sábado, 27 de febrero de 2016

UNAMUNO, MI HÉROE

Hay algo que me revienta siempre en las declaraciones de cineastas, escritores, periodistas y hasta algún deportista, cuando les entregan un premio cualquiera. No, que no cunda la alarma. No es el conjunto de solecismos, anacolutos, disparates varios y lugares comunes con que nos suelen regalar nuestras lumbreras culturales. Es la falsa modestia. Decir que uno no merece aquello que recibe, cuando lo que uno piensa o siente es algo parecido a “ya era hora de que toda esta caterva de descerebrados reconociera la calidad de mi carrera, obra, reportaje, gesta deportiva, etc., que está muy por encima de la media de todos los que me siguen a gran distancia”.

Decir que uno no merece un galardón cuando otros han decidido que sí lo merece implica varias reflexiones. La primera, es una falta de educación, porque si realmente se piensa no merecerlo, está tildando de incapaces a quienes han formado parte del jurado seleccionador. La segunda es que salvo contadísimas excepciones lo más habitual es que la vanidad intrínseca a todo ser humano esté trocando su verdadero sentimiento de gozo u orgullo por algo diferente, que la concurrencia espera oír. Y de aquí surge la tercera, porque si lo que la concurrencia -incluido el jurado- espera oír que no lo merece, ¿para qué lo premia? ¿No sucederá en realidad que los premiados han aprendido que los pocos que se han atrevido a reconocer los méritos propios de los galardonados han sido después criticados, humillados, escarnecidos?

Cabría introducir aquí una anécdota muy conocida sobre la concesión de premios. A principios del siglo XX, Alfonso XIII entregó un galardón en forma de cruz al gran escritor Miguel de Unamuno. Este acudió a la cámara regia, y cuando estuvo ante el monarca, se produjo el siguiente diálogo:

—“Vengo a presentarme ante su Majestad, porque me ha dado la cruz de Alfonso XII, que merezco.
—Es extraño -repuso el Rey-; los demás a quienes he dado la cruz me han asegurado que no se la merecían.
—Y tenían razón -contestó Don Miguel.”

Seguramente, si yo lo hubiera conocido no tendría buena opinión de su cercanía personal, dado su agrio carácter. Pero, así, en la distancia, y en los términos apuntados, lo confieso abiertamente: es mi héroe; o, mejor dicho, uno de ellos.

jueves, 25 de febrero de 2016

ABSTRACCIÓN TRAS EL POSTRE


Seamos sinceros. Hemos visto cuadros más horribles en algún museo, con líneas de parecido trazo y colorido semejante. Hemos huido de su estética sin semántica, atribuyendo a sus autores las mayores dosis de dureza facial que nos cupiera imaginar. Y, sin embargo, uno contempla lo que resta de un postre delicioso, y lo encuentra bello. Quizá porque ha sido producto del azar (y de una preparación de la cocina, claro), porque su pretensión no es la de captar a los medios de comunicación ni transmutar vacío alguno en contenido críptico que desentrañar. Tal vez porque no se intente vender a continuación por una cantidad simbólica o insultante. Tal vez porque sólo es eso: un conjunto de líneas y manchas cuya unión produce una sensación de sosegado frescor, tras una comida llena de sorpresas que aún deparaba la última cuando ya no se la esperaba. 

Plato de postre en restaurante de vanguardia (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- iPhone 6 Plus

martes, 23 de febrero de 2016

PERIPECIA PERSONAL DEL 23-F

El día de autos, me faltaban dos meses y medio para cumplir los 18, y a mis amigos les había dicho que por fin tenía novia (aunque no fuera del todo verdad). Aquella tarde, hubo estudio intenso en la facultad, porque en breve teníamos un examen inhumano de Historia Antigua. Con todo, el repaso y la consulta de los volúmenes de la biblioteca no fue obstáculo para un café y, ya de vuelta, para algunos besos largos bajo algún balcón. Yo vivía en León. Hacía mucho frío. Era febrero.

Cuando llegué a casa, mi madre estaba cosiendo, lo natural. Pero nada más que entré en la cocina, me dijo que algo gordo había sucedido en Madrid, porque llevaba un buen rato oyendo cosas en la SER que no le cuadraban nada, y le pareció que había escuchado tiros. A mí me extrañó, porque mi madre no solía escuchar la radio en su vertiente política; ella era más de telenovelas o programas de divertimento. Si me habló de lo que había sucedido en el Congreso de los Diputados hacía un rato, es porque debieron conectar las propias emisoras, y ella no cambió el dial. Pues bien, escuché atentamente, y me enteré de la noticia del golpe. A mi edad, y en aquellos momentos ya tenía conocimiento de causa como para entender las consecuencias posibles de un golpe de estado en nuestro país. Más, siendo estudiante de Historia. Un sudor frío me fue invadiendo sin que me diera cuenta consciente, pero sí de un modo global, difícil de definir.

La puntilla la dio una llamada de teléfono sobre las nueve de la noche. Era mi chica (aunque no lo fuera del todo), que me avisaba de lo que estaba sucediendo, pero con noticias cercanas. Su padre era guardia civil, y no de los más democráticos que se pudieran encontrar en la España de entonces. Pero él y toda la compañía estaban acuartelados, sin saberse de momento nada más. Su familia estaba paralizada, sin saber qué hacer. Si antes tuve sudor frío, ahora cierta angustia me fue atenazando los músculos. Procuramos tranquilizarnos mutuamente, pero ambos sabíamos que la cosa pintaba mal. Colgamos.

Me dispuse a cenar. No olvidaré aquella cena, que tan mal me supo. Sopa de cocido y tortilla de pimientos. La primera, me encantaba; la segunda, no. Ambas se me atragantaron de un modo que recuerdo con mucha viveza. Apenas comí pan. Bebí mucho. Datos reveladores. No despegábamos la oreja de la radio. Las noticias eran confusas y acumulativas, de modo que toda la claridad que hoy poseo sobre ese hecho histórico en aquellos instantes brillaba por su ausencia. Las horas se fueron sucediendo, pero nadie hacíamos lo que teníamos que hacer. Mi madre sí, porque fregó. Aun con todo, estábamos expectantes, tensos, miedosos en el fondo. Seguimos pendientes de lo que sucedía. Lo sorprendente es que en aquella nos acostábamos todos muy pronto, al contrario de lo que nos sucede hoy. Pero aquella  noche, sin decidirlo, de forma natural, fuimos dejando pasar los minutos y las horas, esperando quién sabía qué; hasta que por fin el mensaje del rey, pasada la una de la mañana, ofreció alguna tranquilidad. En mi caso, no demasiada, he de admitir. Pero fue la señal de que había que irse a la cama. No suelo recordar lo que sueño. Sin embargo, a la madrugada siguiente sí lo recordé. Tenía que ver con mi novia (aunque en realidad no lo fuera). Me había dejado porque a su padre lo habían fusilado por ser favorable al golpe. Tardé un par de horas en comprender que la realidad iba a ser bien distinta. Al menos, en lo referente a su padre.

lunes, 22 de febrero de 2016

ATARDECER SOBRE EL RÍO


¿Se puede sentir algo distinto del sosiego, que parece emerger del fondo del río para colmar los ojos ante la marcha del sol? La humedad se siente, como el titilar de las ondas, y la tibieza del atardecer del verano al borde del agua. Los recuerdos del día se ordenan. El impulso vital se aquieta, nos preparamos para el descanso. Pero antes, la explosión del contraluz nos prepara para el cambio de luces. El reflejo nos lo dice todo: lo que fue el día, lo que retendremos de él, y lo que nos deparará el siguiente. Aguardemos, mientras. Descansemos después.

Atardecer sobre el río Adour, en Peyrehorade (Landas, Aquitania, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 21 de febrero de 2016

SUELTOS DEL PALIMPSESTO (I)

Tal vez sea cierto que no sé nada y que todo esto es un sueño cuyo despertar nos arroje al estercolero onírico de una inteligencia suprema. Pero no es menos verdad que la construcción de mi sueño particular es lo suficientemente repetitiva y monocorde como para que si la primera hipótesis fuese contemplada, no debe procurar sino dolores de cabeza monumentales al presunto soñador.

