Ella estaba allí convencida de estar en su casa. Nunca había
estado en el palacio, pero en su cabeza residía la certidumbre de que alguien
la había invitado a pasar una temporada en la corte. Tuvo que efectuar un largo
viaje para ello. Ahora, se encontraba en el umbral del acceso, pero no entendía
por qué había tanta gente aguardando tras ella en una inmensa cola, pero eso le
importaba bastante menos. Venía ataviada para la ocasión, o eso creía ella. Las
raíces del cabello se le notaban con facilidad, y la lencería superior quedaba
algo a la vista. Pero ella iba muy peripuesta con su vestido blanco de organza,
su mejor collar y su pamela cortesana, que siempre imaginó compitiendo con
otras damas en alguna boda británica. La sonrisa firme mostraba su fuerza y su
decisión. Cuando sonó la bocina, ella entró alborozada la primera. El Palacio
Real de Versalles le abría sus puertas al fin.
Robado en los jardines del Palacio Real de Versalles (Francia)
Julio, 2012 ----- Nikon D 300
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