martes, 31 de enero de 2017

EL PODERÍO DE UNA COMIDA TRADICIONAL


Dicen que la cocina admite combinaciones infinitas, y yo lo sé bien. Dicen que los ingredientes son tantos, los tiempos tan variados, y la imaginación humana tan sorprendente, que nunca dejarán de crearse nuevos platos, nuevas creaciones que extraigan lo jamás pensado a nuestros sentidos. Dicen. Y seguro que es verdad.
 

Ahora bien, ustedes prueben un pulpo a feira como el de la imagen, pescado en la Costa da morte (Malpica), con sus cachelos de Carballo, salpicado con su pimentón extremeño (La Vera) un pan gallego (de Carral) y un aceite andaluz variedad arbequina (por ejemplo), todo ello regado por un monovarietal godello (Valdeorras). Sólo eso. Y, luego, si desean ir a un tres estrellas Michelín ese mismo día, o en las próximas semanas, háganselo mirar. Ahorrarán tiempo, se lo aseguro.

Bodegón de Pulpo a feira (La Coruña, Galicia, España)
Agosto, 2016 ----- Nikon, D300

lunes, 30 de enero de 2017

DOS TIPOS DE ESPECTÁCULO EJEMPLARES (MUY DISTINTOS)

Los personajes públicos tenemos mucha responsabilidad, pero no todos lo saben o no todos quieren asumirla. He dicho “tenemos”, porque yo, a un nivel muy modesto, también lo soy por mi profesión. Y he dicho “mucha responsabilidad”, porque toda aquella persona que por su trabajo tenga una proyección al público, ejercerá su cometido -y, por ello, su ejemplo- hacia los demás con mayor incidencia que quien tenga a los demás menos pendientes de su labor. Por lo dicho, el ejemplo que damos a los demás resulta esencial para valorar nuestro papel en la sociedad. Todos damos ejemplo. Unos, para mostrar lo positivo que sería emular nuestra actitud. Otros, para dejar a las claras lo que no deberían copiarnos. De forma consciente o inconsciente, todos exportamos una serie de valores que conviene seguir, o por el contrario, rechazar. Cada día surgen infinidad de ejemplos.

No ya esta semana, ya en el poder, sino todo lo que ha durado su interminable ascenso a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump ha sido un paradigma de todo cuanto no debería hacerse. Ha sido zafio, machista, mentiroso, prepotente, manipulador, xenófobo, demagogo, difamador, racista, insultante, chulesco, chantajista, segregador, grosero; todo ello hasta la saciedad. Donald Trump ha sido un paradigma de todo cuanto no debería hacerse, pero aun así lo ha hecho. Y no con poco éxito para sus intereses, al parecer. Con todo, si el personaje que dirige los destinos de un país como el suyo se comporta así, ¿qué mensaje ejemplar está difundiendo a todo el mundo? Sí, justo ése: todo vale, pues con dichas actitudes y valores me he encaramado a la presidencia del país más poderoso del mundo. Copiadme, y seréis tan grandes como yo.


Por contra, al otro lado del mundo, la final del Abierto de tenis de Australia, dos personajes no menos conocidos que el impresentable nuevo presidente estadounidense, nos mostraban otras posibilidades ejemplares. De primera mano, lucharon con denuedo y con sus mejores armas para derrotar legalmente al adversario, a quien dejaron claro que respetan a un alto nivel. Quien logró la victoria, lo hizo por estrecho margen, quedando claro que el resultado contrario habría sido igualmente factible. Pero el espectáculo mayor -sí, mayor- vendría con la entrega de los trofeos del torneo. El ganador, Roger Federer, suizo, elegante, emocionado hasta las lágrimas por lograr una impresionante resurrección de su carrera, tras meses de sequía, expuso en su educadísimo discurso la admiración que le merecía su rival, que además es amigo personal suyo. El perdedor, Rafael Nadal, español, contrariado inicialmente por el resultado adverso, se rehízo cuando tuvo que hablar, y, con la misma educación llegó a decir que ganar ese torneo había sido más necesario para el suizo que para él mismo, que lo merecía más; y lo decía él, que salía de una temporada llena de lesiones e igualmente yerma de triunfos. La capacidad de sacrificio combativo, la amistad que les une a ambos, el agradecimiento admirativo recíproco y la elegancia tanto en saber ganar como en asumir la superioridad del otro, eso es lo que estos personajes públicos transmitieron ayer. Cada uno habrá de saber cuál de los dos ejemplos propuestos debe seguir con firmeza o criticar sin desmayo.

domingo, 29 de enero de 2017

INCENDIO EN EL CIELO


Puesta de sol desde lo alto de Soria (Castilla y León, España)
Julio, 2006 ----- Nikon D100

Jamás agradeceré lo bastante que mi sillón y este salón se hallen colocados donde lo están. Ahora, en este momento un volátil y efímero incendio celeste, lleno de estratos arrebolados provoca un contraluz hermosísimo en una tarde tranquila y sedentaria.

Hace unos momentos, y hablo en pasado, pues la luz cambia más rápido de lo que mi pluma puede avanzar, el cielo se cubrió de llamas producidas por un sol atípico y presente en última instancia. Parecía que, ya que no había hecho acto de presencia en todo el día, quisiese compensar de algún modo su incomparecencia y, a la vez, dar una muestra de toda la belleza que es capaz de procurar.

Los árboles en negro, el arrebol cambiante y ventoso, los intersticios azulados llenos de pájaros que revoloteaban acaso alegres por el espectáculo, unos puntitos fijos de otra luz en forma de farolas y otros móviles y veloces que ofrecían vida y movimiento a los automóviles. Al fondo, la agonía del crepúsculo. En el fondo, la esperanza de lo que la noche nos ofrece y promete. Todo junto, una estampa idílica, hermosa, impactante en tan alto grado como para abandonar por unos minutos el frío ordenador por la calidez faliforme y obediente de la pluma, aunque al fin y a la postre la actividad se reduzca a lo mismo: a escribir, que es de lo que se trata.

Del diario inédito Escorzos de penumbra (Entrada de 10 de marzo de 1999)

sábado, 28 de enero de 2017

HITOS DE MI ESCALERA (13)

Como ya quedó dicho, mi padre prefería no participar en cuestiones que tuvieran que ver con lo académico, salvo que no quedara más remedio. De mis dos padres, era el único que tenía cultura, pero prefirió no utilizarla ni a favor ni en contra, dejando a sus dos hijos al omnipresente cuidado de mi madre que, de sobra está decirlo, no estaba capacitada para esa misión (aunque ella hiciera lo que buenamente le indicara su instinto). Sus razones tendría, supongo, pero a mí todavía no me ha hecho ni la más mínima mención al respecto, y ese aspecto acaso no se aclare nunca. Aun así, no debe entenderse que mi padre no tuviera algunas ideas muy claras sobre lo que debía ser y lo que no, como se podrá comprobar en el episodio que viene a continuación.

