martes, 29 de septiembre de 2015

EL PRECIO DEL ÉXITO



De todos es conocida la popularidad actual de las fiestas “de época”, sobre todo las ambientadas en la Edad Media, etapa de la Historia que muchos consideran idílica, fantástica y emulable; lo que no deja de ser sorprendente, por la ignorancia que implica. Pese a todo, cada cierto tiempo, los ediles de las distintas ciudades nos obsequian con ferias o mercados “medievales”, en los que con unos atavíos que intentan remedar cómo se vivía entonces, se llevan a cabo actividades lúdicas y comerciales ambientadas en tales fechas. No hay que alarmarse: sólo son tonterías que traen las diferentes modas de cada momento. En breve, aparecerán las fiestas versallescas, y todo el mundo venderá quesos y predicciones de tarots disfrazados con las pelucas nobiliarias del Siglo de las Luces. O acaso las calzas y los venenos del Renacimiento sean quienes se impongan. Quién lo sabe.

Con todo, dicha tendencia no deja de caer simpática a la gente, que concurre de forma multitudinaria a tales eventos, en los que participa con denuedo, interés y... gran impericia, como se puede ver en esta fotografía. Si se observa, la imagen es simple, pero reveladora. Una diana rústica, apoyada sobre balas de paja, acoge ¡seis flechas!, mientras en la fallida periferia se halla clavado el resto de dardos, en número mucho mayor. 

Una buena metáfora de la vida, si se mira bien. La mayoría intenta dar en el blanco, pero no puede. Habría que prepararse para ello, pero la pericia cuesta esfuerzo y  tiempo, cuando no dinero, y no se considera que merezca la pena, por lo que enseguida se abandona la empresa, y se pasa con rapidez a otro divertimento, pues muchos consideran que así debe ser la vida. Conseguir acertar de pleno requiere insistencia, paciencia, constancia. Lograr cualquier éxito implica asumir los errores como algo inevitable, preparatorio para el éxito, y etapa indisolublemente anterior al mismo. El entrenamiento regular y tedioso, el aprendizaje lento y guadianesco, son el imprescindible precio. Pero la mayoría sólo quiere triunfar ya, de inmediato. Tan rápido como encender el televisor y contemplar cómo Nadal gana Roland Garros, la selección de fútbol o de baloncesto derrotan a todos sus rivales o unos famosos elige a una niña para ser la nueva Voz. Pero, no; no es tan rápido. Hay que pringar mucho antes. Hay que tirar muchas flechas. Y fallarlas. Y no desanimarse en los inicios. Y continuar. Y seguir lanzando. Hasta que la regularidad de la repetición vaya desvelándonos poco a poco la grandeza de poder lograr un triunfo que no ha de ser necesariamente contra alguien, sino en combate propio, contra la parte más endeble, cobarde e inútil de uno mismo.

Fiesta medieval de Vannes (Morbihan, Bretaña, Francia)
Julio de 2015 ----- Panasonic Lumix G6

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