IMPREVISIÓN
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La noticia de su preñez acentuó mi embarazo. También, mis remordimientos. Todas las precauciones habían resultado inútiles. Todo el mundo se acabaría enterando, y yo no podía permitir dicha situación. Ni por ella, ni por mí. Resolví por tanto llevármela lejos, donde nuestro vínculo creciera para siempre mientras prendía el fruto de nuestro amor. Ella lo aceptó con fiel sumisión. Pese al aislamiento, fuimos muy felices en aquel lugar remoto. Cuando tuvo lugar el alumbramiento y lamía satisfecha a su corderillo, a punto estuve de lanzar un balido yo también.
Del libro Micrólogos
2 comentarios:
Ay Cordero... ¿para qué viniste a este mundo? Ah sí!, ya recuerdo, para lanzar un balido al ser lamido.
Y...¿Por qué entonces no montaste en el corazón galopante del FIAT?¿Acaso involucionaste quedándote en animal?
Pero faltó el punto,un balido a tiempo....puede solucionar mucho.
M.T.
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