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domingo, 15 de mayo de 2011

MICRORRELATO

OJALÁ, TÚ

Ojalá, me dijiste, ojalá. Pero nunca supe a qué te referías. Jamás me dijiste por qué me dejabas esa duda en el alma, cada vez que aparecías. No me contaste por qué tu belleza me sofocaba, me hacía agua, me disolvía hasta las palabras. Siempre escabullías tu imagen, y sólo a veces regresabas a mis ojos. Ojalá, sí, me repito. Ojalá te hubiera encontrado alguna vez, tangible, cuando mi cuerpo te recreaba y te sentía próxima. Ojalá pudiera haberte hallado. Si hubieras existido, de hecho. Ojalá hayas existido alguna vez. Ojalá tú, algún día, en algún lugar. Ojalá ambos.
Del libro Micrólogos

viernes, 26 de noviembre de 2010

EL SUEÑO DE LA RAZÓN

lunes, 15 de noviembre de 2010

PENSANDO A LA HORA DE LA SIESTA

domingo, 1 de agosto de 2010

MICRORRELATO

TRAGEDIA DISCUTIBLE
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Cuando, tras varias horas de vueltas en la cama (intentándolo todo, forzando el pensamiento hasta el recuerdo más profundo), el lógico matemático logró dormirse, llegó un dinosaurio (no el, sino uno) y se lo comió (era carnívoro, el bicho). Podría decirse que aquello resultó una inesperada tragedia. Con todo, sería de esperar que el dinosaurio objetara con rotundidad la tesis esencial de este relato. Y a la espera de dichas objeciones seguimos aguardando. El problema es que no se encuentra por ningún lado ni al sujeto pasivo (lógico) ni al devorador activo. Y esta espera, como es natural, ya no tiene tanta lógica.
Del libro Micrólogos

domingo, 27 de junio de 2010

MICRORRELATO

SUEÑOS RECÍPROCOS
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Deberías soñar conmigo, querida, como yo sueño contigo. Es injusto que no correspondas a mis deseos. Sufro en exceso por ello. Porque yo pueblo mis noches con tus carreras locas, con tu risa, con tu piel brillante, con tus palabras torpes. Después serán tu ubicuidad, el cimbreado de tu cuerpo alargado y esquivo, tus desapariciones constantes quienes mortifiquen más mis deseos. Mientras, seguro que tú sueñas por tu lado con tu futuro de modelo de alta costura, con tu modisto mariquita y rico y con una casa de ensueño en La Moraleja. Deberías soñar conmigo, como yo... Aunque, bien pensado, mejor no. Sería yo quien no debería soñar contigo. Al menos, una temporada. O, por lo menos, no contigo tan desnuda. En fin, creo que lo mejor sería no soñar contigo. O, mejor, dejar de soñar, sin más.
Del libro Micrólogos

domingo, 11 de abril de 2010

MICRORRELATO

TRÁNSITO
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De la depresión más humillante pasó a la euforia más extrema. Del aire del ventilador, extrajo brisas insulares; de su calefacción a gas, la caricia del sol en la piel tostada; del ruido del ascensor, música de acordes perfectos. Pasó varios días sin comer, y bebiendo apenas unos sorbos. Lo que sentía le bastaba. Los recuerdos fueron clasificados, reordenados, jerarquizados. Sus ojos sólo veían ya el pasado, que se bifurcaba de un modo infinito, pero gratificante. Vivía en un paraíso hecho a su medida. Y siguió soñando. Y adquirió tal destreza, que no hubo corte alguno entre sus últimos pensamientos en esta vida llena de muerte, y su estado posterior, de muerte que recordaba la vida. Cuando expiró nadie a su alrededor notó la diferencia. Ni siquiera él mismo.
Del libro Micrólogos

domingo, 28 de marzo de 2010

MICRORRELATO

REDUNDANCIA SALVAJE
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El viejo llegó a la taquilla, sacó su entrada y entró en el patio de butacas. Como apenas había nadie, escogió un lugar centrado y se sentó. Se trataba de su película favorita, un western clásico, épico, imperecedero. Al poco de comenzar la proyección, como siempre, logró dormirse con placidez, y casi de inmediato empezó a soñar. Con un desfase de apenas unos segundos sobre lo que sucedía en la pantalla, los títulos de crédito se deslizaron en orden por su mente. Por detrás de las letras, los asaltantes del banco llegaban al pueblo sin levantar sospechas. Al tiempo, unos chiquillos arrojaban un escorpión en medio de un hormiguero, al que luego prendían fuego con gran alegría. Sus risas crueles le fueron recreando de nuevo su ya lejano pasado, su infancia muda, atormentada, violenta. A lo largo de más de dos horas que serían sólo un par de segundos, siguió soñando, mientras el recuerdo se le dibujaba a balazos entre movimientos lentos y reveladores.
Del libro Micrólogos

domingo, 14 de marzo de 2010

MICRORRELATO

CUANDO ME LLEGA DE NUEVO EL SUEÑO
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Cuando me llega el sueño, los objetos de mi escritorio se frotan las manos, porque saben que durante unas horas dominarán su espacio, y no podré usarlos a mi conveniencia, sino que disfrutarán de una libertad que durante el día les es imposible obtener. Cuando me llega el sueño, veo sombras que comienzan a moverse reptando y difuminando sus contornos, pero que en cualquier caso se me acercan, y me rodean, y me amenazan. Pero cuando me llega de verdad el sueño, comienzo soñando otro mundo, donde no hay mesas, ni objetos, ni amenazas. Entonces me río con grandes carcajadas, me despierto desconcertado, y todo vuelve a empezar, cuando me llega de nuevo el sueño.
Del libro Micrólogos

domingo, 28 de febrero de 2010

MICRORRELATO

DE NUEVO, EL ZORRO ______________________________________
El zorro quiere ser mi amigo, pero yo no le dejo. Me doy dos vueltas seguidas y quedo casi como estaba. Respiro con pesadez; tanto, que me oigo a través de mi cuerpo, como si viviera al otro lado. No le doy razones, ni le explico, pero intuyo que él sabe. Me conoce de otras veces. Yo también a él. Por eso no quiero ser su amigo. En cuanto le diera confianza me pondría ojos tiernos y empezaría a hablarme de mi pelo, del trigo sin cortar y de que lo esencial no se puede ver, sino sentir. Resulta muy pesado. Es un pelmazo, este zorro. Pero tampoco es cosa de humillarlo y degradarlo a ser un personaje de sueño. No lo soportaría si se enterase. Y dejo que me siga mirando, así, a suficiente distancia.
Del libro Micrólogos

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