Digo esto porque es de noche. Y a mí me fascina, del mismo modo a como yo antaño temía la oscuridad nocturna y los misterios que ésta pudiera conllevar. Mi memoria recala ahora en aquel niño precoz y sensible que no soportaba que lo dejaran solo siquiera fuera para coger carbón en un cuarto 15 metros más arriba. Ese temor a lo oscuro, a la ausencia de compañía que me convertía en un momentáneo huérfano accidental, pudo muy bien ser el acrisolado molde donde se alearon los materiales que hoy conforman mi estructura; una composición que adora lo oscuro, lo nocturnal, la solitude, lo señero, quizá lo exclusivo. Es más que probable que la forma de memoria más recurrente e inmarcesible pueda provenir de la inversión de los términos en los que uno edifica su infancia. Ambos elementos, contrarios, rivales a pesar suyo, conocen lo suficiente el uno del otro como para que su pensamiento se ocupe recíprocamente del emparejado de por vida.

La teoría de los contrarios volvería, de esta forma, a ofrecer un hermoso paradigma, sin ostentación aparente, de que sólo perdura lo desigual, lo que no se puede comprender del todo, aunque ambos sean partes integrantes metamorfoseadas del mismo sueño, de la idéntica irrealidad que les dotó de forma. 

Suelto del diario inédito Palimpsesto del dubio y la aoristia, de octubre de 1995

sábado, 20 de febrero de 2016

RESOLUCIÓN DEL PROCELOSO ENIGMA



Al lado, otra visión de la "obra de arte". A la derecha, en recuadro pequeño, la mesa en cuestión, arrinconada con otras al final de la clase















Ya sabía yo que mis escasas pero inteligentes seguidoras iban a adivinar por dónde iban los tiros, al menos en un grado de acercamiento suficiente como para acreditar que habían mirado la imagen con atención y, además, habían visto.

Efectivamente, se trata de una mesa-pupitre. Su color verde penicilina tradicional delata una parte del rectángulo, y quien haya estado en contacto con ese tipo de mobiliario escolar habrá sabido dirigirse enseguida en la dirección correcta. Es una mesa de una clase. Pero es una mesa arrinconada en la parte de atrás de un aula que ya no se llena nunca, y que se usa para desdobles, optativas o grupos de escaso número. En la imagen pequeña se puede ver lo arrinconada que está junto a otras, que se hallan en un estado mejor, aunque menos llamativo.

Porque lo que llama la atención a cualquiera que se acerque a ella con cierta intención de ver, son dos cosas. Una, el destrozo que promociones de alumnos infligieron en su superficie superior. Y dos, el dibujo artístico que llegó a producirse en el espacio que antes debía servir para apoyar la tarea de los alumnos en el aula. Son cosas contrapuestas, pero seguramente por ello me captó el interés cuando caminaba por el aula, mientras mis alumnos de Arte realizaban su miniexamen semanal. Lo gracioso es que esa mesa llevaría ahí meses, pero sólo la vi con detenimiento en ese instante. Como me gustó lo que vi, y sobre todo, supe seleccionar, lo fotografié al momento, a espaldas de los chicos, que se afanaban en escribir lo más posible en el reducido tiempo de que disponen en cada diapositiva. El resultado, lo que visteis ayer, pero también lo que veis hoy. Y a continuación, viene el punto reflexivo.

Bajo el destrozo, alguien fue configurando la posibilidad de crear un atisbo de belleza (obviamente, todo es opinable). Quién sabe cuántos alumnos tomaron la tarea en cadena, o bien si fue obra de un anónimo o anónima aspirante a grafitero o artista o si sólo fue una cuestión de divertimento, aburrimiento, venganza, compensación. Lo que me choca es que ante el enfado por el primer paso (el destrozo del material escolar) viene la admiración sorpresiva por la creación de un espacio estético en un marco sorprendente, inhabitual y hasta esperanzador. Porque después del hartazgo de la condición de alumno, tras los posibles deseos de hacer daño con el rasgado y arrancado de la parte superior de la mesa, queda el interés de hacer de aquello mutiladamente feo algo que lo fuera menos, o incluso algo que buscara deliberadamente la belleza. Una especie de “arte povera”, pero en el aula. La moraleja es que nunca sabes dónde el ojo permitirá una sonrisa que permita concebir y engendrar esperanzas. Ojalá cada noticia negativa que se diera en un centro educativo conllevara su réplica positiva y su afirmación de que aún es posible creer, de que no todo está perdido.

viernes, 19 de febrero de 2016

¿QUÉ MUESTRA ESTA IMAGEN?


Esta fotografía algo desenfocada, de formato algo inusual y calidad discutible, impropia de mí (ejem) ha sido realizada por mí mismo con la cámara que en ese momento tenía a mano (más bien, a bolsillo), que era mi teléfono móvil. 

Pero antes de desentrañar los misterios que alberga, me gustaría que el espectador (o espectadora) intentara adivinar de qué se trata, de qué material está hecho, qué representa, desde dónde está sacada la toma, etcétera. Que intente adivinar, en definitiva, qué puñetas es eso que muestra esta imagen. A primera vista, podría parecer un dibujo abstracto, una pintada callejera, una foto aérea, no sé, algo así, ¿verdad? Luego, los colores, bien delimitados por ese trazo grueso de color blanco: sólo cuatro tonos, con gran definición, pero que tampoco revelan demasiado de su contenido, aunque se adivinen trazos de escritura o numéricos.

El asunto es bien simple: me gustaría saber qué se puede pensar de esa imagen, así, sin más información. Prometo desvelar mañana el “secreto”; si alguien responde a la llamada, claro. Suponiendo que nadie lo acierte, que imagino que entre la muy abundosa gente inteligente que conozco, habrá quien sepa, adivine, se atreva, y lo escriba (aquí o por otros conductos más o menos oficiales).

jueves, 18 de febrero de 2016

RECUERDO NOCTURNO

Podría describir cualquier universo si ahondase en vuestros ojos y sus miradas tranquilas y sin miedo, anhelantes de un pasado inexistente, recipientes de un desconcierto general. Podría beber con vuestros rostros y apagar cualquier sed que me oprimiera el alma, aunque no fuerais conscientes de la profundidad de vuestro abismo.

Y, sin embargo, sólo puedo escucharos, impávido, y dejaros hacer, mansamente, mientras os contemplo, arrobado ante esa inercia inútil pero dulce. Tiempo inútil, sí, tiempo inútil. Pero, más adelante, tras esta etapa transitoria, hallaréis otros lugares donde destilar el peso de vuestros errores, de vuestra lógica inmadura y paradójicamente lógica, pero emocionada, con gusto agridulce por la vida.

Con todo, y sin yo quererlo, lloraré vuestra ausencia. Vuestra imagen sobrevivirá en este tiempo amarillo y soberbio sin alquimias, pura o deformada, envuelta en la tranquilidad aparente de quien pensó no ser nada para nadie, pero siéndolo, sí, siéndolo. Siéndolo.

Del libro inédito Prosas tristes. Arias profanadas. 1998

miércoles, 17 de febrero de 2016

BALAS EN LA CAMPIÑA FRANCESA


Éste es uno de los paisajes más recurrentes en mis viajes estivales por Francia. Una campiña más o menos verde (siempre más verde que por acá), con la mies segada perfectamente, y en la superficie, destacando bien a las claras, docenas de balas de paja como las que se contemplan en esta imagen. Pueden ser cilíndricas o prismáticas. Pero todas en un agradable desorden aparente, que suele ser una invitación a que me baje de la autocaravana, y tire unas cuantas fotos, a ver si logro alguna composición que dote de sentido estético o geométrico a lo que en principio no lo tiene. A veces, hasta lo logro. Pero incluso cuando no, con el olor del campo y la hierba compacta, unido al sudor del mediodía y que siempre habrá en cercanía algunos árboles que enmarquen y refresquen la escena, ya habrá merecido la pena la parada. Habré aspirado de nuevo un poco de aroma puro de verano en un cóctel que mi nariz reconoce de inmediato y que me empuja a seguir adelante en mi recorrido pausado por tierras desconocidas, cada vez más reconocibles.

Alrededores de Orcival (Puy-de-Dôme, Auvernia, Francia)
Julio, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 16 de febrero de 2016

LA VIRTUD, AL MODO DE GRACIÁN

Releo, hojeándolo, Oráculo manual y el arte de la prudencia, una joya del pensamiento de mediados del siglo XVII, escrita por uno de los grandes mencionados, pero muy desconocidos escritores españoles del Siglo de Oro. En trescientos aforismos de reducido volumen, Baltasar Gracián habla de eso mismo, de la prudencia, de la educación, y de cómo actuar y comportarse, tanto en la vida cotidiana como en la política o la religión, que por entonces iban más de la mano.

