Mostrando entradas con la etiqueta Dolor. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dolor. Mostrar todas las entradas

domingo, 23 de mayo de 2010

MICRORRELATO

OPERACIÓN
____________________________
Durante semanas, les oí pronunciar palabras extrañas, inusuales para mí: tumor, laringectomía, radioterapia, convalecencia. Yo les escuchaba con algún desconcierto, viendo sus caras serias, pero sin excesiva preocupación. En esto, llegó el día, y me ingresaron. Todo fue como un sueño largo, profundo y extraño; también muy repetitivo, aunque no recuerdo bien qué imágenes me sobrevinieron una y otra vez. Cuando desperté, todos me miraron muy atentos, y sentí varias manos que me acariciaban a la vez, entre lágrimas que imaginé felices. Repentinamente animado, a pesar del dolor que comenzaba a notar, pude mover ligeramente el rabo. Pero no pude decir nada. Nunca más volví a ladrar.
Del libro Micrólogos

martes, 13 de abril de 2010

BURLA, BURLANDO

jueves, 1 de abril de 2010

DOLOR ANTE EL SACRIFICIO

martes, 1 de septiembre de 2009

PAREJA A CIEGAS

jueves, 28 de mayo de 2009

lunes, 27 de abril de 2009

BURLA, BURLANDO

domingo, 26 de abril de 2009

miércoles, 8 de abril de 2009

ESENCIA DE VIDA

jueves, 26 de marzo de 2009

APOYADO EN LO MÁS FRÁGIL

martes, 24 de junio de 2008

Petición final


-He acudido a ti pensando que atenderías mi ruego. No lo he hecho antes porque sabía que sería difícil que me perdonaras. Aun con todo, no puedo evitarlo, me es imprescindible tu ayuda. Eres el único que podría entender mi estado. Nadie más puede ponerse en mi lugar. Sólo tú, que pasaste por lo mismo. Entonces recibiste mi ayuda, ¿recuerdas? Es verdad que luego traicioné tu confianza, y te arrebaté lo que más querías. Durante dos años, el espejismo cobró fuerza y yo me creí vencedor. Ella ya se ha ido, como podrás haber imaginado; no hay mucho que explicar, y tampoco me apetece darte detalles. Mi vida era un asco antes de ella, y sin ella es sólo el fósil de un recuerdo, que lacera mi mente a cada latido que me impulsa adelante, sin quererlo. Pero ya no me apetece continuar viviendo. Sólo me resta ya confiar en que atiendas mi petición de auxilio. Apelo a que tu sentido del honor y de la venganza me puedan facilitar el camino que tengo decidido. No tengo valor para hacerlo solo (casi nunca lo tuve para casi nada). Te ruego, pues, que me ayudes en mi deseo y satisfagas de paso tu desquite. Necesito que alguien cortante como tú me dé el corte definitivo. Del modo que prefieras, como tú quieras, con el objeto que esté en tu mano. No te ahorres crueldad, si eso te satisface. Eso sí, no falles, como me sucedió a mí.

miércoles, 11 de junio de 2008

Vino salvador


-Ya, ¿para qué seguir? Todo en la vida me ha sido negado, y cada empresa que inicié se vio truncada por el destino que ha asolado todo cuanto he emprendido. Todos los hombres que amé, y que aun me amaron, me han ido abandonando uno tras otro. Varias de las propiedades de mi dote se han visto arrasadas por el fuego o por la furia del populacho. Casi estoy en una ruina de hecho. En otro orden de cosas, la naturaleza de mi vientre no me ha permitido concebir, y la esterilidad ha cancelado mi deseo de descendencia tanto como mis ansias artísticas, truncadas siempre por una u otra incapacidad, añadiendo otra frustración a una larga lista iniciada ya en mi infancia. ¿Para qué permanecer con vida? Es más digno, más hermoso también, concluir de una vez, y ahogar el sufrimiento continuo que me embarga en esta copa de vino a la que añadiré el tósigo adecuado para que no prolongue más mi agonía espiritual. Pero antes, una copa de este vino nuevo, recién llegado. Después, el olvido. Pero... mmmm. Dios mío, qué color cereza con irisaciones de rubí tan bien conjugados, qué paladar más untuoso, qué cuerpo tan redondo, mmmm, qué excelsa combinación de aromas de vainilla con retrogusto de regaliz, qué delicia, y qué bien apunta en boca, anticipando un excelente maridaje con un buen queso graso o una pieza de caza mayor. Esto es una maravilla de los cielos. Creo que me tomaré otra copa. Sí, desde luego, admite ser tomado en sí mismo, sin precisar de la mezcla con otros alimentos. Otra copa no me hará daño. Mmmm. Manjar de dioses. Esta botella bien vale un disfrute lento de su bouquet. ¡Y cómo lo transforma todo! No sé ni qué estaba pensando hace un rato. No sé...

sábado, 7 de junio de 2008

Héroes anónimos (reos de insurrección)


