jueves, 8 de noviembre de 2018

OTRO DILEMA ÉTICO (PARA DISCUTIR LARGO Y TENDIDO ANTE UN CAFÉ)

Éste no proviene del libro de Martin Cohen. Se me acaba de ocurrir a mí hace un rato, lo cual no quiere decir que no se le haya podido venir a la cabeza a miles de personas antes que a mí. Es sencillo, pero muy duro de responder con sinceridad primero, y con lucidez racional, después. De ahí su dificultad, y el desgarro que produce intentar responderlo.

Un cirujano internista de guardia recibe de improviso en urgencias a dos pacientes que han llegado prácticamente a la vez. Los dos están destrozados, por el efecto de una bomba en un atentado terrorista. Examinados los dos cuerpos, y teniendo en cuenta que sólo está él para operar, decide que uno de ellos (A) tiene prioridad de tratamiento, porque ha perdido más sangre que el otro, y tiene menos posibilidades de sobrevivir si no se actúa con rapidez. Si se da prisa, y no surgen complicaciones, puede que salve también al otro (B), aunque eso no lo da por seguro. Cuando se dispone a dar las órdenes pertinentes -teniendo en cuenta que es la máxima autoridad a la hora de ordenar quién, cuándo, y cómo- uno de los policías que escoltó la ambulancia le dice que el paciente A es uno de los terroristas que ha sobrevivido y que el paciente B es una de las víctimas.

Y ahí es donde surge el dilema. ¿Debe mantener el orden que su pericia como médico le indujo a establecer de primera mano? ¿Debe cambiarlo, teniendo en cuenta que fue el terrorista suicida quien causó la tragedia y que -no lo olvidemos- sabía que iba a morir como consecuencia de su acción? ¿Debe dejar que prime su instinto o debe aplicar las reglas  a que su deontología le obliga? ¿Qué decidiríamos nosotros, si estuviésemos en su lugar? ¿Seríamos capaces de proceder con la neutralidad que las circunstancias médicas requieren, o dejaríamos que aspectos emocionales se colaran de rondón, y nos empujaran en la decisión final?

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