Apartarse unos días, y dejar que todo fluya alrededor. Sentarse
y contemplar cómo todo transcurre sin que nada cambie, o apenas se perciba. Asistir
atónito a otra muestra más de nuestra estulticia política, derivada a lo social.
Dejar que la frustración se dore a fuego lento mientas se comprueba que, a
pesar de sentirse fallido, se está en el camino correcto. Y seguir adelante. Sin
decir nada más. Porque la estupidez no es explicable. A lo sumo, se la puede
describir, si bien tampoco resulta práctico. No hay que confrontarla, hay que
vadearla, mostrar otras alternativas que la detengan en seco en su intento de
rodearnos y monopolizarnos. Muchos son los trabajos que la vida nos procura. Todos
nos debilitan, si dejamos que dirijan nuestro rumbo; pero todos ellos nos hacen
más fuertes, si se saben asimilar del modo correcto. Y si no somos por ello más
poderosos, al menos deberíamos ofrecer más resistencia ante el siguiente
episodio de insania, imbecilidad, desgracia, agresión o similar. Resistir.
Continuar. Crecer. Ésa es la consigna.
domingo, 12 de noviembre de 2017
miércoles, 11 de octubre de 2017
LA FELICIDAD DE QUIEN SE APARTA
¿Quién habla de estrés? ¿Quién, de agobios multitudinarios? Todo
se puede resolver usando la inteligencia, y eligiendo lo que mejor convenga, o
lo que menos daños produzca. El problema es cuánto la usamos y cómo elegimos,
si de verdad lo hacemos.
La mujer de la imagen ha escogido el apartamiento de los
demás, en un día de intensidad veraniega de tantos como hemos tenido (y
tenemos). El inabarcable mar, el poderoso granito, el tojo y una bruma que crecerá conforme avance el
día, nos hablan de una zona atlántica. Podría ser Galicia, pero es la Bretaña
francesa, que es lo mismo, pero a mayor latitud y con diferentes lenguas. El sol
lo inunda todo y baña la piel tanto como calienta las rocas. En uno de los
finisterres europeos, la punta de Raz, una mujer ha preferido estar a gusto
consigo misma, y no agobiarse con amigos, familiares, obligaciones. Ha aparcado
con mimo su bicicleta, que le ha servido para desplazarse desde donde fuera hasta
llegar a un punto desde el que sólo se ve mar por todas partes, menos por una,
que para eso se trata de un cabo. La acompañan una ropa ligera, y elementos playeros
o de baño, sin que vaya a chapuzarse, dada la altura imponente de los
acantilados de la zona. Ha elegido un rincón apartado, dentro de lo apartado
del lugar, protegida del viento por una formación rocosa de la zona.
Y lee. Sosteniendo el libro sobre sus muslos, sumergida en
la acción, el pensamiento o la simple información (¿quién sabe?). Abstraída de todo,
regalada por los elementos, acariciada por el sol, la brisa y el salitre,
inmersa en las páginas de un libro, y en todo ese contexto ¿duda alguien de que
esté feliz?
En la Punta de Raz (Finisterre, Bretaña, Francia)
Julio, 2015 ----- Nikon D5200
martes, 10 de octubre de 2017
LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (14)
Pregunta 22
Si pudiera usar un muñeco de vudú para hacer daño a cualquier persona que usted aborreciera, ¿lo haría?
El daño gratuito no me satisface. Para que el daño me satisficiera, la persona dañada debería ser consciente de que era yo quien le infligía dicho daño, y entonces ya no haría falta el vudú, en buena lógica. Además, para llevar a cabo toda esta parafernalia en la que encima no creo, tendría que tener alguien a quien aborrecer. Y la verdad es que la gente que me interesa, la quiero o la tengo cerca de mí o de mi corazón. Y la que no me interesa, sencilla y contundentemente la retiro de mi existencia, la ignoro, la ninguneo, como se dice ahora. Pero aborrecer, lo que se dice aborrecer, creo que no aborrezco a nadie. Que me caiga mal, sí, que desprecie, sí, pero tener a alguien a quien tenérsela jurada, pues la verdad es que no (o no me suena, y si no me suena no debe existir o no ser muy importante). Aunque antaño sí hubiera de esas personas en mi vida. Pero consumían demasiada energía que no devolvía frutos de igual intensidad. Antes al contrario. Por eso, me fui volviendo absolutamente pragmático y relativista militante. No sé si es lo correcto, pero a mí me ha venido muy bien. Y como de lo que se trata es de vivir bien...
lunes, 9 de octubre de 2017
EL PASTOR DAVID ENFUNDA SU ESPADA DE REY
Ultimada la tarea, David enfunda la espada, aún fresca de la
sangre del gigante. En el semblante, indiferencia. En el cuerpo, el temblor
reciente del desigual combate. En la figura, el escorzo de la gesta que el
artista consagra. La honda no aparece: es material de pastores. La espada es la
que porta ahora, culminada su misión, anticipando las púrpuras de la futura
realeza. Las sombras flanquean al héroe, le dan el marco adecuado para que lo
contemplemos en su lasitud aparente. El pastor David anticipa ya quien será afamado
monarca del minúsculo estado de Israel.
Noviembre, 2005 ----- Nikon D100
domingo, 8 de octubre de 2017
COINCIDENCIA EN LA DESDICHA (MICRORRELATO)
Todo sucedió de repente. Me enamoré, de súbito y el tiempo pasó vertiginoso desde ese momento. Todo se comprimió. La felicidad más absoluta me fue poseyendo con lenta rapidez. Lo demás pasó a un segundo plano. Tres semanas fueron tres segundos. Y, de repente, la muerte lo desvanece todo. Incomprensiblemente, vivo para contemplar cómo la ilusión vuela como por encanto. Dolor insoportable, que no se puede describir. Inútil intentarlo siquiera. Los demás están cerca, pero no comprenden nada. Sólo puedo sentir cómo el dolor me devasta por dentro. Sentirlo. Sufrirlo.
