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viernes, 19 de junio de 2009

BRUSCO CAMBIO DE RUMBO. CAUSAS DESCONOCIDAS

jueves, 18 de junio de 2009

lunes, 18 de mayo de 2009

¿ES A MÍ?

viernes, 15 de mayo de 2009

LOS MITOS TAMBIÉN MUEREN

lunes, 9 de marzo de 2009

NO DIGAN QUE NO AVISAMOS

jueves, 29 de enero de 2009

PUBLICIDAD SUBLIMINAL

lunes, 12 de enero de 2009

DANDO ESQUINAZO, AL FIN

lunes, 19 de mayo de 2008

Remedio cristiano, mano de santo


-Que en serio se lo digo, Sor Tea, de mañana no pasa.
-No se lo tome así, Sor Prendida, estas cosas, ya se sabe...
-Que no. Le digo que a esto hay que ponerle coto, porque lo siguiente sólo el Señor sabrá en qué quedará la cosa.
-Exagera, como de costumbre, hermana; la cosa no es para tanto.
-¿No? ¿Cree vuestra reverencia que lo de esta mujer es normal?
-En fin, normal, normal...
-Sí, normal. Desde luego, a mí no me lo parece; porque que cada vez que salimos del convento (por la razón que sea) tengamos a la pelma ésta tras de nuestros pasos, vayamos donde vayamos y hagamos lo que hagamos...
-Desde luego, pero es que la pobre debe tener algún retraso, digo yo.
-Bueno, pues si lo tiene, que sus responsables la tengan controlada, que alguien así no se puede dejar suelta.
-Pero, ¿y si en realidad quisiera decirnos algo?
-¡Qué va a querer, hermana, qué va a querer! Si así lo deseara, ya lo habría hecho, que tiempo y oportunidades no le han faltado. ¡Que la cosa ya va para un año así!
-Sí, ya. No, si bien mirado...
-Esto lo arreglaba yo en un abrir y cerrar de manos. La mandaba al infierno sin escalas ni absolución posible.
-Madre, qué cosas tan terribles dice, Sor Prendida.
-Nada de terribles, Sor Tea. Sería mano de santo, nunca mejor dicho.
- (...)
-Sí, como se lo digo. Allí mismo la mandaba yo, si pudiera. Al infierno de cabeza.
Lo que pasa que no está en mi mano, que si no...
-Ay, ay, ay. Ave María purísima...
-Sin pecado concebida.
-Por Dios, por Dios.

lunes, 12 de mayo de 2008

Pero usted ¿qué se ha creído?


Noté llegar al grupo por sus gritos, por la juerga asociada a su diversión, que incluía cánticos, golpes en el suelo aplicados con sus bastones, y hasta zapateados de ritmos imposibles. Al llegar a la plaza, se quedaron asombrados de su amplitud, pero en vez de paladear con detenimiento las joyas que mostraban sus fachadas al espacio abierto, lo que hicieron fue hacer corro al lado de la escultura que tenían más a mano, y empezar a dispararse fotos sin tasa ni tino. De ese modo, uno a uno fueron posando, individual o grupalmente, al lado de la representación en bronce de Ana Ozores, abarcando unos su cuerpo con los brazos, otros poniéndose delante tapando su presencia, alguno palpando con impudicia las broncíneas formas, otros sacando manos de donde no era posible, desvirtuando sus volúmenes. Aquello, visto de lejos, era un espectáculo de caspa horrorosa y con pedigrí, que producía gran vergüenza ajena. Ya habían ido pasando todos para su instantánea churrera, cuando el que lideraba el rebaño, quiso hacer una última gracia. Acercó su bien ponderado cuerpo, su estilo glamuroso en el vestir, se apoyó en su lujoso bordón y soltó: "mirad, y ahora, a ritmo de la Macarena". Acto seguido, farfulló algunas estrofas de dicha obra maestra, para regocijo de sus compañeros de escapada, y fue entonces que lo vi. Juro que lo vi. La escultura de la Regenta se volvió hacia él y con la mayor de las elegancias, pero el más contundente de los desprecios, replicó: "Pero usted ¿qué se ha creído? Jamás tuve trato alguno con aparceros ni rabadanes tan apestosos. Haga el favor de apartarse de mí". Lo sorprendente es que a continuación todos aquellos sujetos huyeron despavoridos.