Sí, sintieron un pánico atroz. Como casi todos. Sabían que iban a morir, y la perspectiva les fue llenando de terror, a medida que se iba acercando el momento final. Se habían portado como valientes, y se habían levantado contra lo que consideraban una injusticia. Es verdad que se equivocaron en el juicio de la realidad, pero ello no resta un ápice de importancia a su gesto. Ellos no murieron bajo los cascos de la caballería imperial, ni tiroteados por los fusileros alsacianos. Sólo fueron detenidos, e iban a ser utilizados para dar un escarmiento. Morirían fusilados, en la oscuridad, al día siguiente, teniendo por testigos a sus mismos verdugos, al relente nocturno y a su propia dignidad. Pero, sí, tuvieron miedo. Notaron cómo la sangre se les iba acelerando conforme los minutos pasaban, cómo nada iba a interrumpir la maquinaria militar en que habían sido introducidos por fuerza. Tuvieron mucho miedo, aunque nada ni nadie fue a impedir su muerte. Pero en el último momento, la luz de un fanal reflejada en un pecho abierto, nos dejó en la retina una imagen más nítida de lo que sucedió, para ayudar a la memoria a construir un símbolo imperecedero, que reconoceremos de inmediato, para siempre.

sábado, 24 de mayo de 2008

Insignificantes


Llegamos enfebrecidos, violentos, ariscos y con la terquedad bien aleada de orgullo, como en los momentos cumbre de nuestra relación. La causa daba igual, porque siempre era la misma, o una de las múltiples subvariantes de la misma: yo no soportaba cómo eras, y tú no soportabas cómo era yo. Aún seguíamos juntos por dos o tres aspectos que al principio nos parecieron capitales, pero que con el paso de los años revelaron no serlo tanto, ni muchísimo menos. Pero eso ya da igual. El caso es que aquel día llovía, pero no nos importó. En vez de discutir en casa, como de costumbre, mejor hacerlo fuera, a cielo abierto. Y aquel cielo encapotado nos acompañaba a la perfección. Cerca ya del malecón, yo subí las escaleras, malhumorado, tan sólo por tirar por un lado distinto. No sé bien por qué, pero me seguiste. Y allí, con todo el dolor a cuestas, con la inercia de nuestras vidas pitándonos en los oídos, vimos cómo el mar, ajeno a nuestra historia se nos abalanzaba encima, con un oleaje tremendo. Nos quedamos fascinados. Hasta que una ola más poderosa que las otras superó muy por encima el muro y al romper cayó sobre nosotros, dejándonos empapados casi por entero. Curiosamente, lo sucedido no enrareció más la situación, sino que nos dio por reír, por comentar que mientras nosotros hacíamos de nuestra vida un infierno, el mar seguía su curso imponente y nada le importábamos ella y yo, seres insignificantes ante su inmensidad, como gotas testigo de su violencia -la suya sí, imponente-. Reímos, comentamos, volvimos a casa. Lo razonable sería pensar que acabaríamos sacando provechosa lección de dicha experiencia. Ni que decir tiene que no sucedió así, en modo alguno. Lo más natural habría sido pensar que todo iba a continuar igual. Y, sí, así ha sido.

viernes, 2 de mayo de 2008

Falsedades


-Estoy harto de falsedades. Demasiados errores jalonan mi vida, y soy el desgraciado producto de todos ellos. En primer lugar, no me llamo Frankenstein. Ese fue el malnacido (él se autodenominaba doctor) que me creó juntando y cosiendo, a modo de remiendos, los penosos restos de otros hombres. Fue tan infame, que ni nombre me dio. Soy su creación, sí, pero en realidad soy el monstruo que dio a luz su cabeza monstruosa. Por otro lado, tampoco tengo tuercas ni tornillos saliendo de mi cabeza y cuello: la creadora de mi historia jamás ideó que fuera un ser con partes de metal, sino un amasijo de vísceras y miembros humanos. Ha sido el cine el culpable de que hoy todos me identifiquen con la imagen de ese famoso actor de los años treinta, que tan bien daba en pantalla, pero que tan poco se me pareció nunca. También ha sido el cine el responsable de la imagen hasta cierto punto edulcorada que ese ser transmite. Yo soy mucho más malvado que él, a quien se muestra como un ser que comete maldades sin darse cuenta de ello. Yo, no. Yo las he cometido consciente y gustosamente. Y seguiré cometiéndolas por siempre. Tampoco buscaré el diálogo con mi creador para que ese bastardo me dé la vida que merecí o me asigne la muerte digna de los desheredados. Estoy harto de falsedades. Hora es de que diga la verdad. El impostor ya no existe: yo mismo lo estrangulé. Nadie de su familia existe, tampoco: uno a uno fueron cayendo. Me he vengado como procedía. Siempre fui exactamente el monstruo que los demás fueron creando en su imaginación, justo eso. Y no quiero dejar de serlo nunca más. Es mi esencia real, la única, sin falsedades.

jueves, 28 de febrero de 2008

Conciencia del dolor


Vivo inmerso en el dolor, rodeado de gritos en mis adentros, que giran sin cesar, que me indican el camino que debo seguir, que reprueban mis puntos de vista, que critican cuanto pienso, y que no me dejan dormir y me sumergen a diario en el húmedo desconcierto del insomnio más recurrente.
No hay minuto que no sea consciente de la dolorosa condición que padezco, que no me rinda sin condiciones,
que no desee desaparecer para siempre, taladrado por punzadas, repetidas como latidos.
Sólo soy una burbuja a punto de estallar, opaca
como la piedra que me conforma, labrada con la paciencia de años, asediada por las miradas de todos, por dedos que me recorren, por las voces que me acosan sin descanso, pero la cabeza me estalla. El dolor me acosa con regularidad concéntrica. Cierro los ojos. Bajo la cabeza. No pienso, no respiro. Muero. Mas la tortura de mis sienes me recuerda que sigo vivo.

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.