jueves, 4 de octubre de 2018

FIN DE JORNADA


El día termina, las sombras se alargan, los negros predominan. El sol decae y las nubes enmarcan la escena, mientras el reflejo lo duplica todo. Otra jornada más que echar sobre los hombros cansados. Es hora de pensar en dormir.

Crepúsculo en Peyrehorade (Landas, Aquitania, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

miércoles, 3 de octubre de 2018

MI PALABRERÍO CANALLA (37)

DARWINISMO: Doctrina biológica que estatuyó como una realidad absoluta algo que todo ser vivo (y, por extensión, el ser humano) había experimentado desde los orígenes más ancestrales: que los más fuertes son los que sobreviven y, por ende, los que procrean, por lo que cada vez las especies son más fuertes, más brutas, de suerte que la más bruta de todas ellas acabará con todas las demás, a poquito que se le deje tiempo suficiente.
DEBER: Aquello que se ha de realizar perentoriamente, bien porque nos lo exijan los demás —injustamente, claro—, bien porque nos lo impongamos nosotros —amorosa y voluntariamente; innecesario es recordarlo—.
DEBILIDAD: Conjunto de carencias físicas o mentales cuyo bagaje supone tener una extraordinaria probabilidad de que los demás lo manejen a uno y, por consiguiente, de ser profundamente infeliz. De todos modos, hay madres (y algún padre) que logran elevar esas carencias a un modo particular de dominio mezclándola con la conciencia de autoculpabilidad ajena e insuflándola con sutileza en los demás.
DECÁLOGO: Lista de diez consejos que, como todos los consejos, no ha sido solicitada, pero que nace siempre con una naturaleza de agobiante urgencia y de apremio concluyente, a más de una sospechosa obligatoriedad.
DECENCIA: Cumplimiento recatado y escrupuloso de las normas socio-pudorosas establecidas en cada momento y con vigencia variable, de lo que se deduce que las personas más interesantes desde casi todos los puntos de vista han sido siempre grandes indecentes, que son criticados y castigados hasta que el número de los mismos impone dialécticamente una nueva decencia, y vuelta a empezar.
DEFECTO: Toda aquella característica que impide la perfección. Fastidia una enormidad a los que hacen de ésta el motivo esencial de sus vidas. Por el contrario, encanta a quienes consideran que los defectos (de los demás) son campos donde poder aplicar sus conocimientos y lograr un objetivo en la vida dedicándose a modificarlos, a eliminarlos, sin caer en la cuenta del tamaño despropósito que ello comporta.
DEFRAUDAR: Aprovechar el egoísmo propio en su faceta fiscal.
DEICIDA: Todo aquel que se atreve a aparentar que ha matado a Dios y a proseguir su osadía, narrándolo con lujo de detalles. Quienes así se conducen suelen ser buenos literatos, con imaginación poderosa, aunque suelen suscitar rechazo entre sus semejantes, que no acaban de creer sus historias y mucho menos que un mortal pueda matar a un ser inmortal; aunque no exista.
DEICIDIO: Asesinato de Dios o de un conjunto de dioses; puede realizarse con violencia verbal, con justificaciones racionales, con diatribas diversas, etc.; pero como más eficaz resulta por el daño producido, es con la indiferencia más absoluta, aderezada con unas gotas de hilaridad despreciativa.
DELEITE: Gusto extremo con que se paladea aquello que nos produce placer. Es muy perseguido por aquellos que no son capaces de lograrlo, bien por considerar dichas sensaciones como valores pecaminosos, bien por incapacidades propias, lo cual viene a ser lo mismo.

Del libro inédito Palabrerío canalla1999

martes, 2 de octubre de 2018

AMO EL OTOÑO


Aún falta para que el color del otoño amarillee las hojas de los árboles, todavía verdes por estas latitudes más húmedas. Pero la estación, con la lentitud que la caracteriza, irá esmaltándolo todo con una pátina de frío nocturno y lluvia diurna, alternándola con algunos días de calor redivivo, que nos harán cobrar la ilusión de que el verano aún no se ha ido del todo. Pero por más que lo deseemos, y a pesar de los vaivenes de los cambios climáticos, la estación avanzará y nos cubrirá por completo.

Si hago caso a lo que escucho en diferentes momentos, la estación otoñal a unos les gusta mucho, a otros les hastía en grado sumo, y a otros les deja por completo indiferentes. Yo, por mi parte, amo cada estación por lo que me aporta y lo que me quita. Y amo la estacionalidad climatológica y paisajística, por lo que de variación comporta, por el vigor que instila a la vida, y porque le otorga un atisbo de diferencia que ayuda a erradicar la impresión rutinaria de los días, propia de climatologías más uniformes.

Pero, además, amo el otoño por su colorido, por su mezcla de frío y calor, por la sensación de caída hacia una estación más dura, pero sin que se olviden los rigores de la precedente. Amo el otoño, porque coincide con el inicio del año en mi profesión docente, y es el arranque de un período donde las ilusiones de ellos se mezclan con las mías, y uno puede afirmar que mientras la ilusión perviva, seguiré agradeciendo a los númenes del universo que me paguen por hacer algo que me gusta. Amo el otoño, porque no soporto tanta luz después de unos meses, y porque la luminosa calidez de las auroras y los atardeceres de esta estación no tienen parangón con otras épocas del año. Amo el otoño, porque la complementariedad de los tonos cálidos y los azules se ensamblan de un modo hermosísimo, como intenté capturar en la imagen que da pie a estas líneas. Y amo también el otoño, porque me gusta variar, y la alternancia de subidas y bajadas de cada año me recuerda lo que son los vaivenes de la vida, que tiene mucho de estacional, aunque más de imprevisible, en lo bueno y en lo malo.

