lunes, 15 de febrero de 2016

POLÍTICA Y PROSTITUCIÓN (INTERPRETACIÓN POPULAR)


Siempre que me encuentro alguna pintada de corte grosero, insultante o hiperbólica, siento un punto de rechazo de entrada. Pero, acto seguido, me pregunto qué habrá impulsado a alguien a soltar una frase que llame tanto la atención de ese modo. En casos como éste, sólo me salen dos expresiones: hartazgo e impotencia.

Pero analicemos la frase. Esta da por sentado que quienes nos gobiernan, quienes se hallan “en el poder”, los políticos, son unos hijos de puta, entendiendo por tal, un insulto muy grave, de los que más se dicen en nuestro país, incluso en plan amigable según el tono, pero que dicho con acritud, puede ser incluso antesala de violencia física. No quiere decirse con ello que tengan mal concepto de sus madres como prostitutas, claro, sino que lo que plantean es que sean ellas quienes los sustituyan. O sea, que a ellos les aplicamos el gravísimo insulto, tomando la prostitución como algo terrible, pero preferimos que sus propias madres nos gobiernen, pues se deja implícito en la frase que no sólo no lo harían peor, sino mucho mejor. Curiosa paradoja de la que brota el chascarrillo, la ocurrencia, aunque sea una muestra gruesa de cabreo popular. Aunque el problema no es tanto la pintada en sí. Sino la cantidad de veces que vemos en los últimos tiempos asociada la expresión “hijo de puta” asociada a un político, en cualquier conversación habitual. Esto es señal inequívoca de que la desacreditación de esa profesión ha llegado a niveles insospechados hace sólo diez años. 

Entonces, ¿qué hacer con la pintada? ¿Borrarla? ¿Enmarcarla? ¿Editarla? Yo, de momento, tan sólo la muestro. Con lo cual ya me convierto en cómplice del autor. Pero no tengo claro si mi complicidad sea involuntaria a la par que crítica, o consciente y solidaria con la idea. Aunque, bien pensado, creo que sí que lo tengo claro. Vaya que sí.

Pintada en Corrubedo (La Coruña, Galicia, España)
Agosto, 2008 ----- Nikon d300

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