Tras la agónica y dramática concesión del título de Graduado Escolar, venía la espinosa decisión de a qué instituto iría el chiquillo, porque sobre si estudiaría el bachillerato unificado y polivalente, vulgo BUP, no hubo duda ninguna, como tampoco la habría con mi hermano años después, aunque en sentido contrario. El niño estudiaría el BUP, claro que sí. La cuestión sería dónde. Como en casa nunca se contempló la posibilidad de pagar por la enseñanza, salvo que no quedara otro remedio, sería un instituto público. Por aquel entonces, si no recuerdo mal, había tres posibilidades. Dos institutos masculinos y uno mixto (además del femenino, que quedaba descartado por motivos obvios). Uno de los masculinos quedaba en el extrarradio, lejísimos, y la cosa quedaba entre el “masculino de toda la vida”, o sea, el Padre Isla, y el mixto de reciente creación, el de la Palomera.

El infante recién graduado se decantó claramente por el mixto. Había captado, ya a esas alturas, que la enseñanza académica no debía ir reñida con la contemplación deleitosa de las carnes femeninas, habida cuenta del momento hormonal que principiaba ya por aquel entonces -si bien de forma tenue, ha de reconocerse-. Y en su campaña para matricularse en el mixto echó el chico que yo era todas sus energías, sus argumentos racionales e irracionales, y su interés más absoluto. Mi padre no se molestó en discutir. No sé si escucharía lo que yo le dijera, porque, como ya digo, él estaba en otra onda mental, no recuerdo bien si la cosa duró mucho en su debate, no me alcanzan los recuerdos siquiera para decir si hubo dicho debate. Pero la decisión fue unilateral y firme: “de mixto, nada; tú, al Padre Isla, y no se hable más”.

El Padre Isla quedaba a 20 minutos andando desde mi casa, y con los inviernos leoneses, aquello era peliagudo. Pero el problema que más me molestaba era que iba a seguir teniendo compañeros masculinos, y la posibilidad de trabar contacto con el sexo opuesto se iba a minimizar y posponer durante mucho tiempo (aspecto que unido a mi timidez de entonces contribuiría no poco a lo que luego sería mi relación con las mujeres en la primera etapa). Era verdad que gozaba de la mejor fama de todos los institutos de la ciudad, incluido el femenino. También, de ser el más duro y terrible de todos, donde los “elefantes sagrados” acababan sus días académicos. También era cierto que lo que se oía del centro mixto, desde el punto de vista objetivo, no era halagüeño. Porque chicas habría, sí, pero el desconcierto y los problemas de un centro de nueva creación, con la democracia aún por llegar… eran más que notables. Además, siendo honestos, un verdadero alumno debería ansiar la mejor preparación. Pero con 13 años, la capacidad de ver a medio-largo plazo apenas existe, incluso en mi caso, que era a veces más viejecito que los del parque. De modo que a principios de julio de 1976, mi padre y yo fuimos a matricularme al Instituto Masculino de Educación Secundaria “Padre Isla”, donde pasaría los siguientes cuatro años académicos.

Pese a todas las pataletas, mi mal humor, mi orgullo humillado; pese a que aquella decisión prorrogaría mis problemas sociales durante años, y otras muy variadas martingalas, jamás le agradeceré a mi padre lo suficiente su dictatorial, unívoca e irrevocable decisión. Aunque, decírselo, bien es verdad, se lo he dicho más bien poco. O nada, más bien.

viernes, 27 de enero de 2017

CAPTURA A LAS BRAVAS


Cualquier niño lo ha intentado alguna vez. Los animales los fascinan, y los más asequibles y cercanos, además de las mascotas familiares (perros, gatos, hámsters, periquitos o canarios) son las palomas de los parques. Los demás son o muy grandes o muy huidizos. Pero las palomas, a poco que se les proporcione alimento, acuden sin dudarlo en rededor de uno. Y es lo que debió dar pie al plan de la chiquilla de la foto. Bien provista de un paquete de alpiste, que en la misma Plaza Cataluña barcelonesa venden en varios puestos, fue desgranando alimento hasta que cientos de aves se fueron arracimando en torno suyo. No tiene dificultad alguna. Estos espectáculos son comunes en muchas plazas, pero en las de las ciudades grandes el número puede llegar a ser considerable, y a verse imágenes en las que los animales, confianzudos y acostumbrados a los humanos, llegan incluso a subirse a la mano y hasta el cuerpo de quienes les da de comer. Muchos viejos van a diario a determinados puntos de la geografía urbana, a realizar su cotidiana labor de proporcionar alimento a los que probablemente sean los únicos amigos seguros que posean. Los niños también son protagonistas activos, como se puede ver en la fotografía que ilustra esta entrada, y sus evoluciones sólo intentan alcanzar al animal, y conocer su verdadera naturaleza. La cara de esta niña y sus gestos nada hacían prever que sus intenciones no fueran tan sólo alimenticias y altruistas. Como su hermana, que no aparece en la imagen, parecía una niña dulce. Pero albergaba otras intenciones, quién sabe si aviesas y crueles, o sólo fruto de la curiosidad de una niña de su edad, que acaso no comprenda cómo son esos animales que tantas veces tiene al alcance de la mano, sin saber siquiera cómo es el tacto de su plumaje. Es posible que ese sábado se decidiera a saberlo sin haber explicado su plan a nadie, como una forma de sorpresa que acaso la incluyera a ella, que tal vez lo decidió todo en el último momento, viendo la ingente cantidad de ejemplares que la rodearon en un santiamén, nada más que vació el cartoncito del alpiste. En ese momento, se fue agachando con lentitud, hasta que una de las palomas que andaban a su vera fue la elegida, y a la que echó mano con una decisión que me impactó por su seguridad. Pues no anduvo tanteando una y otra vez, a ver cuál pillaba, sino que eligió una, y ésa fue la que acabó inmovilizada contra el suelo, bajo su mano firme. La escena, que contemplé de lejos, captó toda mi atención y le tiré una ráfaga de una docena de fotos, pero no llegué a saber el desenlace de la captura: aguardaba un autobús, y su partida no admitía más demora. Mientras nos dirigíamos a la otra punta de la ciudad, fui pensando obsesivamente sobre qué habría sucedido a continuación. Pensé de todo y varias posibilidades se fueron sucediendo en mi imaginación, una tras otra. ¿Por qué se acabaría imponiendo la que auguraba lo peor?
Robado en la Plaza Cataluña (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

jueves, 26 de enero de 2017

MI PALABRERÍO CANALLA (15)