Hoces de Vegacervera (León, Castilla y León, España)
 Octubre, 2017 ----- Nikon D500

lunes, 1 de octubre de 2018

HACE FALTA TIEMPO PARA UN TIEMPO NUEVO, DISTINTO


Hay momentos en la vida que nos sumen en la extrañeza más absoluta, y de nada sirve todo cuanto sepamos, porque todo ese bagaje no ayuda a asimilar lo sucedido. Algunos de esos momentos son hermosos, epifánicos. Otros, tristes, desoladores. De ninguno de ellos salimos indemnes. Pero unos llevan más carga de profundidad que otros.

Hay una frase de una canción de Joan Manuel Serrat que yo he repetido mucho, y que acostumbro a sacar a la luz en circunstancias muy diversas. Dice que “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Siempre supe que no era cierta, y no porque resultara fría e impactante, o por su tendencia a lo apodíctico, a lo que no se discute. Nunca fue cierta, al menos la primera parte. Porque sí que puede ser triste la verdad, muy triste. Y aunque no tenga remedio -eso sí que es cierto-, puede ser incomprensible, devastadora, insoportable.

Hablábamos de encajar lo que no se comprende. Siempre requiere tiempo, templanza, serenidad, inteligencia. Tal vez la desesperación, la rabia, la violencia, acaso la venganza directa, sean las reacciones más rápidas, viscerales y comprensibles; las entendemos bien; las comprendemos en los demás, e incluso en uno mismo. Pero no podemos quedarnos en ellas. Son, eso sí, las que nos preparan para la siguiente etapa.
Se necesita tiempo para asimilar lo que de ninguna manera esperas. Se sabe que el tiempo es un lenitivo excelente para convertir en rutina inerte el dolor más lacerante. Pero hay que dejarlo actuar. Se precisa paciencia para no dejarse invadir por la sensación más envolvente del dolor y de la tristeza perfectamente justificados. La serenidad y la templanza pueden contribuir a que el tránsito hacia la siguiente fase transcurra sin sobresaltos ni bruscas subidas o bajadas de ánimo. Pero no es fácil tenerlas a nuestro lado en estas circunstancias, que producen más instinto que intelecto. Y también se necesita la suficiente inteligencia (o filosofía vital) para comprender que las desgracias existen, que la mala fortuna existe, que el dolor nos acecha de continuo y que la muerte es el final de toda vida; para comprenderlo y aceptarlo, pues nada podemos contra ciertos embates de nuestra existencia.

Por tanto, necesito tiempo, paciencia, templanza y aplicar mis filosofías vitales, para encajar que mi madre acaba de morir hace unas semanas.

lunes, 2 de julio de 2018

ALLÍ ESTARÉ (MICRORRELATO)

Ella supo que todo había cambiado, cuando al pasar junto a él en cualquier momento, no podía evitar ruborizarse un tanto. Su madurez lograba, sin embargo, que la situación no resultara embarazosa para ninguno de lo dos, y un tema cualquiera podía hacer brotar una conversación bien traída. Pero las conversaciones en el trabajo no eran suficientes. Pensaba que sus compañeras eran conscientes de lo que pasaba y creía que lo comentaban entre risitas a sus espaldas. Además, le quedaba la sensación de que necesitaba más, de que verlo unos instantes a lo largo de las mañanas era algo que la mortificaba en mayor medida que el placer que sentía con su compañía. Una noche, sin haber podido preverlo siquiera, él le abrió un privado en la red de su correo. Al principio, reaccionó sorprendida. Opuso reparos porque creía que cualquiera podía estar contemplando lo que hacían, aunque en ese instante no pensó en su marido, que llevaba una existencia paralela y mansa. Él la tranquilizó, y le explicó las ventajas de una privacidad personalizada. Enseguida pudo comprobar que aquel reducto secreto era exclusivo de los dos, que allí ambos podían hablar, conocerse, reír, fantasear. Y desde aquel momento, siempre que uno de los dos entraba, llamaba al otro, que respondía con alborozo. En sus conversaciones, en cambio, nada podría haber sido utilizado como prueba de algo sospechoso, inmoral o deshonesto. Pero el ambiente adquiría temperatura progresiva, a cada frase tecleada velozmente, simulando una conversación que no se había dado nunca en el exterior. En una noche tardía, él dio un paso adelante y le dijo que la deseaba con tal intensidad, que sus fantasías sólo mostraban su cuerpo delgado, su ambiguo rostro, sus manos inexpresivas, con su voz grave de  fondo. Ella se quedó helada. Le encantó leer aquella frase, y aun la había deseado durante semanas, pero no estaba preparada para responderla. Por otro lado, su lado más femenino acusó el golpe de sentirse sólo deseada y no querida con la misma intensidad con que ella lo adoraba ya a esas alturas. Cerró el ordenador de golpe. Tuvo una taquicardia prolongada. No pudo pegar ojo. No sabía qué decir, qué responder a su requerimiento. En el trabajo, ambos simularon que nada había sucedido, pero algunas miradas interrogantes fueron lanzadas al aire sin que éste devolviera más que miradas bajas y un disimulo bien entrenado a lo largo de los años. A la noche él le pidió explicaciones por su marcha intempestiva, y ella se volvió a bloquear, sin poder contestar nada. Se abrió un vacío sin silencios, un vacío ágrafo que ambos interpretaron de modo distinto. El, más experto en asuntos de esa índole, soltó cuerda sin decir palabra. Ella se consumía pensando lo que él podía estar pensando de su inacción; también, valoraba los riesgos evidentes de una situación tan novedosa en su vida. El resultado es que respiraba con agitación, pero sus dedos no se movían ni pulsaba tecla alguna. Esa noche ella se fue a la cama llorando, y él algo molesto por la falta de reacción. Pero era una cuestión de tiempo. Pasó una semana en la que nada varió, a no ser la progresiva desazón de ella cuando él estaba cerca. Esos días cuando abría el correo la atenazaba el miedo a que él le dijera algo más concreto, pero lo cierto es que se moría de ganas de que él diera algún paso. El, con paciencia experta y menos que perder, aguardó; y aunque la lucecita verde indicaba disponibilidad y conexión, no pronunció palabra alguna. Al décimo día desde la determinante conversación, ella lo saludó y le preguntó cómo estaba. El le respondió que se encontraba consumido de deseo por ella, pero que no quería molestarla si ella no lo correspondía. Ella suspiró frente a la pantalla. Después, le franqueó sus sentimientos reales, sin poder notar la sonrisa de él mientras leía su rendición. El aseguró comprenderla y sentirse encantado con lo que ella le acababa de contar, aunque no podía prometer reciprocidad sentimental. Ella se calló, azorada. Él lanzó la acometida final: “Quiero verte; hoy; en mi casa, a las seis”. Ella, tras unos segundos de angustiosa espera, marcó irreversiblemente su futuro tecleando las dos palabras que cambiarían su vida para siempre. 

