Nos daba pena el gallo. Asomaba por la puerta, como temiendo nuestra presencia. Pero no escapaba de nosotros: huía de los requerimientos amatorios de las verdaderas dueñas de su corral, las gallinas de su harén, que lo acosaban hasta un extremo difícil de predecir para un ejemplar de su casta y fama. Pero, sí, los últimos tiempos le habían resultado angustiosos. No sabía por qué, pero ya no se conformaban con una monta cada dos o tres días. Ahora había de ser a diario, y con todas ellas. El pobre gallo lo atribuía a la nueva alimentación a base de piensos, pero su realidad más inmediata es que ya no sabía dónde meterse.
La verdad es que nos daba mucha pena el gallo, y más cuando vimos detrás de nosotros a dos docenas de gallinas, aguardando a que nos fuéramos, para dar rienda suelta a sus deseos. Solidarios, las espantamos a correazos y a voces: el corral se vació en un instante. El gallo comprendió que estábamos de su parte, pero seguía temblando tras la puerta.
Pero lo cierto es que el gallo nos daba tanta pena, que esa misma noche decidimos poner fin a sus miedos, y alegramos la cena con la inusual tersura de su carne, de sabor exquisito, que más de uno atribuyó a las transformaciones que sufre la carne ante el sexo ejercitado de forma regular, cuando va unido a un pánico muy prolongado.
La verdad es que nos daba mucha pena el gallo, y más cuando vimos detrás de nosotros a dos docenas de gallinas, aguardando a que nos fuéramos, para dar rienda suelta a sus deseos. Solidarios, las espantamos a correazos y a voces: el corral se vació en un instante. El gallo comprendió que estábamos de su parte, pero seguía temblando tras la puerta.
Pero lo cierto es que el gallo nos daba tanta pena, que esa misma noche decidimos poner fin a sus miedos, y alegramos la cena con la inusual tersura de su carne, de sabor exquisito, que más de uno atribuyó a las transformaciones que sufre la carne ante el sexo ejercitado de forma regular, cuando va unido a un pánico muy prolongado.
7 comentarios:
Pobre suerte la del gallo.
Quizás... de haber podido escoger entre terminar siendo el centro de la francachela o complacer a las gallinas de su "harén"... mmmm... no se.
Siembra una duda razonable... ¿no te parece?
Me gusta.
Un final curioso... me ha hecho reír. ¿Seguro que ese es el final que el gallo deseaba o simplemente se estaba haciendo de rogar?
Por cierto, abro mi boquita para pedirte prestada la pelí que has nombrado en mi blog. Quiero ver todas las posibles. Y comentarte que en cuanto grabe en un DVD "Las alas de la paloma" (con su triste calidad de .avi, todo hay que decirlo) será toda tuya.
Un beso!
Oh, pobre gallo, no se que preferiría, si sexo o morir...
jajajajjaja
Besicos
OYE tú eres un peligro con las aves de corral no te imagino teniendo una granja no tendrias futuro te los cargas a todos.En enero nos pones un pobre pollo ya con el cuchillo al cuello(aquí algo falla)y ahora comes y saboreas a este pobre gallo sin darle un reconstituyente para seguir cacareando y siendo el dueño de su gallinero. Muy simpático el relato.¿De veras estaba tan buena la carne del sufrido gallo.....?M.T.
Pobres gallinas!!!!
Quién les alegrará ahora el día?
Ja,ja,ja,ja,
Ha sido un relato divertido.
Saludos;)
Simpatiquisima la foto!! La cabeza del gallo asomando entre el pequeño resquicio de lo que asemeja a la puerta, esta total. Vista la fotografía y con la imagen en la cabeza, he leído el relato y tiene la chispa humorística a la que nos tienes acostumbrados, me ha gustado.
Un besazo
Tú, y tus jodíos finales sorpresivos. He hecho mi propia lectura del jodío final sorpresivo, pero casi que me la guardo. Ahora bien, la foto no me puede gustar más.
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