ASOMBRO: Susto admirativo o admiración asustada frente a lo que no suele ser habitual. Por desgracia, la televisión ha reducido esta interesante reacción a unos mínimos más que preocupantes y la ha confinado a determinados guetos literarios, a las reservas circenses, a las nuevas tecnologías, pero reduciéndose día a día.
ASTENIA: Desánimo o debilidad de origen múltiple y que se ha extendido a cualquier ámbito de la vida; tan es así que hasta la derrota del equipo de los amores o incluso un vaivén en el argumento de la telenovela del momento pueden causarla. Y no tiene necesariamente que ser primavera.
ASTROLOGÍA: Pseudoactividad que afirma a pies juntillas y sobre cualquier cadáver que las estrellas y otros cuerpos del firmamento no sólo piensan y se mueven, sino que con su movimiento y posición regulan la vida de la gente. Como si no tuvieran otras cosas mejores que hacer entre ellas.
ASTRÓLOGOS: Vivillos que aprovechan que los planetas y las estrellas no hablan lenguajes comprensibles en la Tierra, para poder ejercer de intérpretes y traductores no simultáneos para aquellos individuos tontorrones que aspiran a doctorarse en filología cósmica; todo ello, por un pellizco monetario, naturalmente.
ASTRÓNOMOS: Hastiados del mundo terrenal que vuelven sus ojos al espacio, donde creen encontrar una armonía disarmónica infinitamente más bella que la que se observa entre los seres vivos. Todos ellos requieren la ayuda de tratamiento psiquiátrico y de lentes de altísima graduación, y pueden reconocer el cambio de brillo de una enana marrón segundo a segundo, pese a lo cual no son capaces de distinguir las realidades más cercanas a cuatro coma treinta y cinco años luz, distancia de la estrella más próxima a la tierra, y mucho menos, atender las necesidades de sus cónyuges.
ASTUCIA: Habilidad de que dispone la inteligencia bien aplicada al campo práctico. Busca el engaño para lograr un fin o, en los casos puramente defensivos, para evitar que otros practiquen dichos ardides con uno mismo. En ambos casos, dicha habilidad es preclara condición de supervivencia.
ATAÚD: Cajón de madera o plomo que sirve para retardar por un tiempo la descomposición del cuerpo muerto que en él se introduce al darle sepultura, con el fin de que a los deudos les remuerda un poco menos la conciencia por haber deseado más o menos insistentemente la muerte a quien, por fin, murió.
ATEO/A: Aquel/lla iluso/a que emplea su valentía no sólo negando la existencia de los dioses, sino, de forma más ingenua aún, pretendiendo demostrarlo. Asombrosamente, no alcanzan el grado de locura sino un pequeñísimo porcentaje de quienes así piensan y actúan.
ATREVIMIENTO: Osadía que no alcanza el crédito de la temeridad (v.), ni el extremo cualitativo ésta, pero aun con todo permite evitar el abucheo de quienes nos rodean, e impedir la aplicación temporal o de por vida de apodos que hagan referencia al tamaño o a la carencia de nuestras gónadas primarias.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

miércoles, 25 de enero de 2017

ARQUITECTURA ESCULTÓRICA



Ahí las caras de asombro, los cuerpos sinuosos y los gestos fieros, los yelmos mimetizados y las máscaras a modo de celada, tras las que ocultar la mirada inmóvil, la sorpresa recíproca y azarosa de quien mira y es mirado, el movimiento congelado por la magia de un arquitecto, la contemplación, el reto desafiante, la defensa permanente, el muro infranqueable. Ahí, las chimeneas de Gaudí.


Chimeneas de la Casa Milá -“La Pedrera-, (Barcelona, Cataluña, España) Enero, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 24 de enero de 2017

AUTOEXTINCIÓN (MICRORRELATO)

El unicornio fue un animal muy caprichoso. Bello, pero tornadizo, y de mente voluble. Tenía ideas hermosas, pero algo inconexas, que le brotaban de su interior, caliente y excitable. Un día le dio por querer volar, pero no de cualquier modo, sino ser el mejor caballo volador. Pero le informaron que no podría rivalizar en potencia y rapidez con Pegaso, y pronto desechó la idea. También deseó fundar una estirpe que lo inmortalizara para la eternidad, y buscaba aparearse de continuo, pero las yeguas lo rechazaban siempre, al ver lo prominente de su cuerno frontal, y huían atemorizadas de él. Más recientemente, deseó aprender a nadar y ser el animal más ágil que surcara los mares, pero cuando llegó a tierras nórdicas y contempló la pausada elegancia con que se deslizaban cerca de la superficie los cuerpos fusiformes de los narvales, con sus colmillos helicoidales, hubo de aceptar que no tenía nada que hacer. Por ello, en un arranque de desesperación, decidió desaparecer para siempre. Y a fe que en ello sí alcanzó gran destreza, pues nadie volvió a ver uno jamás.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

lunes, 23 de enero de 2017

¿EL HORROR PUEDE GENERAR BELLEZA?


Un símbolo religioso que no comparto en lo más mínimo. También, exponente faraónico y propagandístico del horror de la guerra, de la destrucción sistemática del vencido, de la humillación continuada hacia el adversario, del sufrimiento (añadido) posterior a la derrota. Una muestra más de la maldad humana elevada al rango monumental, por la vía aparentemente artística. 

Y, aun con todo, yo soy capaz de encontrarle belleza en algún sitio. Digo que yo se la encuentro. No que los demás deban compartir que esta imagen muestra alguna belleza. Me obstino en hallarla incluso donde menos pueda adivinarse. Y si no la hay, puedo llegar a crearla por mi cuenta. Por otro lado, yo también soy capaz -todavía- de disociar belleza y contexto social y político. Si no lo fuera, ¿cuánto Arte podría paladear o cuánta belleza humana cabría apreciar en nuestro entorno?

