jueves, 20 de diciembre de 2018

EL SOLSTICIO MÁS TRISTE

Y ya nos encontramos de nuevo en los albores del solsticio. La esfera donde nos hallamos viaja a ritmo constante, no cesa nunca su recorrido, y ya nos ha traído al punto en que la noche supera con mucho al día, y convierte las madrugadas en una pregunta sobre cuándo saldrá el sol. En clase confunden mucho solsticio con equinoccio, pero la estrella y el planeta no se detienen por ello. Y ya desde que los primeros seres humanos levantaron la cabeza lo suficiente como para contemplar lo que había encima de ellos, comprendieron que había un momento en que el punto de luz cegadora no podía bajar ya más, e iniciaba en breve otra vez la ascensión hacia lo más alto. Y así sucesivamente.

De nuevo, el solsticio. De nuevo, las navidades. De nuevo, las tradiciones. De nuevo, lo esperado. Aunque este año todo va a ser diferente. Como todo año, sí, pero este año todo va a ser diferente. Nunca he pasado unas navidades sin estar en el piso de mis padres. Sólo que esta vez volveré al mismo piso, pero sólo me aguardan mi padre y mi hermano, que han acordado que estas navidades no hay fiesta. Y es verdad, aunque no lo hubieran decidido, no la habría. No habrá quien coloque los adornos navideños, pero, sobre todo, nosotros no tendremos ganas de ponerlos, que es lo peor. No habrá fiesta, porque nada tendremos que celebrar, y sí mucho que recordar. En silencio o en voz baja, con unas cuantas lágrimas como único aderezo. 

Esta vez el solsticio, sin duda, será el momento más bajo del año.

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