Tantos dicen tantas cosas buenas, tan aprovechables, tan actuales, tan modernas, tan humanas, tan de siempre, que nos dejan mudos con su universal habilidad para poder extraer la esencia del ser humano. Como Montaigne, si bien con otro estilo más didáctico y proselitista. Podría copiar tantos, que sería un pecado de causalidad múltiple. Por motivos obvios, lo haré sólo con el último, el tricentésimo. Reza así:

"300) En una palabra, virtuoso, pues lo resume todo. La virtud es la cadena de todas las perfecciones, es el centro de la felicidad. La virtud convierte al hombre en prudente, discreto, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, moderado, íntegro, feliz, digno de aplauso, verdadero, es decir, un gran hombre en todo. Tres eses traen la dicha: santo, sano y sabio. La virtud es el sol del pequeño mundo llamado hombre; el hemisferio es la buena conciencia. La virtud es tan hermosa que consigue la gracia de Dios y la de la gente. Nada hay que amar más que la virtud, ni nada es tan aborrecible como el vicio. La virtud es cosa de veras, y de burlas todo lo demás. Hay que medir la capacidad y la grandeza por la virtud y no por la suerte. La virtud se basta a sí misma. Ella hace al hombre digno de ser amado, cuando vive, y memorable, una vez muerto."

Yo le hurto la palabra “santo” y la expresión “gracia de Dios”, y lo firmo a continuación como mío, donde haga falta.

lunes, 15 de febrero de 2016

POLÍTICA Y PROSTITUCIÓN (INTERPRETACIÓN POPULAR)


Siempre que me encuentro alguna pintada de corte grosero, insultante o hiperbólica, siento un punto de rechazo de entrada. Pero, acto seguido, me pregunto qué habrá impulsado a alguien a soltar una frase que llame tanto la atención de ese modo. En casos como éste, sólo me salen dos expresiones: hartazgo e impotencia.

Pero analicemos la frase. Esta da por sentado que quienes nos gobiernan, quienes se hallan “en el poder”, los políticos, son unos hijos de puta, entendiendo por tal, un insulto muy grave, de los que más se dicen en nuestro país, incluso en plan amigable según el tono, pero que dicho con acritud, puede ser incluso antesala de violencia física. No quiere decirse con ello que tengan mal concepto de sus madres como prostitutas, claro, sino que lo que plantean es que sean ellas quienes los sustituyan. O sea, que a ellos les aplicamos el gravísimo insulto, tomando la prostitución como algo terrible, pero preferimos que sus propias madres nos gobiernen, pues se deja implícito en la frase que no sólo no lo harían peor, sino mucho mejor. Curiosa paradoja de la que brota el chascarrillo, la ocurrencia, aunque sea una muestra gruesa de cabreo popular. Aunque el problema no es tanto la pintada en sí. Sino la cantidad de veces que vemos en los últimos tiempos asociada la expresión “hijo de puta” asociada a un político, en cualquier conversación habitual. Esto es señal inequívoca de que la desacreditación de esa profesión ha llegado a niveles insospechados hace sólo diez años. 

Entonces, ¿qué hacer con la pintada? ¿Borrarla? ¿Enmarcarla? ¿Editarla? Yo, de momento, tan sólo la muestro. Con lo cual ya me convierto en cómplice del autor. Pero no tengo claro si mi complicidad sea involuntaria a la par que crítica, o consciente y solidaria con la idea. Aunque, bien pensado, creo que sí que lo tengo claro. Vaya que sí.

Pintada en Corrubedo (La Coruña, Galicia, España)
Agosto, 2008 ----- Nikon d300

domingo, 14 de febrero de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (2)

ABOGACÍA: Encaje de bolillos legales, a tanto fijo y a tanto por ciento sobre los aciertos; es un negocio redondo, se mire por donde se mire y se resuelva lo que se resuelva.
ABOLICIONISTAS: Partidarios estadounidenses de que a los negros se les pueda explotar aséptica y civilizadamente como a cualquier blanco, y no como antes, que dicha explotación era gratis y cruel y, sobre todo, daba una imagen publicitaria de atraso de lo más insoportable, oiga.
ABORTO: Interrupción traumática del embarazo que, cuando es voluntaria, supone una de las decisiones mejor tomadas que pueda darse en nuestro mundo actual, aun a pesar de todos los pesares y de todas las hipocresías y maximalismos circundantes.
ABRAZO: Entrelazo simbólico de los brazos de dos congéneres primates; con él se quiere dar a entender que por unos instantes no se lleva en la mano cuchillo ni arma alguna, y cabe que la relación sea momentáneamente civilizada o presente apariencia de tal.
ABRECARTAS: Puñalito disfrazado de herramienta pacífica pero que conserva en su esencia un arma homicida en estado de latencia, que todos hemos deseado manejar con algunos de los remitentes cuyas cartas ha rasgado previamente
ABSTEMIO: Quien se mortifica inadecuadamente ingiriendo líquidos que no producen ningún efecto, salvo una insólita limpieza renal y una abundante diuresis; ah, y una imperceptible senilidad dentro de un cuerpo relativamente joven.
ABSTINENCIA: Inhibición (voluntaria o forzada, que de todo hay) o carencia en  lo tocante a asuntos varios, pero preferentemente sexuales, que produce gran placer (si hubiere compensación sublimada) o gran desesperación (si tal no se diere), dependiendo de la naturaleza de la misma, apuntada al principio. Loada y denostada, aún no se sabe si sienta bien o sienta mal, o si en realidad todo depende de con quién nos abstengamos. Y de cuánto.
ABSURDO: Lógica habitual de la existencia, y que ya se da por asumida  por doquier y por cualquiera, como lo más natural del mundo.    
ABUELOS: Progenitores mayores de una familia; su función educadora/castradora hoy está un poco disminuida, lo cual es una lástima, porque nadie puede educar como un abuelo ni nadie puede joderle a uno la vida como una abuela; y ciertas cualidades es preciso aprovecharlas bien, dada su escasez.
ACIDOSIS: Exceso de ácido en todo el cuerpo, con especial énfasis en el cerebro,  lo cual afecta sobre todo al comportamiento en la cama, en el trabajo, en el ministerio, en el Estado; sus consecuencias son temibles, pues genera divorcios, despidos, humillaciones de poder y genocidios varios.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 13 de febrero de 2016

NADA CAMBIA SI TÚ NO CAMBIAS


La frase (es un eslogan publicitario) es muy simple. Es muy conocida. Nos la han repetido muchas veces, con ésa o con otras palabras muy similares. Nos la sabemos. Conocemos la verdad -siempre relativa- de su afirmación. Con todo, hemos de confesar que la aplicamos poco. O bien no podemos hacerlo, o bien no sabemos, o bien nos encanta ser contumaces so pretexto de ser auténticos, únicos, especiales. Por mi experiencia en contumacias propias y ajenas, pienso que es una obstinación que nace del sentimiento de especificidad que se ansía tener. Pero creo también que otra de sus razones es porque el miedo atenaza la posibilidad de cambiar cualquier cosa de nuestra rutina habitual. Nos produce un confort gratificante saber con seguridad qué va a suceder, aunque nuestra existencia sea caótica, aburrida, dolorosa o inane. Y ello impide la mayoría de las veces el experimento, la búsqueda de lo diferente, la sorpresa que haga de un momento algo especial e inesperado. Yo lo digo muchas veces en clase: “a iguales acciones, iguales resultados, si las circunstancias no han variado”. Incluso señalo que es una fórmula matemática o física en boca de un fulano de letras. Da lo mismo. Y uno entendería la negativa al cambio si las circunstancias fueran gratas, positivas o subjetivamente buenas para quien habla. Pero es curioso constatar cómo la mayor resistencia al mismo proviene de quien lo está necesitando a gritos. Y lo grita desde su silencio. El silencio de la inmovilidad.

