domingo, 20 de marzo de 2016

LA SEGUNDA ISABEL



Nada tuvo que ver con la primera, desde luego. Ni coincidieron en la época, ni en protagonismo, ni en la opinión que sus súbditos tuvieron de ellas. salvo que su acceso al poder fue precedido de una guerra civil, todo lo demás separa a las dos únicas reinas que han llevado ese nombre en nuestro país. 

Isabel II ha sido tratada con acritud por la historiografía, por la literatura, por la opinión popular. Lo que se ha dicho de ella sobre su parcialidad regia, sus aireados escándalos, su furor uterino, su falta de inteligencia política, su miopía social, su físico orondo y progresivamente grotesco, todo ello ha sido exhibido sin pudor durante casi dos siglos, y apenas hay quien discrepe. Lo cierto es que ella misma se lo ganó a pulso.

Sin embargo, mucho de cuanto ocupó su vida le vino impuesto, y su ascendencia difícilmente pudo haber sido peor, con un padre que ocupa uno de los más altos puestos en la lista de reyes nefastos de nuestra ya complicada historia, y con una madre que dedicó mucho más tiempo a satisfacer sus apetencias personales, que a la educación y cuidado personal de su hija. Añadamos que la torturada España ve morir a su padre cuando ella no tenía aún 3 años; que para que se cumpliera el testamento que la designaba única heredera, sería preciso ganar una guerra, cuyos vencedores, en su momento tomarán esa fuerza adquirida en la contienda como prenda con que seducir a la joven reina. Sumemos que adelantan su mayoría de edad a los 13, porque su precocidad física atraía a políticos cercanos, alguno con aviesas intenciones, y porque una tercera regencia consecutiva sería algo excesivo, asunto que acabó decidiendo el adelanto de su condición de reina. Insistamos además en que su matrimonio se decide desde instancias gubernamentales, con un primo suyo, conocido homosexual, de pluma legendaria, que usaba -según propia y amarga confesión- más puntillas y encajes que ella misma. Si todos estos antecedentes no fueran suficientes, la lascivia incontinente que desarrolló,añadió una guinda que coronaría un pastel, que a ojos populares y no tan populares, ya era particularmente agrio.

De modo que sí, los hechos son los hechos. Pero una adecuada explicación airea mucho el asunto, porque aunque explicar no justifique, sí permite un juicio menos severo del que habitualmente nos tienen acostumbrados los historiadores, caricaturistas, escritores y demás. Además, al lado de su despótico, cobarde, abyecto y cruel padre, ella no fue más que una mujer de su tiempo a la que le tocó un papel para el que no servía y que ejerció con muy escasa pericia.

Isabel II con su heredero, el futuro Alfonso XII, en los Jardines del Palacio de Pedralbes (Barcelona, Cataluña, España)
Abril, 2006 ----- Nikon, d100

sábado, 19 de marzo de 2016

AISLADO DEL MUNDO LITERARIO

Una pregunta de enunciado simple. ¿Qué tiene que ver la mayoría de las editoriales con la Literatura? La respuesta también es simple, pero aterradora.

Cuando uno contempla lo que la editorial Alfaguara ha trapicheado hasta arrebatarle los derechos del reciente premio Nobel (el conocidísimo húngaro Imre Kertész) a la editorial que hasta la fecha lo publicaba en España, El Acantilado, cuando uno ve cómo esas maniobras terminan como acaban siempre estas cosas en el mundo de los negocios, uno piensa que es eso, exactamente eso: puro negocio. Y que lo demás, son bobadas de antaño. Uno piensa que es un romántico empedernido, o que está loco, o que las cosas no encajan en sus lugares de origen, o que el origen ha sido modificado de forma y por eso las cosas no encajan en dichos orificios. En el fondo, uno sigue pensando lo mismo: qué bendición no participar en eso que todos llaman mundo literario. Me parece preferible estar aislado de ese mundo y descubrir el propio, que aún está por explorar en sus nueve décimas partes. Descubrirlo, colonizarlo, habitarlo, hacerlo un hogar confortable donde poder vivir con coherencia. Y pidiendo no vivir lo suficiente como para haberlo cartografiado por entero.

Del Diario digital, inédito, 2003; entrada del 6 de enero

viernes, 18 de marzo de 2016

RESPLANDORES MATUTINOS


Cuando salgo de viaje, lamento muchas veces no madrugar más. Poder vislumbrar las primeras luces del día, sus turbulencias evanescentes, sus gamas de gris azulado violáceo, que adquieren temperatura de color, y pronto se transforman en menos de una hora en una cascada de tonos cálidos. Sin embargo, a veces las circunstancias son benévolas y le aguardan a uno en sus horarios matutinos. Así, una mañana de octubre, en Illa Pancha, al lado de Ribadeo, el cielo rebosaba de estratos de tonalidades diferentes, y sólo el manchón blanco del sol deslucía el conjunto, aunque fuera su intenso resplandor quien dotara de realidad a las múltiples vetas que la vista ofrecía. Capturar ese panorama fue un placer. Pero mayor fue haberlo contemplado.

Mirador de Illa Pancha, en Ribadeo (Lugo, Galicia, España)
Octubre, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

jueves, 17 de marzo de 2016

LA CONTINUIDAD EN ESCRIBIR

Lo único que en ocasiones me anima a seguir escribiendo es leer algún fragmento mío anterior, no importa de cuándo ni qué lejanía ofrezca en el tiempo (puede ser reciente o antiguo, eso da igual) que me estremezca y me cuestione la pregunta que tantas veces me asalta: "¿pero fui yo quien escribió esto?". O, también, musitar inconscientemente, envidiosamente, admirativo y odiador a un tiempo: "ojalá hubiera escrito yo este párrafo, esta página, esta línea, esta frase". Y caer luego en la cuenta, sorprendido y repleto del rubor que precede al orgullo, de que aquellas palabras fueron concebidas por mi mente y escritas por mi mano, magníficas ambas en ese instante mágico y atípico. Aunque, por mejor decir, no concluyo pensando que son mi mente o mi mano actuales, sino las de antaño, que fueron y confluyeron de ese modo tan sorprendentemente bello e inusual.

Del Diario Digital, inédito, 2001 (entrada de 19 de febrero)

miércoles, 16 de marzo de 2016

EL AGUA SALVÍFICA DE LA FUENTE



En ocasiones, el milagro se produce en medio de la barahúnda de vorágines ruidosas, olfativas, molestas. A veces, es tan sencillo como desconectar en medio de todo, y dejar que el rumor de una fuente se erija como directora de las sensaciones que nuestro cuerpo alberga. Una fuente, con su monodia monocorde y monótona, puede obrar el prodigio. El de la desconexión, el del traslado a otro momento, al mismo lugar pero hace tiempo, a otra realidad real o inventada que nos saque del marasmo del presente. El agua, omnipresente en el planeta. Tan maltratada, tan poco entendida. Tan habitual que nos desaparece de la vista, de tan común como nos resulta. Tan necesaria y tan diferente de todo cuanto somos. Tan rumorosa, tan conectiva, tan vivificante. Tan llena de magia, tan llena de vida.

Fuente del claustro de la Catedral de Barcelona (Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 15 de marzo de 2016

