ACASO, KAVAFIS
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Viajé a Alejandría con el único propósito de leer sentado en un café la poesía completa de Kavafis, declamando cada verso en su lengua original y trascendiendo su profundo sentir. Pero una vez allí, nunca supe cómo regresar. Acaso, porque jamás llegué a planteármelo. Acaso, porque ni siquiera pude alcanzar las costas de Ítaca. Acaso, por hallarme ocupado viendo cómo el dios abandonaba a Antonio. Acaso, por ocupar mi imaginación con bellos cuerpos núbiles que intercambiaban su piel morena mientras juegan al eterno peligro de la seducción. Acaso, porque ese viaje extenuó en demasía mis débiles miembros. Acaso, porque el aroma de la decadencia pudo al final conmigo. O acaso, porque mi cuerpo nunca llegó a salir siquiera de mi cuarto. Ni mi mirada, de esta hermosa edición original, bilingüe.
Del libro Micrólogos
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