Del libro inédito Micrólogos, 2012

domingo, 1 de julio de 2018

FRUTAS Y HORTALIZAS


En verano, el frescor de la fruta y de las hortalizas ligeras, se hacen los reyes de la mesa. El agua es lo que el cuerpo pide, por la mucha que perdemos. Las naranjas y los espárragos trigueros no son de esta época. Pero en el mundo globalizado de hoy día casi cualquier fruta y casi cualquier hortaliza están disponibles en cualquier época del año. Disfrutémoslas, pues. Con brillo, con aroma, con sabor, y con el mejor colorido posible.

Avilés (Asturias, Principado de Asturias, España)
Marzo, 2013 ----- Nikon D300

viernes, 29 de junio de 2018

MÁS DE RUIZ TABOADA

Más o menos hace un mes, publiqué una entrada, impactado por la intensa calidad de un autor que acababa de conocer en un libro de aforismos. Se trataba de Javier Ruiz Taboada, @ruiztaboada), y el libro se titulaba Se te tiene que ocurrir. Aforismos, Tuits y Citas a ciegas. Pues bien, lo he vuelto a hojear, y no me resisto (en estos días de mucho trabajo en que a uno se le ocurren pocas cosas que decir), a dejar que unas cuantas frases suyas nos seduzcan desde otro lugar fuera de su libro. Ahí van.


  1. La igualdad empieza por entender las diferencias
  2. Un no, puede dar mucho de sí
  3. Me da rabia saber todo lo que ignoro
  4. Cuanto más útil me creen para sus fines, más inútil me siento para mis principios
  5. Pensar a borbotones, hablar con cuentagotas
  6. Muchas personas preferirían tener un presente antes que un futuro
  7. Si quieres combatir la decepción, practica la desconfianza
  8. Creemos que hay que tenerlo todo, cuando lo importante es no temer nada
  9. Hay que leer libros, aunque solo sea por el qué dirán
  10. Una palabra encierra millones de imágenes
De nada.

jueves, 28 de junio de 2018

A LA SOMBRA DEL BORDÓN Y LA VIEIRA


El bordón y la vieira, el bastón y la concha, enmarcan el sosiego final del peregrino en la ciudad ansiada, una vez alcanzada la meta que se marcó al inicio del viaje. Santiago de Compostela acoge con gana a todos los visitantes, pero si se es peregrino se disfruta de una consideración especial. Resulta lógico. Santiago no habría sido nada sin los millones de visitantes que un día sintieron que debían realizar ese peregrinaje hasta unas reliquias (más que improbables). Es posible que ni existiera. De modo que cuando se pasea por esta bellísima ciudad del noroeste, los peregrinos son el pulso de sus calles, de sus comercios, por no hablar de su imponente catedral, prima donna del románico hispano, y uno de los referentes gallegos del barroco carente de excesos.

Se los encuentra por todos lados, y se muestran tal cual son, sin artificios de ningún tipo. Han viajado por buena parte de España (y algunos, de Europa) para llegar a un destino ansiado. La mayoría lo han hecho con un esfuerzo que al resto se nos antoja heroico, inexplicable, absurdo, innecesario: digno de admiración en cualquier caso. Su protagonismo no molesta, es una señal de identidad, algo sin lo que esta ciudad perdería su esencia más generatriz. Démosle el valor que merecen.

Santiago de Compostela (La Coruña, Galicia, España)
Mayo, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

miércoles, 27 de junio de 2018

HITOS DE MI ESCALERA (29)

El año 1982 sería muy importante por muchas cosas. Sería el que peores notas sacara en mis estudios universitarios, incluido el único suspenso cosechado en mi vida para septiembre (hablaré de ello en otro Hitos). También visitaría por primera vez Madrid, acompañando a una revisión médica de mi padre, en el único y excepcional viaje que efectuamos solos él y yo en toda nuestra vida. A su vez, en medio de una efervescencia política que no he vuelto a sentir nunca, fue el año en que -responsable y virginal- me encargué de ver una respetable cantidad de mítines de diversos partidos políticos, que concurrían en unas elecciones que acabarían con la primera mayoría absoluta de un partido español (PSOE) en su exigua historia democrática. A mayores, pude leer con satisfacción inenarrable una carta que me enviaba la autoridad militar competente donde se me notificaba que quedaba excluido del servicio militar, en atención a mi cortedad de miras, digo de vista, vulgo miopía, abundosa, pertinaz y creciente (hasta los 25 años).