EL MEJOR ELOGIO PARA UN PROFESOR


Una mala organización de los espacios y de las personas ha motivado que hoy tuviera en clase a alumnos que no son los míos, concretamente a la otra mitad de la clase, a quien imparte la misma asignatura que yo, pero en inglés, otra compañera. Pues bien, una actividad tutorial ineludible impidió la clase prevista, dado que dos grupo distintos están unidos por su pertenencia o no al Programa de Enseñanza Bilingüe. El caso es que me vi en la circunstancia de tener que elegir entre reubicar a doce alumnos, llamando a alguien de guardia, o integrarlos en mi clase con los restantes. Opté por esto último. Pero antes de comenzar, los dividí como llevo haciendo las dos últimas semanas, en cuatro filas no próximas entre sí. A continuación, eso sí, indiqué a los alumnos “nuevos” que no tenían obligación de atenderme, puesto que el tema que nos ocupa ahora (la Prehistoria) ya lo habían dado hace meses. Les autoricé a realizar otras tareas cualesquiera, siempre que me dejaran dar clase, y no molestaran. Aceptaron el envite, y varios sacaron cuadernos y libros para hacer otros deberes. Pero fue abrir la presentación de diapositivas, y el atractivo del tema más la verborragia del docente que tenían delante, fueron obrando el milagro. Poco a poco las otras tareas quedaron arrumbadas en las mochilas. Las caras atentas se alinearon con las de mis alumnos habituales. Y paulatina y tímidamente fueron surgiendo también preguntas entre los no habituales. Fue una clase normal, completamente normal (de las que surgen cuando se dan los requisitos necesarios, no de las que suceden todos los días, entiéndaseme). Yo disfruté mucho dándola. No sé si ellos la disfrutarían también. Pero se podría pensar que sí, pues cuando tocó el timbre, nos sorprendimos la mayoría. “¿Ya? Qué rápido, ¿no?”, dijo una de las alumnas “desconocidas”. Me sonreí abiertamente. Le pregunté su nombre. Me lo dijo. Luego, con el más calculado de mis histrionismos, le di las gracias, inclinándome como si fuera un actor saludando desde el proscenio. Su mirada de desconcierto, me transmitió la impresión de no estar entendiendo nada. Le expliqué. Le dije que le daba las gracias porque su espontánea reacción supone el más sincero elogio que puede recibir un profesor. Siguió mirándome, desconcertada. No sé si acabaría entendiendo lo que le dije. Me dio igual. Yo hoy comí mucho más feliz que ayer. Y de la beatífica siesta, ya ni hablo.

lunes, 14 de marzo de 2016

LEER Y PENSAR (O VICEVERSA)



Resulta natural considerar que el ser humano pensó antes de que pudiera leer. Mucho antes, además. Pero también es tentador apuntar que antes de que la lectura  y la escritura (tanto monta) aparecieran en nuestra historia, el pensamiento como tal no existiría. Sería más bien algo de corte práctico, utilitario, en aras de la supervivencia. Sin embargo, en cuanto aparecen los textos (en el formato y soporte que se desee), comienza una nueva forma de posibilidad: la de la reflexión sobre lo escrito o lo leído. No digo que fuera inmediato, porque no lo fue. De hecho, hubieron de pasar muchos siglos antes de que la práctica de pensar tuviera una hechura acumulativa, que es donde se encuentra su magia: en la acumulación. Porque alguien que lee puede pararse, y reflexionar sobre lo leído. No sólo pensar sin más, que ya sería mucho más de lo que hace la mayoría, sino pensar sobre lo leído, y añadir un apunte más desde la experiencia propia o desde una perspectiva diferente, la que nuestro propio intelecto, intereses y cultura nos proporcionen. 

Estas dos esculturillas encontradas en un mercado de cerámica de la ciudad francesa de La Rochelle nos muestran de un modo artístico y hasta tierno las dos posturas. Deberíamos poder escoger el orden que deseemos. Pero debiéramos tomarlas juntas, siempre juntas. Una detrás de otra. A ser posible.

Esculturillas en Feria de Cérámica en La Rochelle (Charente-Maritime, Poitou-Charente, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 13 de marzo de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (4)

ACTOR/ACTRIZ: Profesión que desempeñan determinados individuos duchos en la imitación, y que que les puede llegar a reportar una lenta y trabajada gloria por el solo hecho de hacer lo que todos hacemos a diario (pero encima de un escenario o en una pantalla blanca), con mucho público pendiente de ellos, y por lo que, además, cobran.
ACTUACIÓN/ACTUAR: Acción y verbo que resumen el papel de todo ser vivo desde el momento en que le nacen. De la pericia en su ejecución, de la duración continuada que pueda permitirse sin descanso ni relajación, de la adecuación entre características personales y papel asumido, entre otras cosas, dependerá buena parte de la calidad de vida de cada cual y un porcentaje amplio de su felicidad, que será más amplia cuantas menos veces lo pillen a uno en tal tarea y descubran la impostura.
ACUSACIÓN: Señalamiento de alguien o algo con el fin de que nadie se olvide de que existimos; en última instancia no es más que un deseo de notoriedad inconsciente disfrazado de petición de justicia.
ADELGAZAR: Propósito extendidísimo entre humanos de todo tipo, con preferencia del sexo femenino que, muy conscientes de su papel biológicamente seductor, no son capaces de asumir ni su propia naturaleza ni la lógica inevitable de dicha biología, originándose un contrasentido que alimenta psiquiatras, endocrinólogos, empresas textiles y otras subramas del sector alimentario.
ADIÓS: Podría ser la última palabra de este Palabrerío, pero lo cierto es que el orden alfabético es así de irracional. Se trata de una palabra que mezcla a la divinidad con un deseo sospechoso de alejamiento, no se sabe si de la divinidad o de aquella persona de quien uno se despide.
ADIVINACIÓN: Facultad de los hábiles para ventear cuánto dinero podrán sonsacar a los ingenuos y/o idiotas preocupados por su pasado, por su presente y, lo que es peor, por su futuro.
ADIVINO: Aquel sujeto con las suficientes dotes psicológicas (¡) y tablas de actor como para hacer creer a quienes ya vienen pre-convencidos de que puede adivinar el pasado, comprender el presente y ventear el futuro. Previo pago de tarifa fija o pasos de contador telefónico, eso sí, que la pela es la pela.
ADOLESCENCIA: Período artificial del crecimiento humano (inexistente en otras culturas) que se ha sacado de la manga el capitalismo (v.), una vez detectadas las posibilidades consumistas de los humanos en dicha etapa intermedia.
ADORACIÓN: Exteriorización interesada de un amor extremoso que acaso debiera ser íntimo. Puede darse hacia un dios, un santo, un idolillo, una mascota o una persona. En todos esos casos, no deja de ser un error, un lamentable error, pero uno nunca sabe hasta qué punto los sujetos adoradores son conscientes de ello, con respecto a la utilidad que les reporta.
ADUANA: Puesto que se instala en las fronteras (v.) con el fin de concienciar a quienes por ella pasen de que las diferencias existentes entre el lugar dejado y el lugar hallado son muchísimo mayores que las reales. También puede ser un lugar donde enriquecerse si se carece de los escrúpulos que se debieran suponer.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 12 de marzo de 2016

TODA LA VIDA TEJIENDO


Sí, sí, tejo. Lo que hago es tejer. Siempre tejí. Desde pequeñita, cuando mi abuela me enseñó. Sí, mi abuela. Mi madre no podía, pobrecita; éramos siete, ¿qué tiempo iba a tener ella? Pero siempre me gustó. Aquellas manos largas y huesudas eran mucho más hábiles que las mías, regordetas y chiquitas. Pero nos entendíamos bien. Y cuando había algún problema en casa, teníamos ella y yo nuestro refugio, y tejíamos juntas en la galería, viendo llover o tras las cortinas cuando hacía sol. Ella me indicaba lo que hacía mal. Pero suavemente, sin gritar, como hacía mi tío. A veces charlábamos un poco. No era de mucho hablar. Yo sí. Le tiraba de la lengua. Me enteré de muchas cosas de la familia... Pero eso es otra cuestión, señor periodista. Todas las familias tienen lo suyo. Pero el caso es que sí, toda la vida tejiendo. Primero, por juego, por puro entretenimiento. Luego, porque un jersey y una bufanda venían bien siempre en casa. Más adelante, para mi marido y mis hijos. No es que no hiciera otras cosas, ya se imaginará. Pero era con lo que más disfrutaba, cuando me quedaba un tiempo libre. No era mucho, pero siempre sacaba algún ratito por la noche, o en el parque con los críos. No era gran cosa, pero con el tiempo adquirí una práctica que otros llaman habilidad. No sé yo. Repitiendo algo muchas veces, acaba saliendo, ¿no? Si esto es muy mecánico. Yo, lo que es inventiva y creatividad... Vamos, que yo de artista tengo bien poco. Combino bien los colores, eso sí; no como mi santo, que en gloria esté. Pero más allá de eso... Y, bueno, cuando una se queda sola, pues algo hay que hacer. Y yo nunca trabajé fuera de casa. Imagínese. Fue una vecina, que venía a este mercado a menudo. Me sugirió que ya que tejía en casa, para mí o para vecinos y amigas, que lo hiciera para los demás, y cobrando por ello. Que con eso, y la pensión podría ir tirando. Y, sí, lo hice. Con mucho miedo, claro, porque una... Pero estos chicos son estupendos. Me arreglaron los papeles, me ayudaron a contactar con dos mayoristas. Y aquí estoy. No vendo como para hacerme rica, pero todos los fines de semana salen algunos billetes. Suficientes para darme cuenta de que lo que hago le sirve a alguien. Y que además, me sigue gustando. Porque si no me gustara, sería un infierno, todo siempre igual. Pero a mí esto me relaja. Mientras tejo, veo la tele, escucho la radio, pienso, lloro un poco, recuerdo a mis hijos, tan lejos... Por eso me ves aquí cada fin de semana. Siempre tejiendo. Tienes cara de frío. ¿No querrías una bufanda?

jueves, 10 de marzo de 2016

LITERATURA Y COMPROMISO

Se trata de un tema muy manido. Demasiado debatido en diferentes épocas. Con posiciones encontradas que jamás llegaron a un acuerdo. Porque no lo hay. Sólo hay sensaciones personales, y ésas o se tienen o no se tienen. 