Cruz del Valle de los Caídos (Madrid, España)
Enero, 2006 ----- Nikon d100

domingo, 22 de enero de 2017

LO QUE NOS DEPARARÁ EL FUTURO PRÓXIMO

Siempre estamos venteando el futuro, pero como todo transcurre cada vez con mayor velocidad, encontramos con mayor frecuencia reportajes como el que me acaba de suscitar estas líneas, intentando prefigurar lo que de interesante nos deparará la ciencia y la tecnología en los próximos años. Luego, fallarán estrepitosamente. Porque a ver quién pudo prever la explosión que la internet y el móvil iban a desarrollar sociológica y económicamente a nivel planetario. Pero el caso es que a la gente le gusta especular -con los datos actuales- sobre los logros del futuro que están al caer. Es tarea vana, ya digo, pero... Según un reportaje reciente del suplemento Magazine, serían los ocho que siguen; los enumero en lista, con algún apunte tan sólo.
  1. Reescritura y manipulación genética, tanto a nivel animal, como botánico, como ¡humano!
  2. Un ramillete impresionante de nuevos materiales, de los que destaca como más llamativo el grafeno
  3. Nuevas formas de gobernación de masas cada vez más desencantadas con las democracias liberales (aquí no se apuntan previsiones, curiosamente)
  4. Cambio en el concepto de ordenadores, que dejarían de ser sólo herramientas poderosas, para llegar a ser entes que aprendieran y reaccionaran de un modo “cuasi” humano
  5. Disposición de cada vez más energías alternativas renovables en la búsqueda de la ansiada fusión nuclear, con el agua de mar como combustible inagotable
  6. La aceleración de los estudios de biología molecular que intenten controlar las inevitables nuevas infecciones bacteriológicas y víricas
  7. Cultivos que precisen muy poca agua, logrando que ésta sea controlada técnicamente de forma que no se pierda apenas nada en el proceso
  8. La colonización del planeta rojo, referente mítico de los humanos, que siempre vieron en él la alternativa más viable a una Tierra decadente
Y a mí todo esto me parece divino y maravilloso y estupendo y genial. Pero mientras no me prometan la teletransportación universal y sin condiciones, por un lado; y por otro, nanoimplantes cerebrales con todo lo que es preciso saber a nivel técnico o enciclopédico (de inserción sencillísima e indolora), a mí, la verdad, el futuro ese que anuncian, me dice “ven”, pero no lo dejo todo. Y prefiero ir consumiendo día a día la dosis habitual de asombro que cada jornada depare e intentar asimilar la velocidad de los cambios con la de mi organismo, personalidad y estado mental, que no es poco (de momento).

sábado, 21 de enero de 2017

ASTURIAS ¿PARAÍSO NATURAL?


En apariencia, no hay nadie en las orillas del lago de la Ercina, en los Picos de Europa, en su vertiente asturiana. Sólo el agua con su reflejo azulado, la roca caliza circundándolo todo de gris cerúleo y el verde de la hierba que aún resiste la inclemencia de las alturas. Y, sin embargo, ese día los Lagos de Covadonga estaban repletos de visitantes (seamos genéricamente clementes con el apelativo). De hecho, fue noticia de periódicos tanto el excepcional buen tiempo, como el colapso circulatorio de la carretera que asciende a esa maravilla natural que aún permanece para ser apreciada por quien hasta allí ascienda. Así que, en apariencia, no hay nadie. Y en la imagen no hay nadie. ¿Magia? No. Sólo paciencia, reencuadre y un rato con el Photoshop. Todo, para que Asturias siga pareciendo eso: un paraíso natural.

Lago de la Ercina, Picos de Europa (Asturias, España)
Octubre, 2016 ----- Nikon, d500

viernes, 20 de enero de 2017

HITOS DE MI ESCALERA (12)

Como todo lo que comienza ha de acabar, así terminé yo mi preparación primaria en la EGB. El curso 8º tocaba a su fin, y las perspectivas se planteaban halagüeñas. Mis notas iban viento en popa, y todo apuntaba a que la media de mi expediente no bajaría del notable, como así acabó siendo. Es verdad que los tiempos sobresaliente de media habían quedado atrás (4º y 5º “tan sólo”), pero me encontraba siempre en el cajón del podio, o muy cerquita, que era de lo que se trataba. Y en éstas, y recién cumplidos los 13 años en mayo, terminé el curso como estaba previsto y con las calificaciones adecuadas. Pero yo no habría de coger mis merecidas vacaciones tan rápidamente, ni tan tranquilo como habría supuesto en mi ingenuidad. Un par de episodios anublaron lo que debería haber sido un motivo de celebración.

A un mes escaso de terminar mi enseñanza primaria sufrí la última agresión de un profesor a mi persona. Y refiero esto para que también se sepa que, además de flores, también hay algo de fango en mi historia, como en la de cualquiera. Impartía matemáticas ¡cómo no!, y era uno de los más respetados docentes de mi escuela. Siempre fui uno de sus alumnos dilectos, no sé si por lo pequeño, si por mi atención constante, si por mis contestaciones sorprendentes. Pero eso no le hacía olvidar que yo debía aprender matemáticas. Y a esas alturas, los números y yo ya nos llevábamos mal. No tanto como sucedería poco después en el BUP, pero ya las cosas renqueaban sin remedio. Y, como digo, a un mes escaso de terminar mi andadura en las aulas del Colegio Antonio González de Lama, don Esteban tiró de mi patilla izquierda hacia arriba con evidente intención de que me percatara no sólo de que había hecho algo mal, sino de que los favoritismos con él no iban reñidos con la justicia. Y, sí, un problema mal resuelto, de “esos que se los come usted con Nocilla”, fue la causa del episodio. Bien es verdad que cuando este hombre agredía -en aquélla lo hacían casi todos- jamás se regodeaba; era su modo de decir: “espabila, o la siguiente…”. Jamás le guardé rencor por ello, aunque me costó revitalizar mi orgullo y asimilar las risitas de quienes se alegran de los males ajenos, en vez de procurarse ellos algunos bienes a sí mismos. Pero nunca me traumatizó ninguna de sus justas reprimendas, fueran o no acompañadas de algún capón (su toque preferido). Todavía hoy, ancianísimo ya, le saludo cuando le veo en León, pues vive al lado de mis padres, aunque él ya no me reconoce.

