viernes, 23 de mayo de 2008

¿Puedo jugar con vosotros?


El niño negrito aún no sabe muchas cosas, porque es pequeño. Pero a sus años ya sabe que está solo, y que no tiene con quién jugar. No tiene a nadie cerca porque su padre está trabajando y su hermana mayor hace las tareas de casa y cuida de sus dos hermanos pequeños, desde que su mamá se murió en el parto de los gemelos; y además no le han mandado a la escuela. No sabe tampoco que el color de su piel será determinante en su vida, rodeado de personas que no se le parecen. Pero sí le da la impresión de que esa madre y ese hijo juegan el uno con el otro, y que parecen felices. Todavía no sabe que son dos esculturas de resina de policarbonato de vinilo creadas por un artista famoso y colocadas ahí por el ayuntamiento local. Pero sí sabe que son negras, y se parecen un poco a como es él. Por eso se queda mirándolas arrobado durante unos minutos. Luego, se acerca y se sube en las piernas de la madre y con timidez pero mucho deseo en el alma, formula la pregunta esencial, decisiva, cuya respuesta nosotros podemos anticipar, pero él no, todavía no, porque es pequeño, negro, pobre, huérfano, y aún desconoce el verdadero alcance de todas esas realidades.

5 comentarios:

la cocina de frabisa dijo...

Es una imagen y un relato muy tierno y éste último, también tiene un componente triste.

Subyace una reflexión y de la cual me apodero al instante. Quiero creer que los niños españoles se están acostumbrando a pasos agigantados a convivir con niños de otras razas, color o religión y si no se ven influidos por sus propios padres, llegará un momento en que no repararán en este hecho.
Mi aporte en este sentido es que he nacido en Montevideo, país que aunque de mayoría blanca, exiten también personas de color, cuando estaba en segundo de escuela mi mejor amiga (Susana) era una nena negra y yo la quería mucho.

Mi hijo pequeño tuvo por compañero de clase durante varios cursos a un niño con síndrome de down. Un día le pregunté si jugaba con él en los recreos y me dijo que sí, pero que era un "monstruo", me quedé muerta y timidamente le pregunté el porqué de esa afirmación, a lo que contestó, porque sabes Má, da unas patadas al balón con tremenda fuerza, todos queremos que esté en nuestro equipo!!! No pude menos que sonreír.....

Un beso

Belén dijo...

Oh dios mío, algunos textos tuyos tienen algo de triste pero este... este casi no lo puedo soportar...

Besicos

Sibyla dijo...

Es un relato triste...
Yo prefiero pensar, que el niño está ahí jugando, su madre adoptiva y blanca lo vigila con cuidado. Ella está sentada en un banco, y le llama para decirle que es hora de merendar.

Le ha traído un batido de chocolate de bebida y un sandwiche de queso y jamón york de bocadillo.
Pablo, el nombre con el que lo inscribieron, corre sonriendo junto a su "madre", le abraza y le dice que quiere volver a jugar con las estatuas negras.

Besines:)

Ana Vázquez dijo...

Ha sido muy triste este texto, ha estado lleno de rechazo, soledad e infancia rota. Qué penita que me da! :(

Un besin!

Mármara dijo...

Ojalá no tuviera que enterarse nunca, ese niño, del alcance de todas las realidades. Ojalá nadie tuviera que sentir el rechazo ajeno por la simple razón de ser diferente.

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