembre de 2010

lunes, 27 de diciembre de 2010

PARALELISMOS

sábado, 4 de diciembre de 2010

LATIFAH (Julio, 2010)

viernes, 29 de octubre de 2010

EN LA LÍNEA DE SALIDA

sábado, 16 de octubre de 2010

martes, 5 de octubre de 2010

JARA (Septiembre, 2010)

sábado, 28 de agosto de 2010

SARA (Mayo, 2003)

martes, 10 de agosto de 2010

ÁNGELA (Junio, 2010)

sábado, 31 de julio de 2010

CANDELA (Agosto, 2006)

lunes, 19 de julio de 2010

SOLO CONTRA EL OCÉANO

viernes, 12 de marzo de 2010

SAMUEL (Septiembre, 1993)

miércoles, 10 de marzo de 2010

MARTA (Junio, 1993)

domingo, 7 de marzo de 2010

MICRORRELATO

DIME QUE ME QUIERES
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Se acostumbró desde muy pequeño a pedir lo que necesitase. “Anda, dime que me quieres”. Desde pequeño escuchó siempre a su lado, la reconfortante frase: “Te quiero mucho, mucho”, aunque le resultara algo monótona en el tono. Pero él se sentía atendido por aquella voz y en determinadas noches era lo último que escuchaba antes de conciliar el sueño. Una tarde especialmente oscura y lluviosa, hastiado de soledad porque sus padres estaban fuera, requirió con urgencia la voz que le calmase. Pero esa tarde la voz no sonó. Repitió su deseo una y varias veces, con agresividad creciente, pero la voz no sonaba. Cogió entonces al muñeco y lo golpeó una y otra vez contra el suelo, contra la mesa, contra la encimera de la cocina, buscando una respuesta. La cabeza rodó a sus pies. Se sorprendió cuando oyó un entrecortado “Te qu...”, brotar de un lugar entre sus manos, lejos de aquella boca que se hallaba inmóvil a sus pies. Enfurecido, cogió un cuchillo y abrió la goma de aquel cuerpo inerte. No encontró nada que lo tranquilizara. Las pilas cayeron al final con mucho estrépito, sobre el parqué.
Del libro Micrólogos

martes, 2 de marzo de 2010

LA ESTRELLA DEL DESFILE

lunes, 25 de enero de 2010

ERIKA (Agosto, 2009)

miércoles, 23 de diciembre de 2009

PARAGUAS AL SUELO

viernes, 4 de diciembre de 2009

DESAJUSTE INDUMENTARIO

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL DIFÍCIL EQUILIBRIO DE EDUCAR

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