Pero para lo que quedaría en el recuerdo de mi memoria este año fue porque vi publicado por primera vez algo escrito por mí en un medio de comunicación. Vale que era una revistilla universitaria de poca monta; vale que, a más inri, era costeada por un sacerdote que se debatía entre la progresía en algunos aspectos y lo pre-conciliar en otros; vale que sólo fueron tres artículos en tres números respectivos; vale que la tipografía era espantosa, y que su concepción artesanal era poco menos que adolescente. Pero fue ¡la primera vez! que una persona que comienza a escribir ve en letras de molde lo que antes pasó por su bolígrafo y, después, pasó a limpio en su máquina de escribir. Y eso, como el primer beso, el primer coito, el primer hijo, el primer divorcio, o la primera inspección de Hacienda, no se olvida así como así.

La publicación se llamaba Encuentro universitario, y en ella se escribían poemas, relatos, artículos de opinión, y algún que otro sermón de su director, mecenas, patrocinador y censor (todo en uno), Maximino Arias Reyero. Por mediación de un compañero de facultad, que ya participaba allí, llegué a conocer a este señor, que me abrió las puertas de su revista en cuanto se enteró de que yo “escribía opinión”, porque “de eso siempre hace mucha falta, porque la gente critica mucho, pero lo escribe poco; aquí lo que más mandan son cuentos y poemas”. Muy contento con la perspectiva, le entregué el que sería el primero de los artículos que allí vi publicados. Se titulaba “Apatía o falta de responsabilidad”, y trataba del infame modo en que la mayoría de mis compañeros enfocaban sus estudios, lo que era un reflejo, por supuesto del infame modo en que los ciudadanos asumían sus responsabilidades políticas. En fin ¿qué queréis? 19 años, y toda la rabia del recién despechado en el alma. Pero a mí me supo a gloria. Y, petulante como era, contribuyó a engordar un ego que, tan carente de empatía como sobrado de autoestima, alcanzó un volumen considerable que cualquiera podría haber previsto producto de la burbuja especulativa, pero que yo di en interpretar de otra manera: esto es, que iba a ser el próximo rey del mambo que destronaría a Borges del trono que tan trabajosamente había ocupado tantos años. 

Por aquel entonces, también comencé a frecuentar tertulias literarias en algunos cafés de mi ciudad (El Quijote, Casa Benito) que tenían un poco de libros, otro tanto de justa literaria y un mucho de captación de prosélitos de cierto nivel, pues solían estar auspiciadas por miembros del Opus Dei, algunos de los cuales llegaron a ser buenos amigos míos, a pesar de no cejar nunca en su empeño de sacarme de mis contumacias. En dichas tertulias vi la posibilidad de afilar mi siempre acerada dialéctica, sobre todo porque los fanáticos son inasequibles al desaliento, y siempre entran al trapo. Hoy lo veo como un paso imprescindible para soltar ese lastre más adelante, pero entonces fue la única oportunidad de que alguien con inquietudes como yo pudiera hablar de tú a tú con otros tocados del ala de semejante calibre. Y con el premio añadido del hallazgo de algunas importantes personas, de cuya profunda amistad llegué a disfrutar bastantes años.

martes, 26 de junio de 2018

CASI TODO SE LLEVARON


Y porque no pudieron arramplar con más. La pericia a veces es incompatible con el tiempo disponible para la tarea. Los tiempos que corren son demasiado rápidos para ciertas tareas. Eso sí, la composición queda de lujo.

La Coruña (Galicia, España)
Agosto, 2015 ----- iPhone 6 Plus

lunes, 25 de junio de 2018

UNA FRACCIÓN DE SEGUNDO (MICRORRELATO)

Cuando se encontró frente al matón, se dio cuenta de que el momento clave de su vida había llegado por fin. Era él o el otro. No hubo tiempo para presentaciones. Ambos sabían quién era el otro. No hubo palabra alguna. Todo estaba previsto con antelación. Se colocaron, pues, frente a frente en la calle, mirándose torvamente. Con un movimiento lento, pero visible, fueron apartando cada uno de los dos sus abrigos, dejando al descubierto las pistolas en sus fundas. Acercaron sus manos al arma. Una última mirada fruncida precedió al duelo. Cuando el hombre desenfundó para ir a disparar, comprobó que la pistola no tenía balas, que era de plástico, que apenas pesaba y que los del espectáculo del oeste le habían gastado una muy mala pasada con el fin de que el público se riera con gana de lo que veía. “Pero esto no era lo previsto, creo”. Todo eso le dio tiempo a pensar en el lapso de tiempo en que la bala del cuatrero rufián se introducía por su pecho y salía limpiamente por la espalda, abriendo un orificio por donde se le escapó la vida en un instante. Mientras se desplomaba, aún tuvo tiempo de descubrir, aturdido, la gran cantidad de cosas que da tiempo a pensar mientras uno muere tan rápidamente.

Del libro inédito Micrólogos, 2012

domingo, 24 de junio de 2018

HAY RELEVO, SIN DUDA


Llevo toda la vida viendo en las puertas de los servicios pintadas groseras, pícaras, procaces, analfabetas, pseudoartísticas, gráficas, numéricas, textuales, pornográficas. Y, ayer, en la puerta de un baño de instituto, me encuentro esto. ¡¡En un instituto!! No todo está perdido, por fortuna. De hecho, nunca lo está, a pesar del pesimismo de los viejos. Si no, aún estaríamos desarrollando modos y hábitos del Paleolítico. Bendita juventud, pues, que entre tanta estupidez de que hace gala, alberga también joyas descollantes que harán bueno -otra vez- el traspaso a la siguiente generación.

