miércoles, 20 de junio de 2018

LAS CONTRADICCIONES DEL MUNDO DEL FÚTBOL

A) El fútbol siempre es una mezcla de deleite y asco. Se une la belleza del juego, de los cánticos de los hinchas, heredados de padres a hijos, con esa parte oscura que es el mercantilismo de los jugadores, la indecente cantidad de dinero que lo hace posible y la corrupción de organizaciones como la FIFA. Sin embargo, en esencia creo que todavía permanece mucho del fútbol de los 70 o los 80. Siguen siendo veintidós tíos pateando un balón.

B) En cuanto al nacionalismo... es mucho más complicado. Es un sentimiento que depende mucho de los países, de la situación que vivan (...) O puede ser cohesionador de una idea de país que no se uniría totalmente de otero modo, como ocurre en Sudamérica en general, o incluso aquí en España.

C) El fútbol consigue algo en lo que fracasa la religión y la política. Es cierto que está más relacionado con la fe, con la creencia ciega en tu equipo, pero a la vez está abierto a la razón, a la ecuanimidad. Puedo tener mucha fe en mi equipo, pero escuchando los argumentos de un fan contrario puedo cambiar mi opinión. Además tiene otra ventaja: su universalidad. Los líderes religiosos y políticos, los mitos, o el folclore son locales, pero el fútbol llega a todos lados.

D) El fútbol es capaz de aglutinar todos los grandes temas filosóficos: el significado de la vida, el espacio y el tiempo, la racionalidad, las emociones... Todo eso está en el desarrollo del juego. La fascinación viene de dos aspectos. Por un lado, ver un partido te coloca durante una hora y media en un estado meditativo y proclive a la catarsis, estás a merced del destino, como ocurría con el teatro en la Grecia clásica. Por otro, está esa esperanza constante, esa fe que te hace levantarte tras perder y asimilar la derrota. Por todo esto el fútbol es el deporte más grande del mundo.

Entrevista de Andrés Seoane a Simon Critchley, autor de En qué pensamos cuando pensamos en fútbol, Ed. Sexto Piso, en El Cultural (8-VI-2018)

Estos cuatro fragmentos dichos por el filósofo Simon Critchley demuestran dos cosas: que las personas inteligentes, sobre todo las dedicadas a pensar, también pueden decir grandes obviedades, banalidades y hasta majaderías, y que las mismas personas inteligentes a veces dicen cosas profundas, perspicaces y hasta originales. Dejo al análisis de quien esto lea discernir a qué grupo corresponden unas y a cuáles las otras.

1 comentario:

la cocina de frabisa dijo...

A mí el fútbol, ni me gusta, ni me interesa y en alguna ocasión me he subido al tren de los fans y he visto algún partido de esos "importantes", pero podría vivir igual de bien si el fútbol desapareciera para siempre.

Pero entiendo que algo debe tener que a mi se me escapa cuando cientos de miles de personas se alegren o entristezcan si su equipo pierde o gane. Más muerta me quedé ayer cuando contaban en el informativo que en Colombia había matado hace años a su portero por meter un gol en propia puerta, ¿pero, qué locura es esta?

Una vez, sólo una vez fui a un estadio de fútbol y me causó más impacto observar las personas que ocupaban las gradas que lo que se celebraba en el campo. Personas, hombres y mujeres aparentemente "normales" gritaban improperios de un modo que parecía que se les iba la vida, atónita me quedé.

Y en el medio de la algarabía escritores, políticos y profesionales de renombre ejercen con empeño su afición de fútboleros y eso no les resta mérito, al contrario, aunque yo sigo atónita buscando el hilo del que tiran para disfrutar con algo que no he conseguido descubrir.
Dicho lo cual, no me extraña nada tu escrito, al contrario, confirma que este deporte llena muchas vidas y no siempre para bien. Bss

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