Imagen publicitaria de una compañía de móviles de Toro (Zamora, Castilla y León, España)
Abril, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 12 de febrero de 2016

OBSESIONES. TEMÁTICAS PERSONAL (I)

Siempre me habría gustado mantener una entrevista-diálogo con un periodista. Se trataría de LA entrevista, esa que muchas veces retorna a mi discurso, como el intercambio definitivo con alguien con quien hablar todo, de todo, y durante todo el tiempo; algo infinito y utópico, claro, más literario que real, pero que conforma uno de los imaginarios que me asaltan con regular recurrencia. Habría que acotar antes que nada que el periodista tendría que ser mi amigo íntimo. Alguien con la suficiente confianza y capacidad a quien lanzar todas las opiniones obsesivas o contrapuestas que albergo sobre tantos temas; y aunque tales opiniones no fueran válidas o verdaderas, daría igual, porque para mí sí lo serían, y por contraste se obtendría un perfil más nítido de sus contornos. Al fin y al cabo, cuando hablo no hago otra cosa que ordenar mi pensamiento y, mediante la discusión y las sucesivas confrontaciones, delimitar, perfilar y concretar impresiones, a veces fugaces, otras imprecisas, sin forma completa. Siento en multitud de ocasiones que lo poco que sé ha ido formando a mi lado paulatinamente un depósito de piezas de tamaño variable, acumuladas frente a mi casa. Serían un montón de esquirlas redondeadas o puntiagudas, que han sido arrancadas en diálogo constante con mujeres, con hombres, con cuadros, con esculturas, con libros, con la vida, con todo aquello que pueda llegar a fascinarme o sorprenderme. La sorpresa, siempre; ver surgir el fantasma permanente y hacerlo corpóreo mediante la palabra compartida sin descanso alguno, hasta el final.
Apunte tomado en una libreta en marzo de 1995

jueves, 11 de febrero de 2016

JUICIO FINAL EN CONQUES


En Santa Fe de Conques, todo sobrecoge. La altura de las naves, la oscuridad parpadeante, el silencio interior. Ya desde la entrada, en el momento en que la robustez de los muros te apabulla recordándonos nuestra fragilidad comparativa. Pero, ante todo, mostrándonos que Dios es el supremo juez, que valorará al final la calidad de nuestras vidas y sus actos. En la portada, Cristo en majestad determina todo cuanto sucede a su alrededor. A su derecha, la serenidad homogénea y aburrida del equilibrio de los justos, custodiados por asépticos ángeles. A su izquierda, la sucesión diversa y contorsionada de todos los males que les aguardan a los impíos, conducidos por imaginativos monstruos que corporeizan el mal. A un lado, el aburrimiento indoloro, por toda la eternidad. Al otro, el horror perenne,  multiplicado por la imaginación de los artistas medievales. Entonces, no cabía duda sobre la pertinencia del camino a seguir. Hoy, seguro que tampoco.

Fachada de Sta. Fe de Conques (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon d300

miércoles, 10 de febrero de 2016

MAZA Y PELOTA, ESPERANDO TURNO


La composición es sencilla: sobre el linóleo del polideportivo, cubierto de un tapete de competición, una maza y una pelota esperan a ser tomadas para su correspondiente exhibición. Se trata únicamente de una final regional. No es la final de los juegos olímpicos. Pero ¿qué más da? Uno ve esos elementos, y apenas se distinguen de juguetes de similares formas y características. Y si se mira la edad y las formas de las participantes, uno no andaría muy desencaminado. Sin embargo, qué diferencias implican. ¡Cuántas horas de entrenamiento! ¡Cuántas privaciones en la alimentación! ¡Cuántas reprimendas para encauzar posturas y ademanes! ¡Cuánto sacrificio físico y cuántas lesiones sucesivas! ¡Cuánto esfuerzo mental y cuánto llanto previo! Y todo, para que al final, de las dieciséis participantes, sólo tres encabecen una lista de mejores logros o de imperfecciones menos evidentes, o acaso de favoritismos sutiles. A la espera de que la justicia selectiva actúe, la injusticia habitual confía en que llegue su momento. Mientras, la maza y la pelota aguardan, impávidas, instrumentos objetivos de deseos inabarcables.

Final del Campeonato provincial de Gimnasia rítmica (Avilés, Asturias, España)
Abril, 2009 ----- Nikon, d300

martes, 9 de febrero de 2016

SEMPITERNO DESORDEN

Este desorden que me envuelve, soterrado y luminoso, ofrece a quien lo contemple la imagen veraz de mi propia impostura, que se aferra a ideas inmarcesibles, eternas, de la propia belleza y de los sentidos en su homérico combate contra el mundo y sus ensoñaciones diurnas.

Ese desorden recurrente, que aparece a intervalos, que supura la vehemencia exaltada de un personal juego de prioridades, habrá de generar otro yo al que espero, sin desearlo, que ascenderá por mi cuerpo hasta mis ojos con la calculada lentitud del intruso hasta que la vista me falle por fin y la oscuridad logre humillar lo que admiré del viento y del océano en su unión particular.

Entonces mi cuerpo —dirán los otros— tendrá motivos de temblor y mis ojos, como ahora, pretexto para el llanto.

Del libro inédito Prosas tristes, arias profanadas, 1998

lunes, 8 de febrero de 2016

LUGAR (QUE FUE) SAGRADO


Aunque a primera vista, esto parezca sólo piedra agujereada, no debemos engañarnos: esto fue un lugar sagrado. Parece que sus orígenes son confusos, por lo que se le podrán atribuir usos y fundaciones al gusto de los intereses que lo definan o . De ese modo, y según folletos al uso, esto habría sido primero una ermita de tipo rupestre, donde habría vivido un eremita, en tiempos altomedievales. Más adelante, habría sido transformada en una minúscula iglesia monástica, con un carácter salvífico y conmemorativo, a lo que contribuirían algunas reliquias bien elegidas al uso. Y a tal punto el ejemplo habría cundido, que habría quien habría deseado ser enterrado al lado, como corroboran las tumbas antropomorfas que se hallan a la entrada y en los laterales. Hoy, desproveída de intensidades sagradas (o incluso conservándolas), constituye una de las atracciones turísticas de Cervera de Pisuerga.

Iglesia rupestre de San Vicente (Cervera de Pisuerga, Palencia, Castilla y León, España)
Febrero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 7 de febrero de 2016

LA INSULTANTE ACUMULACIÓN DINERARIA DE LOS MILLONARIOS

Hay un par de cosas del capitalismo que nos llaman muchísimo la atención hoy día. No es, como apunta Arundathi Roy en su ensayo Espectros del capitalismo, que este sistema económico no tenga alma o que el dinero de las empresas no tenga nacionalidad, que también. Es la insaciable tendencia, no ya por lograr mayores beneficios, sino a la insensibilidad hacia las personas, sean sus propios empleados, sean sus potenciales consumidores, sean anónimos integrantes de la sociedad general. Eso, por un lado. Por otro, la inagotable búsqueda de cómo alcanzar más y más dinero. Son cosas que uno no entiende, porque es justo eso mismo lo que acabará con dicho sistema, a la corta o a la media, si las tendencias no se invierten (que no tienen pinta de hacerlo).

Cuando hace unos días se publicaron las terribles cifras que hablan de que unos pocos personajes atesoran más riquezas que estados enteros, que millones de personas, uno se pregunta los porqués. También: ¿para qué? ¿Qué buscan con tanto ahínco en la acumulación insultante de tales cantidades de dinero, que marean sólo viéndolas? ¿Es precisa tal ambición? ¿Les hace sentir mejor verse a la cabeza de los afortunados del mundo? ¿No sabrán hacer otra cosa, y por eso se dedican a hacer lo único que saben y pueden? Es lícito, desde luego. Las reglas sobre las que circulamos lo permiten, e incluso instan a ello. Pero, desde luego, no es legítimo. La desviación entre los que más tienen y los que menos, no es ya sólo insultante para cualquiera con cierta sensibilidad, sino que es el cáncer que terminará con ellos mismos, como en su momento las revoluciones liberales estallaron cuando la soberbia insensible de los estamentos privilegiados despreciaron todo aquello que no fuera ellos mismos. No es legítimo, afirmamos muchos. Con seguridad, tampoco será ético. Ni necesario, ni positivo, ni estimulante. Sólo será legal. Entonces, ¿a qué se espera para cambiar las leyes para que deje de serlo?

sábado, 6 de febrero de 2016

ADECUACIÓN CONTINENTE-CONTENIDO


Las formas curvas tienen algo de hipnosis en su construcción y en su modelado. Nos atraen de un modo que a veces no podemos explicar. Cuando dichas líneas proceden de esculturas lejanas que han sido trasladadas en bodegas oscuras desde otro continente, la sensación de misterio se redobla. Si, además, se alean con las del edificio que las alberga, el acoplamiento entre continente y contenido alcanza una coherencia máxima. El paso precedente al disfrute intenso. El paso posterior a un encuadre fotográfico de líneas rectas que encajen las curvas. El color hace el resto.

