jueves, 31 de agosto de 2017

EL FUTURO DESGRACIADO DEL PULPO



El pulpo no es un animal muy bello, según los cánones humanos. Nos resulta poco antropomorfo. Esa enorme cabeza, con ese ojo de pupila horizontal e inquietante, y esos ocho tentáculos armados de múltiples ventosas, unido a su velocidad de desplazamiento en el agua y al peculiar modo de huir soltando un chorro de tinta, dispararon la imaginación tanto de los navegantes como de los escritores, que hicieron de él uno de los más habituales ejemplos de monstruos marinos.

Sin embargo, hoy sabemos que, pese a que nos resulte estéticamente igual de extraño que siempre, nada de esa fama terrible es cierta; al contrario, parece un animal extremadamente tímido y huidizo. A mayores, también se ha podido determinar, con experimentos en laboratorio, que su inteligencia es asombrosa, que tiene sorprendente capacidad de aprendizaje, y que resulta ser el “cerebro” más impresionante de los invertebrados.

Por desgracia para él, los humanos también conocemos las bondades de su carne, una vez cocida alrededor de media hora en recipientes de cobre, tras haberlo escaldado previamente tres veces en agua en ebullición. Si a su troceado con tijeras, se le añade aceite crudo, sal gruesa, pimentón y trozos de patata cocidas en la misma agua resultante de cocerlo a él, la experiencia suele ser mágica o religiosa. Ésa es hoy su tragedia. No tanto las leyendas del pasado como las gulas del presente y, sobre todo, el crecimiento progresivo de la cantidad de personas que quieren degustarlo.

En Fuengirola (Málaga, Andalucía, España) 
Enero, 2017 ----- Nikon D500

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