martes, 19 de enero de 2016

LOS BELLOS CONTRALUCES DE LAS ESTAMPITAS


Cuando chico, a mí me encantaban estos contraluces tormentosos. Al ver uno en cualquier lado, enseguida me arrimaba a contemplarlo y a apurar unos instantes de vida ascética, siquiera sea en modo postal o estampita religiosa, que era donde se podían ver con asiduidad. Porque los que buscaban atraer hacia lo espiritual/religioso/sectario siempre han gustado de este tipo de imágenes que, por su belleza, siempre apuntan a lo trascendente a poco que te descuides y babees un poco. Debo decir que yo, en aquélla, estaba descuidado, era creyente profundo y, obvio, babeaba lo mío con esas estampitas. 

Hoy, no. Es más bien todo lo contrario. Sin embargo, aún me atrae secretamente su estética atormentada y barroca, sin que sepa explicar muy bien por qué. Por eso,  cuando veo una de esas fugaces imágenes, en las que la luz es tan instantánea y cambiante por segundos, si tengo la cámara a mano, suelo apuntar y disparar. Y a veces sale algo que luego pueda editarse con cierta paciencia. La imagen de arriba surgió en un viaje que realicé por el interior de Segovia hace unos años, cerca de Pedraza de la Sierra, viajando con la única compañía de mucha música comprimida, varios libros de cuentos, una libreta y una maleta con los arreos fotográficos. No fue una llamada divina lo que sentí al verla. Pero la sonrisa que me brotó al encontrar una de las tomas rescatables se le parecía mucho.

Desolado paisaje entre Pedraza y Ayllón (Segovia, Castilla y León, España)
Marzo, 2007 ----- Nikon d100

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