IES Aramo (Oviedo, Principado de Asturias, España)

viernes, 22 de junio de 2018

LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (18)

Pregunta 41

Su casa, en la cual está todo lo que posee, se incendia. Después de salvar a sus seres queridos y a sus mascotas, usted tiene tiempo para entrar una vez más y salvar una sola cosa. ¿Cuál sería?

Mi ordenador, con todo lo que he creado a lo largo de mi vida, bien guardadito en su interior. Se entiende que dicho ordenador contendría todas las fotos que he realizado, incluyendo las editadas, las publicadas y las que aún aguardan edición; y, por supuesto, todo cuanto he escrito hasta ese día. Así de simple. Así de prosaico, en apariencia. Así de importante.

Es ésta una pregunta que me hago a menudo, si bien no adopta la forma de una pregunta, sino de un futurible terrorífico: mi casa se incendia y lo pierdo todo. Sería una catástrofe completa, porque lo material se puede regenerar, pero lo inmaterial no. Por eso, asegurar mi vivienda contra todo tipo de siniestro no me serviría de nada en este caso, porque lo único que me sería reintegrado sería dinero, no mis escritos, no mis fotografías, tampoco mis libros subrayados, anotados y personalizados con escolios jugosones. Es una espada de Damocles permanente que recidiva su angustia con recurrencia intermitente. Por eso, desde hace años, paranoia mediante, tengo en casa de mis padres una copia de seguridad de todo lo arriba mencionado: un gran disco duro externo que se sincroniza y actualiza cada trimestre, más o menos. Y aun así...

Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999
Pd/2 Esta entrada ha sido actualizada, pues en las fechas anteriores a 2000 aún no tenía fotografías en formato digital, y la respuesta escueta de entonces (haciendo referencia sólo a mis escritos) chocaría demasiado para quien bien me conozca

jueves, 21 de junio de 2018

LAS MENTIRAS ETERNAS, SALVAVIDAS DE LA SUPERVIVENCIA


La mentira es tan antigua como el ser humano, o, mejor sería decir, como el lenguaje. No es desde casi siempre, pero casi. Y si casi siempre se mintió habrá sido por algo. Habrá tenido alguna utilidad, probablemente mucha. Cabría apuntar que la mentira ha creado al ser humano tanto como su propia evolución física y mental. Está bien, hoy me hallo un tanto hiperbólico. Pero pensémoslo bien. Y después de hacerlo, reflexionemos sobre su opuesta, la verdad, y preguntémonos cuál de ambas sobrevive mejor a nuestro contacto. Sin lugar a dudas, parece más humana la mentira que la verdad. Sí, aspiramos a esta última y la exigimos con vehemencia, pero ¿cuántos estamos dispuestos a asumirla hasta sus últimas conscuencias? La mayoría de las verdades nos escuecen, quizá porque construimos nuestra vida sobre un racimo de mentiras, civilizadamente construidas para la supervivencia. De ahí que estemos más acostumbrados a mentir que a ser sinceros.

Las frases de esta divertida camiseta, nos introducen en el mundo de las mentiras-tópico, aquellas que casi todos hemos dicho alguna vez, que todos conocemos, que sabemos que no son verdad, pero aun así resultan útiles, porque queremos seguir creyéndolas, porque albergamos secretas esperanzas que casi siempre resultan frustradas, porque no podemos evitarlo, o quién sabe por qué oscuras razones llevamos diciéndolas siglos, y ahí siguen. De ellas, tres hacen referencia a las mentiras que acostumbran a decir los varones para conseguir metas de carácter erótico, sexual o amoroso (“Sólo la puntita”, “Te voy a querer toda la vida”, “No tengo novio/a”). Tienen poco que comentar, por motivos obvios. Dos más se refieren a la jeta que se puede intentar ocultar cuando es nuestro turno para abonar lo que se debe (“Me he olvidado la cartera”, “Mañana te pago”). La de “La última y nos vamos” es un clásico del divertimento español, en la que ha incurrido hasta la madre del apuntador. Otra supone la falsa promesa (“Te llamo en 5 minutos”) que le hacemos a alguien de quien nos queremos deshacer, pero no tenemos lo que hay que tener para decirle la verdad; es una prórroga de cierto desagrado, pero que de momento nos consuela hasta el próximo momento decisivo. Y, por último, dos de naturaleza tecnológica reciente (“No tenía cobertura”, “Es que... se me acabó la batería”), que sí hacen referencia al aparato rey en nuestros días, el móvil, pero que en esencia busca lo mismo que otras de igual naturaleza no tecnológica: la ausencia de responsabilidad sobre lo no hecho, lo hecho mal o lo hecho insuficientemente. Y, sí, me temo que pese a ser conocidas de todos, las seguiremos usando y aceptando aun fingiendo enfados puntuales, porque lo cierto es que cumplen con la función que le otorga el/la comitente, a cambio del perjuicio de los de siempre.

