domingo, 17 de abril de 2016

CONGELAR LA REALIDAD PARA VER OTRA REALIDAD


Hay varios aspectos muy misteriosos en el mundo de la fotografía. Pero uno de los que más me atrapan es la consecución de imágenes que el ojo humano, en su pobreza receptora de espectro o de captación de la velocidad, no es capaz de obtener por sí mismo. Acostumbrados estamos, en las retransmisiones deportivas o en los documentales televisivos, a ver imágenes rodadas con cámaras de alta velocidad, a muchos fotogramas por segundo, que luego, al ser reproducidas a los correspondientes 24 ó 25 en cada segundo, ofrecen a quien las contempla mundos desconocidos antes de que estas técnicas existieran; ahora, en cambio, son nota cotidiana de nuestra vida, pero no dejan de seguir siendo fascinantes los fragmentos de realidad rapidísima que podemos ver ralentizados, una vez procedida a su selección y rodaje adecuados. Yo nunca he manejado la imagen en movimiento. Lo mío es la imagen fija. Pero con ella también se pueden lograr imágenes que sólo existirían si pudiéramos pausar, rebobinar, avanzar nuestra existencia. Como no es posible, la técnica acude en nuestro auxilio para poder producir un simulacro.

Si se observa la fotografía que traigo para ilustrar lo que estoy diciendo, parece que sólo consta de unos cuantos miles de puntos blancos y negros, con una disposición en apariencia caótica, pero por entre la cual se cuelan algunos patrones y algunas pautas de formas irregulares para poder paladear la imagen con algunos asideros. Puedo asegurar que la realidad era mucho más prosaica y reconocible: una fuente en un bulevar, con varios surtidores de diferente boca; unos formaban una película de agua difusa, otros tenían un chorro de agua más definido, pero diferente grosor, con lo que entrelazaban líneas de parábola y combinaciones diversas. Pero cuando se busca lo diferente, la labor del fotógrafo es ir mirando de continuo, para poder ver. Una vez que ve, intentar imaginar algo distinto. Y una vez imaginado lo distinto, poner los parámetros de la cámara en disposición de que la técnica logre lo imaginado. El resto es fácil. En este caso, con el sol declinante frente al objetivo, marca un claro contraluz. La imagen que se pretende es predominantemente abstracta. Se puede optar por una velocidad lenta, de medio o un segundo, con lo que veríamos líneas difusas, que parecerán estar moviéndose de forma sedosa. Se puede elegir congelar la imagen a una velocidad de 1/4000 de segundo, y de ese modo, lo que imaginamos como un chorro homogéneo se nos muestra como una corriente no continua, sino “alterna”, con la que se puede jugar a la hora de combinar las líneas en una composición que nos guste. Es este último modo el elegido. Lo que aparece, nunca existió, salvo en una fracción mínima de tiempo. Pero de este modo, cobra forma y vida. Luego, ya se puede contemplar, comentar, criticar, olvidar.

Agua de una fuente en el bulevar García Lorca de Almería (Andalucía, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

No hay comentarios:

AVISO A VISITANTES

Todas las imágenes (salvo excepciones indicadas) y los textos que las acompañan son propiedad del autor de esta bitácora. Su uso está permitido, siempre que se cite la fuente y la finalidad no sea comercial
Si alguien se reconociera en alguna fotografía y no deseara verse en una imagen que puede ver cualquiera, puede contactar conmigo (fredarron@gmail.com), y será retirada sin problema ninguno.