En el tanatorio, en uno de los escasos momentos de aislamiento que el duelo me procura, coincido con un hombre maduro, que me dice que en la otra sala se encuentra su esposa, a la que quería más que a nada; que llevaban treinta años de armonía conjunta; que todo se ha esfumado de improviso, en apenas tres semanas, de una infección irrecuperable; que ya no puede llorar más, que querría pero no puede, que ya no le quedan lágrimas dentro; que su dolor es insoportable, que no sabe qué hace diciéndomelo, porque no se puede describir, que sólo se puede sentir, que sólo puede sufrir todo lo que le ha sobrevenido de golpe.
Yo tampoco puedo llorar más. Ni por mi compañero en la desgracia, ni por mí mismo. Únicamente, acercarme a él, atraerlo hacia mí, fundir dos dolores en un abrazo incomprensible pero cálido, única respuesta ante la coincidencia en la desdicha.
Del libro inédito Micrólogos, 2012
POR COBARDÍA (MICRORRELATO)
—Eres un cobarde —dijo—, un indeciso, un fracasado, que nunca sirvió más que para dar bulto al cuerpo que respiraba por ti, que has dado de lado todas las oportunidades que la vida te fue brindando, que rechazaste cuanta posibilidad de ser un héroe anónimo fue surgiendo y que diste esquinazo a cada promesa que hiciste a quienes no merecías no ya su interés por tu persona, sino meramente su compañía. Eres un cobarde, pero no uno cualquiera, sino de la peor especie posible: la de los que lo saben, pero intentan ocultarlo con la apariencia de otras actitudes de desapego, aislamiento, torres de marfil y otras estupideces, que argumentas con vehemencia bien aprendida, a poco que se te saque el tema. Tu cobardía es la peor, porque no sólo te afecta a ti (ése sería un mal menor) sino que influyó en todas aquellas personas que se interesaron por tu vida, que te quisieron sin reciprocidad, que frustró tantas iniciativas, que abrasó tantos recuerdos. Eres un cobarde absoluto, de los que merecen ser castigados por ello, de los que no merecen la vida que arbitrariamente les fue concedida.
Y disparó, a continuación. El espejo saltó hecho añicos. La bala se incrustó en la pared. Ninguna esquirla rebotó.
Del libro inédito Micrólogos, 2012
domingo, 1 de octubre de 2017
1-O TRISTEZA, INDIGNACIÓN, ESPERANZA
Miro esta
bandera, flanqueada de otros seis mástiles vacíos. Es de mi último viaje a
Barcelona, en las navidades de 2015-16. No me trae más que buenos recuerdos. En
la capital catalana, como en toda la comunidad de Cataluña, cada vez que he
estado, no me he encontrado jamás fuera de sitio, no me pareció que me hallara fuera
de España o se me tomara como un extranjero que paseara por sus calles. Su lengua
vernácula, tan rica, tan eufónica, que sonaba por doquier, se tornaba en
castellano, a poco que notaran que el interlocutor no la hablaba y la amabilidad
de sus gentes siempre sobrepujó la estupidez de algún incidente aislado. Por
otro lado, sus múltiples riquezas (cultural, económica, paisajística, etc.) son
tantas que no caben en escrito tan breve. Cataluña es componente esencial de España,
sin la cual no se entendería bien; pero España, sin Cataluña, tampoco es.
Un día como hoy,
estoy triste e indignado, al tiempo. Esperanzado, también. Y escribo esto al
comienzo de un día histórico de nuestra Historia reciente, por lo que no sé qué
pasará todavía. Pero estoy triste, sí. Porque sé algo de nuestro pasado, y no
tengo tan claro que toda la tensión acumulada no acabe degenerando en algaradas
populares que pudieran ser reprimidas por la policía, y que supusiera el inicio
de una violencia de la que sabríamos su inicio, pero no cuándo terminaría. Triste
también, porque compruebo una vez más nuestra inveterada incapacidad para el
diálogo, que implica siempre toda negociación, en la que todas las partes
pierden algo para ganar algo mucho mayor. Al parecer, se nos olvidaron los
esfuerzos que realizaron los protagonistas de la Transición política española,
donde todos cedieron algo para lograr el consenso más impresionante y duradero
de toda nuestra historia contemporánea.
Pero dicha
tristeza se me ha ido infiltrando poco a poco de indignación. Una indignación,
que a ratos es furia irracional contra la gleba política que nos gobierna aquí
y allí, que ha cometido innumerables delitos económicos, de prepotencia
política, de manipulación demagógica, de inacción ante los problemas, de huida
hacia adelante, sin resolver para nada las causas por las que nos hallamos en
la crisis más atroz de los últimos 50 años. Nos merecemos estos políticos, sí:
les hemos votado. Hemos sido tan estúpidos en un lado como en el otro. Pero el
conjunto de los españoles no nos merecemos semejantes rémoras, semejante
caterva de impresentables que ni hablar saben -unos- o que mienten sin pudor en
sus incendiarias alocuciones -otros; y todos, a la vez-.
Con todo, me
puede la intuición de la esperanza. La idea de que, transcurrido el día de hoy,
ante el que todos nos hallamos expectantes, el sentido común español y el seny catalán se encuentren por una vez,
y nos sentemos todos a cambiar las cosas que deben transformarse para adaptarnos
al día presente, a lograr un consenso que luego refrendara el pueblo catalán y
el español, e inauguráramos una nueva etapa de gobernación limpia, comprensión
mutua y racionalidad imperante, donde los sentimientos -inevitables- participen
siempre en un segundo plano, o en un tercero si el primero no fuere
suficientemente sólido.
