sábado, 10 de marzo de 2012

OJALÁ CREÁSEMOS MENOS, Y MEJOR

Steven Soderbergh ha sido noticia estos días pasados por haber afirmado que deja su oficio, que ha de reinventarse de nuevo, que ha de aniquilar todo cuanto ha creado, y volver a empezar. Soderbergh es, como se sabe,  director de cine ("Sexo, mentiras, cintas de vídeo", "Erin Brockovich", Ocean's eleven", "Traffic", "Che", y varias otras). Sorprende su afirmación, pero se comprende. Lo que se comprende menos es que la haga. Sorprende su sinceridad (o su deseo de llamar la atención, que nunca se sabe), su desgarro. No, en cambio, su agotamiento, admisible desde cualquier punto de vista, ya que tiene estrenada o a punto de hacerlo tres películas.

Admitamos a juicio la totalidad de sus afirmaciones. Está cansado. Siente que todo lo hecho no lo justifica. Puede que tenga que sacrificar cuanto ha llevado a cabo para reinventarse. Se retira en el momento de máxima actividad. Admitámoslo. ¿Por qué, pues, uno no acaba de creérselo del todo? Porque no suele ser común esa postura. La "droga" de la creación, o de lo que uno piensa que es creación, motiva la "recaída" de casi todos cuantos anuncian su abandono o su retirada. Sucede en todos los ámbitos, sean o no ligados a la creatividad: la música, el toreo, el cine, el arte, la política... A la inmensa mayoría de quienes anuncian que se van, los vemos regresar al poco, como corderillos, a la escena pública, intentando argumentos para explicar la vuelta al tajo: necesidad de dinero, ausencia de motivación, síndrome de abstinencia, necesidad de cubrir un hueco "vacío" desde su marcha, ofertas imposibles de rechazar, perentoriedad...

El resultado es la hipertrofia de libros, películas, canciones, obras de arte (o sucedáneos con dicho nombre). Sobra demasiado de todo ello. Sobra basura en cualquiera de los mundos que acabo de enumerar. Quizá si creásemos menos, corrigiéramos más y no dependiéramos tanto de la opinión ajena, acaso la creación se beneficiaría de una mayor autenticidad y una energía contagiosa, más propensa a la expansión.

Pd/ Sería bueno lanzar una hipótesis algo envenenada sobre cuánto tardará Soderbergh en asomar de nuevo por el mundo del celuloide. Yo no le doy más de dos o tres años.

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