sábado, 23 de septiembre de 2017

DESCALZOS POR LA PLAYA DE LAS CATEDRALES


La playa de las Catedrales, al lado de Foz, en la Mariña lucense, es uno de esos monumentos naturales que hay que contemplar no una vez en la vida, sino varias, dada su naturaleza cambiante al ritmo de las mareas y al de la climatología, que origina unos contrastes inusitados de un día para otro, e incluso de una hora a otra, si las condiciones son especialmente cambiantes.

En la playa de las Catedrales, la roca y el mar viven un matrimonio torturado e indisoluble que arroja a la arena consecuencias de una violencia mecánica y de una combinación química fuera de lo común. 

A la playa, cuando la marea baja, y la altura del agua lo permite, hay que bajar con la mirada limpia, presta a sorprenderse con las formas, los colores, los reflejos, las estructuras, los acantilados, los “arbotantes”, los huecos, los rincones, las aristas, las redondeces, las algas, las conchas.

A la playa de las Catedrales hay que bajar descalzos. Y ello, por muy buenas razones, que se descubrirán enseguida, cuando se visite el lugar. Si no se hace de primera mano, es mejor descalzarse ya en la arena, y en cualquier rincón, dejar olvidados los zapatos, las deportivas, las sandalias, o lo que se lleve, para, a continuación, paladear el contacto de las plantas de los pies con la arena (de diferentes texturas) y el agua (de diferentes temperaturas). Y la vista, libre. Y la mente, abierta.

En la Playa de las Catedrales (Lugo, Galicia, España)

Mayo, 2014 ----- Panasonic Lumix G6

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