martes, 1 de abril de 2008

Reflexiones taurinas



Ya cuando nació, detectaron que el becerro no era bien de su tiempo, y que le faltaba un agua, o mejor dos primaveras de las de antes, bien lluviosas. Cuando fue novillo, los demás miembros de la manada comprobaron que no se integraba bien, que andaba a su aire raro, y que le privaba jugar a las canicas o al escondite inglés con los chicos de la dehesa. Con todo, lo que más le gustaba era leerse el Marca y luego comentarlo en compañía de algún intelectual de banquillo, de esos que enmiendan la plana a los árbitros y hacen una selección nacional en un plis plas. Eso sí, cuando ya pudieron todos ver a las claras hasta dónde llegaba su entendimiento es cuando le vieron un día sentado en un poyete y con las patas cruzadas en actitud seria y de grande reflexión. Preguntado por la naturaleza de aquella pose, respondió que favorecía las conexiones del intelecto. Interrogado a continuación por la naturaleza de sus pensamientos, dijo con gran solemnidad que, después de haber pensado mucho, había decidido que quería que lo torease Enrique Ponce, porque era más clásico y más guapo que José Tomás, que estaba más loco y era tan imprevisible que no se sabía por dónde te iba a salir, por lo que no tenía seguridad de poder hacerle una buena faena. Sus compañeros de manada no supieron si administrarle una serie de mamporros con la tranca del Tío del Olivar, suicidarlo por la vía rápida o dejarle en tan intrincada pose, sumido en tan sesudas reflexiones. Como es natural, todos convinieron en que optar por lo último suponía un relajante ejercicio de sabia coherencia.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Aguas mayores, menores, perentorias...


Visitaba el casco viejo. El viento acuchillaba mi cara y la ropa que llevaba no era la más adecuada para aquel brusco enfriamiento. La leche del desayuno empezó a girar dentro de mi estómago como si de un maelstrom se tratara, y, consecuentemente, mi cabeza lo siguió con una obediencia digna de una pactada sumisión. La belleza de aquellas piedras contrastaba con la soledad de la mañana de domingo, gris y desapacible; pero sobre todo contrastaba con las peripecias giratorias, ondulantes, concéntricas, de mi aparato digestivo, que ya sentía como si fuera un sólo órgano que tocara para mí una sinfonía de bajos de metal oxidado y flatulento. Cuando la perentoriedad a punto estaba ya de derrotar a mi pudor, una mirada casual a lo alto vino a dar ánimos a mi carácter -ácrata-, apesadumbrado por las circunstancias. Aquel cartel resultó mi salvación. Ni que decir tiene que, acto seguido, allí me lo hice -todo- con gran placer gustoso. Mi carácter -cívico, al cabo- quiso abonar la sanción correspondiente, pero ello no fue posible porque tan sólo llevaba encima billetes grandes; creo que de 50 ó 100 euros, o algo así.

domingo, 2 de marzo de 2008

Gallo huido


Nos daba pena el gallo. Asomaba por la puerta, como temiendo nuestra presencia. Pero no escapaba de nosotros: huía de los requerimientos amatorios de las verdaderas dueñas de su corral, las gallinas de su harén, que lo acosaban hasta un extremo difícil de predecir para un ejemplar de su casta y fama. Pero, sí, los últimos tiempos le habían resultado angustiosos. No sabía por qué, pero ya no se conformaban con una monta cada dos o tres días. Ahora había de ser a diario, y con todas ellas. El pobre gallo lo atribuía a la nueva alimentación a base de piensos, pero su realidad más inmediata es que ya no sabía dónde meterse.
La verdad es que nos daba mucha pena el gallo, y más cuando vimos detrás de nosotros a dos docenas de gallinas, aguardando a que nos fuéramos, para dar rienda suelta a sus deseos. Solidarios, las espantamos a correazos y a voces: el corral se vació en un instante. El gallo comprendió que estábamos de su parte, pero seguía temblando tras la puerta.
Pero lo cierto es que
el gallo nos daba tanta pena, que esa misma noche decidimos poner fin a sus miedos, y alegramos la cena con la inusual tersura de su carne, de sabor exquisito, que más de uno atribuyó a las transformaciones que sufre la carne ante el sexo ejercitado de forma regular, cuando va unido a un pánico muy prolongado.