Obras del escultor mexicano Enrique Carbajal 'Sebastián', expuestas en el Centro Cultural Niemeyer de Avilés (Asturias, España)
Mayo, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 5 de febrero de 2016

LAS LECCIONES QUE NOS ENSEÑAN LAS PAREJAS

Antaño, cuando era más joven, tuve yo una novia a la que quise mucho y bien (dentro de mis posibilidades). La quería por muchas razones, pero una de ellas era que le encantaba aquello que a mí me encantaba. Bebía, como suele decirse, los vientos por mí. Son las cosas del amor. Pero, ya se sabe, el amor no es muy razonable que se diga, y provoca muchas veces malentedidos varios que a veces resultan más que graves. El caso es que viendo que ella iba entrando con facilidad por los mundos que a mí más me arrobaban, probé a enseñarle a jugar al ajedrez, por ver si además de los que habitualmente me retaban y con quienes lidiaba, lograba un proselitismo de tablero que bien me viniera o solaz grato nos procurara. A lo largo de los seis meses siguientes, yo no di crédito. ¡Qué entrega!, ¡qué esfuerzo! Con qué ganas se leyó las cartillas iniciales e incluso algún librito de iniciación que le regalé al efecto. Jugamos así muchas partidas en nuestros días de cerveza y tableros. Yo ganaba siempre, claro, pero aprovechaba para señalarle los errores de planteamiento estratégico, táctico o de concentración. Y parecía que la cosa progresaba. Yo sabía que no alcanzaría nunca el palmarés de Judit Polgar, pero como yo no era Garri Kasparov precisamente, la cosa se equilibraría con el tiempo. Hasta que un día dijo que no le apetecía jugar. Bueno, me dije yo, si es una cosa puntual... Pero como otros días yo insistiera y ella se resistió sin ceder un ápice, al final la cosa explotó. Y en medio del café que más frecuentábamos. Allí, entre lágrimas enormes y redondas, que recuerdo con una nitidez pasmosa, me dijo que odiaba el ajedrez, que le parecía un juego estúpido, que siempre le había aburrido mortalmente, y que no iba a jugar nunca más, por lo que daría igual que yo insistiera, porque la decisión estaba tomada. Yo me quedé estupefacto, como si me hubieran operado de cataratas: tan claro vi de pronto. Tardé semanas en asimilar aquella dosis de realismo nada mágico. Pero aprendí una gran lección.

Cuando conocí a mi pareja actual, a quien quiero muchísimo y bien (si se admiten mis ya legendarias limitaciones), ella no tenía ni idea de lo que era la fotografía, más allá de hacer unas cuantas fotos en cumpleaños o alguna celebración. Yo, ya de aquella había contraído hacía muchos años el virus de la imagen fija, y ya contaba con un equipo que empezaba a ser respetable. Le hice muchas fotos, las hacía en nuestros múltiples viajes, pero jamás -jamás- pretendí inculcarle ese sano vicio. No obstante, en una convalecencia de un período de baja, se hizo con la cámara que yo había dejado por haberme comprado un modelo superior. Eso fue en 2008. Hoy, hace mejores fotos que yo (al menos, en lo que a la fotografía gastronómica y de bodegón se refiere). Y así es como volví a aprender otra magnífica lección.

jueves, 4 de febrero de 2016

RECORRIENDO EL CAÑÓN


A lo largo del cañón, la caliza se yergue en las alturas, carcomida de tiempo y buitres, mientras desde el suelo la vida verde aspira hacia un cielo nada protector. El cielo lo cubre todo de un azul tan nítido que casi duele en la mirada. Es poco antes del mediodía, y el calor ya se siente en exceso, perlando de sudores los cuerpos que lo recorren. El sendero discurre al lado del río, mientras los farallones escoltan la marcha. No da tiempo a vivir tanto, mientras se camina a ratos en sombra, a ratos bajo un sol que desborda las previsiones. No se puede vivir tanto, si además la marcha aboca al recuerdo de la última vez que se pasó por estos parajes, cuando el viajero recorrió esta senda solo, al encuentro de quién sabe qué fantasma que ya se evaporó en su momento. Aun así, la costumbre se impone a la incertidumbre, y la cámara toma una imagen sencilla, donde cada elemento se halle en su lugar correcto, y se capte el delicado equilibrio entre colores y masas. Queda registrado el instante que el ojo ve. No, en cambio, el dolor del recuerdo. Tampoco, la alegría por hallarse en otra etapa más excitante, más diversa, menos monográfica, más vital.

Cañón del Río Lobos (Soria, Castilla y León, España)
Julio, 2006 ----- Minolta dIMAGE Z1


miércoles, 3 de febrero de 2016

“EXISTIMOS PORQUE ALGUIEN PIENSA EN NOSOTROS”

En la película Princesas, de Fernando León de Aranoa, la prostituta Caye, interpretada magistralmente por Candela Peña, le dice a la prostituta Zulema, interpretada por Micaela Nevárez, en un momento álgido de la trama: “Existimos porque alguien piensa en nosotros, y no al revés. No te olvides nunca”. 

Es una frase que impacta, no porque sea verdad, que lo es en buena medida, sino porque en su sencillez logra atrapar la atención sobre lo esencial: somos en la medida en que existimos por y para alguien. Porque si sólo somos para nosotros mismos, la existencia no es más que un transcurso finito y abocado a la soledad última sin la menor trascendencia. Al final, todos acabamos en la misma soledad disuelta en éter, cierto, pero podremos persistir un poco más de tiempo a través de la memoria, por algo que hicimos, por algo que creamos, por alguien que amamos. Ese recuerdo será una prolongación de nuestras vidas, y constituye lo único a lo que podemos aspirar quienes tenemos una idea materialista de la vida. Lo cual no es algo triste, como podría parecer a algunos; es sólo que esta verdad -personal, parcial, con minúscula-, como ya advirtiera Serrat, no tiene remedio.

martes, 2 de febrero de 2016

FUEGO EN LA FLOR


A veces, las flores capturan tanto calor del sol a lo largo de las semanas, que un día, sin que medie aviso previo, se produce un instante de esplendor, y por los pétalos se les escapa el fuego de la vida, que transmiten para que nuestros ojos se alimenten de él, y podamos darnos otro empujón más.

Macrofotografía de pétalos de girasol (Moissac, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon, d300

lunes, 1 de febrero de 2016

¿Y LOS LIBROS SIN LEER?

¿Y qué decir de los libros sin leer? De esos ringleros llenos de libros maravillosos que aguardan que les pasemos la mano por el lomo para algo más que para admirarlos o hablar de ellos. Porque tantas veces dijimos que ya bastaba de tanta compra compulsiva, excitante, imposible de evitar. Pero seguimos haciéndolo, porque la zona de placer activada en nuestros cerebros enfermos era tan grande como el Mississippi en sus crecidas, porque nada es más sugerente que las posibilidades de conocimiento, belleza o diálogo que algunos libros prometen. Pero, sobre todo, porque es una droga intensa. No sé si tan dura como la del amor sin medida, como cantaba Carlos Goñi en “El roce de tu piel”. Pero es dura, dura, muy dura: de las que resulta inviable la desintoxicación, de las que disuelven la capacidad de autocontrol de que uno hace gala como azucarillos en el té blanco. De las que uno no sabe si asumir o permitir que nos condene para siempre. Aunque a estas alturas, uno ya sepa que en su fuero interno ya la ha asumido. Y que estamos condenados, como Sísifo, a incurrir una y otra vez en la dulce perdición, sin posibilidad alguna ni de redención ni de expiación de ninguna clase.