Camiseta expuesta en Córdoba (Andalucía, España)
Enero, 2016 ----- iPhone 6 Plus

miércoles, 20 de junio de 2018

LAS CONTRADICCIONES DEL MUNDO DEL FÚTBOL

A) El fútbol siempre es una mezcla de deleite y asco. Se une la belleza del juego, de los cánticos de los hinchas, heredados de padres a hijos, con esa parte oscura que es el mercantilismo de los jugadores, la indecente cantidad de dinero que lo hace posible y la corrupción de organizaciones como la FIFA. Sin embargo, en esencia creo que todavía permanece mucho del fútbol de los 70 o los 80. Siguen siendo veintidós tíos pateando un balón.

B) En cuanto al nacionalismo... es mucho más complicado. Es un sentimiento que depende mucho de los países, de la situación que vivan (...) O puede ser cohesionador de una idea de país que no se uniría totalmente de otero modo, como ocurre en Sudamérica en general, o incluso aquí en España.

C) El fútbol consigue algo en lo que fracasa la religión y la política. Es cierto que está más relacionado con la fe, con la creencia ciega en tu equipo, pero a la vez está abierto a la razón, a la ecuanimidad. Puedo tener mucha fe en mi equipo, pero escuchando los argumentos de un fan contrario puedo cambiar mi opinión. Además tiene otra ventaja: su universalidad. Los líderes religiosos y políticos, los mitos, o el folclore son locales, pero el fútbol llega a todos lados.

D) El fútbol es capaz de aglutinar todos los grandes temas filosóficos: el significado de la vida, el espacio y el tiempo, la racionalidad, las emociones... Todo eso está en el desarrollo del juego. La fascinación viene de dos aspectos. Por un lado, ver un partido te coloca durante una hora y media en un estado meditativo y proclive a la catarsis, estás a merced del destino, como ocurría con el teatro en la Grecia clásica. Por otro, está esa esperanza constante, esa fe que te hace levantarte tras perder y asimilar la derrota. Por todo esto el fútbol es el deporte más grande del mundo.

Entrevista de Andrés Seoane a Simon Critchley, autor de En qué pensamos cuando pensamos en fútbol, Ed. Sexto Piso, en El Cultural (8-VI-2018)

Estos cuatro fragmentos dichos por el filósofo Simon Critchley demuestran dos cosas: que las personas inteligentes, sobre todo las dedicadas a pensar, también pueden decir grandes obviedades, banalidades y hasta majaderías, y que las mismas personas inteligentes a veces dicen cosas profundas, perspicaces y hasta originales. Dejo al análisis de quien esto lea discernir a qué grupo corresponden unas y a cuáles las otras.

martes, 19 de junio de 2018

ALONSO QUIJANO LEE EL QUIJOTE


Asombróse el Hidalgo de cuanto le decían de su propia vida, que alguien había puesto por escrito en un libro, que los que podían leían, y los que no lo contaban a los demás. Hasta que un día se decidió a comprobarlo en primera persona, y mandó a su sobrina a hacerse con un ejemplar de aquella historia que tal éxito había cosechado en tan breve tiempo. Al cabo, una mañana le entregaron el volumen, a cuyo autor no conocía, pero cuyo nombre ya iba de boca en boca por los caminos de Castilla adelante. Y comenzó a leerlo con ávido recelo. Pero ya el prólogo le disuadió los temores, y nada más comenzar por los primeros capítulos, las sonrisas y hasta las carcajadas le brotaban con espontaneidad. "Buen ingenio se gasta este don Miguel -se dijo-, aunque yo estoy lejos de parecerme a ese ridículo caballero, tanto en intenciones, como en la salud de mi seso, que hasta ahora no me ha dado queja alguna". Y siguió leyendo, leyendo hasta que de claro en claro y de turbio en turbio, terminó el volumen. Había dado orden de no sacarle de la habitación, ni de llevarle alimento ninguno, pues cuando se absorbía en una lectura, su cabeza se transformaba y se disolvía tanto en la historia, que cualquier distracción la tomaba como agravio afrentoso. Y, ya al final, agotado cayó en su camastro, donde durmió seguidas dieciséis horas, hasta la madrugada siguiente. Cuando despertó, de excelente humor y muy buen apetito, pidió desayuno abundante, que apuró con ganas, mientras su mente no dejaba de cavilar. Al final, encargó al ama que mandara llamar a su vecino Sancho, con quien quería resolver unos asuntos referentes a unas propiedades. Al ama le extrañó. Pero más le sorprendió la respuesta del tal Sancho, que le vino a decir que no se molestase en llamarle en ninguna circunstancia, porque no quería saber nada del noble hidalgo. Inquirióle el ama la causa de tan drástica decisión, a lo que el orondo Sancho respondió: "pregúntele vuesa merced a su señor; él sabrá deciros por qué; y si no lo sabe, siempre podrá informarse con cualquiera, pues tan grande fama han suscitado sus anteriores correrías, que casi ni me atrevo a asomar la cabeza a la calle, por miedo a los qué-dirán, dado el ridículo hecho en las nuestras pasadas aventuras". Así se lo preguntó el ama al hidalgo, que no entendió nada, se lo tomó a mal, y se dijo finalmente: "pues si ese mentecato no se aviene a razones, me quedaré la ínsula para mí mismo, y yo solo le daré gobierno". Y, dicho eso, se fue a dar un largo paseo por las eras aledañas.