De alguna forma, todo escritor está comprometido, pues sin un compromiso con la propia manera de vivir que implica la escritura, mal puede haber un escritor. Pero lo que los puristas de la progresía no admitirán es que ese compromiso sea “sólo” consigo mismo y con cuanto cree. Reclamarán compromiso y defensa de ideas sociales de diversa índole encaminadas a cambiar el mundo. Y ahí es donde radica el verdadero problema. Los libros no cambian el mundo. Todo lo más, algunos libros cambian a algunas personas, y son algunas de ellas, las que ayudadas por muchísimas otras utilizadas como fuerza de choque, proceden a desmontar estructuras y a cambiar los andamios sociales y económicos de determinados momentos históricos. 

Mejor nos iría si en vez de reclamar de los demás compromisos cualesquiera, barriéramos nuestro propio nido de excrementos añejos, porque quien limpia su propia cara, crea un espejo donde los demás puedan mirarse. Al fin y al cabo, nadie puede transformar el mundo, pero todos podemos transformar nuestro mundo propio, y ahí sí que los que tanto cacarean no están tan dispuestos a probar con el suyo. Es más, suelen tener mucha gana de cambiar el mundo global o el ajeno, cuando han comprobado la imposibilidad, inutilidad o futilidad de cambiar el suyo propio. Pobres. Darían pena, si no fuera por el sufrimiento que provocan con sus exigencias mal templadas y peor dirigidas.

miércoles, 9 de marzo de 2016

LA INQUIETANTE PRESENCIA DE LOS AUTÓMATAS



Hay algo turbador en la mirada de los juguetes, sea ésta perdida e inmóvil o dirigida y cambiante. Son seres que nos instilan inquietudes que no sabemos muy bien cómo gestionar. Porque a veces llaman a gritos al miedo, y no tenemos los arrestos para contraponer la lógica a lo que sólo es instinto, a lo que el miedo nos produce. Y ello sin razones de ningún tipo, o precisamente por ello mismo. Los artistas lo han sabido siempre. Los directores de cine, también. Los muñecos, maniquíes o autómatas han constituido a lo largo de los años el marco donde se desarrollan pesadillas recurrentes o crímenes horrorosos, que uno nunca sabía si habían producido los propios muñecos o sólo eran testigos mudos de algo que en secreto aprobaban. Por no apelar a ejemplos más chuscos e inferiores, recuerdo ahora algunas escenas de tres extraordinarias películas donde eran protagonistas por derecho propio: El beso del asesino, de Stanley Kubrick, La huella, de Joseph L. Mankiewicz, y Blade runner, de Ridley Scott.

Sin embargo, en el Musée de l’Automat de Souillac, los muñecos no inspiran ese temor reverencial que de siempre han sugerido. Al contrario, el ambiente lúdico, risueño, festivo, acaso melancólico en ocasiones, pero jamás terrorífico, es lo que prima en sus bien nutridas vitrinas, ofrecidas al espectador con mimo y buen gusto. Este batería de jazz, integrante de una deliciosa “jam session band”, es un buen ejemplo de lo que digo. Y si por algún asomo, esa mirada y esa bocaza abierta de dientes tan contrastados nos pudiera aproximar alguna inquietud, pensemos que lo que estaban tocando era algo de John Coltrane, o de Miles Davis, y se nos disuelve enseguida la tontería ancestral.

Museo del Autómata en Souillac (Lot, Dordogne, Francia)
Agosto, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 8 de marzo de 2016

LOCURAS DEL INSOMNIO

A lo mejor, resulta que me encanta hacer locuras. ¿Quién sabe? Responder al insomnio con trabajo, no es original. Que ese trabajo sea literario, lo es en alguna medida. Pero que lo haga yo, sí que lo supone, porque yo no soy dado a tales excesos, entre otras cosas, porque mi espalda y mi organismo no permiten alegrías mayores.

Pero es muy agradable comprobar que la lógica dicta una orden y es conculcada con brío sin propósito de enmienda por un sentimiento que en esos precisos instantes sólo atendía al grito: "¡escribir!, ¡escribir!"

En realidad, no es que me guste o me deje de gustar hacer locuras. Lo que me fascina de esta cuestión es lo que de ello se deduce. No es el hecho en sí. Es su significado. No es escribir hasta más allá de las tres de la mañana. Eso ya lo he hecho. Es descubrir que algo no habitual emite las suficientes vibraciones como para que yo ceda y me marque un número personal con el que poder hacer una reseña. Es eso lo extraordinario: que yo pueda tener la capacidad para llevar a término algo anormal, que supera las premisas de la racionalidad y de lo habitual. Únicamente, eso. Eso, y la deliciosa sensación derivada de la situación que lo posibilita, claro: mi voluntaria soledad, que encaja tal excentricidad en los brazos del silencio más creador y más íntimo. Sólo eso. Nada más, pero (y he ahí lo importante, lo que le da valor, teniendo en cuenta comparaciones hechas al azar), nada menos. 

Del diario Palimpsesto del dubio y la aoristia (inédito). Entrada de 21 de Noviembre de 1995

lunes, 7 de marzo de 2016

A QUIEN MADRUGA, YA SE SABE...



Hay que ser objetivos. Esta imagen no se podría haber tomado al mediodía, ni siquiera una hora antes. Fue sacada a primeras horas de la madrugada de un sábado, cuando uno regresaba tardíamente de quién sabe qué menesteres de fin de semana. O igual había madrugado yo, no sé. Lo sorprendente es que está sacada desde un puente, a cuyo través mis pasos transcurrían. Pero yo iba con la cabeza baja, perdiéndome el espectáculo del río crecido, demasiado pendiente de no matarme con su retorcido firme, recorrido por un adoquinado sobresaliente. No me hubiera fijado en ese brillo, de no haber tropezado en un adoquín que sobresalía del firme. Cuando me apoyé en el pretil exterior, para no caerme, ahí estaba, a unos 15 metros: una luz me temblaba ante los ojos. Al principio, no caí en la cuenta. Eché mano del zoom, y entonces sí: una tela de araña se cimbreaba plena de rocío ante los primeros rayos del día. Temblaba de un modo insinuante, como chantajeando al observador, como advirtiendo que de no darme prisa, sus finas cadenas perladas evaporarían su apariencia. La oferta era más que tentadora, sin embargo, mi pulso no estaba para demasiados trotes. Aunque como el premio sugerido merecía la pena, me apoyé en la piedra, encuadré y disparé. Ella cumplió su promesa, y recibí mi premio. Yo lo presento hoy ante el respetable para su público juicio y previsible deleite.


Tela de araña impregnada de rocío, en Cangas de Onís (Asturias, España)
Febrero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 6 de marzo de 2016

LOS VOMITADORES DE BASURA MENTAL

Personas hay que, cuando se les pregunta cómo les va, son dadas a hablar de sí, a comentar su evolución, sus avatares, sus últimos acontecimientos, incluso familiares, sin pudor ni reserva alguna, lo cual podría tomarse como una acendrada prueba de sinceridad, de confianza. Pero resulta que no, porque tanto daría que lo estuvieran haciendo con un espejo. Porque, una vez que han soltado su discurso, su hiel o su miel, sus problemas o sus maravillas, se van, desaparecen como por encanto con cualquier disculpa. No se sinceran. Sencillamente, vomitan un desahogo o publicitan un producto del que se enorgullecen sin ningún interés en qué opina el interlocutor ni, y esto es lo peor, sin interesarse lo más mínimo por cómo le va a ese interlocutor que amablemente ha preguntado interesándose por su vida. No existe diálogo, y a veces incluso literalmente, pues si son contemplados desde lejos se puede ver cómo uno habla, gesticula, lleva la voz cantante, mientras el otro asiente, pacienzudo y generoso, a la espera de su turno para hablar de sí, que es algo muy grato siempre, hasta cuando son épocas de vacas gordas.

