TESEO, EL AMBIGUO
Cuando Teseo halló al Minotauro, una pasión amorosa sin límites lo devoró, y al monstruo le sucedió lo mismo. Ninguno contradijo sus instintos. Se amaron con masculina violencia durante largas horas, mientras desde la profundidad del laberinto se elevaron a los cielos jadeos y bramidos de creciente intensidad, semejando un cruento combate sin cuartel. Pero concluido el primer encuentro, al héroe se le despejó la nube de los ojos y recordó que tenía una misión que cumplir y una reputación que mantener. Por ello, y aprovechando el confiado sopor de su amante, lo traspasó de una estocada certera. El resto es bien conocido: al poco de huir con Ariadna, su benefactora, Teseo la abandonó a su suerte en la isla de Naxos. Hubo una explicación oficial que apenas trascendió, y una boda interesada, cuya urgencia sorprendió a todos. A todos, excepto al héroe, cuyo corazón memorioso siempre encontraría el abrazo de su esposa demasiado blando y su talante, en exceso pasivo y dulce.
Del libro Micrólogos
1 comentario:
¡Vaya, formidable explicación de por que hay tantos abandonos y bodas interesadas!
En este laberinto del que solo se sale con un hilo del exterior, es tan estéril y dañino ser asexuado como ser ambiguo e infiel a la naranja completa que somos cada uno de nosotros. Teseo, Teseo, te deseo ser íntegro (desde la pulpa hasta la cascara).
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