lunes, 25 de febrero de 2008

Ante todo, mucha calma


Paciencia, Fermín, paciencia. Piensa que la vida es una sucesión de trágalas y que a ella se viene a sufrir y a sufrir, que no en vano le llaman el valle de lágrimas. No debes tomarlo todo por la tremenda. Piensa que las cosas a veces se juntan de una manera que nadie controla, y que por algo se dice que a perro flaco todo le son pulgas. Templanza, Fermín, templanza. Has de entender que los hijos son, justamente eso, hijos: seres dependientes, pero independientes y que no pertenecen a tu generación, y que un embarazo más o menos, en los tiempos que corren, es natural y, si me apuras, necesario. Morigera tus impulsos, Fermín, y maneja suavemente la espada. Por otro lado, ya has oído hablar de las tribus urbanas; es como lo de los hippyes, los rockers, los mods, los punkies; sólo que ahora el padre eres tú, que eres también quien paga y corre con los gastos de vestuario y atrezzo. Moderación, Fermín, que los movimientos no dejen vislumbrar tu ira. Piensa que los matrimonios hoy no son para siempre -nunca lo fueron-, que al fin y al cabo es una situación contractual sometida a las leyes de la oferta, la demanda y el desgaste, sometida, pues a las reglas de revisión temporal reglamentarias. Es cierto que unos cuernos son unos cuernos, y que duelen más si es tu primo quien te los pone, pero de ese modo todo queda en casa, y los trapos sucios no salen demasiado lejos a relucir. Mucho tiento, Fermín, que la espada no corte el aire con violencia, sino que lo acaricie en su trayectoria. Además, hazte cargo de que lo de la oficina es siempre lo de siempre: una secretaria que te traiciona con el jefe del sindicato, un jefe que te hincha hasta las venas, una máquina de café que no funciona mientras sigue robándote, un recorte presupuestario cuando peor van las cosas, un apagón de los ordenadores centrales y un borrado técnico de la información de las bases de datos. Pero ya se dijo que se habría de ganar el pan con el sudor propio. Por lo que la prudencia se debería imponer siempre, hijo mío. O casi, porque anda, que esa llamada cancelándote la hipoteca, la factura telefónica de varios ceros y que para colmo os hayan apeado de la final de petanca, más lo de la Champions... La verdad, hijo, bien pensado, afila la espada, Fermín, afílala bien, y adelante con todo. Eso sí, hagas lo que hagas, hijo, ante todo, mucha calma.

sábado, 16 de febrero de 2008

La salsa de la vida


--Es que no me lo puedo creer aún; ¿pero estás segura, Puri?
--Como te lo cuento, Mari. De muy buena tinta lo sé: el Tomate, suprimido
--Cielos, pero, entonces, ahora, ¿nuestras tardes? Madre mía, no sé, lo veo todo muy confuso
--Yo también estoy compungida, hija, y hace casi dos días que no me echo pasto alguno a la boca
--Bueno, pero no te preocupes, que algo seguro que te echas de cualquier modo
--¿Qué quieres decir?
--Nada, nada, no seas tan susceptible. En fin, tú sabrás
--¿Qué es lo que he de saber, a ver? ¿Que tu marido te la pega con tu cuñada, por ejemplo?
--No, no, para nada. Que los machos de la manada se hacen apuestas sobre quién ha estado más veces contigo
(¿Cómo dijiste? ¿Que mi marido me la está pegando con mi cuñada?)
--Como te lo cuento, hija, lo siento, pensé que lo sabías (¿Que están haciendo apuestas conmigo, dices?)
--Talmente, mi querida pécora (Pero eso es imposible, si hace que no se ven...)
--¡Víbora infame!, madre desnaturalizada, que tienes a tu familia hecha un desastre (Mira que les dije que de lo nuestro ni una palabra...)
--Bicho cruel, que tienes a tu marido siempre a dieta...
--Más a dieta vas a estar tú a partir de ahora, sin el Tomate
--Ay, el Tomate, ¿qué será de nosotras, Puri?
--No sé, Mari, de verdad que no lo sé

lunes, 11 de febrero de 2008

Vía hacia los cielos


Al llegar a la capilla, algo se tornó inestable en mi interior. Un torbellino de sensaciones fueron surgiendo a medida que mis ojos recorrían el pequeño recinto. La mirada fue dirigida por los nervios de la crucería hacia la clave de bóveda, de una sencillez sobrecogedora. Mi fe siempre fue indudable, pero ahora sentía que me elevaba, que me transportaba a las alturas celestiales. Deseaba reunirme con Dios, ansiaba su compañía... cuando una escalera brillantísima apareció en el centro e iluminó la estancia con su radiante pureza. ¡Me ha oído! ¡Es la señal! Eso pensé. Y, sí, en efecto lo era. Pero la escalera no era divina, sino humana; no era de luz, sino de madera; no conducía al cielo, sino hasta un poco más abajo del techo; y no era recta, sino quebrada y decreciente. Temblé, dudé, y en la duda se resolvió todo. La costalada fue de impresión, y para castigar mi tibieza, mis vértebras sufrieron una revelación: la gran cantidad de fisuras que las recorren desde entonces. Quedé muy resentido, en el cuerpo, en mi alma y en mi fe. Sobre todo en mi fe, claro, porque después de ir a Lourdes, a Fátima y a Torreciudad, aún continúo en silla de ruedas.

sábado, 9 de febrero de 2008

Listos pájaros bobos


--¿Habéis visto? Nos llaman pájaros bobos -dijo el primero.
--¿Qué dices? Eso son majaderías -terció el segundo.
--Chorradas. Todo el mundo sabe que somos pingüinos -acotó el tercero.
--Además, sólo hay que mirarnos con cierto detalle para saber que no somos nada bobos -sentenció el cuarto.

