martes, 12 de febrero de 2008

Complicidad


A la nena le habían dicho siempre que a los santos (y a sus estatuas) había que rezarles mucho, porque así le concederían sus favores, si se lo pedía con la humildad y la inocencia debidas. Pero ella se conformaba con mirarlas y seguir con sus ojos las curvas, los rizos, los rostros, los huecos cincelados o devastados por el tiempo, la policromía sutil de la piedra. Ese domingo, sin embargo, una voz en su interior le pidió con urgencia ayuda. Desconcertada, por unos instantes no supo cómo reaccionar. Pero después no le cupo duda, aquella estatua le hablaba. Y le pedía que le tocara el pie, pues quería sentir de nuevo el calor humano, que ahora se le hurtaba tanto. Sin pararse a pensar en cómos ni porqués, se adelantó de donde se hallaba y se acercó a la escultura que se encontraba exenta en el medio de aquel claustro. La miró, se sintió extrañamente muy próxima a ella, y sin mediar más palabra, colocó su manita sobre el pie desnudo del santo. La dejó allí un ratito, mientras no dejaba de mirarle el rostro barbado y serio, esculpido hacía siglos. Después, la apartó con suavidad. Cuando la niña regresaba, urgida por los padres, un pequeño rictus de la estatua dulcificó la expresión por un instante. La niña no necesitó darse la vuelta para captarla en toda su intensidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, pues no se que me ha pasado,pero cuando he leído esto que has escrito me ha recordado a lo que yo hago por pura inercia cuando veo la imagen de un santo, de un crucificado o de una dolorosa.Da igual, institivamente paso mi mano por sus pies, les doy un beso o hago un ruego.No sé si es algo que se hace desde pequeño, o que se hace porque se lleva dentro. Saludos desde Sevilla

Anónimo dijo...

¡Está muy bien!La niña tiene una pose qué parece estar por una pasarela en un desfile de moda,bien conjuntada en blanco y rojo y cogiendo su vestido con la mano. Son preciosos esos años en los qué la imaginación crea un mundo fantastico, tu relato me recordó la pelicula "El laberinto del fauno" M.T.

la cocina de frabisa dijo...

Simpática foto y acorde el relato que la acompaña. Muy bueno el fondo oscuro que resalta el colorado intenso de la vestimenta de la niña y el indefinido color del mimo. La cara de la niña es todo un poema de expresión, incredulidad y sorpresa, buenísimo el gesto. El relato narra con detalle lo que podría estar pensando la chiquilla, perfectamente creíble. ¡Enhorabuena!

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