No me gustan las
banderas. No me gusta su simbolismo ni el uso que la mayoría de quienes no
tienen otra cosa hacen de ellas. Sí me gustan como motivo estético, ondulante,
móvil, flexible. Ojalá el día de hoy la bandera catalana, que ostenta los
mismos colores que la española, pueda ondear en paz en los lugares donde deba
hallarse, y que la española, cuyos colores son los mismos que la de Cataluña,
pueda coexistir sin violencia al lado de la que en modo alguno es su enemiga,
sino parte integrante una de la otra, la otra de la una.
En el Barrio Gótico de Barcelona (Cataluña, España)
Enero, 2016 ----- Panasonic Lumix G6
sábado, 30 de septiembre de 2017
OCTAVO PASAJERO (MICRORRELATO)
Tras la prolongada estancia en el hospital de a bordo, todos disfrutan de la compañía en un almuerzo de camaradería que casi todos añoraban. Las bromas se unen a los recuerdos y los planes inmediatos a ciertos interrogantes carentes de gravedad. Todos se congratulan de que el estado de coma en que se encontraba el homenajeado, sea ya sólo cosa del pasado. Las miradas son francas, las sonrisas abiertas y en derredor un perfume de camaradería inunda el ambiente. Distendidos todos, no son capaces de comprender que la crisis que acaba de terminar sólo es una antesala de la tragedia por venir. Cuando el nuevo e indeseado pasajero, tras haber desarrollado su estado larvario, decida por fin romper sus ataduras viscerales, y salir al exterior, lo hará de la manera más violenta posible, lo que supondrá la muerte del organismo transportador, entre espasmos, vísceras y sangre y, a continuación de ese momento, que deja sin aliento a los protagonistas y a quienes contemplan tranquilamente su peripecia, la trama continúa sin otorgar nada de ese aliento arrebatado y logrando que uno sude, chille, tema, sospeche, muera.
Del libro inédito Micrólogos, 2012
martes, 26 de septiembre de 2017
MI PALABRERÍO CANALLA (28)
CLASIFICAR: Drogadicción inacabable, sisífica, tantálica, que produce la extraña impresión de que sirve para algo, tanto dicha clasificación como quien la desempeña de una manera tan denodada.
COBARDE: Remiso a acreditar la etiqueta de valiente (v. Valentía), o de temerario, cuando el requerimiento se efectúa desde instancias externas.
CLAUDICAR: Torcer el brazo en sentido diferente a como lo hacemos habitualmente; ceder, reconocer, admitir. A nadie se le ocultará que implica una fuerza ímproba, descomunal, que no se halla fácilmente, y mucho menos, en gimnasios, parlamentos, casinos y otros foros de pelea.
CLAUSTROFOBIA: Odio de raíz atea —si bien en fase subconsciente— que no soporta hallarse en espacios reducidos, por creer que vuelven los tiempos de los claustros, de las reglas, de los refectorios, del ora et labora.
CLEMENCIA: Magnanimidad del poderoso frente al débil, donde se demuestra en realidad su verdadero poder, y derrota definitivamente a quien perdona; si hay algo que nos destroza los argumentos lógicos es que alguien a quien debiéramos odiar tenga que recibir agradecimiento, luego de haber sido vencido por él: eso es algo insoportable, en verdad. Por eso la clemencia es la más sutil de las venganzas y de las humillaciones.
CLEPTOMANÍA: Pasión no venal por el robo a pequeña escala, que en ocasiones tiene causas estéticas, en otras un afán de superación, en otras una vida aburrida y en otras, en fin, no tiene causa conocida, aunque haberla, hayla.
CLEROFOBIA: Odio repulsivo que hacia los sacerdotes, monjes o personal eclesiástico en general, albergan gentes de extracción sindicalista, demagógica, suburbial o, simplemente, que entiendan un poco de Historia de Europa o de España, y atesoren un poco de sentido común o de la justicia. Se manifiesta con un grande afán destructor (tanto de inmuebles como de personas). Y tiene difícil cura. Su frase-comodín acostumbra a ser esta magnífica aliteración: ≪Cloro al clero≫.
COCINA: Pieza de la vivienda donde se tratan los alimentos y, después, se comen una vez preparados. La concatenación repetida varias veces al día, jornada tras jornada, de ambos procesos produce una sensación de rutina brutal. Por eso sorprende que incluso hoy tantas mujeres hagan de dicha pieza su santuario.
COHECHO: Tipo de soborno efectuado en altas instancias judiciales que se lleva a cabo cuando han fracasado los anteriores tipos de tejemanejes y chamullos que tienen lugar en cualquier negocio de gran calado e importantes pellizcos en comisiones.
COHERENCIA: Perfecto ensamblaje entre pensamiento y actuación, o lo que es lo mismo, entre teoría y praxis. Casi inencontrable entre humanos por la cantidad tan tremenda de energía que requiere para poderse dar, puesto que no depende tan sólo de que se quiera, sino de vencer toda la oposición circundante, que es mucha, variada y eterna.
Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999
lunes, 25 de septiembre de 2017
RECUERDO DEL VERANO
Los colores vivos, el aroma intenso, el paladar fresco, la
composición equilibrada. Todo eso sucedía en el verano. Ya pasó. El otoño
comienza. No es ir a peor. Los colores serán también intensos, pero con
diferente brillo. Los paladares nos indicarán reposo y buenas siestas, porque serán
más densos y salados. La sed se saciará con otros líquidos menos azucarados y
más calóricos. ¿Y quién dijo que los bodegones otoñales no pueden ser la forma
más perfecta de equilibrio? ¿Acaso no conocen la escuela de pintura holandesa
del XVII? Para quienes lo duden, aún puede quedar el recuerdo estival de
imágenes como ésta.
