miércoles, 1 de marzo de 2017

LLUVIA EN EL SANTUARIO DE COVADONGA


Ir al santuario de Covadonga supone apostar sin fundamento a la ruleta, pues  uno nunca sabe el tiempo que habrá, porque hay más posibilidades de fallo que de acierto. Lo más apropiado es ir de cualquier modo, porque se trata de un lugar que en cualquier circunstancia aparecerá imponente a la par que recatado o bello al tiempo que kitsch. Y, según el momento del día o del año en que se llegue, y el estado de ánimo de quien lo visita, puede sentirse tanto silencioso como lleno de bullicio.

Yo lo he visto con un sol poderoso que lo ilumina todo de azul y de infinitas gamas de verde. He estado bajo un sol tímido, que juega al escondite, y que sólo arranca leves destellos a los tejados y a las aristas de los edificios. También lo he contemplado con niebla fluctuante, que hace que todo parezca una gigantesca fábrica de algodón de azúcar móvil. Y, las más de las veces, con lluvia suave, que es como yo lo prefiero. Porque es entonces cuando hay menos gente; cuando las gotas refractan mejor el espíritu del lugar. Pero, sobre todo, es cuando el sordo sonido de la lluvia sobre las hojas me tranquiliza el alma y me reconcilia con todo.

Basílica de Covadonga (Asturias, España)
Diciembre, 2002 ----- Konica Minolta DiMAGE 5

1 comentario:

la cocina de frabisa dijo...

Es una foto tan, tan, tan bonita que es para quedarse un rato, impresionante, me encanta. Enhorabuena, es verdad que el lugar ayuda, pero la foto es preciosa!

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