martes, 2 de octubre de 2018

AMO EL OTOÑO


Aún falta para que el color del otoño amarillee las hojas de los árboles, todavía verdes por estas latitudes más húmedas. Pero la estación, con la lentitud que la caracteriza, irá esmaltándolo todo con una pátina de frío nocturno y lluvia diurna, alternándola con algunos días de calor redivivo, que nos harán cobrar la ilusión de que el verano aún no se ha ido del todo. Pero por más que lo deseemos, y a pesar de los vaivenes de los cambios climáticos, la estación avanzará y nos cubrirá por completo.

Si hago caso a lo que escucho en diferentes momentos, la estación otoñal a unos les gusta mucho, a otros les hastía en grado sumo, y a otros les deja por completo indiferentes. Yo, por mi parte, amo cada estación por lo que me aporta y lo que me quita. Y amo la estacionalidad climatológica y paisajística, por lo que de variación comporta, por el vigor que instila a la vida, y porque le otorga un atisbo de diferencia que ayuda a erradicar la impresión rutinaria de los días, propia de climatologías más uniformes.

Pero, además, amo el otoño por su colorido, por su mezcla de frío y calor, por la sensación de caída hacia una estación más dura, pero sin que se olviden los rigores de la precedente. Amo el otoño, porque coincide con el inicio del año en mi profesión docente, y es el arranque de un período donde las ilusiones de ellos se mezclan con las mías, y uno puede afirmar que mientras la ilusión perviva, seguiré agradeciendo a los númenes del universo que me paguen por hacer algo que me gusta. Amo el otoño, porque no soporto tanta luz después de unos meses, y porque la luminosa calidez de las auroras y los atardeceres de esta estación no tienen parangón con otras épocas del año. Amo el otoño, porque la complementariedad de los tonos cálidos y los azules se ensamblan de un modo hermosísimo, como intenté capturar en la imagen que da pie a estas líneas. Y amo también el otoño, porque me gusta variar, y la alternancia de subidas y bajadas de cada año me recuerda lo que son los vaivenes de la vida, que tiene mucho de estacional, aunque más de imprevisible, en lo bueno y en lo malo.

Hoces de Vegacervera (León, Castilla y León, España)
 Octubre, 2017 ----- Nikon D500

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