Tras esa plática, los cuatro se sintieron muy fatigados y decidieron echarse a dormir un buen rato, sin hacer caso a nada más, y tanto y tan bien lo hicieron, que incluso casi se les pasa la hora del avituallamiento de la tarde, cuando más gente había.

--Ya están ahí todos. Ahora veréis -advirtió el cuarto.
--¿Qué veremos? -inquirió el primero.
--Que de bobos no tenemos nada, nada, más bien al contrario -reafirmó el tercero.
--Desde luego. Adoptemos, pues, una actitud individualista, seria, bien diferenciada -resolvió el segundo.

Así lo hicieron, y un instante después fue cuando el crío pelirrojo tiró la foto.

jueves, 24 de enero de 2008

Hasta el pífano


-Que sí, tío, que vamos detrás de Gaspar
-¿Otra vez? Joé, como el año pasado.
-Noooo. Como hace dos
-Es igual, ¿qué más da?
-Bueno, en realidad...
-Tú, calla, que con el peta ése ya tienes bastante
-Bueno, vale...
-El caso es que este año es la última vez, lo juro
-Anda, no digas bobadas, qué va a ser la última vez, si tu madre es concejala
-Mira que...
-Y calla, que voy por la cuarta pantalla y es mi récord
-Joé, no hay derecho, estoy hasta el pífano de tanta gilipollez
-¿Hasta dónde, dices?
-Mira, déjalo, anda, y acaba de una vez, que, a este paso, nos llega antes el costo que encargamos al Charli en Ceuta
-Costo, costo... ¡Qué ceporros sois! Ya veréis, ya, cuando me traigan la Wii de Nintendo

domingo, 13 de enero de 2008

Sublime arte mundanal


El nuevo arte contemporáneo es algo maravilloso y democrático. Por donde quiera que uno mira, puede hallar una espléndida muestra de esta expresión del espíritu que tanto nos honra como especie y como prueba de nuestra evolución siempre constante.
Obsérvese, si no, en esta escultura hallada en una zona ruinosa de un puerto en obras. Admírese la alargada forma de los materiales de metal que se proyectan hacia el cielo en retorcida pose no exenta de orden que el artista ha diseñado con anterioridad. Las formas resultantes nos recuerdan a Julio González aunque de forma algo más tosca, al que se le añaden pinceladas de Calder, pero sin su movilidad. Pero la cosa no acaba ahí, sino que la base proporciona al conjunto una solidez como sólo el hormigón armado y el asfalto combinados pueden ofrecernos. De tal modo que si por un lado la estructura triangular del conjunto nos habla de movimiento, acción, inestabilidad, los materiales empleados nos susurran al oído que la tierra está en la base de todo, y que el arte, manifestacion suprema del Espíritu, sobrevivirá tanto tiempo como las montañas que se adivinan al fondo. Y aún podríamos decir más cosas, pero al fin y a la postre, lo que resta es la hermosura que nos instila la mezcla. ¡Ah!, qué de belleza nos proporciona por doquier el Arte Contemporáneo. Y gratis, además. Ejem.

Juego, felicidad


Los gestos más puros son de quienes no nos miran, de quienes no se sienten observados. De entre ellos, los de los niños son los más sinceros, los más naturales, los más dignos de admiración.
Contemplar las evoluciones de un grupo de niños mientras juega es una gozada para los sentidos, en el más puro, estético (y humorístico) sentido del término.
Esta instántánea no fue, en cambio, tomada por mí, sino por otra persona que comparte mis gustos y algunas de mis principales aficiones, y que atiende por Isabel Fraga. El mérito es, pues, suyo. Yo sólo resalté un poco el resultado final.

Pensamientos en el duro trabajo


Las posibilidades son varias.
A) "Qué solessito máh rico que hassse. Y tóa esta hente entrando, y ensussiando, y totar, pa'qué limpiá, si pa'lo que me pagan, y se va a enmierdá otra vess. Aquí me quéo, con este caliqueño, mientras la mañana pasa."
B) "Pero qu'hijos de puta, que no hace ni dos minutos que he barrido ahí mismo, y echando esa mierda al suelo. En cuanto acabe el cigarro, les voy a hacer limpiarlo con la lengua, a los muy guarros."
C) "Mmmmm. Aaaaahhh. Mmmmm. Joé, qué buena es esta maría del Hamid. Le tengo que pillar más porque mmmmmm, está de muerte, como la piba ésa que va ahí, diossss, cómo nos íbamos a poner los dos en mi queli"
D) "¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Me dejé abierta la llave del gas?"

Añada usted la suya, si tiene lo que hay que tener.

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