Mostrando entradas con la etiqueta Carteles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Carteles. Mostrar todas las entradas

miércoles, 2 de diciembre de 2009

YO NO SOY

martes, 24 de noviembre de 2009

IMAGÍNESE LO QUE PROCEDA

martes, 13 de octubre de 2009

Y POR ESE ORDEN (MERCADOTECNIA RURAL)

domingo, 6 de septiembre de 2009

EN SECO Y SIN LEJÍA

lunes, 17 de agosto de 2009

NECESIDAD DE REAJUSTE

viernes, 26 de junio de 2009

ICONISMO NÍTIDO, ESCLARECEDOR, OMNIPRESENTE

viernes, 15 de mayo de 2009

LOS MITOS TAMBIÉN MUEREN

lunes, 20 de abril de 2009

...Y REGRESO ENSEGUIDA

lunes, 9 de marzo de 2009

NO DIGAN QUE NO AVISAMOS

sábado, 28 de febrero de 2009

VERDAD SACROSANTA

jueves, 29 de enero de 2009

PUBLICIDAD SUBLIMINAL

domingo, 18 de enero de 2009

PREFERIRÍA NO HACERLO

martes, 13 de enero de 2009

VERDADES MENTIROSAS, MENTIRAS CON VERDAD

miércoles, 21 de mayo de 2008

Vivir


Vivir no es respirar,
es obrar, hacer uso de nuestros órganos,
de nuestros sentidos, de nuestras facultades, de todas las
partes de nosotros mismos que dotan
de sentido a nuestra vida.
En otras palabras: VALORAR LA VIDA
es una de las mejores formas de prolongarla.

Se impone, por tanto, paladear las buenas cosas,
los vinos milenarios y otras bebidas, según
los gustos preferidos.

-------------------------------------------------

Et moi, je dis: rien plus à dire.

viernes, 11 de abril de 2008

Calles, calles


En el Mairena de Machado "los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa" fue poetizado por un niño convirtiendo la frase en "lo que pasa en la calle". Y la verdad es que suceden muchas cosas en las calles; y en algunas ocasiones, situaciones de gran alcance. Como en aquel pueblo castellano, donde las calles cobraron un protagonismo singular: la tradición marcaba que el recorrido debía comenzar por la calle Corta, seguir por la Larga, y terminar la ruta en la calle del Reventón. De siempre se había hecho, y desde siempre se celebraba ese rito, que se comunicaba a los visitantes, quienes con el alborozo de todo turista por las tonterías locales seguían sumisos las indicaciones de los lugareños. Todos en ese pueblo conocía lo que había que hacer; pero lo que nadie recordaba ya era que el origen de la tradición venía de que antaño hubo dos vecinas, una muy alta, a la que por zaherir llamaban "la Corta", y otra de comportamientos muy viperinos, a quien apodaron "la Larga", que se llevaban fatal, como es lógico en estos casos, y que aprovechaban cualquier momento para proseguir su enfrentamiento particular. Hasta que un día la cosa se salió de madre, y la Corta recorrió la calle donde vivía hasta llegar a donde vivía la Larga, a la que hizo salir, a la que persiguió por toda su calle hasta llegar a la adyacente, donde ambas se enzarzaron en sangrienta reyerta, que acabó en degollina; de modo que quienes se llevaban a matar, tomaron al pie de la letra la situación, que al final reventó como tenía que reventar. Y desde entonces se conmemora del modo referido tan glorioso evento de cainismo patrio. Eso sí, la calle Corta es bastante larga, y la Larga, bastante corta. Y la del Reventón es... como ya uno se puede imaginar.

lunes, 31 de marzo de 2008

Persistencia del error


A quienes nos adornan determinadas cualidades para enmascarar otros tantos defectos -no necesariamente menores-, algunas personas nos tratan de forma abusiva: quiero decir que abusan de uno. En mi caso personal han abusado mucho. Eso sí, cada vez menos. Pero al principio, como uno tiene una gran capacidad de escucha, fui asaltado con frecuencia iterativa para volcar sobre mí toneladas de palabras sobre problemas de muy diversa índole, pero que se pueden resumir en una palabra: insatisfacción. Bien por el trabajo, por los hijos, por los maridos, por las parejas, por los padres, por las madres, por uno mismo. Yo, de natural práctico, no concibo un problema sin un intento de solución, por lo que tras la escucha pertinente, procedía, con la ingenuidad más inocente, a dar los consejos que visto desde fuera parecían los más adecuados a cada caso. Poco tiempo después, descubría asombrado que nada de lo aconsejado se había intentado siquiera. Y no con una persona sola, sino la mayoría proseguía con su insatisfacción, pero la mayoría se obstinaba en no hacer nada; eso sí, nadie perdía ocasión de soltar lo mal que estaban. Por ello deduje (yo solito, eso sí) que lo que la gente que me confiaba sus problemas, en realidad, no me contaba sus problemas, sino que volcaba su mierda interior en mí, tomándome como basurero ocasional, que sale mucho más a cuenta que contratar un psicólogo de pago. Después de unos años, comprobé la exactitud de mi deducción y decidí callarme, cuando me contaban todas esas miserias encadenadas. Me di cuenta de que no se sentían igual de satisfechos, pero también sentía que ni era mi estilo, ni me encontraba bien tampoco yo. Así que, después de algún tiempo, determiné pasar de todo y no conceder audiencias de las de "volcado unilateral" sino a los muy-muy-íntimos. Desde entonces, estoy mucho más solo, pero nunca estuve mejor acompañado. Ni tan feliz.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Aguas mayores, menores, perentorias...


Visitaba el casco viejo. El viento acuchillaba mi cara y la ropa que llevaba no era la más adecuada para aquel brusco enfriamiento. La leche del desayuno empezó a girar dentro de mi estómago como si de un maelstrom se tratara, y, consecuentemente, mi cabeza lo siguió con una obediencia digna de una pactada sumisión. La belleza de aquellas piedras contrastaba con la soledad de la mañana de domingo, gris y desapacible; pero sobre todo contrastaba con las peripecias giratorias, ondulantes, concéntricas, de mi aparato digestivo, que ya sentía como si fuera un sólo órgano que tocara para mí una sinfonía de bajos de metal oxidado y flatulento. Cuando la perentoriedad a punto estaba ya de derrotar a mi pudor, una mirada casual a lo alto vino a dar ánimos a mi carácter -ácrata-, apesadumbrado por las circunstancias. Aquel cartel resultó mi salvación. Ni que decir tiene que, acto seguido, allí me lo hice -todo- con gran placer gustoso. Mi carácter -cívico, al cabo- quiso abonar la sanción correspondiente, pero ello no fue posible porque tan sólo llevaba encima billetes grandes; creo que de 50 ó 100 euros, o algo así.

martes, 15 de enero de 2008

Economía de lenguaje


HOLA. Caben pocos ejemplos de mayor economía de lenguaje, que estas dos palabras en una ventana de un colmado que había quebrado. No sería inverosímil imaginar que los dueños fueran mudos, y desearan que los clientes supieran que pese a sus deficiencias, eran amables y educados con quienes venían a mercadear con ellos. Claro que también cabe la posibilidad de que desearan la pronta llegada de sus clientes, y que ansiaran su pronta marcha con mayor presteza aún que la de la entrada. O, simple y llanamente, podía ser la forma en que un crío entretuvo su ocio o su hastío, rayando en la pintura dos palabras fundamentales en cualquier cultura, la de un comienzo, un encuentro, un deseo cordial, por un lado; y la de la despedida, la conclusión, el final definitivo, o tal vez el deseo del pronto reencuentro. ADIÓS

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.