En Diario digital (2001), inédito. Entrada de 25 de agosto de 2001

Acotación actual: Personas hay así. Yo no soy de esas personas (nunca lo fui). Jamás me gustaron. Por eso, al poco de conocerlas en semejantes tesituras, ya las aparcaba de mi vida. Y a medida que he ido envejeciendo, lo que tardaba esa despedida se ha reducido al mínimo histórico, a la casi instantaneidad.

sábado, 5 de marzo de 2016

DIFERENCIAS ENTRE HERMANOS



Es conversación recurrente entre las madres (algún padre también participa de vez en cuando). ¿Cómo es posible que habiendo salido del mismo sitio, y proviniendo de los mismos padres, mis dos hijos sean tan distintos? Es un tópico preguntárselo. Es una estupidez seguir haciéndolo. Al menos, hoy en día, que tanto sabemos de etología de la infancia.

En la imagen de esta entrada, parece evidente que los dos niños son hermanos, pero ¿alguien duda del carácter de cada uno de ellos? La mayor, responsable, tímida y cauta, precoz en sus aprendizajes y buena estudiante, seguidora de las normas, temerosa de los avisos de los padres, con el sentido del divertimento por debajo del que marca la línea del deber. El menor, divertido, juguetón infatigable, refractario a las reglas, inquieto y revoltoso, irregular en sus apetencias, curioso hasta la imprudencia, seductor perpetuo, y zalamero para reconquistar afectos interrumpidos.

Si nos fijamos en la cara seria de la niña y su gesto, como protegiendo y cuidando al pequeño, parece que nos habla de una persona acostumbrada a tener responsabilidades para con su hermanito , por lo que las habrá ido desarrollando con los años. La cara sonriente, divertida y hasta pícara del crío nos habla de quien quiere estar divirtiéndose todo el rato, y más, pues no tiene a nadie de quien ocuparse: él es la ocupación. Desde que nació ha tenido una referencia “por arriba”, alguien con quien compararse, alguien a quien, por edad, no podrá alcanzar. La niña, en cambio, durante unos años fue la reina de la casa, no tuvo que competir con nadie; por el simple hecho de existir, ya era considerada la mejor. El niño tenía con quién compararse, y la frustración progresiva de dicha comparanza le indicó desde muy temprano que era mejor optar por otra vía, o incluso la contraria. Por no hablar, claro, de los embarazos. Es algo fácil de verificar que un primer embarazo es una fuente de sorpresas y de novedades para toda mujer, por mucho que la aconsejen, haya leído o haya visto. La aprensión que todo embarazo conlleva es, con el bebé primero, mucho mayor. Resulta inevitable que dichos miedos se transmitan a la criatura que se gesta en su interior. Y lo mismo se puede decir de cómo se está pendiente del primero en todo lo que la educación conlleva. En cambio, en el segundo, ya todo suena a algo que se conoce, ya se sabe qué funciona y qué no, por lo que la tranquilidad es mayor, y la relajación ante lo que vendrá es superior. El niño segundo no tendrá, pues, la carga de tensión que sufrió quien le precedió. Sin comentar tampoco que, pese a que los padres son los mismos, la combinación genética de sus gametos producirán un ser diferente en cada caso. Y por no mencionar tampoco que cuando se tiene el primer hijo, se es más joven, se tiene más energía y se es más inexperto; en cambio, cuando se tiene el segundo, la edad y la experiencia modificarán cómo se le va a tratar, consciente o inconscientemente.

Y aun así, las madres (y algún padre), se siguen preguntando por qué son tan distintos esas dos personitas. Será, más bien, ganas de llenar el tiempo por ausencia de temática conversacional de mayor relieve. Digo yo.

Robado en el pueblo de Conques (Aveyron, Midi-Pyrénées, Francia)
Julio, 2011 ----- Nikon d300

viernes, 4 de marzo de 2016

PLANAZO PARA EL FINDE

Golpea la lluvia detrás de los cristales, y yo encantado. Este fin de semana tengo trabajo docente (pero del creativo y enriquecedor), comeré en un pueblo costero con unos amigos a quienes hace tiempo que había perdido la pista, leeré calentito unas cuantas entrevistas de Juan Cruz a otros tantos literatos, veré algunos episodios atrasados de mi serie actual, experimentaré con algunos juguetitos nuevos de reciente adquisición, editaré alguna foto que alivie mi síndrome de abstinencia, pensaré en el argumento para algún relato que subir a este lugar, tomaré algún capuccino y varios tés a la bergamota, hablaré en la distancia con dos o tres personas de las que más quiero, felicitaré a una amiga que cumple años... y cuando la espalda aúlle, dejaré correr sobre ella varios minutos de agua muy caliente. De modo que ahí tenéis mi planazo total. Por mí, que llueva.

jueves, 3 de marzo de 2016

ARTE EXCELSO, PRECIO BARATO



Todavía habrá quien diga que el Arte es algo al alcance sólo de unos pocos, y que es un mundo devaluado por la continua sumisión a los mercados de subastas, donde los nuevos necios confunden, como advertía Machado, valor y precio. Y, sí. Habrá quien lo diga y lo predique y hasta lo justifique. Pero en plena era de las imágenes, quien no sea capaz de paladear cuanto arte nos rodea, en los formatos y soportes que se quieran, es que es tonto, carece de sensibilidad o, simplemente elige como opción perdérselo. O, alguna rara combinación de esas posibilidades, que hay gente muy retorcida para según qué masoquismos. 

En la imagen, tomada en el barrio parisino de Montmartre, cientos de carteles, postales, telas, serigrafías y lienzos de todo tipo compiten por atraer la mirada de los compradores potenciales. Pero si no se compra, siempre puede uno imaginar que se encuentra uno en un museo al aire libre, donde las obras campan y se nos ofrecen con la facilidad que permiten las técnicas de reproducción modernas. Aprovechémoslas. Visitemos los museos que no lo son. Disfrutemos del Arte mientras podamos. Seamos marchantes imaginarios o compradores de arte excelso por unas pocas monedas, lo que cuestan placeres más mundanos. No se dirá que  no se avisó, antes de que hasta eso nos sea vedado.

Carteles de pintura serigrafiados en la Place du Tertre, en Montmartre (Paris, Îlle-de-la-Cité, Francia)
Julio, 2012 ----- Panasonic Lumix G3

miércoles, 2 de marzo de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (3)

ABUNDANCIA: Gran cantidad de algo, que puede suponer una ventaja si fuere bien asimilada, o distribuida, o racionalizada; pero que puede constituir el principio de una serie inacabable de desgracias y desafueros para quienes no la entiendan en su justa y mudable naturaleza.
ABURRIMIENTO: Estado habitual que se puede hallar entre quienes usan la inteligencia y los sentidos tan sólo como contenido volátil de un continente uniforme distintivo de la especie. Surge cuando no se sabe qué hacer con el tiempo ni, aún peor, consigo mismo.
ACADEMIA: Recinto con pretensiones económicas que atrae a sus pupilos con embustes referidos a su futuro profesional, el cual aspira a allanar, mediante el pago de unos estipendios proporcionales al número de asistentes por aula y la asistencia más o menos regular a las charlas dadas en ellas.
ACCIDENTE: Resultado desagradable e inexplicado (que no inexplicable) de una concatenación de causas concretas producidas casi siempre por nosotros mismos, pero que solemos atribuir a los demás, por aquello de descargar las conciencias y evitar onerosas sensaciones de culpabilidad.
ACCIÓN: 1. Movimiento cuya vehemencia e intensidad se oponen a la abulia de la pasividad y a la inercia de la rutina más ruinosa. 2. Grito que dan los directores de cine cuando desean que toda la fauna que  se halla bajo sus órdenes confluya en un punto de actividad común por una vez y sin que sirva de precedente. 3. Cada uno de los papelitos que permite a uno presumir de aquello tan pomposo de “poseer la parte proporcional de una empresa”, lo cual da derecho a voz, a voto, a dividendos y a ruina compartida.
ACERTIJO: Adivinanza (v.) de uso exclusivamente infantil, que toma a los niños por lo que realmente son, y, en algún caso excecpional, por menos de lo que suelen ser.
ACNÉ: Forma divertida y un tanto tocapelotas (y puntual y arrebolada y sebácea) que tiene la Naturaleza de indicar a los adolescentes de ambos sexos que ya pueden trabar contacto erótico-festivo, a cambio de convertir sus respectivas apariencias faciales en un desastre lamentable que, por paradojas de la vida, no dificulta para nada dicho contacto, antes bien, parece estimularlo.
ACONDROPLASIA: Variedad de enanismo que aqueja a dictadores, matones de  barrio, artistas en busca de popularidad, tiburones de la bolsa y políticos en general. Les suele interesar el cerebro y la inteligencia con la contrapartida de incrementarles la ambición, la idiocia y las ganas de sobar las narices ajenas (u otras partes más pudendas).
ACROBACIA: Presunta habilidad física y corporal que ejecutan (con la seguridad que todo entrenamiento repetido permite) todos aquellos que no son capaces de llamar la atención con su inteligencia o su belleza o su estulticia.
ACROFOBIA: Horror de todo aquel mediocre que no es capaz de soportar alturas ni físicas ni intelectuales, ni en los demás (por envidia) ni en sí mismo (por conciencia de que no logrará hollarlas jamás o —lo que es peor— por ignorancia tremenda sobre lo que allí arriba se esconde).

