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domingo, 18 de diciembre de 2011

MICRORRELATO

COHERENCIA FINAL

Que no, que no, que no quiero. Que yo no me convertí en caballero andante para nada, que buenos palos recibí, y escarnios y burlas. Que mi empresa, voto al cielo, fue de tal altura, que los tiempos venideros hablarán de mí, y sabrán de mis hazañas, no siempre bien contadas o tergiversadas en sus esencias. Así, ¡cómo tolerar que ese tullido ahora decida para mí un final tan insípido y sin honor! En la cama, y cuerdo, ¡como si yo estuviera loco! No, he dicho que no. Un caballero de mi condición y que, a diferencia de los que lo eran por alto linaje, debo todo a mis acciones y aventuras, no puede morir en el lecho, rodeado de los amigos y familiares como un vulgar destripaterrones o incluso un alguacil. Me niego. Facilitadme, pues, una soga suficientemente larga con que dar su merecido a ese soldadito desertor metido a escritorzuelo de mis desdichas. Y, luego, dadme una daga de hoja ancha o, mejor, una espada de largo filo con la que, como el aciago Ayax Telamonio, ponga fin a mi propia historia y así lavar tanta injuria y deshonor vertidos contra mi heroica persona.
Del libro Micrólogos

domingo, 8 de mayo de 2011

MICRORRELATO

TESEO, EL AMBIGUO

Cuando Teseo halló al Minotauro, una pasión amorosa sin límites lo devoró, y al monstruo le sucedió lo mismo. Ninguno contradijo sus instintos. Se amaron con masculina violencia durante largas horas, mientras desde la profundidad del laberinto se elevaron a los cielos jadeos y bramidos de creciente intensidad, semejando un cruento combate sin cuartel. Pero concluido el primer encuentro, al héroe se le despejó la nube de los ojos y recordó que tenía una misión que cumplir y una reputación que mantener. Por ello, y aprovechando el confiado sopor de su amante, lo traspasó de una estocada certera. El resto es bien conocido: al poco de huir con Ariadna, su benefactora, Teseo la abandonó a su suerte en la isla de Naxos. Hubo una explicación oficial que apenas trascendió, y una boda interesada, cuya urgencia sorprendió a todos. A todos, excepto al héroe, cuyo corazón memorioso siempre encontraría el abrazo de su esposa demasiado blando y su talante, en exceso pasivo y dulce.
Del libro  Micrólogos

domingo, 20 de junio de 2010

MICRORRELATO

MIRA, HIJO, YO...
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Mira, yo, a estas alturas, ya estoy viejo, qué quieres, no me interesa ahora nada de lo que me pides, no me vengas a joder, no me cuentes ahora milongas del pasado, aquello ya se olvidó, sí, en serio te lo digo, toda la cera que hubo ardió enterita, y no hemos estado ni tú ni yo cerca para aprovecharnos, porque lo de tu madre y yo, pues ya sabes, cuando se es joven, se hacen pendejadas, como la que me cuentas tú ahora, y aunque seas más fuerte que yo y lleves un arma, la razón nada más lleva un camino, o eso decía tu abuelo, y él sabía mucho, ya te imaginas, así que no creas que a un viejo como yo le vas a sacar plata, porque lo tengo todo atado en mi testamento bien clarito, ni tampoco palabras más suaves, pues a mis años ya da casi todo igual, ni promesas que no sé si cumpliré, porque me queda poco ya, mi bravo pistolero de pelo y medio, así que convéncete de que no hay nada que puedas hacer conmigo ni galpón que componer, hay que dejar que las cosas sigan su curso, ya que así se iniciaron y así deben continuar, si no, romperías una línea del destino, ¿no te das cuenta?, vamos, anda, abate el arma, que se te puede disparar de súbito y ve diciéndole a tu madrecita querida que yo soy como soy, y que ella fue como fue, que no escurra el bulto, que bien se lo pasó entonces, que te cuente, que te cuente lo bueno, y no te envenene sólo con lo malo, porque malos somos todos, tú sabes, pero buenos también, si acaso un poquito, una pizquita así nomás, y, sobre eso, encima, mira, hijo, reflexiona, yo...
Del libro Micrólogos

domingo, 6 de junio de 2010

MICRORRELATO

NECESIDAD DE LO IDÉNTICO
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Mientras conducía, quitó de su dedo el anillo que le identificaba como hombre casado. Las posibilidades de la noche eran infinitas. Llegó a la fiesta muy alegre y animoso. Entre el bullicio, buscó a alguna mujer de su agrado que pareciese sola y dispuesta a compartir unas horas de engaño y placer. Finalmente eligió a una por la que sintió una irremediable atracción. Luego cayó en la cuenta de que tenía un intenso parecido con su esposa. Le preguntó su nombre, con la mejor de las sonrisas y la mayor de las zozobras. Se llamaba igual. Su aroma era el mismo, y su sonrisa tan cautivadora como la de su mujer. También poseía la leve cicatriz bajo el cuello que le dejara una rama al romperse. Ella también se encontraba muy interesada en él y el acercamiento pronto se coronó con un beso de sabor distinto, pero de formas reconocibles. La noche siguió su curso y su capacidad de seducción y de ser seducido se demostraron intactas. En ese punto, él decidió dar un golpe de efecto a su noche de reestreno, y llevarla a su propia casa. La extrañeza por encontrarla vacía sólo duró unos instantes. La noche de pasión fue devastadora, como él ya no recordaba. A la mañana siguiente, ella se había ido antes de que él despertara. En una nota, la mujer lo insultaba a lo largo de varias líneas y se despedía para siempre, con un estilo muy depurado, que él conocía tan bien.
Del libro Micrólogos

domingo, 21 de marzo de 2010

MICRORRELATO

EL CELOSO RELOJERO
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Al descubrir por fin a su mujer desmigando las horas sobre el cuerpo desnudo de su amante, todo el tiempo del mundo se le vino encima. Los años convividos con ella le oprimieron las sienes de súbito y le avivó los celos que siempre lo habían consumido. A él lo dejó ir, pero ella sufrió su ira acumulada durante años. El relojero celoso quitó la vida a su amada con la aguja larga de un carillón. Con sus cenizas purificadas fabricó un rutilante reloj de arena, que le recordaría grano a grano cada uno de los besos que jamás volvería a sentir.
Del libro Micrólogos

miércoles, 28 de enero de 2009

CON UN BESO ¿ME TRAICIONAS?

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