martes, 4 de julio de 2017

HASTA LA CADENA (LATROCINIO DE AMPLIO ESPECTRO)



Esto que vemos podría tener cierto humor, siempre que quien observe no tenga nada que ver con la propiedad del vehículo. Porque la cosa tiene su guasa. También, su mala leche. Pero, por sorpresivo que nos resulte, lo primero que nos suscita la imagen es la sonrisa, cuando no la risa más maliciosa. Pero, si descendemos un poco más, la cosa se las trae.

Pensemos en el dueño (o dueña) de la bicicleta en cuestión. Cuando llegara, tal vez al trabajo, tal vez a hacer un recado, tal vez a visitar a su pareja, tal vez yendo de compras o al centro donde estudiara (¿quién sabe?), realizaría el gesto mecánico de abrir el candado protector (!) y cerrarlo alrededor de la zona más segura (!) que no se podría llevar nadie sin serrar el metal (lo cual se intuye difícil en plena calle, pero no imposible). Como siempre que llevara a cabo ese gesto, no prevería nada raro, sino que se trata de algo que habría hecho siempre, y es muy probable que nunca antes hubiera tenido un percance previo. Pero esta vez sí que sucedió algo. Mucho, a nuestro entender.

Para empezar, digamos que esta foto está sacada en un barrio céntrico de una ciudad española mediana. Céntrico; no periférico ni suburbial. Y con mucha visibilidad; es decir, no en un callejón escondido. No sabemos si el vandalismo se produjo a plena luz del día, pero tampoco nos extrañaría demasiado enterarnos de que así hubiera sido. Sigamos analizando los restos del latrocinio, que son muy escasos. Escasos, porque de una bicicleta que fue sólo han dejado el cuadro, los platos, los pedales y la horquilla delantera. Pocos restos, aunque suficientes para identificar lo que antes fue y ya ha dejado de ser. Del resto de la bicicleta primigenia, ha desaparecido todo aquello que se pudiera, con cierta maña, desenganchar o desatornillar de un modo rápido. Podría parecer que quienes perpetraron el robo eran profesionales. Ha de advertirse que se han llevado hasta la cadena, cuyo desenganche de los platos centrales suponemos más problemático que desanclar tan sólo las ruedas. Pero, sí, todo lo demás falta. Hasta el sillín y el manillar. Imaginamos, pues, que si así procedieron, sería porque dichas piezas se podrían vender con facilidad a compradores amantes de las gangas.

De modo que no robaron la bicicleta entera, pero de ella sólo queda su nombre y el chasis. Y el candado. Del que suponemos que ni siquiera se molestaron en manipular, ya que levantar las otras piezas llevaría a los delincuentes menos tiempo que intentar abrirlo. O sea, que el robo está realizado por profesionales chapuceros, poco expertos en limpieza, y sí en robos a lo bruto. Y es ahora, viendo los restos de su acción, cuando ya nos reímos menos. O, más probablemente, nos cabreamos mucho. Porque la siguiente víctima podría ser cualquiera de nosotros.

En La Coruña (Galicia, España)
Octubre, 2016 ----- iPhone 6 Plus

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