domingo, 5 de agosto de 2012

AQUELLAS AULAS, AQUELLOS TIEMPOS



Si se fija uno en la imagen expuesta, hay dos cosas que no cuadran a quienes vivimos alguna vez en este tipo de aula. La primera es la luz. Es artificial, intensa, reveladora. Nada queda en penumbra ni en sombras. Todo queda a la vista. Porque el objetivo del lugar donde nos hallamos (el impresionante Museo Etnográfico de Grandas de Salime) es justo ése: mostrar, revelar, siquiera en parte, aquello que fue. Y es justo reconocer que se ve muy bien lo que nos quieren mostrar. Sin embargo, en aquellos tiempos, la luz que bañaba nuestras aulas era, sobre todo, natural (provenía de los amplios ventanales) y escasa (al menos, en los nortes donde uno creció). También de tono azulado, gris, macilento.


La segunda es la abundancia de mobiliario, de mapas, de láminas, de objetos didácticos diversos. El único lugar austero de ese aula idealizada son los pupitres, pero porque no pueden albergar prácticamente nada encima. Lo demás, nos habla de medios antiguos, pero mucho más numerosos de los que nuestra memoria alcanza a adivinar. Es, pues, otra mistificación propia de la intención museística, didáctica. En los tiempos en que yo era crío, dicha abundancia brillaba por su ausencia, sobre todo en el mundo rural, que fue el único que —escasamente, durante apenas un curso— yo llegué a verificar en persona. Es más, las carencias eran la nota común.


Con todo, el aroma que se siente cuando se entra en este aula recreada es reconocible de inmediato, porque los olores permanecen de forma indeleble en nuestro recuerdo, y las gomas, los papeles, los lápices, la madera y demás materiales, nos transportan  con facilidad a un mundo muy alejado del nuestro, del que sin embargo bebimos  y que nos sirvió para —mal que bien— llegar donde estamos ahora. Nos retrotraen también a los sonidos, a los rostros abrasados de tiempo y olvido, a los instantes hermosos y tristes que aguardan a todo niño en su devenir. Y esa inyección de nostalgia agradecida o agria, vivificante o mortecina, es el verdadero antídoto para  que no nos creamos más de lo que somos y el mejor estimulante para pensar que si entonces estuvimos peor y crecimos, ahora no va a ser menos.


Aula de la época de Franco, en el Museo Etnográfico de Grandas de Salime (Asturias, España)
Octubre 2009 ----- Nikon D 300

3 comentarios:

la cocina de frabisa dijo...

A mí me encanta ese museo, es de una didáctica impresionante. Está, además, extraordinariamente bien expuesto y su visita resulta una visita en el tiempo y mucha añoranza en mi caso.

La foto me encanta (tengo yo una parecida) porque condensa todo lo necesario para que nos veamos por un segundo sentados en esos pupítres, tiene todo lo justo y necesario. Enhorabuena! Bss

(a 12000km. en Montevideo, yo asistía a una escuelita muy muy parecida, eso sí, no teníamos foto de Franco, ni falta que hacía)

Silvia en Buenos Aires dijo...

En Bs As, también teníamos ese ambiente estructurado para los estudios individuales, mirando siempre al instructor.Así nos formamos. Muy diferente a las actuales modalidades...Felicitaciones por la foto.

Eduardo Arias dijo...

Gracias por comentar, a ambas. ¡Qué curioso que las dos personas que hayan comentado sean ambas del Cono Sur. Bienvenidas, agradecido de nuevo

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