viernes, 15 de diciembre de 2017

LA COMPLEJA ESTRUCTURA INSPIRADORA DE BACH

Creo que no hay nada tan placentero como tomar la música de Bach como acompañante de pensamientos intensos aunque relajados. Bach te ofrece pureza, música absoluta que no tiene ningún efecto sobre mí desde el punto de vista afectivo o sentimental. Este hombre prodigioso, que hace hablar a un violín como si fueran varios y a un violonchelo como a toda la sección de cuerda de una orquesta, arquitectura sus obras de tal modo que no ejerzan más que un marco donde encuadrar los pensamientos que, de tal modo, fluyen encadenados y libres sin presión alguna, dentro de una libertad absoluta. Bach no me dice nada; sin embargo, escuchar su música me produce sensaciones de plenitud que parecen no provenir de las notas oídas. La perfección resulta el escenario idóneo para que mi mente divague y se encuentre con ese yo escurridizo y haragán que exhibe su indolencia con un impudor cada día más creciente. Para pensar sin interferencias pasionales -a favor o contrarias-, por tanto, Bach. A ser posible, alguna de sus suites para violonchelo o alguna partita para violín solo. O en su defecto alguna cantata o algún concierto con esa magia que casi siempre supo extraer de su inagotable cantera.

Del diario inédito  Bancal de almácigas, entrada de 9-VIII-1996


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