El otro episodio fue mucho más grave y tuvo que ver con una acción de mi padre, ante la flagrante injusticia que se quería cometer conmigo. Como ya he dejado escrito, a mí se me adelantó un curso al comienzo de la EGB. Al no repetir ningún curso, y encima sacar buenas notas, me planté acabando 8º con 13 años, edad con la que iba a iniciar mis estudios de secundaria en el instituto. Pero pareció que había un problema. La edad mínima reglamentaria era de 14 años, y yo no los tenía. Con lo que a la infausta directora, la ya mencionada “Taconines”, no se le ocurrió otra cosa que decidir que no pasaba al BUP, y que debía repetir curso, porque la legalidad vigente... etc, etc. Pero tamaña injusticia no debía ser tolerada. Nunca había yo visto a mi padre hecho un basilisco por causas académicas (él era más de laissez faire, laissez passer; sobre todo, passer), hasta el punto de que fue al colegio, pidió audiencia, y delante de mí soltó por esa boca suya -tan parca otras veces- de todo, y mucho más. Gritó, gesticuló y espumarajó -valga el palabro-, y soltó todo lo que debía soltar. Al final, amenazó con no sé qué hechos delictivos que no recuerdo bien, ni él quiere hoy refrescar. Yo estaba totalmente acoquinado, y no sabía el efecto que produciría aquella entrevista en el ánimo de la directora, pero a los pocos días se nos notificó que se me había concedido el título de Graduado Escolar, con la calificación de “Notable”, con lo que quedaba expedita la vía para el ingreso en el Instituto. Pero la cosa no resultó ni mucho menos sencilla, como se verá en el siguiente suelto de estos “Hitos”.

jueves, 19 de enero de 2017

IMPERATIVO NEGATIVO




¿Qué es lo que no has de ser? ¿Quién te lo impone? ¿Por qué lo demanda? ¿Le harás caso o tendrás criterio propio? ¿Podrás abanderar unos valores, una ética, un comportamiento, que sean enteramente tuyos? ¿Te someterás a su dictado agazapado tras los puntos suspensivos? ¿Seguirás tu senda o te echarás a digerir la exigencia impuesta? ¿Aceptarás el imperativo negativo u opondrás tu afirmación positiva a cambio?

Tenme al corriente, por favor. Me interesará saberlo para conocerte mejor y, luego, actuar en consecuencia. 

Bazar en Almería (Andalucía, España)
Marzo, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

miércoles, 18 de enero de 2017

LA CONDICIÓN DE "SOLO"

Hallo palabras en cualquier lado donde se puedan hallar. Un diccionario en versión informatizada también puede desplegar una ayuda inestimable. Coloco el ratón en el vocablo “soledad”, y pulso otra función que me ofrece al instante unas cuantas palabras que incluyen ese vocablo en su definición. Me doy de bruces con varias. Las anoto como una forma de ampliar matices a un tema cercano y estructural en mi esencia.

Desconversable: De genio áspero y desabrido; que huye de la conversación y trato de las gentes o que ama el retiro en la soledad.
Ermitaño: Persona que vive en soledad, como el monje, y que profesa vida solitaria.
Retraído: Que gusta de la soledad.
Robinsón: Hombre que ama la soledad y sin ayuda ajena llega a bastarse a sí mismo.
Soledoso: 1. Que vive en soledad. 2. Que siente nostalgia.
Solitario: 1. Solo, sin compañía. 2. Retirado, que ama la soledad o vive en ella.
Solo: 1. Dicho de personas, sin compañía. 2. Único en su especie.

Ante lo cual, la pregunta inevitable: ¿en qué apartados contemplo mi reflejo?

Pues yo diría que en todos, con la excepción de la primera parte de la definición de desconversable. Sin embargo, en ninguno de esos vocablos aparece la causalidad que origina la situación en sí. Es decir, que no se especifica si esa condición “solitaria” ha de conllevar voluntariedad o fatalidad. Ni tampoco los beneficios o inconvenientes que dicha situación alcance a procurar. Y ahí es donde echo de menos yo mayor claridad, porque por desgracia todo lo que tenga que ver con la soledad tiene mala  prensa, o un tono que llega incluso a lo peyorativo. Y aunque yo únicamente constato esos datos, cual notario del reino, he de manifestar mi total afecto por dichos conceptos que, en su esencia, tanto bien me proporcionan.

En el diario inédito Migas para el bosque; entrada de 5 de Mayo de 1998

martes, 17 de enero de 2017

LA ORIGINALIDAD, ALIMENTO IMPRESCINDIBLE


La originalidad no debe ser algo que nos obsesione, pero es algo sin lo que difícilmente una vida puede ser considerada humana en su más alto grado. No debemos buscarla de continuo, pero sin ella, sentimos que carecemos de algo que sin saber qué es, su falta nos atenaza y nos agobia en grado extremo. Solemos criticar que nuestras vidas son el ejemplo perfecto de rutina, cuando no de monotonía paralizante, pero no nos percatamos de que con pequeños gestos, que acaso no sean del todo originales, pero sí distintos a lo que hacemos todos los días, tal vez podríamos contribuir a que ese día pasase a ser algo diferente, e incluso memorable. Veamos un ejemplo.

Una excursión por la costa de Llanes en autocaravana. Él conduce (entre otras cosas). Ella cocina (entre otras cosas). Los dos fotografían. Por lo común lo cocinado es fotografiado en el interior, en condiciones de luz suaves y con fondos que no perturben los manjares correspondientes. De súbíto, una sensación común: “me apetece una tortilla de patatas”, “a mí también”. Idea sugerente de ella: “pero podría hacerla rellena de morcilla, que me traje a última hora”. Sorpresa de él: “¿morcilla?”. Reafirmación de ella: “claro, ¿por qué no?; seguro que combinan bien”. Aceptación de él. Al término de su elaboración, y con los aromas penetrando hasta el último rincón del reducido espacio caravanero, queda la cuestión de la foto. Idea sugerente de él: “¿y si en vez de hacerla dentro, la hacemos con el magnífico paisaje de fuera?”. Rápida aceptación de ella. El resultado queda ahí arriba. Desde entonces, la deliciosa tortilla rellena de morcilla quedó asociada a ese sábado nublado en la playa de Barro, a esa foto inhabitual, y a la satisfacción de que ese día no fue uno más, sino algo distinto, memorable.

