sábado, 26 de enero de 2008

Incubación


Tras perder las hojas, los árboles del bosque se morían de frío, pero ninguno osaba decirlo. Ni el castaño, tan imponente, ni el haya, desde su altura, ni el roble, tan anciano, ni ninguno de los otros querían confesar que se encontraban helados. Sin embargo, no dejaban de mirar al suelo, donde se hallaban los restos que habían ido dejando escapar a lo largo del crudo otoño. La escarcha lo cubría todo y el silencio era rotundo. Mientras los árboles tiritaban, debajo, cubierta por el lecho de hojas y aislada de la gelidez del aire, dormitaba la única semilla que se encontraba intacta, segura contra todo, aguardando tiempos mejores. Todos los árboles miraban con sus ramas hacia el suelo, porque la oían palpitar. Ninguno sabía con exactitud a quién pertenecía ese futuro inmediato ni a quién le sería otorgada la ansiada descendencia. Ninguno lo sabía, pero cada uno confiaba en ser él el elegido. Entre tanto, seguían helándose a la intemperie. En silencio, pues ninguno dijo nada. Sólo aguardaban.

7 comentarios:

la cocina de frabisa dijo...

Junto con la llegada del otoño, aparecen las heladas, los días más cortos y las noches más perezosas; nos replegamos de la terraza al salón y se caen las hojas de nuestras plantas y árboles. Estos síntomas “post veraniegos” afectan especialmente a los árboles, se despojan de sus hojas e hibernan ante la escasez de calor y energía del sol. La fotografía, es buena prueba de ello, variedad de hojas cubiertas con una fina escarcha de hielo. Es una imagen que me gusta, me transporta a actividades propias de la estación y que me rechiflan.

Anónimo dijo...

Sabia naturaleza que permite que esos árboles se desprendan de esas hojas secas,dañadas y marchitas al paso del tiempo.Interrumpe durante el invierno su crecimiento cura todas sus fisuras y por fin brotan en primavera transportando savia nueva y llenandolos de vida.M.T.

Anónimo dijo...

Me gustan los colores que tienen los árboles antes de perder la hoja en otoño; pero, cuando ya la han perdido y se quedan con las ramas desnudas, siento nostalgia, tristeza, sensación de algo vencido. A partir de ahora pensaré que bajo ese manto de hojas secas, se ocultan semillas que algún día brotarán. No lo había pensado. Gracias por ayudarme a imaginarlo. María M.

Tawaki dijo...

El primer intento de comentario ha fallado. Espero que no salga duplicado.

Como decías ya en la primera entrada de este blog, tus fotos hablan por sí mismas.

Un abrazo.

Ana Vázquez dijo...

En realidad nadie se fija en las hojas, quizás sólo los barrenderos y les deben de caer realmente mal, porque cuando se libran de todas, cae la siguiente, así que está bien pensar de vez en cuando cómo lo pasan estos seres inanimados . Después de todo están por todas partes...son hojas, el símbolo otoñal más claro.

Lo siento, exámen de lengua, he de irme...

Mármara dijo...

Si te digo que se me han llenado los ojos de lágrimas...

Eduardo Arias dijo...

Lo sorprendente de muchos de vuestros comentarios es que me hacéis ver cosas que jamás pretendí, y que se me pasaron desapercibidas.
Os agradezco ese punto de inflexión que enriquece mi mirada también.

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