sábado, 15 de octubre de 2016

AVISO PARA LA SIGUIENTE RAPIÑA



Este esqueleto de edificio es uno de tantos como pueblan nuestra geografía, tanto urbana como rural. Representa un símbolo de lo que a lo largo de varios años se llevó a cabo en la política y la práctica urbanística en España. Representa una advertencia involuntaria. Nos muestra lo que sucedió y, a la vez, nos avisa de la siguiente oportunidad que aprovecharán los golfos apandadores y los mafiosos profesionales de la política de este país, para poder esquilmar a los más débiles, y al tiempo hipertrofiar aún más sus cuentas corrientes. Esa construcción, erigida tan sólo en su estructura de hormigón armado, nos debería prevenir ante el futuro venidero y prevenirnos ante la fórmula que estos sinvergüenzas inventen para poder seguir quienes son y mantenernos a los demás donde ellos quieren que estemos.

El problema es que nos seguirán dejando en el mismo lugar, porque la mayoría simple de españoles, como toda sociedad encanallada (y la nuestra lo está, sin duda), no desean ni experimentos ni cambios: sólo desean mantener la superestructura ya existente; con algunos cambios de superficie acaso, pero nada más. Por eso, el partido más corrupto de la historia reciente de este país (mucho más aún que el último PSOE de Felipe González, que ya es decir), aguanta el tirón, habla lo justo, disculpa lo otro, echa velos por doquier… a la espera del siguiente timo del toco-mocho que los españoles nos envainemos vía rectal.

Estos días se juzga la mayor trama de corrupción que una serie de hábiles y ambiciosos individuos tejieron en este país, en necesaria connivencia con el Partido Popular, la llamada Trama Gürtel. En ella estamos viendo declaraciones sorprendentes por su crudeza realista. A continuación, cuando todos deberíamos estar clamando por cabezas y vísceras, ningún político de fuste comenta nada, el juicio proseguirá, se dictarán unas sentencias más o menos condenatorias, se pasará vuelta a la página, y todo quedará listo para el siguiente latrocinio bien urdido, quién sabe si con la colaboración de los bancos, la troika, el clima o el coño de la Bernarda.

Sin embargo, cuando yo paso delante de uno de estos esqueletos que pueblan nuestro país de punta a cabo, siento mi sangre hervir. Con ingenuidad manifiesta, tiendo a pensar que a alguien más le sucederá lo mismo, y con contumacia infantil, lo muestro para conseguir que recordando, pensemos, y pensando, logremos variar ciertos rumbos. Mucho me temo que tanto la ingenuidad y la contumacia sean mis males endémicos, y me aportarán más disgustos, mayor sensación de impotencia y una sublimación creciente de la necesidad de sangre, de vísceras, de cabezas.

Inmueble interrumpido y abandonado, en La Coruña (Galicia, España)
Febrero, 2012 ----- Nikon d300

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