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

martes, 1 de marzo de 2016

LA ENORME SOBRIEDAD DEL DÓRICO


Cuando estudiaba Arte en el instituto, la profesora insistió mucho en el hecho de que, en comparación con los templos egipcios, los griegos “estaban hechos a escala humana”, por tanto deduje que serían más pequeños que aquéllos, lo cual es cierto, pero me parece que me quedó una idea algo equívoca del concepto “pequeño en comparación con”. No he estado ni en Egipto ni en Grecia (lo sé, es lamentable). Sin embargo, sí he contemplado muchas obras tanto de una cultura como de la otra en museos italianos, franceses o británicos. Y, sí, la escala es sin lugar a dudas distinta. No hay más que ver las columnas de salas hípetras o hipóstilas de algunos templos egipcios ubicadas en el Museo Británico para comprender las proporciones de cómo será la estructura original.

Pero precisamente en este museo londinense hay varios fragmentos rapiñados del Partenón ateniense que me impactaron, no sólo por sus cualidades estéticas, sino por ofrecerme una idea más precisa de lo que es la altura y dimensiones de la considerada obra maestra de la arquitectura clásica griega. La fotografía que ilustra esta entrada muestra sólo el capitel y la parte superior del fuste de una de las columnas dóricas que componían la columnata o peristilo exterior del templo. Pese a hallarse sobre un basamento, puedo asegurar que la parte superior quedaba a la altura de mi cabeza. Poco más allá se encontraban las famosas metopas de los centauros y los lapitas, que medían casi metro y medio cada una. Así que ¿ésta era la pequeñez de los templos griegos? Muy sorprendido me quedé. Con todo, me dejé llevar por lo que aquellas piedras cinceladas me transmitían. ¡Ah, qué sobriedad, qué sencillez, y aun así, qué totalidad! Un capitel que consta sólo de dos piezas, una prismática, arriba -el ábaco-, el colmo de la simplicidad; otra, con algo de curva descendente, debajo -el equino-, como una almohadilla que parece descender para encontrarse con el fuste estriado. La decoración se limita a unas finísimas líneas que forman el collarino. Y ya está. Con eso logran la quintaesencia del alma griega de la primera época, dura y adusta. Sí, a escala humana, de acuerdo. Pero que nadie se llame a engaño: son grandes las columnas dóricas. Grandes, grandes.

Capitel dórico del Partenón en el British Museum de Londres (Gran Bretaña)
Enero, 2008 ----- Nikon d100

lunes, 29 de febrero de 2016

OTRO COMIENZO (MÁS)

Romper amarras, marcharse, continuar. Así de sencillo se puede comenzar un cambio drástico. Tan fácil como escribirlo y después cumplirlo. Mi vida ha terminado. Al menos, la que llevaba hasta ahora. No me gusta cómo vivo. No me gusta en lo que me he convertido. Es hora ya de dar un volantazo que me encamine en otra dirección. Y creo que ahora, mientras los demás cantan, bailan, cometen los excesos propios de una noche como ésta, es un buen momento para tomar mi decisión. Dejaré, pues, que el azar que me ha sobrevenido por sorpresa sea la yesca que me inflame. Me voy. No sé por cuánto tiempo ni hacia dónde, pero desde ahora viajaré al ritmo que me indiquen mis sentimientos y mi necesidad. El viaje será mi forma de vida. Mi viaje será mi transcurso. Con todo lo que ello comporte.

Entrada inicial del Diario del transcurso (inédito), Enero de 2003

domingo, 28 de febrero de 2016

ESPERANZAS LUMINOSAS


No deja de sorprenderme, por más que recorra el mundo y más viejo me vaya haciendo, comprobar que en cualquier iglesia que visite haya siempre alguien que está introduciendo alguna moneda en algún cepillo, para poder alumbrar una vela, tradicional o electrónica, con que poder materializar un ruego o un agradecimiento a Dios, la Virgen o a cualquiera de los muchos integrantes del santoral católico. A la pregunta lógica de si quienes lo hacen son personas mayores, la respuesta es que no. En lo tocante al tema de las velas, el panorama cronológico es mucho más amplio que el que se observa sobre quiénes asisten a misa, que es claramente provecto. O sea, que rogatorias, preces y agradecimientos son patrimonio de cualquier edad. Y a la segunda pregunta de si son lugareños quienes así proceden, se responde igualmente que no. Que los turistas y visitantes son igualmente participativos en tales acciones. 

Me sorprende, claro.  Sin embargo, lo respeto, desde luego. Pero me sorprende. Y mucho. Aunque también me conmueve. No como antes, que veía algo así y comenzaba a despotricar y a asignar ignorancias y culpabilidades sin cuento. La clave está en comprender. Si comprendemos, censuramos menos. Lo cual no quiere decir que lo justifique. Yo no creo en nada de esto, y mi mente racional entiende que es una pérdida de tiempo (y de algo de dinero) completa. Pero lo es para mí. No para quien se gasta unos euros en comprar o activar unas velitas ante un altar de una estatua de piedra o madera policromada. Para esas personas no es una pérdida de tiempo. Es una forma de alimentar el combustible básico de la existencia: la esperanza. Que a mí me parezca una estupidez no importa.  Y sólo por eso ya está justificado dicho acto. (Por no hablar de que las hileras de velas en la oscuridad me ofrecen unas posibilidades estéticas que no sólo no desdeño, sino que aprovecho con impudicia y jaleo sin cesar. Como se puede observar aquí arriba.)

Velas en hilera sobre lampadario de la iglesia de San Ronan, en Locronan (Finistère, Bretagne, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

sábado, 27 de febrero de 2016

UNAMUNO, MI HÉROE

Hay algo que me revienta siempre en las declaraciones de cineastas, escritores, periodistas y hasta algún deportista, cuando les entregan un premio cualquiera. No, que no cunda la alarma. No es el conjunto de solecismos, anacolutos, disparates varios y lugares comunes con que nos suelen regalar nuestras lumbreras culturales. Es la falsa modestia. Decir que uno no merece aquello que recibe, cuando lo que uno piensa o siente es algo parecido a “ya era hora de que toda esta caterva de descerebrados reconociera la calidad de mi carrera, obra, reportaje, gesta deportiva, etc., que está muy por encima de la media de todos los que me siguen a gran distancia”.

Decir que uno no merece un galardón cuando otros han decidido que sí lo merece implica varias reflexiones. La primera, es una falta de educación, porque si realmente se piensa no merecerlo, está tildando de incapaces a quienes han formado parte del jurado seleccionador. La segunda es que salvo contadísimas excepciones lo más habitual es que la vanidad intrínseca a todo ser humano esté trocando su verdadero sentimiento de gozo u orgullo por algo diferente, que la concurrencia espera oír. Y de aquí surge la tercera, porque si lo que la concurrencia -incluido el jurado- espera oír que no lo merece, ¿para qué lo premia? ¿No sucederá en realidad que los premiados han aprendido que los pocos que se han atrevido a reconocer los méritos propios de los galardonados han sido después criticados, humillados, escarnecidos?

