
Se fueron acercando poco a poco, con cierta timidez, pero arrojo creciente,hasta que ambos sintieron que no podían ir más allá. La conversación derivó de lo banal a lo superficial, con alguna incursión en lo íntimo. Cuando el más atrevido de los dos se dispuso a darle un beso al otro, éste adujo que eso era imposible, que qué se pensaba, que estaban a la vista de todos. "No hay nadie, estamos solos. La playa está desierta". El otro, con todo, no alejaba sus recelos. "Nadie nos verá. Será un piquito tan sólo, rápido y fugaz". Cuando parecía que la resistencia iba a ser vencida, alguien llegó por detrás, abrió sus enormes bocazas y depositó una bolsa de paella en mal estado, en uno, y dos más con bolsas de patatas fritas y envases de botellón, en el segundo. Después del estrépito de las tapas al cerrarse, se pudo ver cómo poco a poco se fueron alejando, dejando un hueco razonable y reglamentario entre ellos, como mandan las ordenanzas municipales de higiene en la playa.
1 comentario:
Parece difícil encontrar belleza en unos simples contenedores de basura, sin embargo has conseguido un efecto óptico más que agradable, la playa solitaria, el mar, la armonía de colores. Bonita de ver. ¿Incluso hubo romance? Qué romántico!
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