Don Quijote, escultura realizada y donada por los alumnos de un curso de formación en Benavente (Zamora, Castilla y León, España)
Enero, 2017 ----- Nikon D500

lunes, 18 de junio de 2018

LA MUY NECESARIA LECTURA DE CIERTOS TEXTOS BÍBLICOS

En mis clases de Historia, pero sobre todo de Hª del Arte, recomiendo de manera repetida (bien que infructuosa en la mayoría de los casos) la lectura de al menos uno de los evangelios canónicos. También en otros momentos, les recomiendo la lectura de determinados textos bíblicos, sobre todo los del Pentateuco, que si no son los más bellos, sí son los más conocidos, y también reproducidos en cuadros, relieves y esculturas. La recomendación es  utilitaria y estrictamente cultural, para nada dogmática. Lo hago porque creo que una persona culta de la civilización occidental debe saber ciertas cosas de los pilares que la construyeron, a saber: la cultura griega y latina, por un lado, y por el otro la religión judeo-cristiana. Soy muy pesado con dicha recomendación, y admito que lo repito demasiadas veces, siempre con la coletilla "os lo dice un ateo", para que no vean sombra alguna de adoctrinamiento ni intento ninguno para que crean en aquello que en dichos libros se plantea. "Del mismo modo -les digo- que leéis con aprovechamiento fragmentos homéricos de Ilíada o de Odisea, o de las Metamorfosis ovidianas, y no por ello habéis de creer en Zeus, Atenea o Aquiles, debéis leeros los evangelios y la Biblia, por mero placer de saber qué se cuenta allí, para aprender historias que os serán provechosas desde el punto de vista ético o humano, y tal vez a alguno le inste a profundizar algo más en ello, si os acabase gustando". 

La idea que subyace, sin embargo, es tremenda, y no es otra que la desinformación sobre temas bíblicos o evangélicos con que llegan a 2º de Bachillerato alumnos que ya cuentan 17 años como poco. Esto es así por causa de la decisión de sus padres de una educación laica extremista -incompatible con la idea cultivada de alguien llamado "culto"- de no inculcarles ningún tipo de interés (no digo ya amor) por estas historias que forman parte de nuestra esencia cultural más profunda. Y por ello, he de gastar en cada nuevo tema de un relieve o una pintura, unos minutos preciosos explicándoles la anécdota que los inspira o el simbolismo que atesoran. Les suele gustar lo que les cuento, pero el retraso que ello supone va en su propio perjuicio.

Y venía esta introducción previa al hecho de que, este fin de semana, de relaxul total ante lo más gordo por venir, me encontré en Ribadeo en una librería de lance un libro cuya existencia ignoraba. Se titula Evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan con los Hechos de los Apóstoles y el libro del Apocalipsis, está editado magníficamente por Edhasa, y supone una "nueva versión literaria del griego de J. F. Mira". Es decir, que no es una traducción clásica en sentido religioso -ya hay muchas, y no se precisan más-, sino para obtener un producto literario, para ser apurado por el solo placer de la lectura. Con la misma intención que yo recomiendo esta lectura en clase, el traductor J. F. Mira, pretende que las nuevas generaciones conozcan y lean el conjunto de libros que "forman simplemente el libro más importante de la historia de Europa", cuyos personajes componen "parte del imaginario popular europeo con más potencia y difusión que Hamlet, el Quijote y los hermanos Karamázov". Ni que decir que lo compré de inmediato, y que ya voy por la mitad. Y este curso ya es tarde para recomendarlo, pero el que viene...

jueves, 14 de junio de 2018

EL PANTOCRÁTOR BIZANTINO-NORMANDO DE CEFALÚ


Lo de los normandos (o vikingos, que tanto da) es algo que cuesta asimilar del todo, si no fuera porque la historia nos ha dejado muchos testimonios de su terrorífica presencia y, cuando se asentaron, también de su estancia en determinados territorios. Uno de esos lugares donde acabaron asentándose, tras dejar sus correrías europeas, es el sur de Italia y, sobre todo, Sicilia. Aquí llegaron a crear un reino que duró más de cien años. Los vikingos (o normandos, que es lo mismo), ya digo. Sí, los mismos que se dedicaban en verano -cuando el Báltico se deshelaba- al saqueo y pillaje de las costas de Europa occidental.

Pero cuando se ve lo que llegaron a construir en la isla de Sicilia tanto en Palermo o Monreale, como en Cefalú, uno se hace muchas preguntas, que no es éste el lugar donde elucidarlas. En cambio, el asombro sí puede sustituir la pereza de tratar de explicar cómo un pueblo marinero, pirata, guerrero, de limitada cultura material y espiritual, llega, al contacto con la Italia meridional, a producir obras de arte de sobrecogedora belleza.

Contémplese, si no, este ábside de la catedral de Cefalú. Si nadie nos dijera nada, apuntaríamos de mano a una autoría bizantina. Y, en efecto, ésa es su influencia. Pero, ¿y la maestría en los mosaicos que lo recubren de arriba a abajo? ¿Y el refulgente tono dorado que lo impregna todo? ¿Y ese pantocrátor omnipresente, vigilándolo todo, bendiciéndonos con los tres dedos de la Trinidad, anunciándonos la verdad del Libro? Su perfecto rostro sereno, comprensivo, sin agresividad apocalíptica, ¿no nos impulsa a plantearle de inmediato preguntas de calado religioso o metafísico? 

Es lo mejor de toda la catedral, y su justificada fama hace recorrer a los turistas muchos kilómetros para acercarse a contemplar sus proporcionadas líneas, sus tonalidades próximas a la pintura, su espiritualidad tendente a lo eterno. Yo viajé hasta allí desde la lejana Catania. A punto estuve de pensar que no me había compensado el esfuerzo, pero el recuerdo de esta mirada me convence de lo contrario.

