miércoles, 15 de junio de 2016

COMO SIEMPRE, COMO ENTONCES (MICRORRELATO)

Como siempre, saltó de la cama en un impulso. Iba a llegar tarde al trabajo otra vez. Se afeitó con premura, se vistió, salió de casa, arrancó el motor. Con la prisa en el cuerpo, en la memoria. Como le ocurría cada día. En el atasco habitual, una mujer llamó su atención. Conducía un coche azul. Las miradas se encontraron. Se reconocieron. Él no pronunció palabra alguna. Ella tampoco mostró intención de establecer contacto. Ni un gesto siquiera. Ninguno de los dos hizo nada. Sólo mirar, recordar. Como siempre, como entonces. Nada había cambiado en todo ese tiempo. Ni los ademanes, ni los deseos. Ni la forma de mirar o de aguardar la iniciativa del otro. Ni los orgullos, ni los rencores. Ninguno bajó los ojos. Ninguno de los dos se movió apenas. Se hallaban muy tensos. Como al acecho el uno del otro. Al final, el semáforo les ofreció una salida impuesta. La liberación para ambos. De nuevo, otra coincidencia divergente. Arrancaron en direcciones opuestas. Como entonces.

Del libro inédito Crueldades necesarias, 2005

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