domingo, 31 de enero de 2016

AMOR A LA CULTURA PATRIA



Arévalo, provincia de Ávila. Por entre los muchos rincones bellos, preñados de ladrillo y mudéjar, una plaza. En ella, un edificio en ruinas. Nada novedoso, así en principio. Hasta que uno se acerca y puede ver, entre los escombros, aún sujeta al muro al que fue fijada, una placa conmemorativa de un vate paisano “gloria del teatro romántico, autor del insigne drama Don Francisco de Quevedo”. Qué ironía asociar el nombre de este “gran dramaturgo” al de otra luminaria dos siglos precedente. Pero qué destinos tan parejos. Al menos, en lo aparente. Esta es la casa donde dicen que nació este Eulogio Florentino Sanz. Si así tienen la casa natalicia, cómo sostendrán su legado, teniendo en cuenta que no es autor que fuera de sus fronteras comarcales campe con fuerza en listado alguno. Muros desvencijados, columnas rotas, techos caídos, persianas oblicuas por gravedad, óxido y cascotes por doquier. Eso es lo que contempla el atónito viajero, que no debiera estarlo tanto, sobre todo si lee la prensa y recuerda las disputas sobre residencias y obra escrita de autores como Vicente Aleixandre, Ángel González o Rafael Cansinos-Asséns, por poner sólo algún ejemplo reciente y escarnecedor. Es el consabido amor español (oficial y popular) por quienes crearon un patrimonio artístico con la más abundante de las herramientas con que se puede contar: la lengua castellana. La imagen está tomada en Arévalo, provincia de Ávila. Pura casualidad. Podría haberlo sido en cualquier rincón de este país nuestro tan volcado con la palabra.

Casa natal de Eulogio Florentino Sanz (Arévalo, Ávila, Castilla y León, España)
Abril, 2011 ----- Nikon d300

sábado, 30 de enero de 2016

UN REFERENTE PARA DIALOGAR Y PACTAR

Mal asunto, lo de negociar en este país. No sabemos. No tenemos experiencia. No hay referentes claros. Y los que existen, parecen no servir. En España, por tradición, tenemos más tendencia a imponer las ideas propias, que a pactarlas. No hay más que echar una ojeada somera a nuestra historia, bien triste y lamentable en tantos sentidos. La capacidad negociadora se limita a muy pocos casos, a muy pocos personajes dotados de tales artes. El resto, imposición: pronunciamientos personalistas, revoluciones descafeinadas, golpes de estado mesiánicos, asonadas cíclicas, guerras inciviles y posguerras de crueldad impune.

Con todo, tenemos un ejemplo reciente que ha sido de capital importancia en nuestro devenir, al que ahora se denuesta casi sin excepción, y que nos podría servir para calibrar fuerzas y tomar modelos con los que avanzar posición. Me refiero a cuanto se realizó en la Transición tras la muerte de Franco. En mi calidad de enseñante de la Historia, sigo sin saber por qué hay hoy este sospechoso olvido hacia el papel del rey Juan Carlos I y por qué parece haber una campaña orquestada para señalar más las imprecisiones y omisiones llevadas a cabo en esa transición que sus logros efectivos. Hasta lo que yo sé, lo que tuvo lugar entonces, no tiene parangón en nuestra historia. Con todos sus defectos, con todas sus flaquezas, con todas sus costuras a la vista, el sistema que se levantó con la Constitución de 1978 supuso el mayor ejemplo de diálogo que nuestros siglos vieron. No fue una constitución impuesta por unos contra otros, como las del XIX (con la excepción -relativa- de la 1876) o la anterior republicana (que si bien no fue exactamente impuesta, sí destilaba un rencor muy notable de unos contra otros; que fuera justificado, no invalida el argumento). Por contra en la constitución actual, tras intensísimas discusiones y debates, se realizó un encaje de bolillos de tal complejidad que sólo los muy avezados le pueden ver las puntadas. Pero de lo que no hay duda es de su probada utilidad como instrumento catalizador de nuestra modernidad más reciente.

Para crearse, hubieron de juntarse en la misma mesa epígonos del antiguo régimen franquista con comunistas de viejo  cuño, socialistas recién llegados y redefinidos con democristianos que creían perder el tren de unos tiempos que ya no eran suyos. Parecía imposible, no sólo por las diferencias de siempre, los rencores históricos, las desconfianzas mutuas, sino porque todo aquello tenía lugar en medio de una tensión que ahora los jóvenes no pueden entender bien, porque la mayor que han presenciado es el extravío de su móvil o el de su cargador cuando la batería reclama alimento. Aun así, se logró. Y la refrendó la casi totalidad de los españoles. Aquella constitución pudo convertirse así en la segunda más longeva de nuestra historia constitucional. Y, sí, hace falta reformarla con cierta urgencia, como todo edificio o vehículo de delicado diseño precisan mantenimiento para conservar su uso y adaptarse a las nuevas circunstancias. Pero entonces se dialogó, se pactó, se cedió. Y con ello, se lograron los años de mayor crecimiento y modernización que nuestro país recuerda en los últimos siglos.

Ahora, en cambio, cuando contemplo las actitudes mezquinas de nuestros líderes políticos actuales, temo que su enanismo de miras, su ausencia de perspectiva histórica, sus personalismos y sus incapacidades, hagan naufragar el barco que con tantas dificultades se botó hace poco más de 37 años.

viernes, 29 de enero de 2016

¿DÓNDE ESTÁ EL ALMA?



He aquí un buen ejemplo de lo que la fotografía puede hacer al seleccionar la realidad. La foto muestra una fachada de un edificio, unos soportales encima de un restaurante enfrente de uno de los mercados más famosos de Barcelona. A la derecha de lo que se observa en la imagen, pero ya fuera de cuadro, aparecía el resto del mensaje en otra tela blanca con idéntica tipografía: “ del Born”. Es decir, que lo que reivindicaba la pancarta era que el barrio del Born, con la nueva remodelación realizada en él, con el mercado y su conversión en zona museística-arqueológica, había perdido las esencias de lo que antaño tal vez mostrara. En cualquier caso, era una defensa de un pasado floreciente contraria a un presente modernizado o turistizado en exceso. Pero a mí ese mensaje me dejaba indiferente. Por lo menos, en ese contexto Y decidí recortarlo. La imagen resultante es la que el espectador tiene ante sí.

La pregunta planteada adquiere entonces una nueva dimensión. Ya no preguntamos por una esencia concreta de un barrio o de una época. Pasamos de lo particular a lo general. ¿Dónde está el alma? La pregunta es menos respondible, pero es más atractiva, da más juego. Cuando menos, a mis ojos, dado que puede dar lugar a una agradable conversación sobre los entresijos humanos que nos definen. O también, a una bastante bronca entre posturas maximalistas o fundamentalistas de por medio. He tenido de ambas. Aunque como yo no creo en alma alguna, pero albergo suficiente carga espiritual como para que no se me considere un bodoque materialista, me quedo con una respuesta más (o menos) científica, que el omnipresente y -ya- muy cargante Punset nos recuerda cada poco. O sea, que el alma está, caso de que esté, en el cerebro. Lo cual es un modo de sacudirse la pregunta, dejarla en el aire, no decir nada, y esperar a que alguien espabilado del tercer milenio intente la solución definitiva.

Fachada frente al Mercat del Born (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

jueves, 28 de enero de 2016

RILKE INICIA EL PROCESO

Rilke me toma del brazo y me traspasa una inexplicable perturbación. Debajo, el abismo tras unas letras. Y el paisaje incompleto de un viaje hacia lo inalcanzado. Apenas nada más. Sólo sueño, y la memoria de su ejemplo, con paso seguro, fortalecido desde la duda y el peregrinaje eterno, digno. Sólo sueño y la memoria de la lectura, escribiendo ensimismado, y buscando y troceando aquel engarce sonoro tan perfecto como una pluma.

El sueño me ha arrancado de los mundos de los que huía. Desde una altura insospechada, todo es más grande e inexistente. Al bajar, la expresión de mi rostro impasible lamentaba el tiempo perdido en pensamientos acristalados por un perfume con deseos de gloria. Al llegar, sólo perturbación y el abismo tras unas letras. Como en un viaje absurdo e inmóvil, pero necesario.