En un mercado de La Rochelle (Charente Maritime, Nueva Aquitania, Francia)
Julio, 2015 ----- Panasonic Lumix G6
domingo, 24 de septiembre de 2017
HITOS DE MI ESCALERA (22)
Todo tiene un comienzo. En la mayoría de las ocasiones,
suele ser difuso, porque no se alcanza a recordar cómo fue algo a lo que uno se
ha dedicado toda la vida consciente (es el caso de mi gusto por la fotografía,
de lo que hablaré en breve; o lo de mi amor por la lectura, ya comentado). Pero
en el asunto de cuándo empecé a escribir, sí que hay en mi caso un momento
concreto. Tuvo lugar en abril de 1980.
Ubiquémonos. Un mes antes, mi instituto (el Padre Isla de
León) convoca su concurso anual de relatos, que ya llevaba muchas convocatorias.
No recuerdo los premios, ni las bases, pero sí recuerdo que tomé aquel concurso
como una piedra de toque, como un modo de probarme que lo que llevaba viendo
hacer toda mi vida a tantos escritores como admiraba, yo también lo podría
hacer, visto mi bagaje de preparación lectora previa. Aunque, como es natural, si
participaba era para ganarlo. De otro modo, no merecería ni mi tiempo ni mi
esfuerzo. Además, la cosa a priori pintaba bien: era de los primeros de clase,
y escribir un cuento no podía ser tan difícil, dada su pequeña extensión. Algo al
alcance de cualquiera, y de mí mucho más, por supuesto. (Obsérvese el
planteamiento en todo su recorrido, porque mis ideas de aquellos años tienen
mucha tela que cortar).
Pues bien, a la tarea me puse. Y aunque no resultó tan
sencillo como a mí me pareció, a los pocos días, ya tuve unas cuantas páginas
de una historia absolutamente original, que iba a revolucionar la Hª de la
Literatura. Aquí hay que apuntar que en esos tiempos -capitales en mi
formación, y reciente aún mi separación radical del seno de la Iglesia-, mi
ideología política, influida por Sartre, Camus, Nietzsche, Marx, Lenin, era más
bien rojilla, tirando a radical. Si bien no milité nunca en partido de ningún
tipo, por mi individualismo feroz, comulgaba con lo que hoy llamaríamos
izquierda-izquierda; no la de hoy, sino la de entonces. Pero me desvío.
A lo que iba. Tras varios retoques que yo creí pertinentes,
las seis páginas del famoso e imperecedero relato “Lucen las tinieblas”, quedó
listo al fin. En él, su protagonista, un pobre obrero de barriada periférica,
con la madre enferma y una hermana menor a su cargo, comete un delito de robo
para paliar sus miserias, por el que es castigado severamente por las fuerzas
burguesas y oligarcas, sin hacer caso a las necesidades de tan esforzado joven,
que será ¡fusilado!, no sin antes realizar una arenga moralizante y
concienciadora hacia la humanidad que lo liquidaba sin remisión. El argumento
me parecía muy innovador, y cualquiera que lo leyere, caería en la cuenta de lo
malos que eran los malos, y de lo buenos que eran los buenos, por lo que la
revolución, y la llegada del paraíso estaba a la vuelta de la esquina, una vez
se catequizara convenientemente a las masas. Y con el cuento listo, me dispuse
a ganar el concurso, al que me presenté muy convencido de que unas semanas
después, mis allegados tendrían que felicitar a la nueva luminaria de las
letras leonesas, españolas, mundiales, universales.
Pues bien, se determinó que el fallo del jurado se daría a
conocer en el salón de actos de un centro cultural de Villagarcía de Campos, en
Valladolid, a cuyo lugar llegaríamos tras haber visitado en excursión
reglamentaria, la localidad próxima de Medina de Rioseco. La entrega de premios
se realizaría a continuación. Yo, sabedor de que iba a ganar seguro, no mostré nerviosismo alguno, y aquel día estuve muy
contento, contemplándolo todo con gran curiosidad, pues tampoco hacíamos tantas
excursiones, y menos fuera de mi ciudad.
La ceremonia de los premios me pareció pesadísima, porque
hubo demasiados discursos, muchas cosas que no me interesaban lo más mínimo, ya
que lo único por lo que yo estaba allí era para recibir el galardón que me
encumbrara como nuevo narrador y promesa confirmada de las recientes letras
hispanas. Quiso la casualidad, con todo, que lo del concurso de cuento quedara
para el final, lo cual ya me irritó en primera instancia. Pero al fin tuvo
lugar. Y de los cinco accésits, al primer premio, pasando por el tercero y el segundo,
en orden ascendente, ocho chicos fueron nombrados uno a uno, subieron,
recogieron el diploma o la estatuilla, se sentaron de nuevo muy contentos; y
sin mirarme, ni nada.
Yo no entendí nada, pero me puse rojo de ira. No hablé con
nadie más durante el trayecto de vuelta, ni tampoco en casa, que tampoco comprendieron
mi monumental enfado. Y aunque tentado estuve de pedirle explicaciones a mi
catedrático de lengua, sobre el injustificado olvido de mi relato, al final mi resentimiento
fue suficiente para alimentar mi enfado con el mundo, y reafirmarme más en mis
teorías anticapitalistas, contrarias a casi todo.
