Y sin avisar, ni ruido de motores, ni cinturones de seguridad, ni respaldos rectos. Todo suave, silencioso, grácil, con esa perfecta armonía que da la experiencia de haberse leído de una sentada, cuando polluelo, Juan Salvador Gaviota.
lunes, 21 de enero de 2008
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2 comentarios:
En este caso, las palabras otorgan valor a la fotografía. Poco me diría la imagen sin ese comentario que la acompaña. Juan Salvador Gaviota aterrizando en una azotea, oye, que eso es otra cosa, ya me gusta más.
Me encanta ese libro! Buf! no me acordaba casi de él...un gran libro sin duda.
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