Paseaba distraído, cuando me encontré con un chico que intentaba pararse para observar una escultura de tubos metálicos en espiral. El interés del niño no logró la comprensión de su padre, que tiró de él con fuerza, mientras le ordenaba que dejara de mirar bobadas. Yo, en cambio, me quedé con la palabra "bobadas", y desde ese momento no pude dejar de mirar esos tubos, dispuestos en una doble espiral que se unían en el centro formando una figura abstracta. Arriba, el cielo, veteado de nubes, se erigía en testigo del buen tiempo que nos regalaba ese verano. El infinito de ambos bucles me llevó a calibrar la posibilidad de encontrar un principio y un fin donde poder iniciar o concluir la observación, pero no me fue posible. Entonces, la mirada se me enredó varias veces en mis recuerdos, que me llevaban desde mi infancia hasta una predicción de mi muerte, afortunadamente lejana. Los brillos de los lados de los tubos prismáticos se juntaban con los oscuros de las aristas, formando una cuadrícula imperfecta, pero atrayente hasta el hipnotismo. De ahí pasé a pensar en los claroscuros de mi vida, de la vida en general, y también en la de los dos protagonistas que ya se habían ido. Pensé en la vida, en la muerte, en los aciertos, en los fracasos, en la felicidad y en el dolor. Pensé en todo ello mientras no dejaba de observar la escultura de aquel paseo, al tiempo que iba dando vueltas al rededor de ella. Y ahí fue cuando comprendí por completo la actitud de aquel padre sabio y educador, que impidió que su hijo se obcecara en reflexiones vacías e inconsistentes que no llevan a nada positivo. Lo comprendí, desde luego. Pero ello no me impidió seguir pensando de él lo que pensé en el mismo instante en que se llevó a su hijo de allí con la violencia del totalitario, con la urgencia del acomplejado, con la tozudez de la bestia uncida a la noria.
domingo, 4 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
AVISO A VISITANTES
Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.
7 comentarios:
Esa "Bobada" a mí me parecen unas alas extendidas al cielo,donde casi se nota la brisa de ese dia de verano, por las nubes qué lo recorren.
Sea delante de esos bucles o en cualquier otra parte ¿Quien no analiza los claroscuros de su vida?.En momentos para bien ,o para mal,pues de nuestras experiencias con errores o sin ellos(qué es difícil no tenerlos pues humanos somos)siempre se sacan conclusiones válidas para seguir protagonizando nuestra vida.
Lo del padre sabio ,NADA ,nunca viene mal observar lo qué se nos ofrece ,de ahi qué cada cual obtenga sus conclusiones.M.T.
Pues a mí esa bobada me encanta!
Además detrás de esa "bobada", habrán montones de horas en el diseño y creación de la escultura...
Siempre nos puede evocar infinidad de cosas, nos puede inspirar, pero nunca dejarnos indiferentes.
Creo que ese padre no estuvo muy acertado!
Besines:)
No me extraña que la visión te llevara hasta casi el hipnotismo. ¡Qué orgulloso habría de sentirse el escultor si lo supiese!
Amplío la foto y me quedo mirándola, ese cielo tan filigranés (permíteme el vocablo) y esa escultura que asemeja la hoja de una palmera forman un conjunto indisoluble. Fantástica composición.
Sin saber el porqué, a veces nos vemos subyugados por algo que no tiene porque ser especialmente bello, puede tener magia como es este caso. También me secuestró durante unos minutos, más de los que le hubiese dedicado a cualquier otra fotografía.
Como las pulsiones que nos provocan a cada uno son tan personales, el que te hubiese retrotraído a tu más tierna infancia queda como mera anécdota. Lo que me molesta hasta límites insospechados es ese padre que está comenzando a privar a su hijo de vivir, de aprender, de detenerse ante aquello que le asombra y que seguramente le permitiría enriquecer su inicial andadura vital.
Por original, por dejarme perder en esas ramas metálicas y por tu historia, enhorabuena.
Un beso
Por partes: me parece que el escultor ha estado muy inspirado, porque ha sido capaz de lograr que unos hierros logren inspirar el resumen de una vida; el padre, con su "bobada", se sitúa en la esfera de un escultor acertado que no deja indiferente a nadie; y el autor de esta entrada simplemente demuestra una gran capacidad narrativa y de pensamiento. Y sobre el niño, no digo nada, porque ellos son una verdadera caja de sorpresas.
Un saludo.
Lo que da de pensar la palabra bobadas y una escultura. Si es que tienes que dar Historia del Arte. Claro que como pidas todo eso en los comentarios de los exámenes vamos retirándonos...
La foto me encanta. La escultura con el cielo crea un buen efecto. Y si a ese padre tozudo no le parecía arte eso... que vea los tres picos oxidados del muelle de Avilés (si te gustan, lo siento, pero son lo peor).
Muchos besos!
Las puertas de entrada y salida del tiempo y el desplazamiento inevitable en el espacio.
Torbellino y vértigo: qué más da: déjalo ser.
Me encanta la escultura, y me encanta tu "bobada", que me ha dado, a mí también, para pensar en la estulticia de ese padre, de muchos padre, de muchas madres, que coartan la libertad de sus hijos, quizás repitiendo modelos heredados.
Publicar un comentario