Playa de Barro, Llanes (Asturias, España)

Octubre, 2016 ----- Nikon, d300

lunes, 16 de enero de 2017

MI PALABRERÍO CANALLA (14)

ARREPENTIMIENTO: Sensación que se experimenta cuando, tras haber dado rienda suelta a los sentidos y al deseo, la moral nos agua la fiesta, planteando los pros y los contras de la misma; los poquísimos pros y los muchísimos contras, se entiende.
ARRIENDO: Cesión pactada del uso de algo propio a otra persona, a cambio del permiso para poder dominar, gritar y exigir de vez en cuando algo más que la cantidad de dinero estipulada.
ARRIESGAR: Apostar contra la hidra de la monotonía, aun a sabiendas de que dispone de siete cabezas y nosotros sólo de una (e insuficientemente aprovechada), y que las posibilidades de que ganemos son inciertas; pero, claro, eso es precisamente lo que es arriesgar. El premio a conseguir merece las más de las veces dicha jugada. Cuando el premio encima es irrisorio, no se habla de riesgo, se habla de estupidez, o de temeridad (v.).
ARROGANCIA: Altanería de quienes menos altura presentan como credencial a la hora de ser comparados objetivamente; suelen ofrecer a quienes los contemplan una relación inversamente proporcional a la aparentada o escenificada.
ARSÉNICO: Poderosa sustancia blanca que se ha utilizado durante mucho tiempo para aclarar dudas, como argumento convincente irrefutable, como liberador de problemas de amplio espectro y como ingrediente de relatos policiacos o de novelas realistas de palabrerío sobrio.
ARTE: Pretensión, meta, imitación, habilidad, negocio, búsqueda, subjetividad, impostura. Y no prosigo, porque me conozco.
ARTISTA: Persona ambiciosa y con los sentidos y la percepción por lo común muy alterados, que adolece del vicio más común del mundo, es decir, el de creerse diferente, pero que, asombrosamente, suele serlo y tener la desfachatez de hacer pública ostentación de su creencia. Lo cual sólo le es perdonado de manera tardía, con frecuencia tras su deceso, anticipado o no.
ASESINATO: Una de las bellas artes que, como todas, es más bella durante el aprendizaje de la teoría que en su aplicación práctica, dado que la mayoría de los ejecutantes no suelen tener vocación ni dotes artísticas, sino que lo aplican por motivos crematísticos o sentimentales, lo cual, claro, lo acaba reduciendo todo a un prosaísmo intolerable, razón por la cual hoy es poco apreciado y sujeto a gravámenes carcelarios de diversa duración.
ASESINO: Se aplica vulgarmente a todo sujeto que mata a otro (o a varios) a sabiendas y con algún fin. Pero los verdaderos asesinos son aquellos que lo planifican, lo ejecutan y lo recuerdan (o lo transcriben) con una pretensión de filigrana perfeccionista o artística, carente por completo de fines meramente cotidianos o rastreros. Los que carezcan de semejantes credenciales no son más que meros homicidas, puros artesanos del óbito violento, trabajadores especializados, sin más.
ASIRIOS: Pertenecientes a uno de los pueblos más sanguinarios a la par que cultos que hubo en la antigüedad. Durante unos pocos siglos del I mil. a. C. fueron superiores, y supieron lograr que los demás también se enterasen de ello, gracias a su cruel dominio militar. Cuando fueron conscientes de su inferioridad, tuvieron el coraje de desaparecer combatiendo, para acabar antes. Con un par.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

domingo, 15 de enero de 2017

DESCONSUELO


Desde que conozco la existencia de esta escultura, la palabra “desconsuelo” va asociada a ella. Ignoro las causas. Tal vez sea el impacto que ese cuerpo femenino desnudo provoca en la mirada asociado a algo tan poco erótico. Quizá que en un momento determinado de nuestro devenir, las palabras se adhieren de forma visual, táctil y hasta olfativamente a algunas materias concretas, máxime si, como en este caso, dicha materia ha sido moldeada de manera tan precisa, tan asociativa a un estado de ánimo que se vuelve real, a poco que pensemos en ello.

Se encuentra en los jardines de la Ciutadella de Barcelona, y ahora, tras unos años en los que el abandono parecía presidir la zona, vuelve a destacar imponente, en el estanque que se halla frente al Parlamento de Cataluña. No quiero sacar connotaciones políticas fáciles. Me centro en la escultura, que cada vez que la veo sabe sustraerme un buen cuarto de hora en diálogo permanente con ella desde todos los ángulos, buscando la incidencia de la luz, la ausencia de otros visitantes, la información mejor encuadrada. También, dialogando con ella. Preguntándole por qué, aun siendo una copia (el original se halla conservado en el MNAC), es tan intensa su presencia; por qué su autor eligió un cuerpo como el suyo para simbolizar una de las sensaciones más tristes que le quepa experimentar a un ser humano. Le pregunto también si se cansa de mantener siempre la misma postura, si la lasitud de sus miembros le impide aprovechar la lozanía de sus formas. Le pregunto. Nunca me contesta, claro. O lo hago yo por ella. Y, así, por una buena temporada, quedamos visitados y relacionados de nuevo. Yo, hechizado de nuevo por la aparente timidez de ese mármol silente. Ella, contenta por mi visita, sabedora de que, como todo amante que no ha solventado todas sus preguntas, volveré tarde o temprano a planteárselas de nuevo.

“Desconsuelo”, escultura de Josep Llimona, 1903, Barcelona, Cataluña, España
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

sábado, 14 de enero de 2017

CUATRO MIL FOTOGRAFÍAS

Antes de Navidades tuvo lugar una efeméride de carácter estadístico, que sólo a mí atañe, pero que tengo interés en publicitar, pues comentaré algo al respecto. El dato concreto y seco es éste: en mi galería de Flickr llegué a mi fotografía 4.000. Es decir que desde 2007, que fue cuando me uní a esta macroplataforma de imágenes, hasta ahora, unos nueve años y pico después, he colgado esa cantidad de fotografías. Con la paciencia y la constancia que me son propias, con la regular irregularidad que caracteriza a este tipo de proyectos. Pero, sí. Cuatro mil fotografías. Se dice (o se escribe) en un santiamén. Sin embargo, han sido necesarios todos esos días, todos esos meses, para que se pueda comentar el dato sin riesgo a mentir.

Evidentemente, cuando uno se mete en una empresa de este tipo, uno no se pone una meta con un número. Al menos, no en mi caso. Ese proyecto busca luchar contra mi tendencia habitual a la vagancia (y aunque esto haga reír a quien me conozca bien, es así, y sé muy bien de lo que hablo). Decía que uno no se ponía metas de número, pero sí de método. La idea era colgar dos fotos diarias e ir alternando en la medida de lo posible los diez temas fotográficos que me caracterizan. Pero enseguida se nota que el plan no ha resultado con la exactitud que uno lo definió hace años. Si se mira bien, salen unos 3.400 días, lo que habría supuesto casi 7.000 fotografías, de haber sido riguroso con la tarea (no entro en las causas por las que muchos días no llego a cumplir el plan: nos sacaría del tema ahora mismo). De modo que se comprueba con facilidad que una cosa es planificar, y otra cosechar.

