jueves, 17 de mayo de 2018

EL ASPECTO CANALLA DE LAS BANDERAS

                                                          

En un pueblo palentino han encontrado una manera original de cuidar (sic) a sus árboles, y de paso protegerlos del frío. A una docena de plátanos de la calle principal del pueblo, los han abufandado, valga el palabro, con una serie de tejidos de punto con los motivos más curiosos (telas de araña, abstractos, azulejados, motivos de tapete camero, hules de mesa camilla, y otros motivos igual de modernos). Me sonreí de inmediato ante dicha propuesta. Pero en uno de ellos, también, la bufanda recogía las diecisiete banderas autonómicas de España. De súbito, se me ensombreció el ánimo.

Luego di en pensar sobre la tristeza de dicha situación. En el hecho de que unos colores, unas barras, unos elementos variados, tengan para sí la capacidad de ser los símbolos de determinados pueblos, no debería ser motivo de sensaciones negativas: ni odio, ni asco, ni indiferencia; tampoco, de tristeza. Pero el caso es que es así. Los seres humanos somos así. Somos el único animal simbólico, que atribuye unos valores a ciertos elementos materiales, cambiando su significado y aumentando connotaciones a su estrecha denotación. Sí, somos simbólicos, pero esos símbolos suelen ser signos de diferenciación, en vez de servir de unión.

En clase suelo explicar el acierto que tuvieron los diseñadores de los siete billetes de euro, cada uno de los cuales presenta en su anverso una ventana y en su reverso un puente, en los diferentes estilos artísticos que no han supuesto movimientos locales, sino aquellos que se dieron en amplias zonas europeas. Se trata aquí de aprovechar dos elementos arquitectónicos a los que los humanos les hemos dotado de un significado de luminosidad, unión y concordia.

Pero las banderas, que deberían servir para lo mismo, por el mal uso que determinados humanos hacen de ellas, se están convirtiendo en marcas excluyentes, separadoras, identificadoras de la diferencia. Eso es lo que a mí me produce vergüenza, asco, impotencia. Un inglés ilustrado llegó a decir que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Yo añadiría que las banderas son los vestidos con que se enfundan los cuerpos cuyas mentes resultan más vacías. 

Cervera de Pisuerga (Palencia, Castilla y León, España)
Mayo, 2018 ----- Nikon D500

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