BURGUÉS/A: Preclaro/a vividor/a que ha penetrado en lo más profundo del alma humana y habiéndose dado cuenta de cómo estaba el patio, decidió dejar de hacer el primo y apuntarse al lado de los que cortan el bacalao, o por mejor decir, los que sacan tajada. No sé si me explico con suficiencia.
BURLA: Broma jocosa con tintes de crueldad que busca ridiculizar algo de alguien o a alguien con algo. De cualquiera de las dos formas, lo que está muy claro es que ejercita la selección natural de las especies a las mil maravillas, como mandan los cánones y ya descubriera el patriarca Job. O, no sé, a lo mejor no fue Job, sino otro. En fin, ¿qué más da?
CÁBALA: Conjunto de teorías de ingenuidad rayana en lo inefable. Pretendían lograr el conocimiento de Dios a través del estudio de las manifestaciones escritas sobre dicho ser, e incluso, obtener su poder pronunciando su nombre mágico. En el fondo, lo que les hubiera gustado a los cabalistas hubiera sido ser califas en lugar del califa. Y con eso se explica todo.
CABALLO: Noble animal de elegancia soberbia (hasta defecar lo hace con gesto fino y en formas agrupadas). Pese a que algún literato sabio los elevó a la máxima categoría civilizadora onomatopeyizando su nombre, tuvo la mala suerte de que el depredador de depredadores se fijase en él; su tradicional debilidad de carácter logró que se tragaran las promesas de aquél. El resto de la domesticación es historia conocida.
CABEZA: Si es de alfiler, podremos decir que es pequeña; si es de ajo, maloliente; si de puente, innecesaria; si de turco, propiciatoria; si de chorlito, pues ya se sabe; si no se levanta, es que chungo, chungo; si se pierde, malo, malo; y si se tiene a pájaros, pues... ¿por dónde andaba?
CABEZA RAPADA: Espécimen de humano que gusta de pelarse el cuero cabelludo al cero con la pretensión de mostrar el cerebro que tiene, cuya atrofia le produce complejos, y también por su escaso uso, concentrado en enviar a los músculos órdenes poco discriminadas de agresión gratuita, y en preocuparse por el lustre de los cadenajes que portan y que simulan el brillo personal del que se sienten tan huérfanos.
CACIQUE: Personaje dominador de un territorio, a veces simpaticón, de ideología política mudable y pragmática, prevaricador, generador de clientelismos utilitaristas, usuario de derechos de pernada y otras suculencias, que desarrollaba en la zona bajo su poder, en la cual mandaba más que el papa en Roma, con lo que ya queda dicho casi todo.
CACIQUISMO: Forma de subvertir y amañar el funcionamiento de las elecciones en la España de la Restauración alfonsina, gracias a un engrasado y rentable mecanismo de transmisión que arrancaba del gobierno, pasaba por el gobernador civil de la provincia y se ramificaba a los distintos caciques (v.) de la misma. No se gastaba apenas en recuentos y se ahorraba muchísimo tiempo. Requería una alternancia pactada entre dos partidos, mucho analfabetismo y un carácter ovino, masoquista y aquiescente a prueba de comparación con el ruso, o con el polaco, si me apuran.
CAFÉ: Bebida estimulante de extraordinario sabor (si se la edulcora) que quienes no requieren de estímulos pueden añadirle otras bebidas espiritosas quemadas levemente para formar el carajillo, que es la bebida más equilibrada y excelsa que existe, porque lo que un ingrediente activa, lo aplaca el otro, y viceversa.
CALABOZO: Residencia lúgubre y reducida, pensada para retirar de la circulación a quienes no son bien vistos, bien por el sistema o por quien manda en él, que para el caso es lo mismo; hasta que se crearon, la condición de los presos era realmente escalofriante a más de breve (las mazmorras eran muchísimo peores); en comparación, con aquéllas, los calabozos son jauja; y es que el ser humano necesita un techo donde poder cobijarse, independientemente de su condición y merecimientos...
Del libro inédito Palabrerío canalla, 1999