Con todo, el número impresiona. Cuatro mil. Más de una foto diaria de media. Da para interpretaciones muy curiosas o truculentas. Un ejemplo: suponiendo que sólo un diez por ciento de ellas fueran imágenes realmente buenas, únicas, excepcionales, tendría 400 fotos que incorporar a un porfolio y poder pedir que me erigieran bustos y me concedieran galardones oficiales por los ayuntamientos de España y del orbe. Pero, no. No hay fotos sobresalientes en mi galería. No hay fotos “de autor”, cuya contemplación señalara automáticamente a su autor sin asomo alguno de duda. Mis fotos son buenas técnicamente. Son muy agradables visualmente. Son correctas tanto en su composición como en su edición. Pero no son fotos originales. No señalan a su autor como un creador neto, ni un revolucionario de la imagen, ni un pionero que abra caminos que otros desarrollarán. Hace quince o veinte años, afirmar esto me habría abocado a un gran disgusto, a una sincera desesperación. Hoy, no. Hoy sólo constato la evidencia. Será la madurez, supongo.

Y, sí, constato la evidencia negativa, pero también certifico la alegría que la actividad fotográfica instila en mi vida, las relaciones sociales que me ha posibilitado, la satisfacción de haber comprendido ciertas reglas que antes se me escapaban, el orgullo de comprobar la apreciable mejora de la calidad de mis obras, y, sobre todo, el incalculable beneficio que como motor de vida tiene este proyecto en mi existencia. Sin la fotografía, mi vida sería más pobre, más plana, más previsible, menos estimulante, y también -sí, por qué no decirlo- menos interesante a todos los niveles.


Las fiestas navideñas pospusieron la efeméride, pero hoy le pondré una vela a un pastel de milhojas, la encenderé, cerraré los ojos, pensaré un deseo que tenga que ver con ello, soplaré, sonreiré y luego me lo comeré con tranquilidad, mientras pienso en cuáles serán las dos fotos que pondré hoy.

viernes, 13 de enero de 2017

EL DETALLE SALVA EL TODO


De todos es conocido que mis artes mayores son la escultura y la arquitectura, acaso por ese orden. La pintura me gusta, pero pocas veces llega a emocionarme de tal forma que me proporcione un arrebato. Y yo, como heredero de los 80 que soy, me declaro heredero de Iván Zulueta en su concepto del arte (en su caso, el cine), como algo que te provoque un arrebato, una transubstanciación momentánea, que determine un antes y un después de haber contemplado dicha obra. Kafka apuntaba algo parecido cuando afirmaba que sólo deberíamos leer aquellos libros que nos abrieran la cabeza como lo haría un hacha. Son afirmaciones extremas, claro, y no podemos ser tan radicales a tiempo completo. Yo, no, al menos. Pero sí preciso cierta radicalidad de vez en cuando. Por eso, la pintura me gusta menos, porque me procura menos éxtasis que los que la arquitectura o la escultura me regalan a menudo, aun siendo obras menores, lo cual avala todavía más cuanto digo.

Sin embargo, en los últimos tiempos de omnipresencia del móvil, y aprovechando que también visito pinacotecas, quiera o no, he vislumbrado un modo en que la visita de las diferentes salas no me sea gravosa o tendente al aburrimiento. Me dedico a dejar pasear con libertad la mirada, hasta que un cuadro me llama la atención por algo. Y es justamente ese “algo”, que generalmente es un detalle pequeño del lienzo o de la tabla, lo que acabo fotografiando de la forma más interesante que me parece. Es decir, que a lo mejor la obra en su conjunto me parece plana, irrelevante, banal, mal iluminada, mal ejecutada o, tan sólo no es de mi agrado, pero... hay algo rescatable en ella, que es lo que intento captar con la ayuda de las tecnologías miniaturizadas de que hoy disponemos.

El ejemplo de hoy es un detalle mínimo de un lienzo en formato horizontal, mucho más ancho que alto (78x36), del que me interesó únicamente la violencia de la galopada y la disuelta pincelada que aparecía en su parte izquierda. Es la que aquí aparece. Ahí encontré toda la intensidad del humo, del polvo, del movimiento, del frenesí, que su autor (Salvador Sánchez Barbudo, un jerezano que no pisó nunca África) supo plasmar en 1900 con chorretones densos en toques parciales; aunque, eso sí, sin dejar el figurativismo nunca de lado, como si le diera miedo rendirse por completo a la vanguardia que venía del norte. Y yo, con esa muestra (y algunas más, confieso), ya di por bien aprovechada la entrada en el Museo Carmen Thyssen-Bornemisza de Málaga.

"La corrida de la pólvora" (detalle), Málaga, Andalucía, España
Enero, 2017 ----- iPhone 6 Plus

viernes, 6 de enero de 2017

DINÁMICA PARLAMENTARIA (MICRORRELATO)

Inaugurada la sesión, todo comenzó con un “tal vez”, pero de seguido alguien murmuró retador un “desde cuándo”. La oposición inició su andadura con una diatriba acerca de un porqué, unos quiénes y unos entonces. Nadie pronunció un “de acuerdo”, si bien se escuchó el silabeo de un “por supuesto”, que no prorrogó su existencia ante la irrupción de un interrogativo “entonces”. Había demasiados “o sea”, “sí, pero no”, “lo más seguro es que quién sabe” y una nutrida recua de apuntes propios de diputados originales. El asunto se prolongó todavía unos cuantos “hasta que” y varios "no sé yo", pero las adversativas sobrepujaron a las causales y las afirmativas por abrumadora mayoría, y todo terminó con gran prosopopeya mediante un rotundo acabóse, tras el cual comenzó el primero de una lista interminable de "y tú más".

Del libro inédito Micrólogos, 2012

jueves, 5 de enero de 2017

EL MUNDO ISLÁMICO MEDIEVAL ESPAÑOL (EN COMPARACIÓN CON EL CRISTIANO)


En el siglo X, la ciudad más poderosa de la Península Ibérica era Córdoba, que lideraba el califato homónimo. Superaba el medio millón de pobladores. En su imperio, las condiciones de vida, las costumbres higiénicas, las condiciones del abastecimiento y de todos los temas que tuvieran que ver con el agua, eran abrumadoramente superiores a cuantas pudiéramos observar en cualquiera de los reinos cristianos europeos, con la excepción del imperio bizantino, cuya capital, Constantinopla, era la única ciudad europea en superar a la capital del califato cordobés en medios y en población. Ejemplos prácticos: más de 70 bibliotecas, innumerables baños públicos, red de alcantarillado y suministro de agua en las principales ciudades, universidad, estudios de traducción del griego y del hebreo al árabe, intelectuales de la talla de Averroes, Maimónides, Ibn Massarra, etc.