Cabría introducir aquí una anécdota muy conocida sobre la concesión de premios. A principios del siglo XX, Alfonso XIII entregó un galardón en forma de cruz al gran escritor Miguel de Unamuno. Este acudió a la cámara regia, y cuando estuvo ante el monarca, se produjo el siguiente diálogo:

—“Vengo a presentarme ante su Majestad, porque me ha dado la cruz de Alfonso XII, que merezco.
—Es extraño -repuso el Rey-; los demás a quienes he dado la cruz me han asegurado que no se la merecían.
—Y tenían razón -contestó Don Miguel.”

Seguramente, si yo lo hubiera conocido no tendría buena opinión de su cercanía personal, dado su agrio carácter. Pero, así, en la distancia, y en los términos apuntados, lo confieso abiertamente: es mi héroe; o, mejor dicho, uno de ellos.

jueves, 25 de febrero de 2016

ABSTRACCIÓN TRAS EL POSTRE


Seamos sinceros. Hemos visto cuadros más horribles en algún museo, con líneas de parecido trazo y colorido semejante. Hemos huido de su estética sin semántica, atribuyendo a sus autores las mayores dosis de dureza facial que nos cupiera imaginar. Y, sin embargo, uno contempla lo que resta de un postre delicioso, y lo encuentra bello. Quizá porque ha sido producto del azar (y de una preparación de la cocina, claro), porque su pretensión no es la de captar a los medios de comunicación ni transmutar vacío alguno en contenido críptico que desentrañar. Tal vez porque no se intente vender a continuación por una cantidad simbólica o insultante. Tal vez porque sólo es eso: un conjunto de líneas y manchas cuya unión produce una sensación de sosegado frescor, tras una comida llena de sorpresas que aún deparaba la última cuando ya no se la esperaba. 

Plato de postre en restaurante de vanguardia (Barcelona, Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- iPhone 6 Plus

martes, 23 de febrero de 2016

PERIPECIA PERSONAL DEL 23-F

El día de autos, me faltaban dos meses y medio para cumplir los 18, y a mis amigos les había dicho que por fin tenía novia (aunque no fuera del todo verdad). Aquella tarde, hubo estudio intenso en la facultad, porque en breve teníamos un examen inhumano de Historia Antigua. Con todo, el repaso y la consulta de los volúmenes de la biblioteca no fue obstáculo para un café y, ya de vuelta, para algunos besos largos bajo algún balcón. Yo vivía en León. Hacía mucho frío. Era febrero.

Cuando llegué a casa, mi madre estaba cosiendo, lo natural. Pero nada más que entré en la cocina, me dijo que algo gordo había sucedido en Madrid, porque llevaba un buen rato oyendo cosas en la SER que no le cuadraban nada, y le pareció que había escuchado tiros. A mí me extrañó, porque mi madre no solía escuchar la radio en su vertiente política; ella era más de telenovelas o programas de divertimento. Si me habló de lo que había sucedido en el Congreso de los Diputados hacía un rato, es porque debieron conectar las propias emisoras, y ella no cambió el dial. Pues bien, escuché atentamente, y me enteré de la noticia del golpe. A mi edad, y en aquellos momentos ya tenía conocimiento de causa como para entender las consecuencias posibles de un golpe de estado en nuestro país. Más, siendo estudiante de Historia. Un sudor frío me fue invadiendo sin que me diera cuenta consciente, pero sí de un modo global, difícil de definir.

La puntilla la dio una llamada de teléfono sobre las nueve de la noche. Era mi chica (aunque no lo fuera del todo), que me avisaba de lo que estaba sucediendo, pero con noticias cercanas. Su padre era guardia civil, y no de los más democráticos que se pudieran encontrar en la España de entonces. Pero él y toda la compañía estaban acuartelados, sin saberse de momento nada más. Su familia estaba paralizada, sin saber qué hacer. Si antes tuve sudor frío, ahora cierta angustia me fue atenazando los músculos. Procuramos tranquilizarnos mutuamente, pero ambos sabíamos que la cosa pintaba mal. Colgamos.

Me dispuse a cenar. No olvidaré aquella cena, que tan mal me supo. Sopa de cocido y tortilla de pimientos. La primera, me encantaba; la segunda, no. Ambas se me atragantaron de un modo que recuerdo con mucha viveza. Apenas comí pan. Bebí mucho. Datos reveladores. No despegábamos la oreja de la radio. Las noticias eran confusas y acumulativas, de modo que toda la claridad que hoy poseo sobre ese hecho histórico en aquellos instantes brillaba por su ausencia. Las horas se fueron sucediendo, pero nadie hacíamos lo que teníamos que hacer. Mi madre sí, porque fregó. Aun con todo, estábamos expectantes, tensos, miedosos en el fondo. Seguimos pendientes de lo que sucedía. Lo sorprendente es que en aquella nos acostábamos todos muy pronto, al contrario de lo que nos sucede hoy. Pero aquella  noche, sin decidirlo, de forma natural, fuimos dejando pasar los minutos y las horas, esperando quién sabía qué; hasta que por fin el mensaje del rey, pasada la una de la mañana, ofreció alguna tranquilidad. En mi caso, no demasiada, he de admitir. Pero fue la señal de que había que irse a la cama. No suelo recordar lo que sueño. Sin embargo, a la madrugada siguiente sí lo recordé. Tenía que ver con mi novia (aunque en realidad no lo fuera). Me había dejado porque a su padre lo habían fusilado por ser favorable al golpe. Tardé un par de horas en comprender que la realidad iba a ser bien distinta. Al menos, en lo referente a su padre.

lunes, 22 de febrero de 2016

ATARDECER SOBRE EL RÍO


¿Se puede sentir algo distinto del sosiego, que parece emerger del fondo del río para colmar los ojos ante la marcha del sol? La humedad se siente, como el titilar de las ondas, y la tibieza del atardecer del verano al borde del agua. Los recuerdos del día se ordenan. El impulso vital se aquieta, nos preparamos para el descanso. Pero antes, la explosión del contraluz nos prepara para el cambio de luces. El reflejo nos lo dice todo: lo que fue el día, lo que retendremos de él, y lo que nos deparará el siguiente. Aguardemos, mientras. Descansemos después.

Atardecer sobre el río Adour, en Peyrehorade (Landas, Aquitania, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6

domingo, 21 de febrero de 2016

SUELTOS DEL PALIMPSESTO (I)

Tal vez sea cierto que no sé nada y que todo esto es un sueño cuyo despertar nos arroje al estercolero onírico de una inteligencia suprema. Pero no es menos verdad que la construcción de mi sueño particular es lo suficientemente repetitiva y monocorde como para que si la primera hipótesis fuese contemplada, no debe procurar sino dolores de cabeza monumentales al presunto soñador.

Digo esto porque es de noche. Y a mí me fascina, del mismo modo a como yo antaño temía la oscuridad nocturna y los misterios que ésta pudiera conllevar. Mi memoria recala ahora en aquel niño precoz y sensible que no soportaba que lo dejaran solo siquiera fuera para coger carbón en un cuarto 15 metros más arriba. Ese temor a lo oscuro, a la ausencia de compañía que me convertía en un momentáneo huérfano accidental, pudo muy bien ser el acrisolado molde donde se alearon los materiales que hoy conforman mi estructura; una composición que adora lo oscuro, lo nocturnal, la solitude, lo señero, quizá lo exclusivo. Es más que probable que la forma de memoria más recurrente e inmarcesible pueda provenir de la inversión de los términos en los que uno edifica su infancia. Ambos elementos, contrarios, rivales a pesar suyo, conocen lo suficiente el uno del otro como para que su pensamiento se ocupe recíprocamente del emparejado de por vida.

La teoría de los contrarios volvería, de esta forma, a ofrecer un hermoso paradigma, sin ostentación aparente, de que sólo perdura lo desigual, lo que no se puede comprender del todo, aunque ambos sean partes integrantes metamorfoseadas del mismo sueño, de la idéntica irrealidad que les dotó de forma. 

Suelto del diario inédito Palimpsesto del dubio y la aoristia, de octubre de 1995

sábado, 20 de febrero de 2016

RESOLUCIÓN DEL PROCELOSO ENIGMA



Al lado, otra visión de la "obra de arte". A la derecha, en recuadro pequeño, la mesa en cuestión, arrinconada con otras al final de la clase















Ya sabía yo que mis escasas pero inteligentes seguidoras iban a adivinar por dónde iban los tiros, al menos en un grado de acercamiento suficiente como para acreditar que habían mirado la imagen con atención y, además, habían visto.

