martes, 6 de mayo de 2008

En la soledad, el libro


-En la soledad de mi espacio, sólo la compañía de siete libros impulsa mi alma hacia adelante. Mi celda me atrae únicamente porque en ella encontraré refugio en lo que esas siete obras me repiten día a día desde hace años. Hace mucho tiempo que perdí mi fe, que ya no creo en el dios al que prometí adoración eterna, privaciones materiales y una entrega absoluta. Ahora, pienso, es tarde para comenzar de nuevo. Por eso, los libros son mi única balsa para poder salvarme en esta vida. De la otra salvación, ya ni hablo, ni tampoco me la planteo, pues me parece perder el poco tiempo de que dispongo en fútiles preguntas. Sin embargo, llegar a la celda y sumergirme en estas historias, en estas ideas codificadas por la palabra, suponen el mayor (y único) placer que me está reservado todavía. Poder recorrer con mis ojos las mismas letras que fueron escritas hace siglos por autores tan solitarios como yo y con problemas similares a los míos, es algo que aunque se quisiera no se puede agradecer bastante; no sabría cómo, ni a quién rendir esa pleitesía. Tan sólo hacer lo que hago: leer de continuo esas frases hermosas, desarrollar mentalmente esos ingeniosos diálogos, imaginar cuanto se me cuenta, sucediera o no, y aguardar sereno el último acto que finalice mi recorrido. Mientras, transido de soledad, mis manos y mis ojos se alimentan al unísono con las palabras de este libro.

5 comentarios:

la cocina de frabisa dijo...

Qué foto más trascendental, ¿no? Al menos a mí, me lo parece.

Ese monje cartujo, en semisombra, con un libro entre las manos como único tesoro, se me antoja misteriosa y empuja mi imaginación al vuelo inmediato.

Me ha gustado el relato, has conseguido que tenga el punto y la coma necesarios y que no le sobre ni medio de ninguno de los dos. Y algo más importante aún, has conseguido dotarlo del mismo punto de misticismo que transmite la foto.

Qué diferencia con el tono erótico-festivo del de ayer, pero buenísimo esta policromía de matices.

Un beso

Nesalem. Vital de Andrés dijo...

Cada vez hay más dioses que adorar, cada vez hay más legiones de seres vivientes a quien dirigirse; cada vez hay más sectas a las que pertenecer. Cada vez aparecen más cosas que liberar.

Dadme ese libro peligroso de pastas negras cuya lectura tan sólo produce la más siniestra locura.

Anónimo dijo...

Casualmente en las noticias dijeron:VIDA SIN LETRAS.
Aunque parezca mentira,existen en
España a dia de hoy un millón de analfabetos,más de la mitad mujeres
estas personas tienen qué recurrir a otras para que les lean sus cartas ,facturas, cubrir impresos etc.

En tu relato él si puede leer de esos siete libros esas frases hermosas de continuo e imaginar lo qué se le cuenta, de diversas formas y maneras ya qué el poder de la imaginación es inmenso,él si VIVE CON LETRAS aunque sean repetitivas.M.T.

Ana Vázquez dijo...

Mejor con la fantástica compañía de unos libros, fundamentales en la vida, que con unos monjes...

Esa estatua encierra una historia, es preciosa, llena de misterio

Un saludo!

Mármara dijo...

Que mejor compañía que la de un libro para mitigar la soledad, incluso la eterna soledad de quienes prefieren el contacto de unas páginas al de unas manos.

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