Ella no quería. Él se negaba. Pero el crío se empeñó. "Un beso los tres, sí, venga, los tres. Una vez sola". No lo habían vuelto a hacer desde hacía meses; y menos en medio de la calle, con todo el mundo mirando. Los adultos decían que no. El niño amenazó, chilló, pataleó, hasta lloró un poco. No le hicieron caso. Al final, decidió cambiar de táctica. Mientras su padre lo sostenía en brazos, se quejó de que algo se le había metido en el ojo. El padre, muy atento, aproximó su cara para mirárselo bien. La madre se acercó también a ofrecer su ayuda. Cuando tuvo sus cabezas a tiro de sus manitas, los agarró a los dos del pelo y los aproximó a su cara. Entonces los besó a los dos, primero a él, luego a ella. Al final, sin soltarlos, y con una voz dulce pero firme, exigió: "Venga, un beso los tres, los tres, como antes". Los tres juntaron sus bocas; casi sin mirarse los adultos, con los ojos muy abiertos, el niño. "¿Veis qué fácil? Como antes, como antes". Y, como había ocurrido hacía meses, los dos adultos volvieron a llorar, pero esta vez sin ansia, muy despacito, casi sin ruido, comprendiendo, cediendo, perdonando, mientras se abrazaban cada vez más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
AVISO A VISITANTES
Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.
7 comentarios:
Qué relato más tierno.
La pureza e inocencia de un niño,tienen tal poder, qué es fácil
contagiarse de él , aunque sea
momentáneo, para qué los adultos bajemos la guardia y seamos un poco más sensibles y frágiles aunque la magia no dure mucho.
AYYYY yo támbien bajé la guardia.
M.T.
En tu entrada de hoy coinciden en ternura tanto la foto como el relato.
Reflejas muy bien en la narración la perspicacia del chiquillo. Cuantas veces pensamos que no se enteran de nada y lo que realmente ocurre es que no hay nada que se les escape.
Muy bien captada la importancia del niño en el acercamiento de sus padres.
Un beso
¡Muah! Ello es como el instante en que das la palmada.
¡Qué bonito, Eduardo..!La inocencia del crío trayendo a colación tiempos mejores, supongo,todo lo arregla. O, ¿quizás el hijo ya capta lo que él puede arreglar? Sencillamente, precioso.
Un abrazo.
Una foto muy tierna llena de inocencia y complicidad. Saludos!
UFFFFFFFFFFFF!!!!!!!!!
Qué tierno!
Me ha gustado, deberían de existir más actitudes de ese tipo, abrazos y besos en familia...
Besines:)
No sé quién dijo, hace poco, que un buen libro es el que te hace levantar la mirada de sus páginas.
He levantado la mirada de la pantalla para dejarme llevar por lo que cuentas. No me gusta esta foto, pero mucho lo que has sacado de ella. Me ha recordado lo torpes que somos las personas adultas cuando nos enzarzamos en las luchas de poder. Me ha hecho desear que no se me olvide.
Publicar un comentario