Del libro inédito Prosas tristes, arias profanadas,1998

miércoles, 27 de enero de 2016

BUSCANDO LA ARAÑITA


En esta imagen, pasa como en la vida: por lo general nos dejamos impresionar por el brillo, pero lo importante está oculto, o se esconde en un primer vistazo. Es una imagen muy habitual en cualquier parque, jardín o bulevar. Después de la lluvia, sobre los setos, se aprecian las hojas mojadas, pero, si se va mirando con atención, a cada poco surge una constelación de gotitas que parecen suspendidas en el aire. Por lo común son gotitas (a veces son de rocío, no sólo lluvia reciente) que se adhieren a las finas telas de araña que, de otro modo, pasarían desapercibidas. En esto, el agua gasta una mala pasada a la araña, que quiere pasar inadvertida. Aun así, en un primer rastreo no se la localiza, pero está. Siempre está. Pero su inmovilidad y su capacidad de camuflaje obran a su favor y logran que no nos fijemos. A no ser que se tenga tiempo, ganas y una cierta práctica. Entonces sí, aparece. Diminuta, al acecho, aguardando. Sólo hay que tener paciencia. Ganas de ver y no sólo de mirar. Algo que hoy no abunda. Por eso no la vemos sino cuando ya es demasiado tarde. Por eso la realidad nos supera casi siempre.

Tela de araña en un arbusto en Argentat (Corrèze, Limousin, Francia)
Agosto, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 26 de enero de 2016

IDEA PARA RELATO CORTO (1)

Trataría de mi encuentro con un mendigo de apariencia limpia y educada, que me pediría dinero para comer. Yo, como ese día no llevo prisa, quiero ponerle a prueba: le invito a comer lo que quiera, que yo le invito. Ante mi sorpresa, compruebo su alegría y su aceptación. Entramos a un bar con menú del día, y le pido uno para él. Yo me siento a su mesa, me tomo una cervecita y aprovecho para preguntarle por su vida, sus circunstancias, sus etcéteras. Él come con voracidad pero no sin educación, mientras me cuenta su peripecia vital que podría ser equis, perfectamente convincente y una de tantos dramas que hoy nos asolan. Bien. Yo considero perfectamente amortizada la inversión de la comida por todo lo que me cuenta, que podría utilizar con buen tino en mis relatos. Tanto es así, que  incluso al final le pago el billete para donde me dijo y, además, le doy 20 euros, ante los cuales su agradecimiento me parece de lo más sincero, tanto que me abruma. Pero yo me siento muy contento. Aquí podrían añadirse algunas reflexiones sobre mi egoísmo, mi insolidaridad pasada, mi arrepentimiento, etc. Promesas de contrición y de cambio. Decisión de contárselo a mi mejor amiga, que siempre me incriminaba mi actitud frente a los mendigos profesionales o incluso a los que vendían “Transeúntes” o “La farola”. La cito, y antes de que pueda contarle nada, me cuenta ella sus avatares últimos, su vida reciente. Yo le dejo contar, no tengo prisa. Pero cuando ya creo que me va a tocar a ti, me suelta un “A propósito, estarás contento, ¿no?”. Ante mi desconcierto, le pregunto con los ojos. “Sí, hombre. Tu teoría sobre que no hay mendigo bueno. Te habrás enterado de la detención de ese ladronzuelo que ha perfeccionado un nuevo método que ha revolucionado el mundillo de la delincuencia mezclando la mendicidad, el timo y la capacidad viajera”. Le respondo que no, lo cual es verdad absoluta, aunque un mal presentimiento ya me arrugará un poco la frente. “Pues es un señor [de procedencia X] a quien le encanta viajar, pero que, tras un problema con su empresa (una agencia de viajes), se dedica al timo usando una mendicidad muy creíble y unas dotes de actor muy notables para lograr comer, dormir, y viajar por todo el morro y, encima, no ser fácilmente localizable, pla, pla, pla, pla, pla. [La idea aquí es que no se cuente todo, sino sólo lo esencial, para que no mate todo el efecto final]. “Mi amiga seguía hablando, explicándome el caso, y yo de vez en cuando asentía para que viera que la seguía pero en mi interior una rojez vergonzosa me estaba enterrando por completo hasta asfixiarme. Tanto, que me levanté y me fui. Sin dar explicación alguna, por supuesto.”

Argumento de 22 de mayo de 1999

lunes, 25 de enero de 2016

NARCISO CONTEMPORÁNEO (EL HOMBRE DEL SELFIE PERFECTO)


En la era de los autorretratos con teléfono portátil (vulgo selfie de móvil), parece que nada nos sorprenda ya. Pero, sí, siempre hay alguien que nos hace fijar la mirada para confirmar que, en efecto, aquello que vemos es singular. Por ejemplo, el hombre de la imagen lo era, pues era alguien que buscaba la perfección en este tipo de imágenes.  Para ello, en primer lugar, se había provisto de un ego de dimensiones napoleónicas o como mínimo castristas. A continuación, se había atildado de forma tal que destacaba de la mayor parte de los turistas que infestábamos Barcelona estas navidades. Después, habría adquirido un aparato que hacía las veces de antena telescópica con autodisparador (vulgo palito de selfie) y a la par, de trípode. Provisto de todo ello, procedió en consecuencia para llevar a cabo la tarea para la que había dispuesto todas sus energías turísticas: el autorretrato perfecto. Así, todo aquel que circulara en ese momento por la Plaza Real pudo contemplar durante al menos veinte minutos las evoluciones de este solitario joven que, sin mirar a la concurrencia y profundamente concentrado, se dedicó a probar diferentes posturas, calibrar los mejores contrastes, modificar encuadres y paralajes y criticar sus propias gestualidades, hasta, al fin, poder dar por bueno el resultado final. Esto tendría lugar un buen rato más tarde de que fuera tomada este robado. Mientras abandonábamos la plaza, no pude por menos que hacerme una reflexión hipotética: si allí hacía lo que pudimos ver, ¿qué sería capaz de hacer este hombre en su propia casa, con tiempo, con espacio, con equipo?

Robado en la Plaza Real (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 24 de enero de 2016

HACE AÑOS, EN PARÍS, SENTADO EN UN BANCO

Como siempre, curo mis males físicos, mi malestar corporal, con algunas reflexiones que no son tales, al borde de un papel que se me antoja estrecho y que no reflejará sino parte mal remedada de lo que ocurre.

Estoy en las inmediaciones del centro G. Pompidou. Después de haber pasado toda la noche hablando sin parar con Óscar, mi compañero de habitación, mi cuerpo exhala quejidos tenues que reclaman atención después de casi 4 días de continuo ajetreo. Ahora el cansancio se cuela por entre las rendijas que mis pasos dejan sobre París, la bienamada.

Y, sin embargo, estoy lejos de sentir pena u otro sentimiento negativo. Como siempre, mi querido espíritu de la soledad voluntaria viene en ayuda de un cuerpo y de un pensamiento que no hallan motivos suficientes como para reposar del incansable, insufrible peso de las caminatas en busca de la huida de no sé bien qué y tampoco se me alcanza a perfilar hacia dónde.

Aquí donde todo circula al ritmo de unas cosas veloces que sería preciso ver a toda prisa o con suma calma, me detengo ahora, en esta tarde, para escribir al ritmo que me imponga el deseo. Suave, cadentemente.

Al lado, se ha sentado alguien que reparte sonrisas de una forma gratuita, y que en realidad se está riendo por dentro de los que en principio son los burladores de su exótica e inusual indumentaria de lana andina. Absortos ambos en la tarea de llevar a cabo bien nuestro trabajo, ahora no nos damos cuenta de que mucha gente nos mira, de que estamos en un banco público en el que no se hacen demasiadas cosas normales. El teje con su lana tricolor algo parecido a un gorro y, de cuando en cuando, comenta su faena con un amigo, esboza una sonrisa franca y toca un poco su caramillo del que no salen más que las mismas notas con que empezó hace rato.

Parece complacerse con las miradas de los demás y las sonrisas bienintencionadas de algunos -los más- y las malintencionadas de otros. Por mi parte, sigo escribiendo y observando. Pero poco a poco, y ante mi sorpresa, el ánimo se me aquieta, me relajo y el cielo se abre de luces y azules. Ahora también sonrío.