Jamás me deshice de
aquel cuento. Con el tiempo, lo transcribí a mi ordenador, donde figura con el
número 1 de un total de 718. No volví a escribir hasta tres años después, en
julio, fecha de inicio de mi diario, ya con 20 años. Hace un rato, volví a
leerlo, después de tanto tiempo. Sigue siendo igual de infame. Pero, como buen
historiador, guardo el documento como fiabilísima fuente de un pasado lleno de
soberbia, engreimiento, ignorancia, y, sobre todo, de muchísima soledad mental
sábado, 23 de septiembre de 2017
DESCALZOS POR LA PLAYA DE LAS CATEDRALES
La playa de las Catedrales, al lado de Foz, en la Mariña
lucense, es uno de esos monumentos naturales que hay que contemplar no una vez
en la vida, sino varias, dada su naturaleza cambiante al ritmo de las mareas y
al de la climatología, que origina unos contrastes inusitados de un día para
otro, e incluso de una hora a otra, si las condiciones son especialmente
cambiantes.
En la playa de las Catedrales, la roca y el mar viven un
matrimonio torturado e indisoluble que arroja a la arena consecuencias de una
violencia mecánica y de una combinación química fuera de lo común.
A la playa, cuando la marea baja, y la altura del agua lo
permite, hay que bajar con la mirada limpia, presta a sorprenderse con las
formas, los colores, los reflejos, las estructuras, los acantilados, los “arbotantes”,
los huecos, los rincones, las aristas, las redondeces, las algas, las conchas.
A la playa de las Catedrales hay que bajar descalzos. Y
ello, por muy buenas razones, que se descubrirán enseguida, cuando se visite el
lugar. Si no se hace de primera mano, es mejor descalzarse ya en la arena, y en
cualquier rincón, dejar olvidados los zapatos, las deportivas, las sandalias, o
lo que se lleve, para, a continuación, paladear el contacto de las plantas de
los pies con la arena (de diferentes texturas) y el agua (de diferentes
temperaturas). Y la vista, libre. Y la mente, abierta.
En la Playa de las Catedrales (Lugo, Galicia, España)
Mayo, 2014 ----- Panasonic Lumix G6
viernes, 22 de septiembre de 2017
ALGO CONFLUYÓ EN EL SIGLO VI A.C.
¿Qué ocurrió en el siglo VI antes de Cristo? ¿Qué condiciones insospechadas pudieron darse para que en diferentes partes del mundo una pléyade de personajes iniciaran una andadura que transformaría el mundo tras ellos?
En el siglo VI antes de cristo, aparecen Buda, Lao-Tsé, Confucio y Zaratustra (o Zoroastro). Seis siglos antes de que el fundador de la religión que coparía las mentes en el mundo occidental, aparecen cuatro personalidades cuyo pensamiento religioso va a marcar un antes y un después en el oriental.
No sabemos qué ocurrió. Ni siquiera si ocurrió en sí. Sólo sé que me asombra, me plantea interrogantes, y me perturba.
En el Diario inédito Escorzos de penumbra, entrada de 15 de Agostso de 1999
jueves, 21 de septiembre de 2017
CAMBIO DE LIBRO
Lo que no se consigue pasando de página, se puede lograr cambiando de libro.
Detalle de un monumento funerario en la Catedral de S. Pierre de Poitiers (Vienne, Nueva Aquitania, Francia)
Julio, 2012 ----- Nikon, D300
domingo, 17 de septiembre de 2017
LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (13)
Pregunta 20
Si usted conociera una manera de utilizar sus bienes, después de su muerte, de modo que brindase un enorme beneficio a la humanidad, ¿lo haría y dejaría una suma mínima a su familia?
Si fuera tan rico como para plantearme tal cuestión, no dudaría demasiado en decidirme. Mis relaciones con el mundo y la gente van relacionados con los sentimientos y con el contacto recíproco. A mí la humanidad en abstracto se me da una higa. Ahora bien, por una persona que quiero o que para mí sea importante, puedo hacer muchas cosas. Siguiendo el mismo razonamiento a la humanidad le iban a dar mucho por donde la espalda pierde su bello nombre, mientras repartía mis caudales entre aquellas personas o instituciones que hubiesen significado algo importante para mí. No tendrían que ser necesariamente familiares. En mi forma de entender las cosas, en un legado testamentario no debe haber interés de perdurar en la memoria, sino simple agradecimiento por lo que de bueno nos hicieron vivir determinadas personas. Agradecimiento hacia ellos (que depende de uno mismo), no perdurabilidad tras la propia muerte (que depende de miles de circunstancias que no tienen nada que ver con uno mismo).
Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999
sábado, 16 de septiembre de 2017
LA VIDA, ESE REMOLINO
La vida se parece mucho a este remolino, que lo que nos muestra es agua convergiendo en un agujero cuya salida se nos oculta, pero que se traga toda el líquido. Eso sí, el modo en que la consume es ordenado y elíptico, aunque progresivamente acelerado.
Museo de las Ciencias, (Valencia, Comunidad Valenciana, España)
Enero, 2011 ----- Nikon, D300
jueves, 14 de septiembre de 2017
SOBREPONERSE (MICRORRELATO)
Debes sobreponerte. Considerar que la vida ha sido un regalo, que tus pocos años han sido apurados por completo. Agradecer haber crecido en un entorno hostil que te hizo más fuerte, que tus padres no se quisieran, que tus hermanos te arrinconaran al final de la escala sucesoria. Tienes que creer que tu camino ha sido el natural, dadas las circunstancias, que tú mismo aprendiste a forjar. Pensar que todos tus crímenes no han sido sino la consecuencia lógica de tu destino y que si los dioses hubieran escrito otro para ti, otra había sido tu trayectoria. Debes tener claro que ellos lo designan, pero tú eres quien lo escribe, quien lo ratifica, y a ti te gustó legitimar todos los augurios, uno a uno. Por ello, debes sobreponerte, no caer en el desánimo. Las muertes sólo son datos en la estadística. La tuya, sólo será uno más. Cúmplase, pues, la sentencia.
