Recala la mirada en un nacimiento que crece, cilíndrico y húmedo. Barro moldeable a voluntad de su hacedora, que dota de líneas, volumen y sentido a lo que sólo instantes antes era un amasijo verdoso, veteado e informe. Con la pausa de quien sabe que el tiempo es sólo lo que construyas con él, las manos hacen rotar, crecer, abrirse, surgir, ser. Los dedos, impregnados de la materia nutricia elemental, aún se diferencian poco de la obra, como en el relato del Génesis. Juntos, creadora, manos y vasija, en un todo que por unos instantes no admite la diferenciación.
Manos de una alfarera en la localidad de Bergerac (Dordoña, Aquitania, Francia)
Julio 2010 ----- Nikon D 300
1 comentario:
Qué alegría que te reinventes. Maravillosa foto. Evoca épocas muuuuuuuyy lejanas de jugar con cerámica, y es como si la tocara otra vez. Magnífica foto. Felicidades y éxitos desde el otro lado del charco. Yo, la de siempre, PMM.
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