De mi Diario Personal (entrada del 28 de abril de 1989), inédito 


         

sábado, 23 de enero de 2016

REMANSO DE PAZ ESTIVAL


Cercanías de Conques (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon d300

viernes, 22 de enero de 2016

HÉROES QUE ACABAN EXASPERÁNDOME (POR REACCIÓN)

Hoy iba a hablar de la reciente muerte de Michel Tournier, esta semana. De sus declaraciones poco antes de su fallecimiento, de lo que me sorprendieron y de lo que opino sobre ellas. Pero hoy,  recalo antes de cenar en un programa de televisión donde se habla de héroes. No trataba, claro, de los de Marvel o de personajes de películas muy taquilleras. No. El programa retrataba los casos de personas profesionales muy diversas y sin conexión entre ellos, salvo por un punto: decidieron no callarse cuando detectaron irregularidades graves en la gestión de sus ayuntamientos, juntas u otros organismos públicos. Todos ellos fueron injuriados, perseguidos, amenazados. Todos ellos perdieron sus empleos, a pesar de ser empleados públicos no dependientes en teoría de opiniones de cargos públicos. Todos ellos han visto cómo sus vidas se trastocaban hasta el extremo de que algunos hubieron de trasladar sus lugares de residencia. Todos aguantan el tirón frente a la cámara y hablan con una claridad pasmosa, excepto uno que en un punto concreto se derrumba y acaba llorando. Todos hacen gala de una dignidad admirable. La mayoría está en paro o con empleos muy por debajo de su cualificación profesional. Casi todos sus compañeros les hicieron el vacío, argumentando temores sobre perder empleos, dado que, argumentaban, con la dignidad no se come. Se sintieron solos, y, pese a todo, acabaron denunciando y todos ellos lograron que aquellos chanchullos fueran juzgados que se procesara a quienes acusaron. Algunos fueron condenados a penas menores, otros salieron de rositas. Pero a todos los denunciantes su postura les ha salido demasiado cara. La indignación y la impotencia que me genera ver eso me trastoca todos los planes. También evapora la opinión que había generado en los últimos tiempos, tras leer un libro de Miguel Ángel Revilla (Este país merece la pena) y otro del Gran Wyoming (No estamos solos). En ellos se hace un homenaje a muchos protagonistas anónimos que resisten, que llevan a cabo acciones, que se asocian, que protestan, que se mueven. Pero no, hoy no creo en eso. Hoy todo me parece un excremento húmedo, putrefacto e imperecedero. Y si además recuerdo los resultados de las últimas elecciones acabo pensando que no, que este país no vale  la pena, que no me extraña que demos grima a otros pueblos, que no son capaces de entender que la corrupción no sea ya una cuestión coyuntural, sino una esencia estructural que corre por nuestras venas. Y puedo concluir, además, que nos merecemos cuanto nos sodomicen una y otra vez, hasta el fin de los tiempos. Y lo siento: no admito argumentaciones en contra. Por lo menos, hoy.

jueves, 21 de enero de 2016

UN FRONTAL DE ALTAR EN EL MNAC


En el Museo de Arte Nacional de Cataluña (MNAC) hay una colección de arte románico tan impresionante que cuanto se diga siempre se quedará corto con respecto a la realidad. Hay que verlo, y pasmarse de cuánto bueno y tan bien dispuesto e iluminado han salvaguardado allí de uno de los estilos artísticos más incomprendidos y fascinantes, el románico.

Esta de aquí es una muestra tan sólo. Señera, eso sí. Se trata del frontal de altar de Esquius, obra pictórica del segundo cuarto del XII, procedente casi con seguridad de la antigua iglesia de Santa María del Castillo de Besora. Está ejecutada con temple sobre tabla.

El uso de valiosos pigmentos (lapislázuli, oropimente, cinabrio) propios de la miniatura, lleva a pensar que este frontal se pintó en un monasterio con un scriptorium importante, como lo fue el de Ripoll. La poética inscripción que recorre la mandorla de Cristo es bien característica de los ambientes intelectuales de Ripoll: «Este es el Dios de la Alfa y la Omega. Ven, oh clemente y misericordioso, con tu piedad, y afloja las cadenas de los miserables. Amén». 

Frontal de altar de Esquius, en el MNAC (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

miércoles, 20 de enero de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (1)

En 1998 ultimé mi segundo libro completo. Se trataba de un diccionario personal. Algo como el Estupidario de Flaubert, o el Diccionario del diablo de Ambrose Bierce. El mío se tituló enfáticamente Palabrerío canalla. He de admitir que tras cosechar un buen número de cartas de rechazo editorial (conservadas con mimo de coleccionista) me desencantó un tanto de mis necesidades de publicación. Pero eso ahora no viene al caso. Lo que sí importa es que ahora, casi 20 años después, pienso desempolvarlo y mostrar algunas de las definiciones que no hayan perdido chispa, humor, mala baba o vigencia. Desde este momento advierto que muchas ya no sirven, pero ésas no habrán de ser sufridas por nadie. En este año de “entradas a diario”, recurriré a mi Palabrerío los días que o no pueda o no tenga nada que decir, o bien las circunstancias del tiempo puedan con mi ánimo. A algunos que conmigo viajan desde hace años, el recorrido les sonará bastante: les ruego indulgencia por hollar de nuevo parajes ya recorridos. La mayoría, en cambio, captarán algunos rasgos míos que acaso desconozcan (o tal vez no).

A modo de anticipo, estas que siguen.

Intentaré seguir cierto orden alfabético.

ABERRACIÓN: La coherencia del distinto, del diferente, visto desde posiciones habituales, normales, cotidianas

ABDICACIÓN: Dejación de la responsabilidad asumida, por causa de poquedad, retractación, desmayo o simple y llana cobardía.

ABJURAR: Salvar el pescuezo a cambio del corazón; y, a veces, de más órganos.

ABLACIÓN: Cuchillada genital, instituida por bárbaros varones musulmanamente analfabetizados a aterrorizadas pre-púberes de familias musulmanamente sumisas.


Del libro inédito Palabrerío canalla

martes, 19 de enero de 2016

LOS BELLOS CONTRALUCES DE LAS ESTAMPITAS


Cuando chico, a mí me encantaban estos contraluces tormentosos. Al ver uno en cualquier lado, enseguida me arrimaba a contemplarlo y a apurar unos instantes de vida ascética, siquiera sea en modo postal o estampita religiosa, que era donde se podían ver con asiduidad. Porque los que buscaban atraer hacia lo espiritual/religioso/sectario siempre han gustado de este tipo de imágenes que, por su belleza, siempre apuntan a lo trascendente a poco que te descuides y babees un poco. Debo decir que yo, en aquélla, estaba descuidado, era creyente profundo y, obvio, babeaba lo mío con esas estampitas. 

Hoy, no. Es más bien todo lo contrario. Sin embargo, aún me atrae secretamente su estética atormentada y barroca, sin que sepa explicar muy bien por qué. Por eso,  cuando veo una de esas fugaces imágenes, en las que la luz es tan instantánea y cambiante por segundos, si tengo la cámara a mano, suelo apuntar y disparar. Y a veces sale algo que luego pueda editarse con cierta paciencia. La imagen de arriba surgió en un viaje que realicé por el interior de Segovia hace unos años, cerca de Pedraza de la Sierra, viajando con la única compañía de mucha música comprimida, varios libros de cuentos, una libreta y una maleta con los arreos fotográficos. No fue una llamada divina lo que sentí al verla. Pero la sonrisa que me brotó al encontrar una de las tomas rescatables se le parecía mucho.

Desolado paisaje entre Pedraza y Ayllón (Segovia, Castilla y León, España)
Marzo, 2007 ----- Nikon d100

lunes, 18 de enero de 2016

DEMASIADAS PREGUNTAS, NINGUNA RESPUESTA

¿Debo alcanzar lo que quiere ser buscado o que se sostiene a duras penas en una tarima, en un piano, en un libro, en un perfume (o quizá en un bar) o —¿por qué no?— en una habitación tan normal como todo lo normal? ¿Debo recortar mis latidos ante la inexpugnable posición de una imagen que me taladra con ojos de perennidad en el recuerdo? ¿Debo cambiar mis sentidos, mis sentimientos ante lo que no modifica un ápice su apariencia, que me contempla siempre con la misma expresión, la ponga donde la ponga? ¿Cómo conciliar la planitud de esa fotografía con el vaivén cíclico de mi melancólica añoranza? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta, ni posibilidad real de hallarlas. Conclusión contemplativa, escéptica, desolada.

Del libro inédito Prosas tristes, arias profanadas, 1998

domingo, 17 de enero de 2016

CULÉ HASTA LA MUERTE



Fachada de floristería funeraria (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
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