REDUNDANCIA SALVAJE
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El viejo llegó a la taquilla, sacó su entrada y entró en el patio de butacas. Como apenas había nadie, escogió un lugar centrado y se sentó. Se trataba de su película favorita, un western clásico, épico, imperecedero. Al poco de comenzar la proyección, como siempre, logró dormirse con placidez, y casi de inmediato empezó a soñar. Con un desfase de apenas unos segundos sobre lo que sucedía en la pantalla, los títulos de crédito se deslizaron en orden por su mente. Por detrás de las letras, los asaltantes del banco llegaban al pueblo sin levantar sospechas. Al tiempo, unos chiquillos arrojaban un escorpión en medio de un hormiguero, al que luego prendían fuego con gran alegría. Sus risas crueles le fueron recreando de nuevo su ya lejano pasado, su infancia muda, atormentada, violenta. A lo largo de más de dos horas que serían sólo un par de segundos, siguió soñando, mientras el recuerdo se le dibujaba a balazos entre movimientos lentos y reveladores.
Del libro Micrólogos
2 comentarios:
"El viejo" ve la vida pasar aunque sea en una pantalla de cine,y los hay más "jóvenes" que también renuncian (todo sea por lo salvaje)
No hay manera de sanar el pasado (como no sea por el alzheimer); pero el presente le da vida a los sueños que se tienen escondidos, para descubrir que puedes vivir estos momentos con los ojos abiertos y los miedos dormidos, con los ojos cerrados y los sueños despiertos.
No hay más miedo que creerse solo.
Eduardo me ha encantado tu relato, verdaderamente te hace sentir la soledad
• Me está encantando tu Micrólogos. Cuando sea Macrólogos será un importante libro.
• Saludos
CristalRasgado & LaMiradaAusente
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