Del libro inédito Micrólogos, 2012
miércoles, 13 de septiembre de 2017
LAS MANOS, TESTIGOS DE TODO
Las manos son las culpables, las hacedoras, las
protagonistas eternas de todo cuanto hacemos. No deciden por sí mismas, pero
intervienen siempre, fieles sicarias de la mente ordenadora. Son nuestro enlace
principal con el mundo. Fueron quienes, en combinación con una posición bípeda
y un cerebro hipertrofiado, nos hicieron como somos, los reyes de la creación,
los máximos exponentes de la destrucción. Son quienes nos capacitan para
reconocer lo que ante nosotros se nos muestra, para recoger, sopesar,
acariciar, golpear, asir, limpiar, pulir. Pueden servir de cuenco de agua o de
portadoras del arma que aniquile; pueden ayudar a alguien a librarse de un río
rebelde o un mar embravecido, o despeñar a alguien al vacío. Valen para todo. Son
culpables, pero son inocentes. Son lo que queramos que sean, mientras aún nos
sirvan.
Monumento al poeta Ibn Zaydun y su enamorada la princesa Valada (Córdoba, Andalucía, España)
Diciembre, 2016 ----- Nikon D500
lunes, 11 de septiembre de 2017
COMIENZA EL CURSO
Comienza un nuevo curso, con las ilusiones y las zozobras de
siempre, aunque de diferente naturaleza, porque a cada año que pasa uno es
distinto (aun siendo el mismo), y tanto las condiciones como el modo en que las
interpretamos, varían. Los niños comenzaban hoy a ir a la escuela. Son quienes
se suben primero al barco. Luego, irán los mayores, en sucesivas etapas. La normalidad
se regulariza. Hasta la lluvia se presenta, para sugerirnos que no nos
preocupemos, que seguimos viviendo en el norte, y aunque el invierno aún queda
lejos, después de haber visto la séptima temporada de Juego de tronos, no lo tenemos tan claro, y puede que nos preparemos
para la próxima glaciación, o la próxima sequía, o la próxima inundación. Porque
esto del clima siempre fue cosa imprevisible e impredecible, por mucho que las
tecnologías nos ayuden. Pero, sí, el curso comienza, de nuevo. La tranquilidad que
marca la rutina, el descanso del ocio (que puede agotar también), las ilusiones
por todo lo nuevo que habrá de llegar; asimismo, las apreturas económicas, las
monotonías que encadenan el tiempo, el esfuerzo que nos exige la vida. El curso
comienza, otra vez, como cada septiembre. Y es como si empezara el año. Porque
para los profesores, los alumnos, y quienes tienen hijos en edad escolar, es
nuestro verdadero comienzo. Ojalá aprendamos a ser mejores, a entender con tino,
a comprender más al otro, a tomar la diferencia como un modo de enriquecernos y
no como una forma de diluir nuestras identidades, siempre tan mestizas. Ojalá
que dentro de casi diez meses una nueva y mejorada versión de nosotros mismos brinque
de gozo ante la llegada del verano. Si, a mayores, tenemos algunos conocimientos
de más, mejor que mejor; pero lo prioritario, es lo prioritario: aprender a ser
personas. No hay proyecto que mayor esfuerzo y dilatado recorrido precise. Ni asignatura
más difícil. ¡Feliz curso!
domingo, 10 de septiembre de 2017
EL PEREGRINO REPOSA
El peregrino reposa tranquilo, ante la catedral. Lleva muchos
kilómetros en sus piernas y muchos pensamientos anudados en la mente. Desde que
salió, en la lejana Francia, ha caminado sus jornadas con regularidad, mientras
su mente se sincronizaba con el trayecto. El tramo más hermoso, el paso por los
Pirineos; también, el más duro. Recuerda que algún momento estuvo a punto de
desfallecer. Pero siguió adelante. No cree en dios alguno. Pero cuando se
decidió, lo hizo para aprender. A cambiar también se aprende. Se lo había dicho
una buena amiga. Hacer el Camino te cambia. Es lo que le hacía falta. Pero había
de hacerlo en soledad. Le hizo caso. Treinta y dos jornadas pasan ahora con
rapidez por su memoria, como si de un vendaval se tratase. Reposa, con la
catedral a sus espaldas. Piensa en su hija, a la que ahora verá cada vez menos.
Piensa en sus padres, a quienes recuerda con mayor intensidad, ahora que ya
desaparecieron para siempre. Piensa en el trayecto restante, en el sol
abrasador, en la meta, en el destino, allá en el Obradoiro compostelano. Son sólo
unos momentos de receso, pero que le alivian como si hubiera dormido varias
horas. Es la intensidad del Camino, que se extiende a todo cuanto forma parte
de él. Pronto recogerá la mochila para dirigirse al albergue que acogerá su
cansado cuerpo, mientras libera la mente por la noche. Tras nueve o diez horas
de sueño profundo, estará listo para una nueva etapa, ya prevista en el plano. Los
pasos engranarán con su monodia la diversidad de sentimientos que el Camino hace
brotar, hasta que logre un encaje perfecto de sincronía. Otra etapa le aguarda.
El final, sólo a doce días. Pero, ahora, el peregrino sueña que descansa,
lejos, en su casa junto al lago.
Monumento al Peregrino, frente a la Catedral de Burgos (Castilla y León, España)
Marzo, 2017 ----- Nikon D500
sábado, 9 de septiembre de 2017
MI PALABRERÍO CANALLA (27)
CINE: Artificio audiovisual de gran éxito entre las sociedades de este siglo XX. No es más que otro de los medios con que aparentar la realidad, embelleciéndola, prostituyéndola, seleccionándola, sustituyéndola, con el fin último de entretener, de engañar el paso de la vida; a veces llega a producir alguna obra maestra que otra.
CINEFILIA: Gusto intenso por la irrealidad que circula ante los ojos a una velocidad constante de 24 imágenes por segundo, ya sea en blanco y negro, ya con policromía más o menos envejecida. Aunque no de forma obligatoria, suele acompañarse de preferencia por dicha irrealidad, en detrimento de la llamada realidad real.