Efectivamente, se trata de una mesa-pupitre. Su color verde penicilina tradicional delata una parte del rectángulo, y quien haya estado en contacto con ese tipo de mobiliario escolar habrá sabido dirigirse enseguida en la dirección correcta. Es una mesa de una clase. Pero es una mesa arrinconada en la parte de atrás de un aula que ya no se llena nunca, y que se usa para desdobles, optativas o grupos de escaso número. En la imagen pequeña se puede ver lo arrinconada que está junto a otras, que se hallan en un estado mejor, aunque menos llamativo.

Porque lo que llama la atención a cualquiera que se acerque a ella con cierta intención de ver, son dos cosas. Una, el destrozo que promociones de alumnos infligieron en su superficie superior. Y dos, el dibujo artístico que llegó a producirse en el espacio que antes debía servir para apoyar la tarea de los alumnos en el aula. Son cosas contrapuestas, pero seguramente por ello me captó el interés cuando caminaba por el aula, mientras mis alumnos de Arte realizaban su miniexamen semanal. Lo gracioso es que esa mesa llevaría ahí meses, pero sólo la vi con detenimiento en ese instante. Como me gustó lo que vi, y sobre todo, supe seleccionar, lo fotografié al momento, a espaldas de los chicos, que se afanaban en escribir lo más posible en el reducido tiempo de que disponen en cada diapositiva. El resultado, lo que visteis ayer, pero también lo que veis hoy. Y a continuación, viene el punto reflexivo.

Bajo el destrozo, alguien fue configurando la posibilidad de crear un atisbo de belleza (obviamente, todo es opinable). Quién sabe cuántos alumnos tomaron la tarea en cadena, o bien si fue obra de un anónimo o anónima aspirante a grafitero o artista o si sólo fue una cuestión de divertimento, aburrimiento, venganza, compensación. Lo que me choca es que ante el enfado por el primer paso (el destrozo del material escolar) viene la admiración sorpresiva por la creación de un espacio estético en un marco sorprendente, inhabitual y hasta esperanzador. Porque después del hartazgo de la condición de alumno, tras los posibles deseos de hacer daño con el rasgado y arrancado de la parte superior de la mesa, queda el interés de hacer de aquello mutiladamente feo algo que lo fuera menos, o incluso algo que buscara deliberadamente la belleza. Una especie de “arte povera”, pero en el aula. La moraleja es que nunca sabes dónde el ojo permitirá una sonrisa que permita concebir y engendrar esperanzas. Ojalá cada noticia negativa que se diera en un centro educativo conllevara su réplica positiva y su afirmación de que aún es posible creer, de que no todo está perdido.

viernes, 19 de febrero de 2016

¿QUÉ MUESTRA ESTA IMAGEN?


Esta fotografía algo desenfocada, de formato algo inusual y calidad discutible, impropia de mí (ejem) ha sido realizada por mí mismo con la cámara que en ese momento tenía a mano (más bien, a bolsillo), que era mi teléfono móvil. 

Pero antes de desentrañar los misterios que alberga, me gustaría que el espectador (o espectadora) intentara adivinar de qué se trata, de qué material está hecho, qué representa, desde dónde está sacada la toma, etcétera. Que intente adivinar, en definitiva, qué puñetas es eso que muestra esta imagen. A primera vista, podría parecer un dibujo abstracto, una pintada callejera, una foto aérea, no sé, algo así, ¿verdad? Luego, los colores, bien delimitados por ese trazo grueso de color blanco: sólo cuatro tonos, con gran definición, pero que tampoco revelan demasiado de su contenido, aunque se adivinen trazos de escritura o numéricos.

El asunto es bien simple: me gustaría saber qué se puede pensar de esa imagen, así, sin más información. Prometo desvelar mañana el “secreto”; si alguien responde a la llamada, claro. Suponiendo que nadie lo acierte, que imagino que entre la muy abundosa gente inteligente que conozco, habrá quien sepa, adivine, se atreva, y lo escriba (aquí o por otros conductos más o menos oficiales).

jueves, 18 de febrero de 2016

RECUERDO NOCTURNO

Podría describir cualquier universo si ahondase en vuestros ojos y sus miradas tranquilas y sin miedo, anhelantes de un pasado inexistente, recipientes de un desconcierto general. Podría beber con vuestros rostros y apagar cualquier sed que me oprimiera el alma, aunque no fuerais conscientes de la profundidad de vuestro abismo.

Y, sin embargo, sólo puedo escucharos, impávido, y dejaros hacer, mansamente, mientras os contemplo, arrobado ante esa inercia inútil pero dulce. Tiempo inútil, sí, tiempo inútil. Pero, más adelante, tras esta etapa transitoria, hallaréis otros lugares donde destilar el peso de vuestros errores, de vuestra lógica inmadura y paradójicamente lógica, pero emocionada, con gusto agridulce por la vida.

Con todo, y sin yo quererlo, lloraré vuestra ausencia. Vuestra imagen sobrevivirá en este tiempo amarillo y soberbio sin alquimias, pura o deformada, envuelta en la tranquilidad aparente de quien pensó no ser nada para nadie, pero siéndolo, sí, siéndolo. Siéndolo.

Del libro inédito Prosas tristes. Arias profanadas. 1998

miércoles, 17 de febrero de 2016

BALAS EN LA CAMPIÑA FRANCESA


Éste es uno de los paisajes más recurrentes en mis viajes estivales por Francia. Una campiña más o menos verde (siempre más verde que por acá), con la mies segada perfectamente, y en la superficie, destacando bien a las claras, docenas de balas de paja como las que se contemplan en esta imagen. Pueden ser cilíndricas o prismáticas. Pero todas en un agradable desorden aparente, que suele ser una invitación a que me baje de la autocaravana, y tire unas cuantas fotos, a ver si logro alguna composición que dote de sentido estético o geométrico a lo que en principio no lo tiene. A veces, hasta lo logro. Pero incluso cuando no, con el olor del campo y la hierba compacta, unido al sudor del mediodía y que siempre habrá en cercanía algunos árboles que enmarquen y refresquen la escena, ya habrá merecido la pena la parada. Habré aspirado de nuevo un poco de aroma puro de verano en un cóctel que mi nariz reconoce de inmediato y que me empuja a seguir adelante en mi recorrido pausado por tierras desconocidas, cada vez más reconocibles.

Alrededores de Orcival (Puy-de-Dôme, Auvernia, Francia)
Julio, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

martes, 16 de febrero de 2016

LA VIRTUD, AL MODO DE GRACIÁN

Releo, hojeándolo, Oráculo manual y el arte de la prudencia, una joya del pensamiento de mediados del siglo XVII, escrita por uno de los grandes mencionados, pero muy desconocidos escritores españoles del Siglo de Oro. En trescientos aforismos de reducido volumen, Baltasar Gracián habla de eso mismo, de la prudencia, de la educación, y de cómo actuar y comportarse, tanto en la vida cotidiana como en la política o la religión, que por entonces iban más de la mano.

Tantos dicen tantas cosas buenas, tan aprovechables, tan actuales, tan modernas, tan humanas, tan de siempre, que nos dejan mudos con su universal habilidad para poder extraer la esencia del ser humano. Como Montaigne, si bien con otro estilo más didáctico y proselitista. Podría copiar tantos, que sería un pecado de causalidad múltiple. Por motivos obvios, lo haré sólo con el último, el tricentésimo. Reza así:

"300) En una palabra, virtuoso, pues lo resume todo. La virtud es la cadena de todas las perfecciones, es el centro de la felicidad. La virtud convierte al hombre en prudente, discreto, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, moderado, íntegro, feliz, digno de aplauso, verdadero, es decir, un gran hombre en todo. Tres eses traen la dicha: santo, sano y sabio. La virtud es el sol del pequeño mundo llamado hombre; el hemisferio es la buena conciencia. La virtud es tan hermosa que consigue la gracia de Dios y la de la gente. Nada hay que amar más que la virtud, ni nada es tan aborrecible como el vicio. La virtud es cosa de veras, y de burlas todo lo demás. Hay que medir la capacidad y la grandeza por la virtud y no por la suerte. La virtud se basta a sí misma. Ella hace al hombre digno de ser amado, cuando vive, y memorable, una vez muerto."