En el siglo X, la ciudad más poblada de la Península Ibérica cristiana era León, capital de su reino homónimo. Rondaba los 10.000 habitantes. En ese reino, las condiciones de vida, sociales, costumbristas, higiénicas y de alimentación resultaban a cualquier visitante extraño abrumadoramente inferiores a cuantas pudiéramos observar en las mejores capitales del Islam (o de Bizancio). Los ejemplos prácticos los omito, por algo de vergüenza decorosa.

Se pueden sacar las oportunas conclusiones, si se dedica un poco a reflexionar sobre el asunto; tanto de lo que sucedía entonces, como la evolución posterior acaecida en ambos lados de la línea divisoria.

Patio de la Alberca en la Alcazaba de Málaga (Andalucía, España)
Enero, 2017 ----- Nikon d500

martes, 3 de enero de 2017

HITOS DE MI ESCALERA (11)

De mi etapa estudiantil, hubo algunos resultados que merecerían mención especial: alguna media de curso de sobresaliente, algún examen que quedaba por encima de los del resto, todo ello con el añadido de mi “adelantamiento” por edad, que me hacía ser siempre el más pequeño del aula, con todo lo que ello implica. Pero de todos esos momentos, el que más grabado me quedó fue haber sido seleccionado en primera instancia para el XV Concurso Nacional de Redacción de Coca-Cola. Corría el curso 1975-76.
Eso tenía lugar al final de la EGB. Entonces era un concurso con cierto prestigio, en una España bastante huérfana de todo cuanto supusiera cultura. Esa multinacional convocaba todos los años entre el alumnado de 8º un concurso al que se podía presentar cualquiera; de hecho, no nos presentábamos, porque era el profesor de Lengua quien nos encargaba una redacción, que se encargaba también después de entresacar la mena de la ganga de entre todos. De ese modo, se elegían a los que representarían a cada colegio o escuela. (La redacción versaría sobre uno de los temas que aquel cenizo profesor nos endilgaba de vez en cuando; pero debo confesar que no recuerdo sobre qué fue). Mi centro tenía asignadas tres plazas. Y una de ellas fue para mí. Los otros dos chicos se llamaban Saturnino y Luis Miguel; del segundo me acuerdo de su apellido, pero del primero no, que además fue la sorpresa del proceso, pues no constaba en el quinteto de cabeza, como sí ocurría en el caso de Luis y mío. Según recuerdo, no hubo dudas sobre quiénes deberían ser los ganadores del concurso que todos realizamos en una hora de clase. Los tres salimos de mi grupo. De los otros dos, nada. No sé si tendría que ver con quién les daba clase o les dejaba de dar. El caso es que quedamos un sábado lluvioso del mes de enero a la entrada de la escuela: la directora del centro y dos profesoras nos llevarían al instituto donde se celebraría. Que también viniera la “Taconines” (así la llamábamos por su baja estatura y sus zapatos siempre inmaculados) da una idea de la trascendencia del evento cada año.
El coche podía haber sido más pequeño, pero habría sido preciso buscarlo con detenimiento. Y dado el tamaño del utilitario, resultó que allí no cabíamos bien tres mujeres, dos preadolescentes y el niño que esto refiere. Pero doña Ángeles, una profesora muy bien plantada que daba clase a la sección de las niñas, dijo que abreviáramos, que el tiempo corría, y que a grandes males, grandes remedios. Dicho lo cual, se sentó en el asiento delantero derecho, y me dijo que me sentara sobre sus piernas. Yo era bajito de aquélla, lo cual no fue óbice para que fuera pegando con la cabeza en el techo durante todo el trayecto, lo que es muy probable que influyera en la cefalea que fue apareciendo poco a poco, aunque tampoco se descarta que yo, digno vástago de mi madre, me mareara progresivamente en un trayecto tan corto. De modo que, pese a sentir debajo de mis nalgas los muslos de la jamona profesora y sus abundantes pechos en mi espalda, no me dio mucho tiempo a disfrutar nada del viaje: antes al contrario, llegué a punto de la pota, el perolo, la olla, y lo que fuere menester. Por fortuna, había desayunado hacía bastante tiempo, y tenía poco que evacuar por la vía superior. Algo compungida por mi estado, me obligó a caminar un ratito con ella bajo la lluvia; eso sí, con el paraguas bien abierto. Se me pasó un poco el vahído, aunque muy católico no es que estuviera.
Una vez ya dentro, no sin antes recibir unas instrucciones de última hora de nuestras docentes, nos distribuyeron por aulas, nos dijeron de qué había que escribir: el tema era “Importancia de los medios de comunicación en el siglo XX”. Y nos pusimos a la tarea. Recuerdo que ni era algo que me sugiriese nada, ni qué fue lo que escribí, ni en qué tono o extensión. Lo tengo algo nebuloso. Ahora, lo que no se me despintan son dos apuntes que a continuación desgrano.
El primero es que aquel día me enteré de lo que era un “ensayo”, pues Luis Miguel, mi pedante compañero de clase, salió diciendo muy ufano que él había optado por esa modalidad para exponer lo que fuere. Como le preguntara yo por el significado de tal planteamiento, me lo explicó con toda suerte de detalles, ejemplos y orgullo-aumentador-de-volumen-torácico. Entonces me quedaron claras dos cosas: que yo palmaba, y que mi compañero había logrado superar sus ya de por sí altas dosis de pedantería militante; por ese orden.
El segundo fue el lote de regalos que nos fueron entregados a todos que allí acudimos por el solo hecho de haber sido seleccionados en la fase inicial. Los recuerdo con abrumadora nitidez. Constaba de una botella de tónica Finley de naranja, un bolígrafo tipo Bic, pero blanco y con la enseña de la bebida en cuestión, un llavero con similares referencias y, el pelotazo del momento: un libro de la colección Austral, que se podía escoger entre cuatro. El que yo elegí fue el primer libro que yo tuve en mi casa que no fuera un regalo de mis allegados, o sea, obtenido por mis medios: el Lazarillo de Tormes, que acabé leyendo tiempo después, ya en el BUP. Contentísimo con los regalos, volví a pasar por el suplicio de la vuelta en coche, sobre las piernas calentitas de la profesora en cuestión, que no pudo dejar de notar -seguro- que esta vez yo me apreté más contra ella que en el trayecto de ida. Y, cosa sorprendente, esa vez ni me di tantos golpes en la cabeza, ni tampoco me mareé. Llegué a casa animadísimo, y con la conciencia de que había vivido, no sólo una hazaña literaria sin parangón en la historia de la humanidad, sino que acababa de tener mi aventura erótica más jugosa, de la que mi fantasía bebería con profusión en los excitantes tiempos venideros.

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