Ábside de la Catedral de Cefalú (Sicilia, Italia)
Abril, 2018 ----- Nikon D500

miércoles, 13 de junio de 2018

MI PALABRERÍO CANALLA (36)

CUERPO: Conjunto de partes orgánicas, las cuales, reunidas en su totalidad sin que falte ninguna, pueden suscitar espasmos de deseo en quien lo contempla, independientemente de su sexo, edad, condición y pilosidad superficial; y en algunos casos, incluso, de su especie. Durante muchos siglos se vino diferenciando del alma (v.), pero hoy se sabe con certeza que ambos términos constituyen una sola entidad, para desgracia de románticos, oprobio de religiosos y sorpresa de científicos.
CULPA: Original sentimiento humano universal que paraliza e impide proseguir la  marcha mientras se analiza constantemente el pasado, introduciendo poderosas cargas de profundidad en la autoestima, y dejando a quien la padece en un estado de manejabilidad pasmoso. Por ello no debe extrañar que la religión judeo-cristiana haya hecho de ella el elemento clave de su programa de dominio.
CULTURA: Amasijo inaprehensible de conocimientos dispersos y de procedencia variada que se emplea para comparar a sus portadores entre sí por la cantidad, utilidad, y calidad de la misma. Suele determinarse tras el decantado o cribado de tantas tonterías como ingerimos, y la esencia que resta, que acostumbra a ser pequeña es lo que llamamos cultura.
CUNA: Primera cama —que semeja una cárcel por sus barrotes y por el régimen de visitas—, y donde no se puede practicar el coito; con semejantes características, ¿a quién —si excluimos a los babeantes progenitores— puede gustarle dicho invento?
CUNNILINGUS: Lustre lingual del coño que, además de funciones aséptico-limpiadoras, proporciona interesantes espasmos a la sujeta pasiva. Por lo que respecta al sujeto (o sujeta) activo/a, los efectos son más bien contrarios, es decir, riesgos infecciosos varios y parálisis de la lengua o del maxilar inferior, si la tarea requiriere tiempo y tiempo, como a menudo ocurre.
CURIOSIDAD: Cualidad que proporciona placeres innúmeros y desgracias en abundancia. Consiste en el deseo de conocer aquello que no se sabe y que acaso no debiera saberse. De forma reveladora, el DLE (antiguo DRAE) todavía lo considera sólo desde el punto de vista negativo, o sea, como vicio.
DADAÍSMO: Movimiento de gamberrismo elevado con artificio a la categoría de arte por una camada de críticos que entendieron que el desparpajo y la subversión bastan para que el arte brote como agua pura de manantial, o, por mejor decir, como agua de urinario.
DAMA: Mujer con formas; con formas sociales distinguidas, claro es; aunque, como en todo, siempre hay mucho fraude y mucho embeleco y mucha apariencia, que hoy puede llegar a ser hasta virtual.
DAMAS: Estúpido juego de sencillo reglamento y objetivo simple, en el que, si no se comete ningún fallo grave por parte de los dos jugadores, la partida siempre deviene tablas; de lo cual se deduce que quien pierde, aparte de descuidado, es tonto sin remedio.
DAÑO: Perjuicio o maltrato que se inflige o se recibe; la amenaza de su comisión se trata de uno de los argumentos más empleados como chantaje para conseguir algún beneficio, pero también se puede ejercer (y recibir, en el caso masoquista) con placer y de un modo gratuito, tan sólo por el placer que su operación comporte; es entonces cuando su refinamiento alcanza cotas inesperadas.
Del libro inédito Palabrerío canalla1999

martes, 12 de junio de 2018

EL GUSTO ROMANO POR LA SANGRE Y LA VIOLENCIA


El gusto por la violencia y la sangre son señas distintivas de la cultura romana. Hubo algo en la mentalidad de esta civilización que les instaba a admirar todo lo que fuera combate o lucha. Con derramamiento de sangre, a ser posible. Había algo que les enfervorizaba en el hecho de que dos seres vivos, más o menos equilibrados en poderío, se enfrentaran a muerte. Por paradojas inexplicables, los juegos circenses se desarrollaban en el anfiteatro (y no en el circo, donde se disputaban las carreras de bigas y cuadrigas). Y fue en estos recintos donde se llevaron a cabo miles de esos combates, bien entre gladiadores, entre fieras, o mezclados humanos y animales sin mucha distinción.

De todo ello tenemos mucha información, no sólo por la larga nómina de excelentes historiadores que dieron buena cuenta de lo que en esos espectáculos sucedía, sino porque muchas de las escenas contempladas en ellos decoraban a su vez las villas, los palacios, las casas. Nos consta que hubo muchas pinturas sobre ello, pero se han conservado pocas. En cambio, hay otra manifestación pictórica que ha resistido bien los embates del tiempo, en razón de la dureza de los materiales que componen cada una de las teselas que conforman estas decoraciones formidables: el mosaico.

Entre la multitud de ejemplos que nos han legado los cientos de restos romanos repartidos por toda la Europa mediterránea, destacan los de la Villa del Casale, en Sicilia. La magnitud, importancia, cantidad y calidad de los mosaicos de esta impresionante residencia está en todos los manuales de Historia o de Hª del Arte, y ha sido reconocida con la categoría de sitio Patrimonio de la Humanidad. Aquí dejo una pequeña muestra del largo corredor (65 m. de longitud) con escenas de caza, en la que un león acaba de abatir un impala, pero se sorprende de la presencia humana, de la que deberá guardarse. Un ejemplo más de que la sangre violenta decoraba hasta los más íntimos rincones de las viviendas de los romanos opulentos. Pero también de que hasta con lo más trágico, los romanos lograron elevar a la categoría de arte lo que hoy sería considerado una censurable brutalidad.

Mosaico de la Villa Romana del Casale (Sicilia, Italia)
Abril, 2018 ----- Nikon D500

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