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viernes, 31 de diciembre de 2010
domingo, 21 de noviembre de 2010
MICRORRELATO
VELOCIDAD RELATIVA
La liebre volvió a retar a la tortuga. Esta aceptó y, como es natural, llegó la última, aunque riendo a carcajadas, como tantas veces. La liebre, molesta por la hilarante indolencia de aquella perdedora, le preguntó por qué, pese a tanta derrota seguida, se reía tanto. La tortuga respondió, flemática: ≪cuando llego, siempre en último lugar, me da por pensar la de kilómetros sensatos que voy a andar yo en mi vida, después de que tú hayas dejado de correr sin sentido para siempre≫.
Del libro Micrólogos
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Tiempo
viernes, 19 de noviembre de 2010
domingo, 7 de noviembre de 2010
MICRORRELATO
GLORIA vs. LONGEVIDAD
Cuando mi Señor me dio a elegir entre una vida larga, anodina y serena (aunque fructífera en generaciones), y una vida corta, intensa, gloriosa, digna de mención perpetua (aunque sin lograr descendencia), me vi zarandeado por una extraña confusión. Por fin, Le pregunté si la primera opción no podía incluir el recuerdo eterno también, aunque fuera menos glorioso. Mi Señor me dijo que ambas soluciones no eran incompatibles, pero sí abiertamente improbables. “Entonces, ¿cabe alguna posibilidad, aunque remota de que suceda?”, pregunté esperanzado. Mi Señor respondió que sí, que era una entre miles, pero sí. Emocionado por la respuesta, y confiado a una fe indesmayable, opté por la primera vía. Mi Señor cambió el tono de su voz y pronunció las últimas palabras suyas que me fue dado escuchar: “De acuerdo, Matusalén, tu elección ha sido hecha. Habrás de atenerte a las consecuencias”. Y, sí, a ellas me sigo ateniendo por entero confiado en mi destino, que labro año a año a golpe de memoria.
Del libro Micrólogos
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Desigualdad,
Relatos,
Tiempo,
Vejez
domingo, 8 de agosto de 2010
MICRORRELATO
ACASO, KAVAFIS
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Viajé a Alejandría con el único propósito de leer sentado en un café la poesía completa de Kavafis, declamando cada verso en su lengua original y trascendiendo su profundo sentir. Pero una vez allí, nunca supe cómo regresar. Acaso, porque jamás llegué a planteármelo. Acaso, porque ni siquiera pude alcanzar las costas de Ítaca. Acaso, por hallarme ocupado viendo cómo el dios abandonaba a Antonio. Acaso, por ocupar mi imaginación con bellos cuerpos núbiles que intercambiaban su piel morena mientras juegan al eterno peligro de la seducción. Acaso, porque ese viaje extenuó en demasía mis débiles miembros. Acaso, porque el aroma de la decadencia pudo al final conmigo. O acaso, porque mi cuerpo nunca llegó a salir siquiera de mi cuarto. Ni mi mirada, de esta hermosa edición original, bilingüe.
Del libro Micrólogos
sábado, 24 de abril de 2010
jueves, 22 de abril de 2010
domingo, 28 de marzo de 2010
MICRORRELATO
REDUNDANCIA SALVAJE
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El viejo llegó a la taquilla, sacó su entrada y entró en el patio de butacas. Como apenas había nadie, escogió un lugar centrado y se sentó. Se trataba de su película favorita, un western clásico, épico, imperecedero. Al poco de comenzar la proyección, como siempre, logró dormirse con placidez, y casi de inmediato empezó a soñar. Con un desfase de apenas unos segundos sobre lo que sucedía en la pantalla, los títulos de crédito se deslizaron en orden por su mente. Por detrás de las letras, los asaltantes del banco llegaban al pueblo sin levantar sospechas. Al tiempo, unos chiquillos arrojaban un escorpión en medio de un hormiguero, al que luego prendían fuego con gran alegría. Sus risas crueles le fueron recreando de nuevo su ya lejano pasado, su infancia muda, atormentada, violenta. A lo largo de más de dos horas que serían sólo un par de segundos, siguió soñando, mientras el recuerdo se le dibujaba a balazos entre movimientos lentos y reveladores.
Del libro Micrólogos
domingo, 21 de marzo de 2010
MICRORRELATO
EL CELOSO RELOJERO
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Al descubrir por fin a su mujer desmigando las horas sobre el cuerpo desnudo de su amante, todo el tiempo del mundo se le vino encima. Los años convividos con ella le oprimieron las sienes de súbito y le avivó los celos que siempre lo habían consumido. A él lo dejó ir, pero ella sufrió su ira acumulada durante años. El relojero celoso quitó la vida a su amada con la aguja larga de un carillón. Con sus cenizas purificadas fabricó un rutilante reloj de arena, que le recordaría grano a grano cada uno de los besos que jamás volvería a sentir.
Del libro Micrólogos
jueves, 11 de febrero de 2010
domingo, 13 de diciembre de 2009
miércoles, 9 de diciembre de 2009
martes, 1 de diciembre de 2009
domingo, 20 de septiembre de 2009
martes, 8 de septiembre de 2009
domingo, 30 de agosto de 2009
sábado, 18 de julio de 2009
jueves, 16 de julio de 2009
lunes, 13 de julio de 2009
martes, 2 de junio de 2009
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