CÍNICOS: 1. Hábiles, impúdicos y valientes defensores de lo que las sociedades reprueban. 2. Miembros de una escuela filosófica helenística que pretendían vivir con la mayor simplicidad, mientras sus cerebros lograban la mayor complejidad y algunas de las agudezas más célebres que se han creado. Con el tiempo, se demostró que tal contradiós era bastante perjudicial para la salud y para los practicantes de dicha tentativa.
CINISMO: Sinceridad del realista y seguro de sí mismo, muy vituperada socialmente.
CÍRCULO: Abstracción geométrica curva de misteriosa y simbólica apariencia pues no presenta ni principio ni fin y todos sus puntos equidistan del centro originario; su perfección externa lo ha convertido en alegoría de la que se han apropiado diversos movimientos esotéricos, comerciales o religiosos.
CIRROSIS: Alegría del bebedor, cuando todavía no la tiene en alto grado, y dice que de algo hay morir; cuando la tiene y sabe que morirá de ella, se convierte en la tristeza del dipsómano contumaz, vulgo alcohólico.
CIUDAD: Reunión más o menos (des)ordenada de edificios, seres humanos, animales tolerados o adaptados, calzadas y vehículos, que se expande más y más a medida que se difunde el bulo de que a mayor cantidad, mayor calidad... de vida.
CIUDADES: Lugares de residencia y transcurso monótonos, caracterizadas por que los elevados impuestos y el desconocimiento recíproco de sus moradores sólo son comparables a la prisa con la que se desplazan; sin saber hacia dónde, en la mayoría de los casos.
CLAROSCURO: Gran descubrimiento de los artistas de épocas barrocas, que consiste en oscurecer determinadas partes que no interesa mostrar sin que el resultado final presente menoscabo, sino todo lo contrario. Se cree que lo ideó un pintor de apariencia horrorosa, maniático del autorretrato.
CLÁSICOS: Obras de diferentes categorías sobre las que todo el mundo opina, dictamina y clasifica, no sólo sin haberlas leído, sino basándose en los refritos periodísticos que aparecen sobre ellos en los suplementos culturales de los diarios.
Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999
viernes, 8 de septiembre de 2017
PENSAMIENTO LIBERADOR
Dos
negaciones afirman. Nos lo explicaban de pequeños. A veces, la yuxtaposición de
las mismas puede originar confusión. Pero otras el contraste entre la primera y
la segunda negación, refuerza lo contrario, es decir, la afirmación.
En este
caso, lo que se niega es la desesperanza de la opresión, de la reclusión, de la
desesperación. En cualquier momento, en cualquier lugar, la misma mente que
puede atenazarnos nos puede salvar, evadiéndonos, transformándonos,
renovándonos. El remedio consiste en dejar que ella misma resuelva.
Consiste -qué fácil, a priori- en no dejarse vencer por las circunstancias, y
en pensar que aun en las peores condiciones, todo puede resolverse pensando de
diferente forma, o aprovechando los únicos resquicios de bueno que tenga cuanto
de malo nos suceda. La ambigüedad de la frase de Séneca nos recuerda que el
cielo puede estar en cualquier parte. Cuando se habla de cielo, entiéndase como
cualquier lugar mejor del que estemos en ese momento. Cuando se habla de elevar,
entiéndase de forma literal.
En Marbella (Málaga, Andalucía, España)
Enero, 2017 ----- Nikon 500
martes, 5 de septiembre de 2017
LABIA (MICRORRELATO)
Panadería, por la mañana, entra el sol por las amplias cristaleras; el establecimiento se encuentra vacío, salvo la PANADERA, que ordena con oficio algunas hogazas en sus estantes. Entra el CLIENTE
CLIENTE: Buenos días.
PANADERA: Buenos días, señor. ¿Qué le pongo?
CLIENTE: Quisiera una buena merluza, de más de dos kilos, si puede ser. Tenemos celebración en casa...
PANADERA (atónita): ¿Cómo dice, señor...?
CLIENTE: Merluza, sí. Para hacer con salsa verde. A mi madre le encanta, ¿sabe?
PANADERA: Pero, señor, aquí no vendemos pescado, ¿no lo ve?
CLIENTE (suspira, resignado): Caramba, vaya contratiempo...
PANADERA: Si desea un buen pan de escanda, o de cinco cereales...
CLIENTE: En ese caso, me llevaría dos botellas de albariño, de las mejores que tenga.
PANADERA (mirándolo, incrédula): ...
CLIENTE: ¿Tampoco tiene albariño? ¿Ni siquiera de Rueda?
PANADERA (comenzando a enfadarse): Mire...
CLIENTE: Desde luego... ¡Así no hay manera! (Repasa con la mirada las estanterías llenas de pan de distintas clases). Entonces, si no puede darme lo que le pido, no sé qué hago aquí.
PANADERA (firme, y clavándole la mirada): Eso mismo me estoy preguntando yo, señor (se pone en jarras, tras el mostrador).
CLIENTE: Claro que con esos ojos y ese cuerpazo... razones son las que sobran
PANADERA (ruborizada, de súbito): ...
CLIENTE: Por no hablar de su amabilidad y paciencia...
PANADERA (que reacciona, pero disimulando apenas una amplia sonrisa de halago): Bueno, yo...
CLIENTE: ¡Y qué buena ama de casa parece usted! Se mire por donde se mire, se respira higiene y limpieza.
PANADERA (rendidita por las alabanzas): Ande, que con esa labia... ya podrá usted...
CLIENTE (sin dejar de mirarla, ávido) No se crea, no. La verdad es que...
PANADERA: Es imposible. Seguro que lo que se proponga...
