miércoles, 12 de abril de 2017

TESTAMENTO BIOLÓGICO

No sabemos por qué, pero no entendemos el valor de los momentos hasta que se han convertido en recuerdos.

Lo que sí sabemos es que cuando perdemos esos recuerdos, vamos perdiendo de modo progresivo nuestro yo más personal e íntimo.

Para tenerlos, hay que vivirlos. Pero si, con todo, se pierden por uno de esos azares perros de la vida, lo que quede de vida celular no merece la pena. Además, los problemas, sufrimientos y gastos que origina en las personas próximas resultan poco tolerables. Y ese dolor resulta siempre estéril. Es mejor cortar de forma radical.

A la espera de que se formalice en papel ante fedatario público, quede esta nota como testamento biológico del autor de estas líneas, autorizando cualquier acción en su nombre que dé fin a la despersonalización de quien esto escribe, y al sufrimiento infinito de quien conmigo se halle.

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