Yo le hurto la palabra “santo” y la expresión “gracia de Dios”, y lo firmo a continuación como mío, donde haga falta.

lunes, 15 de febrero de 2016

POLÍTICA Y PROSTITUCIÓN (INTERPRETACIÓN POPULAR)


Siempre que me encuentro alguna pintada de corte grosero, insultante o hiperbólica, siento un punto de rechazo de entrada. Pero, acto seguido, me pregunto qué habrá impulsado a alguien a soltar una frase que llame tanto la atención de ese modo. En casos como éste, sólo me salen dos expresiones: hartazgo e impotencia.

Pero analicemos la frase. Esta da por sentado que quienes nos gobiernan, quienes se hallan “en el poder”, los políticos, son unos hijos de puta, entendiendo por tal, un insulto muy grave, de los que más se dicen en nuestro país, incluso en plan amigable según el tono, pero que dicho con acritud, puede ser incluso antesala de violencia física. No quiere decirse con ello que tengan mal concepto de sus madres como prostitutas, claro, sino que lo que plantean es que sean ellas quienes los sustituyan. O sea, que a ellos les aplicamos el gravísimo insulto, tomando la prostitución como algo terrible, pero preferimos que sus propias madres nos gobiernen, pues se deja implícito en la frase que no sólo no lo harían peor, sino mucho mejor. Curiosa paradoja de la que brota el chascarrillo, la ocurrencia, aunque sea una muestra gruesa de cabreo popular. Aunque el problema no es tanto la pintada en sí. Sino la cantidad de veces que vemos en los últimos tiempos asociada la expresión “hijo de puta” asociada a un político, en cualquier conversación habitual. Esto es señal inequívoca de que la desacreditación de esa profesión ha llegado a niveles insospechados hace sólo diez años. 

Entonces, ¿qué hacer con la pintada? ¿Borrarla? ¿Enmarcarla? ¿Editarla? Yo, de momento, tan sólo la muestro. Con lo cual ya me convierto en cómplice del autor. Pero no tengo claro si mi complicidad sea involuntaria a la par que crítica, o consciente y solidaria con la idea. Aunque, bien pensado, creo que sí que lo tengo claro. Vaya que sí.

Pintada en Corrubedo (La Coruña, Galicia, España)
Agosto, 2008 ----- Nikon d300

domingo, 14 de febrero de 2016

MI PALABRERÍO CANALLA (2)

ABOGACÍA: Encaje de bolillos legales, a tanto fijo y a tanto por ciento sobre los aciertos; es un negocio redondo, se mire por donde se mire y se resuelva lo que se resuelva.
ABOLICIONISTAS: Partidarios estadounidenses de que a los negros se les pueda explotar aséptica y civilizadamente como a cualquier blanco, y no como antes, que dicha explotación era gratis y cruel y, sobre todo, daba una imagen publicitaria de atraso de lo más insoportable, oiga.
ABORTO: Interrupción traumática del embarazo que, cuando es voluntaria, supone una de las decisiones mejor tomadas que pueda darse en nuestro mundo actual, aun a pesar de todos los pesares y de todas las hipocresías y maximalismos circundantes.
ABRAZO: Entrelazo simbólico de los brazos de dos congéneres primates; con él se quiere dar a entender que por unos instantes no se lleva en la mano cuchillo ni arma alguna, y cabe que la relación sea momentáneamente civilizada o presente apariencia de tal.
ABRECARTAS: Puñalito disfrazado de herramienta pacífica pero que conserva en su esencia un arma homicida en estado de latencia, que todos hemos deseado manejar con algunos de los remitentes cuyas cartas ha rasgado previamente
ABSTEMIO: Quien se mortifica inadecuadamente ingiriendo líquidos que no producen ningún efecto, salvo una insólita limpieza renal y una abundante diuresis; ah, y una imperceptible senilidad dentro de un cuerpo relativamente joven.
ABSTINENCIA: Inhibición (voluntaria o forzada, que de todo hay) o carencia en  lo tocante a asuntos varios, pero preferentemente sexuales, que produce gran placer (si hubiere compensación sublimada) o gran desesperación (si tal no se diere), dependiendo de la naturaleza de la misma, apuntada al principio. Loada y denostada, aún no se sabe si sienta bien o sienta mal, o si en realidad todo depende de con quién nos abstengamos. Y de cuánto.
ABSURDO: Lógica habitual de la existencia, y que ya se da por asumida  por doquier y por cualquiera, como lo más natural del mundo.    
ABUELOS: Progenitores mayores de una familia; su función educadora/castradora hoy está un poco disminuida, lo cual es una lástima, porque nadie puede educar como un abuelo ni nadie puede joderle a uno la vida como una abuela; y ciertas cualidades es preciso aprovecharlas bien, dada su escasez.
ACIDOSIS: Exceso de ácido en todo el cuerpo, con especial énfasis en el cerebro,  lo cual afecta sobre todo al comportamiento en la cama, en el trabajo, en el ministerio, en el Estado; sus consecuencias son temibles, pues genera divorcios, despidos, humillaciones de poder y genocidios varios.

Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999

sábado, 13 de febrero de 2016

NADA CAMBIA SI TÚ NO CAMBIAS


La frase (es un eslogan publicitario) es muy simple. Es muy conocida. Nos la han repetido muchas veces, con ésa o con otras palabras muy similares. Nos la sabemos. Conocemos la verdad -siempre relativa- de su afirmación. Con todo, hemos de confesar que la aplicamos poco. O bien no podemos hacerlo, o bien no sabemos, o bien nos encanta ser contumaces so pretexto de ser auténticos, únicos, especiales. Por mi experiencia en contumacias propias y ajenas, pienso que es una obstinación que nace del sentimiento de especificidad que se ansía tener. Pero creo también que otra de sus razones es porque el miedo atenaza la posibilidad de cambiar cualquier cosa de nuestra rutina habitual. Nos produce un confort gratificante saber con seguridad qué va a suceder, aunque nuestra existencia sea caótica, aburrida, dolorosa o inane. Y ello impide la mayoría de las veces el experimento, la búsqueda de lo diferente, la sorpresa que haga de un momento algo especial e inesperado. Yo lo digo muchas veces en clase: “a iguales acciones, iguales resultados, si las circunstancias no han variado”. Incluso señalo que es una fórmula matemática o física en boca de un fulano de letras. Da lo mismo. Y uno entendería la negativa al cambio si las circunstancias fueran gratas, positivas o subjetivamente buenas para quien habla. Pero es curioso constatar cómo la mayor resistencia al mismo proviene de quien lo está necesitando a gritos. Y lo grita desde su silencio. El silencio de la inmovilidad.

Imagen publicitaria de una compañía de móviles de Toro (Zamora, Castilla y León, España)
Abril, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

viernes, 12 de febrero de 2016

OBSESIONES. TEMÁTICAS PERSONAL (I)

Siempre me habría gustado mantener una entrevista-diálogo con un periodista. Se trataría de LA entrevista, esa que muchas veces retorna a mi discurso, como el intercambio definitivo con alguien con quien hablar todo, de todo, y durante todo el tiempo; algo infinito y utópico, claro, más literario que real, pero que conforma uno de los imaginarios que me asaltan con regular recurrencia. Habría que acotar antes que nada que el periodista tendría que ser mi amigo íntimo. Alguien con la suficiente confianza y capacidad a quien lanzar todas las opiniones obsesivas o contrapuestas que albergo sobre tantos temas; y aunque tales opiniones no fueran válidas o verdaderas, daría igual, porque para mí sí lo serían, y por contraste se obtendría un perfil más nítido de sus contornos. Al fin y al cabo, cuando hablo no hago otra cosa que ordenar mi pensamiento y, mediante la discusión y las sucesivas confrontaciones, delimitar, perfilar y concretar impresiones, a veces fugaces, otras imprecisas, sin forma completa. Siento en multitud de ocasiones que lo poco que sé ha ido formando a mi lado paulatinamente un depósito de piezas de tamaño variable, acumuladas frente a mi casa. Serían un montón de esquirlas redondeadas o puntiagudas, que han sido arrancadas en diálogo constante con mujeres, con hombres, con cuadros, con esculturas, con libros, con la vida, con todo aquello que pueda llegar a fascinarme o sorprenderme. La sorpresa, siempre; ver surgir el fantasma permanente y hacerlo corpóreo mediante la palabra compartida sin descanso alguno, hasta el final.
Apunte tomado en una libreta en marzo de 1995

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