CLIENTE: (iniciando la salida): Aunque, claro, si carece de mercancía, luego no se queje de que los clientes se le marchen, o que el negocio se le vaya a pique. (Ya desde la puerta) Buenos días.
Del libro inédito Micrólogos, 2012
lunes, 4 de septiembre de 2017
NI REALIDAD ABURRIDA NI IRREALIDAD DIFERENCIADA
Mis padres son unos privilegiados en algunos aspectos. Uno de ellos es que viven en un piso desde donde se puede ver el monumento más célebre de la ciudad, la pulchra leonina, es decir, la catedral de León. Desde su terraza se puede contemplar la vista que se puede observar en la imagen. A pesar de algunos edificios más bajos, se distinguen con claridad las torres (sobre todo, la meridional, más moderna), los tres vacíos hastiales y parte de la cabecera. En cualquier caso, lo suficiente como para contemplarla con deleite a lo largo de muchos momentos de luz distinta a lo largo del día.
Cuando voy, a verlos, acostumbro a sacar fotos desde allí, aprovechando sobre todo el crepúsculo, o incluso la noche para realizar algunos efectos curiosos que no se pueden obtener con luz diurna. Este fin de semana, que anduve por allí, no fue una excepción, y en dos días distintos, hice varias tomas. Las más llamativas, las del sábado, aprovechando lo que se suele llamar la hora azul: esos momentos en los que la luz solar declina rápidamente, pero aún no es de noche total, y el cielo -cuando está despejado, que en León es muy común- adquiere tonalidades azules progresivamente oscuras.
Pues bien, cuando las hube descargado, le enseñé un par de ellas a mi madre, satisfecho con el resultado, para que las pudiera ver en detalle. Con la aplastante sinceridad de que hace gala, me dijo que bueno, que vale, pero que esa imagen la veía ella muchos días, y que estaba un poco harto de verla. Algo mohíno con su reacción, le dije que pese a todo eran unas imágenes hermosas. Dijo que sí, pero que tampoco iba a dejar de hacer la comida para ponerse a verlas, porque "la tengo muy vista", afirmó, concluyente.
Decidí entonces editarlas un poco para variar los tonos y los colores, al objeto de que viera algo "distinto". Cuando se las enseñé una hora después, se las quedó mirando un rato, y dijo: "Pero esos colores no son reales; el cielo se ve verde y la catedral roja. Cualquiera puede ver que esa imagen nunca existió". Ante semejante objeción, me tuve que callar, y me dio por pensar que si la realidad cotidiana le aburre, y la irrealidad no le agrada, ¿qué le queda a mi madre como asidero a sus 80 años recién cumplidos?
Catedral de León, (Castilla y León, España)
Septiembre, 2017 ---- Nikon 2017
sábado, 2 de septiembre de 2017
MAX AUB, COMO ATENUANTE (MICRORRELATO)
Sí, señor juez, ya confesé en su momento. Pero debe usted saber que ese libro me produjo un efecto de euforia como nada en la vida había logrado, ni siquiera conseguir tras acoso y derribo a la Micaela, la moza de mejor cuerpo de mi pueblo. Es que ese libro... lo decía todo con exactitud, no sobraba nada, es perfecto: unas pocas líneas y ya era todo. Tendría usted que leerlo, de verdad, es muy chiquito, apenas 80 páginas mal contadas. Y ahí se ve todo, cómo se puede justificar casi cualquier asesinato o, al menos, argumentar atenuantes. Comprenderá que con semejante lista de excusas, no iba yo a desaprovechar la mía. Y además, mi mujer nunca debió compararme con el Monterroso. Bien sé yo que nunca llegaré a su altura (la literaria, ya me entiende). Pero con esas cosas no se juega, no. No, cuando se lleva intentando toda una vida conseguir una obra maestra, imperecedera, que persista en las antologías cuando yo ya no exista. Señor juez, debe ser usted justo, debe comprenderme. Léase el libro, señoría, se lo ruego. No hay mejor manual de jurisprudencia.
Del libro inédito Micrólogos, 2012
jueves, 31 de agosto de 2017
EL FUTURO DESGRACIADO DEL PULPO
El pulpo no es un animal muy bello, según los cánones
humanos. Nos resulta poco antropomorfo. Esa enorme cabeza, con ese ojo de
pupila horizontal e inquietante, y esos ocho tentáculos armados de múltiples
ventosas, unido a su velocidad de desplazamiento en el agua y al peculiar modo
de huir soltando un chorro de tinta, dispararon la imaginación tanto de los navegantes
como de los escritores, que hicieron de él uno de los más habituales ejemplos de
monstruos marinos.
Sin embargo, hoy sabemos que, pese a que nos resulte
estéticamente igual de extraño que siempre, nada de esa fama terrible es cierta;
al contrario, parece un animal extremadamente tímido y huidizo. A mayores, también
se ha podido determinar, con experimentos en laboratorio, que su inteligencia
es asombrosa, que tiene sorprendente capacidad de aprendizaje, y que resulta
ser el “cerebro” más impresionante de los invertebrados.
Por desgracia para él, los humanos también conocemos las
bondades de su carne, una vez cocida alrededor de media hora en recipientes de
cobre, tras haberlo escaldado previamente tres veces en agua en ebullición. Si a
su troceado con tijeras, se le añade aceite crudo, sal gruesa, pimentón y
trozos de patata cocidas en la misma agua resultante de cocerlo a él, la
experiencia suele ser mágica o religiosa. Ésa es hoy su tragedia. No tanto las
leyendas del pasado como las gulas del presente y, sobre todo, el crecimiento
progresivo de la cantidad de personas que quieren degustarlo.
En Fuengirola (Málaga, Andalucía, España)
Enero, 2017 ----- Nikon D500
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