Me he enterado de casualidad. Quizá porque el guarismo "cantó" mucho el otro día, después de la entrada de la luna. Qué curioso, me dije. Mil entradas. Habría sido más interesante, como querría Borges, que el número hubiera sido más contundente, como "Mil entradas y una entrada", remedando las "Mil noches y una noche" de Burton. Pero yo soy más clásico. Y el número me impacta. Claro que como ésta es la entrada 1001, los dos quedaremos satisfechos.
Decía que es una cifra que impacta. Y lo hace porque no se va buscando. Si lo hubiera hecho, la ansiedad por alcanzar la meta no me habría dejado vivir. En cambio, así, poco a poco, de forma constante, foto a foto, relato a relato, sin pensarlo demasiado, como si fuera un juego (aunque muy serio, que no admite desmayo), uno llega donde nunca pensó llegar.
Decía que es una cifra que impacta. Y lo hace porque no se va buscando. Si lo hubiera hecho, la ansiedad por alcanzar la meta no me habría dejado vivir. En cambio, así, poco a poco, de forma constante, foto a foto, relato a relato, sin pensarlo demasiado, como si fuera un juego (aunque muy serio, que no admite desmayo), uno llega donde nunca pensó llegar.
Esto es lo más fascinante de los blogs. Y de la voluntad que debe conllevar, como es lógico. Porque abrir una bitácora, vulgo blog, lo puede hacer cualquiera. Mantenerlo con cierta regularidad es más costoso. Conservarlo varios años, complica su existencia. Alcanzar cifras sorprendentes es más inhabitual. La sensación de repetirse, las fallas de la voluntad, la impresión de que nadie lee, nadie contempla, nadie comenta, todo ello contribuye al cansancio, a la tentación de dejarlo todo y de dedicarse a tareas más gratas, más rentables, acaso más lúdicas. No ha sido mi caso, de momento.
En realidad, el blog surgió hace cuatro años por una causa práctica. No era capaz de aprender a manejar Photoshop, ese programa maravilloso y cabrón, que fue diseñado para prometer paraísos, a cambio de infiernos. Aprendía algo, y como no lo reforzara y prosiguiera practicándolo, se me olvidaba todo. De modo que probé a obligarme a algo, con la finalidad de generar una continuidad que me apretara las tuercas con el programa. Dio resultado, he de añadir.
Pocas cosas me han cambiado la vida tanto en los últimos años -y tan gratamente- como esta bitácora chiquita.
Fotografías y palabra. Es de lo único que sé algo. Por aquí seguirán los tiros...